Existe un arraigado sentimiento
antiamericano en España con un doble origen. El más antiguo se remonta al
sabotaje del acorazado Maine el 15 de febrero de 1898 en el Puerto de la Habana
atribuido a la propia Armada norteamericana que culpó a España. La opinión
pública estadounidense compró el engaño y respaldó la guerra contra España
avivada por las proclamas incendiarias de los periodistas William Randolph
Hearst y Joseph Pulitzer. La frase de la prensa estadounidense «¡Recordad el
Maine, al infierno con España!» fue la mecha que acabó de prender el reguero de
pólvora que detonó en la pérdida de Cuba. El antiamericanismo más reciente nace
del marxismo cultural que impregnó el movimiento “hippy” en su oposición a la
política exterior norteamericana en la Guerra de Vietnan y en todas las que
vinieron después. Así pues, todo lo que venga de Estados Unidos cuenta con un
público poco entusiasta que, a mayor abundamiento, ha mostrado muy poca
simpatía con la Administración Trump.
Con este marco es muy fácil leer
opiniones encendidamente críticas con el arancel que acaba de imponer este país
a la aceituna negra española fruto de dos investigaciones abiertas, una
“antidumping” y otra antisubvención. Un arancel impuesto por el Departamento
(Ministerio) de Comercio estadounidense. Este las funciones de este Ministerio
está la de atender las denuncias de las empresas norteamericanas cuando ven sus
intereses amenazados por competidores extranjeros que comercializan sus productos
a precios por debajo de coste gracias a que reciben subvenciones en sus países.
Aquí hay que situar el origen de la decisión de EE.UU.
De manera precisa, la entidad que
presentó el 22 de junio pasado la denuncia reivindicando el establecimiento de
aranceles a la importación de aceituna española fue la Coalición para el
Comercio Justo de la Aceituna (el nombre no es nada inocente) integrada por dos
empresas californianas; la Bell-Carter Foods, Inc y la Musco Family Olive Co. Apenas
unos días más tarde (el 12 de julio), el Ministerio de Comercio atendió su
petición e inició lo que denominan una investigación de derechos compensatorios
(“countervailing duty –CVD- investigation”). Cuando, como ha ocurrido, la
investigación da la razón a las empresas denunciantes, la primera medida es
establecer unos aranceles a la importación para “compensar” a las empresas estadounidenses
encareciendo el precio de entrada de los competidores. Los aranceles impuestos
varían en un rango que va del 2,31 % impuesto a la empresa exportadora Aceitunas
Guadalquivir S.L.U. al 7,24 % impuesto a Angel Camacho Alimentación S.L. Para
el resto de exportadores españoles se aplicará un tipo del 4,47 %. La orden de
aplicación del arancel va a ser dada al servicio de Aduanas y Protección de Fronteras
de los Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés).
El sector de aceituna de mesa
español (principalmente residenciado en Andalucía) es muy sensible al comercio
exterior, no en balde y sobre una producción media de 552.000 toneladas viene
exportando unas 273.000 –el 84 % del total de las exportaciones españolas- si
bien no sólo con destino a EE.UU. España también tiene a Italia, Rusia y
Alemania como otros principales destinos. Para precisar un poco más la magnitud
del sector resulta muy útil la información que ofrece Antonio J. Jiménez
Hidalgo en la revista El Manzanillo editada por el Grupo Manzanilla Olive del
que es gerente. Andalucía lidera la producción española de aceituna de mesa con
un total de 463.947 toneladas (con una superficie de unas 100.000 hectáreas y
12.400 explotaciones), lo que equivale al 87,7 por ciento del total nacional en
2016 y al 18,1 por ciento del mundial (2.563.700 toneladas). Dentro de la
región andaluza, Sevilla aglutina el 70 por ciento de la cosecha regional y el 55
por ciento del nacional. De hecho, las 206 entamadoras andaluzas se concentran,
básicamente, en las zonas de la Sierra Sur y Aljarafe-Doñana.
¿Cuáles son los siguientes pasos
que puede tomar la Administración norteamericana contra la importación de la aceituna
negra de mesa? La transparencia con la que funciona esta administración hace
perfectamente accesible esta información apenas se busca en la sección de
noticias de la web commerce.gov . El próximo 3 de Abril el Ministerio de
Comercio de EE.UU. tomará la decisión final sobre la acusación hecha por la Coalición
para el Comercio Justo de la Aceituna. El 18 de mayo se conocerá la decisión de
la Comisión de Comercio Internacional norteamericana (la ITC) que también debe
pronunciarse. Si ambas instituciones le dan la razón, emitirán la orden
arancelaria con carácter definitivo el 25 de mayo de 2018.
¿Qué de verdad hay y qué se puede
hacer?
En la campaña 2016/2017 los
precios de las principales variedades de aceitunas pueden resumirse en los
siguientes datos. En la variedad manzanilla los precios de la aceituna verde
han ido desde los 0,70 euros hasta los 0,80 euros kilos dependiendo de la zona
y del tamaño de la misma. La aceituna hojiblanca comenzó a comercializarse con
precios altos (entre 0,66 y 0,70 euros/kilo), pero conforme fue avanzando la
campaña el precio se estabilizó entre los 0,54 y los 0,60 euros por kilo.
Finalmente, el precio de la aceituna gordal varió en un rango entre los 0,48
euros/kilo y los 0.66 euros/kilo para partidas concretas. Para saber si estos
precios cubren o no los costes de producción es muy útil –y desolador-
consultar el estudio del Ministerio de Agricultura sobre el sector de la
aceituna de mesa española publicado en 2016. Un informe que deben haberse leído
bien en el Ministerio de Comercio de los EE.UU.
La Política Agraria Común –tan
contestada internacionalmente- se sustenta actualmente sobre tres pilares. Uno
de ellos es su contribución al medio ambiente y –por ende- a la lucha contra el
cambio climático. Por ejemplo, en el argumentario presente y futuro del sector
de la aceituna de mesa debería estar el papel que como sumidero de CO2 suponen
los olivos españoles. Países como Chile saben bien de la importancia del sector
forestal y así lo dejaron patente en sus compromisos en el Acuerdo de París
para el horizonte 2030. He tenido la oportunidad de calcular la contribución de
este sector en una investigación que verá la luz en pocos días en la revista
“Carbon Management”. Si la UE no cuantifica y estima esta contribución, las
ayudas a la superficie tienen un horizonte gris en el comercio internacional.
A mayor abundamiento, sólo
diferenciando el producto “aceituna española” se podrá pedir mayores precios
que resistan a una investigación del tipo de la que estamos hablando. Una
investigación que rechace el argumento del “dumping”. Pero, no nos engañemos,
la diferenciación de los productos a granel sólo es el resultado de campañas
persistentes, de medio plazo, costosas y –por generar beneficios a todos los
productores- financiables por el conjunto del sector conjuntamente con la
Administración Pública.
Los aranceles que acompañan al
Comercio Internacional son el resultado de un conjunto de factores. La
cuantificación del daño a los productores nacionales por “dumping” es sólo uno
más o, con frecuencia, el argumento central con el que se visten otros
argumentos menos defendibles. Es lo que hay.
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