miércoles, 6 de enero de 2021

¿HAY LIMPIADORES DE LA NASA EN ANDALUCÍA? (Publicado el 17/12/2018 en La Razón)

 

Entre 2021 y 2027 la Unión Europea (UE) destinará más de 100.000 millones de euros a financiar proyectos conjuntos de I+D entre universidades y empresas. Esta cantidad se incluye en el noveno programa marco de financiación europeo. El nuevo plan recibirá el nombre de “Horizon Europe” y sustituirá al actual “Horizon 2020” (H2020).

España es el cuarto país de la UE en volumen de fondos captados (lo que se denomina “retorno” en la jerga especializada). En los cinco años que lleva vigente el marco H2020, España ya ha conseguido la misma cantidad de fondos que en todo el programa marco anterior, 3.300 millones de euros. España se había marcado como objetivo en el H2020 conseguir un retorno del 9,5 por ciento de los fondos, pero cuando aún quedan dos años para su finalización, ya ha alcanzado el 10,1 por ciento.

Nuestra posición en el “ranking” sube a la tercera posición si el criterio que se utiliza es el del número de proyectos en los que está presente algún socio español (empresa o centro de investigación). En cada proyecto tiene que haber participación de, al menos, tres países miembros diferentes. Más aún, si clasificamos a los países europeos según la cantidad de proyectos coordinados por un investigador del país, entonces resulta que España ocupa el primer puesto. El 15,8 por ciento del total de proyectos de I+D en el contexto del octavo programa marco lo lidera un investigador español. La información la proporciona Elisa Álvarez Bolado, Jefa de Área de la División de Programas Europeos del Centro de Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI) del Ministerio de Ciencia.

A nivel regional, Andalucía ha pasado de lograr un retorno de 12 millones de euros en el séptimo programa marco a 27 millones en el actual H2020, mejorando la tasa de éxito (proyectos que obtienen financiación sobre el total de presentados) de un 10 a un 17 por ciento. Sin embargo, conviene poner esta cifra en contexto pues los 27 millones de euros (acumulados desde 2014) representan apenas el 0.08 por ciento del presupuesto de la Junta de Andalucía sólo para 2018.

Que la innovación, la política industrial y el apoyo público deben comunicarse a partir de una arquitectura sólida es algo bien sabido desde el Proyecto Manhattan, aunque ahora los gurús que pululan entorno a estos temas obvien la referencia debido al protagonismo que tuvo la industria de la Defensa. Nada nuevo hay en reivindicar esa arquitectura como algo necesaria para el desarrollo económico de cualquier territorio. Sin embargo, el reto a plantearse por el nuevo gobierno regional aún a sabiendas de que cuatro años no dan para mucho, es si la política industrial se seguirá orientando principalmente a mantener el escaso tejido industrial existente o apuntará, con altura de miras pero elevado riesgo de obtener poco rédito electoral, hacia la nueva industria en mitad de la cuarta revolución industrial en la que andamos inmersos.

Con incuestionable legitimidad, el empresariado andaluz ejercerá sus acciones de “lobby” para defender sus intereses como lo ha hecho hasta ahora con los gobiernos socialistas. Pero será el nuevo gobierno el que tendrá que decidir cuánto esfuerzo despliega apoyando a la nueva industria. En la agenda desde luego está el apoyo que tendrán que orientar a las empresas de base tecnológica (la Universidad de Sevilla tiene catorce resultantes una población de más de 55.000 alumnos y 6.800 empleados). También está el nuevo complejo politécnico de esta misma Universidad, la necesidad de dar una solución a la infrautilización de la Escuela Superior Politécnica de Linares así como otra pero impopular cuestión ¿seguimos repartiendo los centros de formación profesional equilibradamente a lo largo y ancho del territorio o los acercamos a los polos industriales?

Sin duda, es un reto desafiante. Lucía Sirera, responsable de la Oficina Europea de la Conferencia de Rectores, en una reciente Jornada organizada por la Universidad de Sevilla bajo la coordinación de José Guadix, ejemplificaba el nivel de implicación de la sociedad norteamericana en su desarrollo tecnológico contando la siguiente anécdota. En 1961, el presidente John F. Kennedy visitó las instalaciones de la NASA y se dirigió a un empleado de la limpieza para preguntarle cuál era su tarea. El limpiador respondió al Comandante en Jefe de los Estados Unidos, Señor, yo ayudo a poner un hombre en la Luna.

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