El Consejo Económico y Social de
Andalucía acaba de publicar el número 8 de la Revista Económica y Social
incluyendo una batería de indicadores económicos y sociales elaborados a partir
de la información del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía. Son
indicadores habituales de coyuntura económica referidos al primer trimestre de
2018 de los que se pueden espigar algunos especialmente llamativos.
El más destacado es, sin duda, la
fuerte caída de la inversión extranjera bruta que lo fue del 58,6 por ciento
desde el primer trimestre de 2017 al mismo periodo de 2018. Esta misma cifra es
muy diferente a la registrada para el conjunto nacional para el mismo periodo
que también fue negativa pero sólo del 3,8 por ciento.
El ritmo al que creció la
economía regional es fuerte y casi idéntico al nacional, entorno al 3 por
ciento, pero insuficiente para reducir la gran brecha del paro que sigue siendo
la pertinaz lacra que azota a la economía andaluza. Ocho puntos porcentuales
exactos separan las tasas de paro a nivel regional y del conjunto de España, un
24,74 frente a un 16,74 por ciento. La diferencia la explica principalmente el
paro femenino, mucho más acusado en Andalucía que en el resto de España.
En el ritmo de crecimiento de la
economía andaluza tiene mucha responsabilidad el sector de la construcción.
Parece que quienes se llenaron la boca con el discurso de “hay que ir a un
nuevo modelo de crecimiento económico regional” cuando estalló la burbuja inmobiliaria
en 2008 no hicieron más que vender humo. Un modelo económico no se diseña sobre
un plano alzado. Las viviendas, sí. El Valor Añadido Bruto del sector de la
construcción en Andalucía exhibió un fortísimo crecimiento del 7 por ciento
entre el primer trimestre de 2017 y los primeros tres meses del año en curso, a
gran distancia del segundo sector que fue el sector servicios, mucho más
heterogéneo que el primero.
Para entender el fuerte tirón del
sector de la construcción hay que tener en cuenta la evolución del precio de la
vivienda en España que ya registra niveles similares a los máximos que alcanzó
en 2007 en pleno crecimiento de la burbuja del ladrillo. En un año los precios
de la vivienda han aumentado en promedio nacional un 9,4 por ciento acumulando
ya una subida del 25,9 por ciento desde 2014. En el primer trimestre de 2018
las compraventas de viviendas fueron 129.000, esto es, el volumen más alto
desde 2007. La demanda residencial que se estima para 2018 es de 540.000
viviendas y de 580.000 para el año próximo según el Departamento de Análisis de
Bankinter.
Aunque los redactores del informe
no se detienen en su comentario, es también muy destacable la elevada población
pensionista en Andalucía. El 18 por ciento de la población española reside en
Andalucía y el 16 por ciento de los pensionistas españoles son andaluces pero
con una pensión que sólo alcanza al 89, 6 por ciento de la pensión promedio que
supone la pensión media en España.
Sorprende que la batería de
indicadores ofrecidos por el Consejo Económico y Social no ofrezca una
comparativa entre la evolución de la renta per capita entre Andalucía y el
conjunto de España. Este valor sitúa a Andalucía en el puesto 17 del conjunto
nacional, 18.470 euros frente a 25.000. Efectivamente, los andaluces no sólo
tenemos uno de los niveles de vida más bajos de toda España –que por ejemplo
explica la diferencia en el valor de las pensiones- sino que además no remonta
ninguna posición. Quizá en el frontispicio de cualquier despacho de los muchos
responsables de promover el desarrollo económico regional debería colgar
aquello que la reina roja decía a Alicia en el libro “A través del espejo” de
Lewis Carroll, “Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto uno
pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay
que correr por lo menos dos veces más rápido”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario