Sobre las dos de la madrugada del
día 11 de Julio de 2012, la conocida “Marcha negra” o marcha de los mineros
llegaba a la Puerta de El Sol de Madrid tras 19 jornadas y más de 400
kilómetros recorridos. Pedían prorrogar las ayudas recibidas por las empresas
mineras españolas. Lo consiguieron. Entre 2011 y 2015 las empresas mineras
habían recibido 459 millones de euros. La medida acabó encuadrándose en el
acuerdo entre el gobierno, las empresas y los sindicatos denominado “Marco de
actuación para la minería del carbón y las comarcas mineras en el periodo
2013-2018”. La página 34 de ese acuerdo (accesible en la red) detalla las minas
que tendrán que cerrar el 31 de diciembre del año próximo por considerarse no
competitivas. La “Marcha negra” luchó por y logró una medida proteccionista en
una coyuntura económica –año 2012- de recortes generales y masivas ayudas a la
banca. Las imágenes de la marcha mostraban todas las banderas regionales de las
zonas mineras. Pese a demandar una ayuda del Estado Español no se exhibió
ninguna bandera de España hasta las 2 de la madrugada de aquel 11 de julio. En
ese momento, un grupo de falangistas que se unió a la marcha minera exhibiendo
banderas de España, fue insultado y amenazado por grupos de radicales que no
toleraban la presencia de banderas españolas en una protesta laboral que
reivindicaba ayudas públicas del mismo Estado cuya bandera quisieron –sin
éxito- replegar.
El líder más carismático de
Falange, después de su asesinato en 1936, acabó siendo rehén del mito que
entorno a él construyó la Delegación de Prensa y Propaganda del Cuartel General
de Burgos, integrada mayoritariamente por lo que Pablo y Mónica Carbajosa
acabaron llamando en su exitoso libro “La corte literaria de José Antonio”. Un
libro de contenido mucho más riguroso que su título. José Antonio fue preso de
su mito para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno porque de otra forma su
pensamiento hubiera trascendido poco a las generaciones futuras. Para lo malo
porque se convirtió en una especie de Sagradas Escrituras de las que sólo cabía
una interpretación literal; fuera de la literalidad toda interpretación o
exégesis corría un riesgo severo de considerarse herética. El pago del mito
convertido en estatua de sal es que todavía se lean invocaciones a la necesidad
de actualización de un pensamiento que, a mi juicio, sí fue actualizado en
aspectos muy importantes de la política de los gobiernos franquistas e incluso
en el diseño de la Transición.
Conforme el miedo a ser
catalogado de herético se fue relajando apareció la “ucronía” como sueño, como
coartada o como sistema de razonamiento honesto. El Diccionario de la Lengua
Española Historia define “ucronía” como la reconstrucción de la historia sobre
datos hipotéticos. Esto llevaba a ensoñaciones del tipo –para referirme a la
más habitual- ¿qué hubiera pasado en una España con Francisco Franco y José
Antonio vivos en un mismo gobierno? Como coartada llevaba a vincular decisiones
de política a párrafos exactos del cofundador de Falange Española para anclar
en ellos honestamente o no, la legitimidad ideológica de la medida política de
turno. Como sistema de razonamiento honesto recientemente se describió por
Jorge Garrido una secuencia de tres fases lógicas para pasar del pensamiento de
José Antonio a una interpretación del mismo en materia económica sobre dos
ideas fuerzas; la evidente diferencia entre los desafíos económicos del siglo
XXI y los que acuciaban a la España de los años 30 del siglo XX y la
preocupación de que la exégesis no condujera a la herejía. El artículo se
publicó el 22 de noviembre 2004 en el portal www.desdemicampanario.es con
el título “El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su
vigencia”.
A mí me llama la atención que se
salve en la literalidad de su formulación la reivindicación del proteccionismo
arancelario como uno de los ejes indiscutibles del “José Antonio ucrónico”, del
¿qué hubiera dicho José Antonio de la Unión Europea, del Tratado de Libre
Comercio con Estados Unidos, del CETA con Canadá o de la Alianza por el
abandono del uso del carbón firmada hace sólo unos días en Bonn coincidiendo
con la reunión número 23 de la Cumbre de las Partes en la lucha contra el
Cambio Climático?
La reivindicación proteccionista
es un apéndice del nacionalismo mucho más que una reivindicación contra el
libre mercado. El nacionalismo está en las antípodas incluso de la literalidad
ideológica joseantoniana. La lucha contra el libre mercado, siendo
esencialmente correcta en la misma literalidad, admite matices no menores.
En una visión pendular de las
alianzas internacionales soy de los que opinan que asistimos a un
reverdecimiento saludable del estado Nación frente a una tendencia
internacionalista que vaciaba con voracidad las competencias de los estados. La
cooperación internacional ha dado ejemplos abundantes de que es posible
alcanzar acuerdos multilaterales sin la anulación de las identidades de los
Estados Nación. Así pues, un Jose Antonio ucrónico en la segunda década del
siglo XXI dudo severamente que estuviera aferrado al proteccionismo
arancelario.
Además de la reconstrucción de la
historia sobre datos hipotéticos, la ucronía es un género literario que también
podría denominarse novela histórica alternativa. Se caracteriza porque la trama
transcurre en un mundo desarrollado a partir de un punto en el pasado en el que
algún acontecimiento sucedió de forma diferente a como ocurrió en realidad. Ese
punto se suele denominar punto Jonbar o punto de divergencia. Por ejemplo, España
no se adhirió el pasado 16 de Noviembre a la Alianza por el abandono del uso
del carbón, algo que podrían celebrar aquellos mineros que marcharon a Madrid
en 2012. Pero se puede especular sobre si la posición hubiese sido otra de
imponerse argumentos como los de protección a la Naturaleza que también
aparecen explícitamente recogidos en la Norma Programáticas falangista (punto
20) sobre otros abiertamente incompatibles con la cooperación internacional
(punto 3) y proclives al proteccionismo (18).
Vivimos unos momentos en los que
la cooperación internacional que ha venido manteniendo España después de la II
Guerra Mundial ha resultado crucial para vencer el desafío secesionista. En una
ucronía narrativa yo situaría a José Antonio (que seguía con interés los debates
de la Sociedad de Naciones) en la reivindicación del Estado Nación en un marco
de cooperación internacional complejo pero con implicación leal de España. Una
España liberada definitivamente de los complejos que fueron cayendo de nosotros
durante el siglo XX y lo que llevamos del XXI. En definitiva, y por ejemplo,
adhiriéndose a la Alianza por el abandono progresivo del uso del carbón. Las
tecnologías renovables y los sistemas de almacenamiento masivo de energía
permiten hoy día garantizar mayor autonomía energética que los yacimientos de
carbón cuyo uso es extraordinariamente lesivo para la vida humana y para el
Planeta. En cualquier caso, la mía es una ucronía de género literario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario