miércoles, 6 de enero de 2021

PIZARRA DIGITAL. EL DIABLO ESTÁ EN LOS DETALLES (Publicado el 31/12/2018 en La Razón)

 

“El objetivo básico del totalitarismo es controlar la calle y el relato. Por eso en cualquier país civilizado y escarmentado de la historia, lo público está reservado para un uso colectivo, y su apropiación por unos pocos, prohibida”. La atinada afirmación anterior no es mía sino de una sedicente magistrada que la escribió en su cuenta de twitter en agosto de 2018 a propósito de la ocupación de las calles por lazos de plástico amarillo. Su cuenta, que recomiendo seguir, es @LuisamarGG, y el plástico (amarillo y de cualquier color), uno de los materiales no biodegradables de uso más extendido. Hacia su eliminación en el uso cotidiano van a ir orientados buena parte de los fondos europeos del próximo programa marco que arrancará en 2021. Es por eso que no deja de resultar clamoroso el silencio de las organizaciones ecologistas más amplias ante el uso del plástico amarillo por el secesionismo catalán.

Pero no es la ocupación del espacio público físico la peor de las impunes acciones separatistas sino del espacio educativo. Para los futuros de estudiosos de la “tardo Transición” quedará explicar por qué analistas políticos y opinadores pusieron sordina al Programa 2000; el documento publicado en octubre de 1990 en el que la entonces CiU diseñaba la hoja de ruta hacia el independentismo. Una hoja de ruta que pasaba por el estricto control del sistema educativo; contenidos, profesores y asociaciones de padres y madres (https://www.dolcacatalunya.com/2016/08/documento-prueba-jordi-pujol-diseno-pruses-1990/).

Conste que limito mi sorpresa por tan inexplicable silencio mediático a analistas y a opinadores porque el silencio de los partidos políticos mayoritarios se explica muy bien con el diagnóstico de protagonistas de aquellos años como Alejo Vidal-Quadras. El ex político y catedrático de Física Atómica y Nuclear en la Universidad Autónoma de Barcelona escribió que “La Transición fue, en buena parte, un pacto entre separatistas y partidarios de la unidad nacional. Los cuarenta años siguientes fueron una negociación continua para satisfacerles debilitando progresivamente al Estado”. Probablemente le falte una alusión al deseo sincero de reconciliación de sus impulsores pero por lo demás me parece un resumen muy ajustado.

En esos cuarenta años de pactismo la enseñanza ocupó un lugar destacado. En materia educativa ninguna imagen refleja mejor el apartheid impuesto por el independentismo que la viñeta de José María Nieto del 24 de abril de 2018 en la que un niño levanta la mano desde su pupitre respondiendo a la orden de su profesor ¡que levanten la mano los hijos de Guardia Civil! La egregia sombra de aquel alumno revestido de inmensa dignidad era la estirada silueta de la estatua de la Libertad. A las puertas del Instituto El Palau las familias independentistas señalaban a los hijos de guardias civiles. Esto fue lo que inspiró la viñeta.

De alguna manera la misma sordina que se le puso a la publicación del Programa 2000, se le está poniendo también al anteproyecto de reforma educativa bautizado como Ley Celaá. Probablemente todo Occidente pero particularmente lectores y periodistas españoles lo somos de titulares. Esto nos deja, por pereza o por falta de tiempo, en la orilla de los detalles lo que para cualquier investigador empírico es terrible. “El diablo se esconde siempre en los detalles” es la extendida letanía que persigue a un investigador chapucero que da por buenas conclusiones frágiles que no están sólidamente apoyadas en los resultados de las investigaciones. La consecuencia puede ser fatal; por ejemplo, unos efectos secundarios no identificados que dañarán la salud de miles de pacientes.

La Educación es un terreno abonado para los experimentos irresponsables precisamente porque cuando se recojan los frutos de una nueva reforma educativa, ninguno de sus inspiradores será premiado o sancionado por los electores. Ya estarán retirados de la vida política o en un cargo alejado del ámbito educativo.

La misma sedicente magistrada con la que comencé este artículo recordaba que “la política ha dejado de ser una cuestión de ideas para convertirse en un mercado de imagen, impresiones y sentimientos. Es importante porque la moneda del intercambio no es ya la razón, sino los trucos y montajes, con los ciudadanos como rehenes de la mercadotecnia.” Estos trucos nos distraen de los detalles. Por ejemplo, Antonio Jimeno, presidente del sindicato Acción para la Mejora de la Enseñanza Secundaria (AMES) ha advertido de que proponer un cambio de ley de educación en condiciones de una muy frágil mayoría parlamentaria es una falta de responsabilidad y más si se establece la desaparición de los llamados estándares de aprendizaje, en los que se han basado los materiales didácticos y los libros de texto actuales. El detalle del que advierte el profesor Jimeno es que se precisaría un mínimo de tres años entre la aprobación de la nueva ley, la redacción de los nuevos currículos y la edición de los nuevos materiales, éstos llegarían al mercado cuando, tal vez, el PSOE ya no esté en el gobierno.

El anteproyecto de reforma educativa de la ministra Celaá incluye la retirada de las evaluaciones finales en Primaria y en ESO, la supresión de los itinerarios en 4º de ESO, el aumento de competencias de los equipos docentes para poder aprobar a los alumnos que quieran al margen de sus resultados académicos, la posibilidad de aprobar el Bachillerato con una asignatura suspendida y permitir que sean las Comunidades Autónomas y no el Ministerio de Educación las que decidan si se puede o no utilizar el castellano en la enseñanza. La reforma se plantea precisamente ahora que el Defensor del Pueblo y la Presidenta de las Cortes Generales tienen en su poder el extenso Informe de la Asamblea por una Escuela Bilingüe en Cataluña sobre la instrumentalización nacionalista del sistema educativo (https://www.aebcatalunya.org/images/informe-ensenanza.pdf).

El diablo no se esconde en los detalles sensacionalistas del color de las flores de Pascua que adornaban el encuentro entre el presidente de la Nación y el de la Generalidad, sino en la letra y ausencias del comunicado conjunto y en concesiones como facilitar, hasta extremos inimaginables, la capacidad de adoctrinamiento del sistema educativo. También en este anteproyecto de Ley de reforma educativa se asesta un segundo golpe inaceptable a la Alta Inspección de Educación buscando la indulgencia independentista. El primer golpe fue no desarrollarla por ninguno de los gobiernos UCD-PSOE-PP. El papel de la alta inspección educativa es necesario porque, por ser la Educación un derecho básico de todos los españoles, debe haber un garante de su defensa. El órgano garante es la Alta inspección y pese a lo que ahora se pretende su función no es transferible por el Estado a las Comunidades Autónomas.

Se puede pensar que vivimos en una sociedad de trazos gruesos; una sociedad que no pasa de los titulares de prensa. Creo que sólo es cierto parcialmente. También se puede pensar que es posible reconducir al independentismo a la vía autonomista. Creo que no es posible pero no sólo porque sus líderes estén convencidos de sus demandas, sino porque cuatro décadas de cesiones han demostrado ser una hoja de ruta fallida y agotada. La Nación nos hace libres e iguales. Reforcemos los lazos de que nos unen con eficacia, responsabilidad y generosidad.

SAMBENITOS (Publicado el 24/12/2018 en La Razón)

 

Los expertos asumen que las bases del Estado del Bienestar británico tienen su pilar inicial en el conocido como Primer Informe Beveridge publicado el 2 de diciembre 1942 por Sir William Henry Beveridge. Fue tal el éxito de este informe de 299 páginas que cuando se puso a la venta la cola para comprarlo en la tienda del gobierno británico medía más de una milla. Acabó  vendiendo medio millón de ejemplares. Bruce Caldwell nos ayuda a entender el éxito del Informe Beveridge cuando en su Introducción a la edición definitiva del libro, al que ahora me referiré, escribe que los sacrificios comunes que necesitó la (primera) guerra (mundial) crearon el sentimiento de que todo debería ser repartido de forma más igualitaria en la reconstrucción posterior. Aunque Caldwell no lo señala, la misma reflexión puede seguirse en el libro Tempestades de acero de Ernst Jünger publicado de forma limitada en 1920 y de manera comercial en 1924.

Hoy resulta difícil encontrar a alguien que discuta que las prestaciones públicas incluidas en el elástico concepto de “Estado del Bienestar” forman parte del patrimonio de las sociedades desarrolladas e incluso no pocos esfuerzos se han encauzado hacia constitucionalizarlos detalladamente. No siempre ha sido así y, probablemente, los números obliguen pronto a revisarlo.

Lo que expongo tiene que ver con la actual coyuntura política regional en Andalucía. Efectivamente, no siempre se aceptó este estado de cosas. Concretamente, en 1930, cuando William Henry Beveridge era el director de la London School of Economics, recibió un informe de Friedrich August von Hayek en el que discutía la tesis de que el Nacional-Socialismo, entonces en auge, era una reacción del sistema capitalista frente al socialismo. La tesis de Hayek, abiertamente contraria al luego inspirador del sistema de la Seguridad Social británica, era que el Nacional-Socialismo era un “auténtico movimiento socialista”. Hayek era entonces un joven vienés recién llegado a Londres para dar unas conferencias sobre teoría monetaria.

La historia de aquel informe de Hayek a Beveridge fue la de hacerlo engordar hasta publicarse, el 10 de marzo de 1944, con el título de “Camino de servidumbre”. Sobre la tesis de la similitud esencial entre Socialismo y Nacional-Socialismo, Hayek sostenía que toda expansión del Estado sobre la Economía conduciría necesariamente a un estado totalitario y esa transición no era otra que recorrer por un camino hacia la servidumbre del individuo al Estado. La tesis de Hayek iba absolutamente en contra del pensamiento más extendido en la sociedad occidental de la época. Este sentimiento casi universal de la intelillegentsia de los años treinta era que un sistema económico planificado representaba la “tercera vía” entre un capitalismo fracasado tras el crack de 1929 y los totalitarismos de izquierda y derecha.

Naturalmente, la visión de las cosas de Hayek no podía más que chocar con las propuestas de política económica de Keynes quien en el prólogo a la edición alemana a su libro la Teoría General escribió “la teoría de la producción en su conjunto, que es lo que el siguiente libro pretende ofrecer, es mucho más fácil de adaptarse a las condiciones de un estado totalitario, que la teoría de la producción y distribución de una producción dada bajo condiciones de libre competencia y de laissez faire”. Ningún keynesiano (ni moderado ni entusiasta) quiere hoy recordar estas palabras de respaldo a un sistema político tan abyecto. Pero los divulgadores liberales sí se ocupan de evidenciar la paradoja de reivindicar las recetas económicas intervencionistas desvinculándolas absolutamente de su uso por sistemas totalitarios. Otro tanto cabe decir de los economistas de la Escuela de Chicago que asesoraron gobiernos en Hispanoamérica de cuyo programa político al margen del económico, abominan ahora.

El aplauso socialmente extendido a un director o planificador económico central que denunció Hayek en 1944 sirvió para afirmar al historiador francés Élie Halévy que era posible imaginar un acuerdo entre personajes tan ideológicamente dispares como el estadista inglés Lord Eustace Percy, Sir Oswald Mosley (inicialmente conservador, luego ministro laborista y, finalmente, líder de la Unión Británica de Fascistas y Sir Stafford Cripps (político laborista expulsado del partido por su radicalización en apoyo del Frente Popular).

Como vemos, la Historia nos dice que hay liberales que advierten de la servidumbre a un Estado del Bienestar hoy generalmente aceptado y keynesianos que no hicieron ascos a sistemas totalitarios. Lo que casi todos hacen es repartir etiquetas a modo de sambenitos o estigmas para descreditar al contrario sin reparar en que el devenir de las ideas ha coexistido con momentos absolutamente oscuros. Unas sociedades han salido de sus páramos morales con verdadero deseo de reconciliación y de no repetirlos. En otras caminamos sin remedio a reavivar los odios.

Carlos Rodríguez Braun en el prólogo a la edición española de 2008 de Camino de Servidumbre concluye que lo que Hayek no supo ver fue la enorme capacidad de la democracia para legitimar el poder de un Estado intervencionista y redistribuidor que no seguiría los esquemas de Carlos Marx sino, más bien, de Keynes. Naturalmente de un Keynes diferente del que redactó el prólogo a la edición alemana de su Teoría General.

Sin embargo, cuando debutó la crisis financiera entre 2007 y 2008, casi todos miraron al Estado. Principalmente a los bancos centrales en tanto que prestamistas de última instancia. Ahora, comienza la retirada. El Banco Central Europeo ha vuelto a confirmar el final de su programa de compra masiva de deuda pública de los estados europeos. Un programa que ha supuesto una cantidad de 2.6 billones de euros.

Ahora se pide, en el nivel regional, una menor presencia del sector público pero nadie discute lo que en su núcleo duro se consideran prestaciones del Estado del Bienestar (ese con el que comenzamos nuestro artículo). Lo que está sobre la mesa son cuestiones diferentes como ¿quién debe ocuparse de qué? además de otras actividades asumidas por el sector público pero que tienen más que ver con el bienestar personal de los beneficiarios que con aquello que hizo vender 500.000 ejemplares del Informe Beveridge.

¿HAY LIMPIADORES DE LA NASA EN ANDALUCÍA? (Publicado el 17/12/2018 en La Razón)

 

Entre 2021 y 2027 la Unión Europea (UE) destinará más de 100.000 millones de euros a financiar proyectos conjuntos de I+D entre universidades y empresas. Esta cantidad se incluye en el noveno programa marco de financiación europeo. El nuevo plan recibirá el nombre de “Horizon Europe” y sustituirá al actual “Horizon 2020” (H2020).

España es el cuarto país de la UE en volumen de fondos captados (lo que se denomina “retorno” en la jerga especializada). En los cinco años que lleva vigente el marco H2020, España ya ha conseguido la misma cantidad de fondos que en todo el programa marco anterior, 3.300 millones de euros. España se había marcado como objetivo en el H2020 conseguir un retorno del 9,5 por ciento de los fondos, pero cuando aún quedan dos años para su finalización, ya ha alcanzado el 10,1 por ciento.

Nuestra posición en el “ranking” sube a la tercera posición si el criterio que se utiliza es el del número de proyectos en los que está presente algún socio español (empresa o centro de investigación). En cada proyecto tiene que haber participación de, al menos, tres países miembros diferentes. Más aún, si clasificamos a los países europeos según la cantidad de proyectos coordinados por un investigador del país, entonces resulta que España ocupa el primer puesto. El 15,8 por ciento del total de proyectos de I+D en el contexto del octavo programa marco lo lidera un investigador español. La información la proporciona Elisa Álvarez Bolado, Jefa de Área de la División de Programas Europeos del Centro de Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI) del Ministerio de Ciencia.

A nivel regional, Andalucía ha pasado de lograr un retorno de 12 millones de euros en el séptimo programa marco a 27 millones en el actual H2020, mejorando la tasa de éxito (proyectos que obtienen financiación sobre el total de presentados) de un 10 a un 17 por ciento. Sin embargo, conviene poner esta cifra en contexto pues los 27 millones de euros (acumulados desde 2014) representan apenas el 0.08 por ciento del presupuesto de la Junta de Andalucía sólo para 2018.

Que la innovación, la política industrial y el apoyo público deben comunicarse a partir de una arquitectura sólida es algo bien sabido desde el Proyecto Manhattan, aunque ahora los gurús que pululan entorno a estos temas obvien la referencia debido al protagonismo que tuvo la industria de la Defensa. Nada nuevo hay en reivindicar esa arquitectura como algo necesaria para el desarrollo económico de cualquier territorio. Sin embargo, el reto a plantearse por el nuevo gobierno regional aún a sabiendas de que cuatro años no dan para mucho, es si la política industrial se seguirá orientando principalmente a mantener el escaso tejido industrial existente o apuntará, con altura de miras pero elevado riesgo de obtener poco rédito electoral, hacia la nueva industria en mitad de la cuarta revolución industrial en la que andamos inmersos.

Con incuestionable legitimidad, el empresariado andaluz ejercerá sus acciones de “lobby” para defender sus intereses como lo ha hecho hasta ahora con los gobiernos socialistas. Pero será el nuevo gobierno el que tendrá que decidir cuánto esfuerzo despliega apoyando a la nueva industria. En la agenda desde luego está el apoyo que tendrán que orientar a las empresas de base tecnológica (la Universidad de Sevilla tiene catorce resultantes una población de más de 55.000 alumnos y 6.800 empleados). También está el nuevo complejo politécnico de esta misma Universidad, la necesidad de dar una solución a la infrautilización de la Escuela Superior Politécnica de Linares así como otra pero impopular cuestión ¿seguimos repartiendo los centros de formación profesional equilibradamente a lo largo y ancho del territorio o los acercamos a los polos industriales?

Sin duda, es un reto desafiante. Lucía Sirera, responsable de la Oficina Europea de la Conferencia de Rectores, en una reciente Jornada organizada por la Universidad de Sevilla bajo la coordinación de José Guadix, ejemplificaba el nivel de implicación de la sociedad norteamericana en su desarrollo tecnológico contando la siguiente anécdota. En 1961, el presidente John F. Kennedy visitó las instalaciones de la NASA y se dirigió a un empleado de la limpieza para preguntarle cuál era su tarea. El limpiador respondió al Comandante en Jefe de los Estados Unidos, Señor, yo ayudo a poner un hombre en la Luna.

ANDALUCÍA: EL MONOPSONIO DE LA CANELA (Publicado el 10/12/2018 en La Razón)

 

El “monopsonio” es un tipo de mercado en el que sólo hay un comprador frente a un amplio número de empresas interesadas en hacerse con su pedido. El único comprador tiene un evidente poder de mercado que le permite influir sobre el precio de compra, las condiciones de pago y/o el servicio post venta. Es un tipo de mercado muy poco frecuente y por esa razón explicarlo en clase tiene la dificultad de no ser fácil de ilustrar con un caso real y cercano al alumno. Sin embargo, he aquí que el mercado de la canela se convierte en un aromático e ilustrativo ejemplo.

La canela es la segunda especia más cara del mundo después del azafrán. La canela auténtica y la más preciada proviene de Sri Lanka (antiguo Ceilán). Históricamente era tan preciada que se usaba incluso para saldar el pago de impuestos. Cincuenta gramos de canela rondan los 3,7 euros. Pues bien, resulta que la industria del mantecado en Estepa (Sevilla) consume más del 95 por ciento de la canela que se importa en España, lo que la convierte en casi el único comprador de este producto y su mercado en algo muy próximo al monopsonio.

La información acerca de la importancia de Estepa como comprador de canela no está fácilmente accesible pero uno la conoce de primera mano si tiene la oportunidad de realizar la visita guiada al Museo del Chocolate de la ciudad propiedad de la empresa La Despensa de Palacio. Por cierto, una de las pocas visitas en las que la amable guía explica el descubrimiento del cacao por los conquistadores españoles sin dejarse seducir por las falsedades de la denominada leyenda negra del descubrimiento de América. El rigor y la amabilidad conducen al visitante entre un conjunto de maquinarias industriales antiguas, materias primas, evolución histórica de las presentaciones del producto y así hasta unas grandes imágenes en forma de “minots” valencianos de los personajes claves en desarrollo del consumo de cacao incluidos los Reyes Católicos, Isabel y Fernando.

Estepa es una rara combinación entre industrialización y tradición. Probablemente el mejor de los ejemplos se encuentre en el Monasterio de las Clarisas en pleno Cerro de San Cristóbal. Allí, en cuyas cocinas las monjas de clausura parece que crearon el famoso dulce de Navidad por el que se conoce a la ciudad, han sido capaces de poner en valor el patrimonio conventual con una capacidad tal que les permite ofrecerlo con una calidad de conservación extraordinaria.

Precisamente y coincidiendo con el año de Murillo, en posible visitar un conjunto de fotografías realizadas por el profesor Antonio Jesús Pérez Toranzo inspiradas en imágenes de los lienzos del pintor sevillano. Utilizando sólo las horas de clase de fotografía en un instituto de Calatrava y el entusiasmo de alumnos y profesores, Pérez Toranzo ha tomado fotografías de modelos reales revestidos de la época para recrear algunas de las escenas de los cuadros. Realmente no es fácil de explicar que la excelencia de los profesores se acabe luego difuminando de manera que, con datos de 2017, España tenga cuatro regiones en las que el nivel de enseñanza predominante entre las personas de 30 a 34 años es el de la enseñanza primaria. Las regiones son Andalucía, Extremadura, Murcia y Castilla-La Mancha. Para la mayor parte de las regiones europeas, el nivel predominante en este rango de edad es el de la educación secundaria.

La visita cultural a Estepa tiene un extraordinario complemento con la excursión al vecino pueblo de Herrera en el que se pueden visitar el Conjunto Termal Romano de Herrera y el Museo de la Higiene y la Salud en la Historia. Herrera tiene en Francisco Juárez y su esposa Marta Jiménez a dos magníficos embajadores.

Pero si uno quiere completar la historia del monopsonio de la canela de Estepa, puede perfectamente ampliar el abanico de dulces navideños visitando las panaderías de la localidad de Paradas, apenas a veinte minutos de Estepa y Herrera. Unas tortas de polvorón compradas en la Panadería de las Callejuelas de Recacha, unas albarditas de Petra, unos dulces de Martín en la Calle Teniente Ramírez o los productos de la panadería Rubito, seguro que hacen de la repostería una experiencia verdaderamente grata.

(03/12/2018)

 Pendiente

ANDALUCÍA. EL APEGO A LA ESCASEZ (Publicado el 26/11/2018 en La Razón)

 

El Observatorio Económico de Andalucía (OEA) es una de las muy escasas entidades de la sociedad civil andaluza que no pertenece a las amplias categorías de las asociaciones religiosas, deportivas o culturales. Sus opiniones, en forma de documentos, le otorgan en el lenguaje anglosajón el papel de pequeño pero fibroso “think thank” o tanque de pensamiento en la forzada traducción al español. En un documento que acaba de hacer público poco antes del comienzo de la campaña al parlamento regional, el Observatorio pedía a los partidos políticos un esfuerzo para abandonar sus habituales pequeñas disputas, querellas y descalificaciones, de manera que pusieran el foco de la campaña en los problemas verdaderamente acuciantes. Unos problemas tan graves como que la economía andaluza ha pasado recientemente, sin apenas eco mediático, de región en transición a región menos desarrollada en la Unión Europea cuyo PIB por habitante apenas alcanza el 68% de la media europea. Además, y a diferencia de lo ocurrido en ciclos económicos anteriores, -continúa el documento del OEA-, la economía andaluza no solo se ha alejado de la española durante la fase de crisis, sino que también lo hace en la actual fase de recuperación iniciada en 2013. Desde el año 2005 (previo a la crisis iniciada en 2008) la economía andaluza ha aumentado su alejamiento de la media nacional en 4,8 puntos porcentuales del PIB por habitante. Hoy el PIB per capita andaluz es sólo el 73,9% del español. Andalucía es la comunidad autónoma con menor densidad empresarial de España (6,05 empresas por cada 100 habitantes, frente a 7,15 de España).

Pocos meses antes de hacerse público el documento del Observatorio, la Fundación Persán que preside Concepción Yoldi y cuenta con la eficaz gestión de Anselmo Presencio, patrocinó la divulgación del estudio “¿Cómo encajan las crisis las regiones españolas?” elaborado por los investigadores Begoña Cueto –a la que me honro en conocer-, Matías Mayor y Patricia Suárez. El estudio había sido publicado por el Consejo Económico y Social de Asturias. El documento analiza la “resilencia” de las regiones a las tres crisis recientes; 1976-1985, 1991-1994 y 2007-2013. La resilencia de una economía regional mide su resistencia a las crisis, su velocidad de recuperación, su capacidad de reorientarse a nuevos sectores emergentes y su respuesta en términos de renovación. Centrándonos en el último periodo de crisis que se conoce como la “gran recesión”, la economía andaluza muestra una gran volatilidad en el nivel de empleos, es decir, cuando se inicia una etapa de recuperación crece a mayor ritmo que la media, pero cuando se inicia una crisis, el empleo se destruye muy rápidamente.

Para el OEA, integrado principalmente por analistas económicos y empresarios,  y presidido por el catedrático de Economía Francisco Ferraro, existen problemas específicos sobre los que sí tiene una responsabilidad directa el gobierno regional. Por ejemplo, analizando el capital humano en Andalucía señalan que si bien ha aumentado el número de titulados en todos los niveles de formación, sin embargo, tanto los años promedio de formación por persona como los niveles formativos en Andalucía son de los más bajos de España, siendo la última Comunidad Autónoma en el informe PISA. Además, continúan, Andalucía destaca por la elevada tasa de abandono escolar y por la carencia de personas formadas en ciertas especialidades cualificadas. En este punto es donde debe ubicarse el desarrollo del nuevo campus polítécnico de la Universidad de Sevilla, tema que muy probablemente no absorba ningún segundo de los debates electorales tampoco ahora que cuentan con la novedad de la irrupción en el Parlamento de los diputados de VOX.

El documento del OEA señala con inequívoca claridad que el gobierno regional tiene amplísimas competencias en políticas de oferta y de entre ellas, la más determinante para abandonar nuestro secular atraso es la política educativa. Una política sobre la que vuelve a cernirse la amenaza de una nueva reforma partidista orientada a la devaluación del esfuerzo y al pago de peajes al independentismo, en definitiva, a quienes quieren hacer de la lengua un hecho identitario excluyente. Nadie hablará en la campaña electoral de que nuestros hijos pasan a lo largo de su vida escolar por una media de tres leyes educativas diferentes. Todos juegan con su futuro pero nadie asume las consecuencias pues son medidas cuyos frutos se recogerán décadas más tarde, cuando sus promotores sólo conserven de su etapa de representante político una abultada pensión de jubilación.

Con todo lo anterior, resulta desalentador el “apego a la escasez” de la ciudadanía. El vértigo a tomar las maletas para buscar la prosperidad allá donde la hay. Con una población que supone el 18% de la española, la emigración de andaluces sólo representó el 10,1% de la emigración española al extranjero en el periodo 2008/2017, y el 13,2% de la emigración interna en el mismo periodo. Todo ello a pesar de los esfuerzos desarrollados en los programas de movilidad internacional y nacional de estudiantes. La etapa de estudiante ERASMUS parece que no acaba de actuar como un efecto demostración masivo.

Convertidas las campañas electorales desde hace tiempo en una modalidad de entretenimiento, poca esperanza hay de que se debata sobre las rutas para salir del grupo de regiones menos desarrolladas en la Unión Europea. Pero que cada palo aguante su vela. El documento del OEA también es claro cuando, después de espigar lo que considera problemas más acuciantes de Andalucía, señala que ninguno es consecuencia de alguna limitación congénita, ni tampoco de factores externos exculpatorios. La principal responsabilidad es nuestra.

¿USTED CONOCE ALGUNA EMPRESA MORAL? (Publicado el 19/11/2018 en La Razón)

 

La revista Razón Española publicó recientemente el texto completo en español de un discurso muy interesante de Ratzinger leído en 1985 en el contexto de la discusión sobre la conflictividad de las relaciones entre países ricos y pobres. La traducción se debe al profesor Carlos Ruiz Miguel. La tesis que discutía el entonces cardenal y ahora Papa emérito es la de que en las decisiones económicas no había espacio para el “empresario moral”. Las decisiones económicas estaban todas orientadas a tomar las elecciones óptimas (eficientes en el texto de Ratzinger) y ellas garantizaban el bien común sin necesidad de argumento moral alguno. Cada empresario buscando dar el mejor servicio buscaba también maximizar su beneficio. De esta forma lograba satisfacer al máximo a sus clientes ofreciéndoles el precio más competitivo y garantizaba el pago del salario a sus empleados al gestionar eficientemente su empresa. Esta es la conocida teoría de la “mano invisible de Adam Smith” que garantizaba el logro del bien común (empresarios, consumidores, proveedores y trabajadores) sin que ninguno de estos grupos se moviese por razón moral alguna. Bastaba guiarse por su propio interés individual para alcanzar de forma natural, el interés global o bien común.

La propia Ciencia Económica se ocupó de discutir la inexistencia de hueco para el empresario moral. Lo hizo con dos aportaciones. La primera con el reconocimiento de que consumidores y empresarios tomamos nuestras decisiones sólo con la información que manejamos y no con información completa. La segunda con la revisión de la explicación tradicional de que el empresario sólo buscaba la maximización del beneficio sustituyéndola por un enfoque más realista. Este enfoque moderno de la empresa explica que el empresario busca maximizar el beneficio pero teniendo en cuenta que debe cumplir con las exigencias de sus “stakeholders”, es decir, con todos los colectivos con los que se relaciona. Entre los “stakeholders” están los trabajadores con los que ha de buscar una relación colaborativa, los consumidores que les van a exigir unos estándares de calidad es sus productos y en el servicio post venta, con el resto de ciudadanos que –sin ser clientes- les van a exigir que sus prácticas no lesionen el medioambiente o eliminen las barreras de accesibilidad y las administraciones públicas con las que también ha de entenderse.

Precisamente porque ni ciudadanos ni empresarios tomamos las decisiones con toda la información en la mano, los “certificados” o etiquetados nos ayudan a completar la información que consideramos relevante. Por ejemplo, si buscamos un empleo a través de la app BeWanted exhibimos nuestra formación y destrezas para destacar como buenos candidatos y facilitar a las empresas esa falta de información que sobre nuestra candidatura tienen. Esto es precisamente lo que se busca con el sistema de etiquetados o certificados de calidad que, cuando son expedidos por entidades serias e independientes, acreditan que quien lo exhibe cumple unos requisitos mínimos de aquellas normas que se someten a auditoría.

Los certificados permiten que los “stakeholders” de las empresas puedan acceder de manera sencilla y resumida a una información que, de otra forma, sería difícil y costosa de adquirir. Por ejemplo, las normas ISO dan información sobre calidad de productos y servicios, sobre cómo de respetuoso se es con el medio ambiente, etc. En el mismo sentido, el etiquetado ecológico nos informa sobre la trazabilidad del producto que compramos y sobre la huella de emisiones de carbono (CO2) que ha dejado desde que se comenzó a producir hasta que llegó a nuestras manos.

Lo anterior nos recuerda cotidianamente que sí hay espacio para el consumidor o el empresario moral entendido como aquel que toma decisiones movido por razones más complejas que sólo buscar el menor precio o hacer máxima la diferencia entre ingresos y costes. En este punto siempre me ha llamado la atención la ausencia de etiquetados morales de tipo religioso. Me explico.

El empresario concernido por el medio ambiente es fácil de reconocer porque nos lo recuerda continuamente en sus mensajes publicitarios. Quien está comprometido en la lucha contra determinada enfermedad, también se ocupa de exhibirlo en sus etiquetas o en el patrocinio de eventos. El establecimiento que respalda las peticiones de las organizaciones LGTBI coloca la bandera del arco iris en su establecimiento y, probablemente, incorpore esa visión en su política de personal. Mi pregunta ha sido durante varios años ¿dónde está el etiquetado que exhibe que una empresa toma sus decisiones incorporando este tipo de criterios morales en su gestión de manera que el consumidor pueda decidir si respalda o no esa gestión incorporando esa señal como criterio de compra?

Me ayudó a responder a esa pregunta Antonio Urzáiz, uno de los más activos agitadores culturales católicos que conozco. Particularmente me llamó la atención sobre el certificado EFR que promueve la Fundación Más Familia. Investigué con interés sobre este certificado que ya cuenta con más de una década de existencia. El certificado se otorga a las empresas que acreditan promover la conciliación de la vida laboral y familiar, particularmente con las madres. No es un certificado promovido por una entidad abiertamente confesional. Afortunadamente se puede defender la conciliación desde perspectivas diferentes a la moral religiosa.

La certificación EFR la tienen más de 550 empresas presentes en unos veinte países del mundo. Por ejemplo, los cuatro grandes bancos españoles están en posesión de este certificado si bien no es posible encontrarlo en sus webs corporativas hasta rastrearlo cruzando términos como responsabilidad corporativa, conciliación o certificado EFR. En definitiva, la certificación EFR ni se oculta ni se exhibe por la empresa para que sea valorado por el cliente potencial. Esta es una situación muy diferente a otro tipo de rasgos de la empresa como, por ejemplo, la sostenibilidad medioambiental que sí se exhibe destacadamente.

En mi opinión el “consumidor moral” desde una perspectiva religiosa tiene muy pocas señales para guiar sus decisiones hacia la “empresa moral” en los mismos parámetros. En cambio, tiene muy fácil orientar o apartar sus decisiones hacia o lejos de otro tipo de empresas. De la misma forma que la protección del medio ambiente necesitó de una conciencia social medio ambiental para forzar a empresas y gobiernos a actuar proactivamente hacia la preservación, para dar espacio a la “empresa moral”, se necesitará que iniciativas como la certificación EFR se exhiban.

Habrá quien diga que mi argumentación obliga a establecer previamente un estándar de comportamientos morales que luego sean certificados por unas empresas auditorias que se convierten así en vigilantes de la salud moral. Es más sencillo. En un mundo de gobernanza difusa donde miles de decisiones se toman desde el manejo de una app, basta con que de manera informal se determine qué se valora y qué se premia. Por ejemplo, ¿la existencia de lugares habilitados para la lactancia? ¿espacios familiares? ¿descuentos para las familias numerosas? ¿políticas laborales pro natalistas? ¿exhibición de símbolos religiosos? ¿respeto al descanso laboral en festividades religiosas? … La “empresa moral” es una versión de la empresa socialmente responsable. La “empresa moral” tiene hueco y llevaba razón el Papa emérito. El huego será tanto mayor cuanta más extendida sea la conciencia del “consumidor moral”. Cuanto más fáciles de identificar sean las etiquetas morales. Tan fácil como conocer la huella de carbono de nuestro próximo trayecto en autobús.

LA ROBOTIZACIÓN 4.0 Y EL SECUESTRO LINGÜISTICO (Publicado el 12/11/2018 en La Razón)

 

En su reciente pero ya exitoso libro “El empleo del futuro” (Ed Deusto), el profesor Manuel A. Hidalgo resume muy didácticamente los niveles de riesgo de robotización a los que se exponen los trabajadores actuales. Todos los datos que presenta se derivan de cambios inducidos por la denominada Industria 4.0 o cuarta revolución industrial. Esta revolución es el resultado de añadir a la primera ola de robotización de la década de los 70 del siglo pasado, el reciente desarrollo de la Inteligencia Artificial alimentada por la información que suministra el Big Data.

Apartándose de un primer análisis catastrofista que estudia el impacto de la Industria 4.0 sobre los empleos actuales, Hidalgo se abona con rigor a las investigaciones más finas que han tenido en cuenta no sólo los tipos de empleos existentes sino, también, las diferentes tareas que cada trabajador realiza. Desde esta perspectiva, recuerda que el 100 % de las ocupaciones disponen al menos de una tarea que puede ser automatizada pero sólo el 1 % son totalmente automatizables. Según sus propios cálculos para nuestra Nación, el 34 % de los empleos en España sufrirán alguna modificación relevante en cuanto a las tareas que desempeñen en el futuro. Sin embargo sólo el 12 % tiene una probabilidad superior al 70 % de ser automatizado.

Por tanto, no debe preocuparnos en exceso la cantidad de empleo que se perderá pero sí las  consecuencias de la Industria 4.0 en otras variables de importancia extrema como la desigualdad en salarios y renta y la precarización de las condiciones laborales.

Todas las revoluciones industriales han provocado cambios o disrupciones en las relaciones laborales. Esta no va a ser una excepción pero los resultados sí podrían ser mucho mejores si actuamos anticipadamente sobre la formación y la educación. Siendo precisos, desde la década de 1980 hasta nuestros días, la mayoría de las oportunidades laborales se concentran en los candidatos cuya formación fundamental se incluye en alguna de las cuatro opciones englobadas en el acrónimo inglés STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas).

La nueva revolución industrial que conlleva unir la Inteligencia Artificial a la robotización ha supuesto una novedad importante a la preeminecia del STEM. La novedad se ve perfectamente en el estudio que Google llevó a cabo entre todos sus empleados para identificar cuáles eran las habilidades de quienes habían tenido los mejores desarrollos profesionales. El estudio arrojaba como resultado que se valoraban a personas que, además de tener la formación en STEM, mostraban habilidades en el entrenamiento de las personas a su cargo, la capacidad de comunicación y de escuchar al equipo, conocer a los demás, el pensamiento crítico, liderazgo y capacidad para resolver problemas.

Una correcta reforma educativa debería mantener lo que de bueno ha tenido la previa e incorporar los nuevos retos que, en este caso, acarrea la revolución industrial. Sin embargo, nada de esto hay en la iniciativa lanzada por el presidente Pedro Sánchez a los profesionales de la educación. Antes al contrario se avanza por la obstinada senda del peaje al independentismo. Por ejemplo, se pretenden suprimir las evaluaciones externas al final de la Educación Secundaria Obligatoria, todavía pendientes de aplicación. Sin ellas el Estado no podrá detectar ni evitar el adoctrinamiento político en los colegios. Precisamente el que acaba de documentar el demoledor informe (335 páginas) sobre el adoctrinamiento en colegios catalanes presentado por la Asamblea por una Escuela Bilingüe en el Parlamento español y entregado al Defensor del Pueblo. Un informe que iba en la misma línea del presentado por la Alta Inspección educativa del Estado y que fue ignorado por el anterior gobierno y por el actual.

A la medida anterior la propuesta de reforma añade eliminar la regulación estatal de la lengua cooficial ahondando en el modelo de inmersión lingüística cuyos resultados para los niños castellanohablantes han demostrado ser muy desfavorables. Así lo recordaba el Foro de profesores universitarios en uno de sus recientes manifiestos cuando afirmaba que un 20.3% de los alumnos castellanohablantes en Cataluña no consiguieron superar el nivel mínimo de PISA 2015 en matemáticas, más del doble que el 10.1% de catalanohablantes en esa misma situación.

David Fernández Aguilera, uno de los ideólogos del secesionismo catalán, advierte de que el proceso es un circo con tres pistas; una para la legalidad, otra para la legitimidad y otra para la efectividad. Los independentistas pensaban triunfar en las tres pero no lo han hecho en ninguna. La propuesta de reforma educativa así como el escrito de la abogacía del Estado en la causa contra los políticos presos, debilita la batalla legal como parte de un peaje inaceptable pagado por un gobierno sostenido por partidos que quieren romper el Estado.

La Educación vuelve a ser un espacio para el electoralismo cortoplacista en España. Tanto da estar en mitad del que posiblemente sea el mayor cambio en el empleo que jamás haya experimentado la Humanidad. Ninguno de los que promueven la reforma educativa verá a sus hijos expuestos a unos colegios donde no se forman en las habilidades requeridas por la Industria 4.0. El resto de españoles, sí salvo que nos plantemos. Como ciudadanos, como padres y como futuros abuelos.

LAS PENSIONES Y LA REVOLUCIÓN (Publicado el 05/11/2018 en La Razón)

 

Cuando se trata de hacer prospecciones a largo plazo sobre el futuro económico de nuestros nietos, los economistas acostumbramos a tirar de otras ciencias como la Sociología, la Ingeniería o la Política. Puede que esto se deba a la desconfianza en nuestra propia Ciencia. Sea como fuere varios analistas reputados casi al mismo tiempo han alertado del incierto futuro del sistema de protección social español. Lo han hecho desde ángulos diferentes pero con conclusiones razonablemente similares.

Desde el análisis geopolítico, el coronel Pedro Baños ha sostenido que el principal riesgo al que se enfrenta España, por encima del golpismo catalán y la acechanza del vasco, es el envejecimiento de la población. Este prestigiado militar que se cayó de las quinielas de la Secretaría de Estado de la Defensa por haber participado en una conferencia en una sede de Falange Española y por defender el entendimiento entre Europa y Rusia, sostenía que “En el futuro habrá una pequeña élite con muy buenos trabajos, una clase media que pasará a ser baja con sueldos de miseria y, finalmente, una parte de la población que tendrá que ser subvencionada de por vida para sobrevivir, al menos mientras existan recursos.” El autor de El dominio mundial (Ed Ariel) concluye que estamos abocados a la revolución.

Casi al mismo tiempo que leía al coronel Baños oí una interesante entrevista a mi colega el catedrático de Economía, Santiago Niño Becerra, de quien el independentismo catalán se empeña en apropiarse a beneficio de inventario. Este catedrático afirmaba que a finales del siglo XXI bastará el 5 por ciento de la población mundial para producir el 100 por cien del PIB de todo el mundo como consecuencia de la cuarta revolución industrial o de la denominada industria 4.0. Pero el cálculo no es del citado profesor sino que él mismo lo toma del economista y teórico social norteamericano Jeremy Rifkin. Niño Becerra coincide con el coronel Baños en que la economía occidental tiende a registrar salarios cada vez más a la baja (que son los que financian las pensiones en la mayor parte de países), una mayor concentración de riqueza y, en definitiva, una imposibilidad aritmética de sostener un sistema de pensiones que tiene actualmente y en España un déficit anual de 19.000 millones de euros. Sin embargo y a diferencia del pronóstico del coronel Baños, Niño Becerra sostiene que no hay viso alguno de revuelta social aunque tal argumentación la soporte en que la clase media –cuya presencia es cada vez menor- frenaría cualquier revuelta por su apego a su propio modus vivendi nucleado en la protección de su pequeño patrimonio.

Finalmente y sin alejarnos del mismo tema, el profesor de la Universidad Pablo de Olavide, Manuel Alejandro Hidalgo, en su reciente pero ya exitoso El empleo del futuro (Ed Planeta de Libros), se abona con fundamento a las conclusiones de que esta cuarta revolución industrial que une a la robotización de la década de los 70 del siglo pasado, la Inteligencia Artificial, si bien no provocará un paro tecnológico masivo como el que predijo Keynes en 1930, sí agrandará la brecha salarial, la concentración de la riqueza en pocas manos y la desaparición de la clase media poco cualificada, precisamente la que, en opinión de Niño Becerra frenaría la revolución que el coronel Baños da por inevitable.

Es posible que las sociedades progresivamente envejecidas como la española tengan que priorizar qué tipo de servicios públicos prefieren si además y con los datos en la mano, el gobierno sólo prevé recaudar 1.200 millones de euros por impuestos procedentes de las actividades que vienen parejos a la nueva revolución industrial como el impuesto sobre determinados servicios digitales o “tasa google”. Por cierto que esta cifra ha sido muy criticada por el portavoz de economía de Ciudadanos en el Parlamento, Luis Garicano, señalando que  la Comisión Europea estimó en su caso más optimista 4.800 millones de posible recaudación para los 28 países de la UE, lo que sugiere que España recaudará sólo 360 millones (y no los 1.200 millones que espera el gobierno) si se admite una estimación proporcional.

Evitar el colapso de las pensiones y las posibles revueltas pasa por adelgazar servicios públicos prescindibles. En ese sentido va la acertada propuesta hecha por un grupo de profesionales y académicos encabezados por el eurodiputado Enrique Calvet al Presidente de la Comisión para la evaluación y modernización del Estado autonómico. Todo lo demás es puro escapismo ante un reto tan serio como mantener los servicios públicos esenciales a una población cada vez más envejecida y dependiente imbuida en un cambio rapidísimo de relaciones laborales.

De todo esto tendré oportunidad de debatir junto con mi colega el profesor Ignacio García en el Foro Humanismo y Ciencia que promueve el Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla el próximo viernes 9 de Noviembre.

LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA NO SE IMPROVISA (Publicado el 29/10/2018 en La Razón)

 

Transitar desde un sistema energético fuertemente emisor de gases de efecto invernadero (GEI) a otro bajo en emisiones o descarbonizado no puede ser una letanía o mantra más. Es algo que exige tiempo, planificación y una hoja de ruta blindada a cambios en el color político de los gobiernos. Esta hoja de ruta exige que el sistema energético de llegada garantice el suministro (inexistencia de apagones de luz), la seguridad del sistema (por ejemplo sin cambios en la tensión eléctrica), que integre a las energías renovables (para cumplir compromisos internacionales como el de París) y sea económicamente competitivo.

La hoja de ruta parece demasiado sencilla de seguir y sin embargo, no lo es en absoluto. Por ejemplo, cada vez que se da entrada a una nueva planta de generación renovable de las denominadas intermitentes (su capacidad de generación eléctrica depende de factores como el viento o las horas de sol), hay que tener garantizadas plantas “de respaldo” suficientes para responder rápidamente a caídas en la velocidad del viento o en las horas de sol sin que esto se traduzca en apagones. Naturalmente, ni los inversores en tecnologías renovables están dispuestos a arriesgar su dinero sin buenas perspectivas de venta ni los de tecnologías de respaldo si no se les garantiza unos ingresos mínimos por tener sus plantas prevenidas a la espera de una llamada del operador del sistema para que entren en producción. Esto último les obliga a tener –entre otras- las denominadas “reservas rodantes” como respuesta inmediata (menos de un minuto) a cambios bruscos en la capacidad de generación de las plantas renovables  o a modificaciones en la demanda. Además, hay que tener en cuenta que las centrales de generación están sujetas a los denominados “mínimos técnicos” de funcionamiento por debajo de los cuales los equipos técnicos se resienten.

Desde hace unos años, una parte clave de los modelos de transición energética desde sistemas muy contaminantes a sistemas bajos en emisiones de GEI consiste en incluir en el sistema no sólo a las plantas de generación renovable sino también a sistemas de almacenamiento eléctrico masivo al modo de una gran batería de la que el sistema hace uso cuando, por ejemplo, la meteorología reduce de la aportación de renovables.

Existen dos sistemas de almacenamiento eléctrico masivo con tecnologías maduras a nivel de mercado; una se retrotrae al siglo XIX y se basa en centrales hidroeléctricas de bombeo que suben agua a una presa situada en una cota elevada con parte de la electricidad que esa misma agua genera cuando cae a otra presa situada en una cota de altura inferior. Se trata de centrales de las denominadas reversibles por utilizar, principalmente, turbinas reversibles que lo mismo permiten “turbinar” para generar energía hidroeléctrica que bombear el agua desembalsada de nuevo a la presa ubicada en la cota superior. El otro sistema de almacenamiento masivo es mucho más reciente, es de tipo electroquímico y consiste en el uso de grandes baterías Tesla. Las baterías se extienden a lo largo de una superficie de una forma que recuerda a los huertos solares fotovoltáicos. El país que más ha apostado por esta opción hasta el momento, es Australia donde se ha instalado una batería Tesla de una capacidad real de unos 60 megavatios. Esta batería resiste un tiempo de funcionamiento de hasta 1.3 horas que suponen un importante colchón para que el operador del sistema eléctrico busque respuesta en centrales convencionales cuya reacción requiera un mayor tiempo. Estas baterías tienen una vida útil de unos 10 años pero esta longevidad tiene todavía mucho más de estimación que de certeza.

España ha apostado, de momento, sólo por las centrales de bombeo y ha tomado como laboratorio las Islas Canarias. El sistema eléctrico canario es el gran laboratorio del almacenamiento eléctrico en España y tiene en la Isla de El Hierro su primer hito. En esta Isla ya se han alcanzado diez días consecutivos de generación eléctrica 100 % renovable utilizando una central de bombeo como sistema de almacenamiento para cuando, por ejemplo, el viento deje de soplar. Téngase en cuenta que la caída en la producción de un parque eólico se puede dar en no más de cinco minutos y en ese tiempo hay que tener una solución de respaldo. Durante buena parte del mes de julio la producción renovable en la Isla de El Hierro fue en más de un 90 % renovable. Así lo detallaron los ingenieros Daniel Pérez y Agustín Marrero en una reciente jornada organizada por la Asociación de Ingenieros Industriales en Andalucía y acogida por Red Eléctrica de España.

Después de la Isla de El Hierro, la segunda apuesta en el sistema canario es el Proyecto Soria-Chira denominado así por el nombre de las dos presas hidráulicas (cada una situada en una cota diferente de altura) en la Isla de Gran Canaria que se interconectarán por una nueva central reversible de bombeo que costará a Red Eléctrica de España unos 300 millones de euros. Se estima que tenga una capacidad de suministro de unas dieciocho horas en el caso de que la producción de las renovables caiga. Este tipo de inversiones para sus dueños se denominan, técnicamente, activos regulados y su coste más los beneficios se recuperan en un plazo de unos cuarenta años a través de pagos realizados por el Estado. El periodo de construcción de la nueva central es de cinco años por lo que, de momento, ya ha implicado a dos gobiernos de signo político diferente. Por eso la transición energética no es terreno para la improvisación.

Con la entrada en funcionamiento de la central de Soria-Chira la aportación de las centrales térmicas (muy contaminantes) será desplazada y esto también habrá que pagarlo, esto es, hay que pagar a los dueños de las centrales a los que ahora se les dice que su electricidad no será necesaria. Normalmente este tipo de “indemnizaciones” se trasladan en una parte a los consumidores finales de toda España en alguno de los componentes de la compleja factura eléctrica y otra parte se financia vía presupuestos generales. Sin ir más lejos, un consumidor canario puede acceder al mismo precio de la electricidad que cualquier consumidor peninsular aunque la empresa generadora canaria reciba una retribución mayor que en España. La generación es más cara en las islas. La diferencia se enjuga en la factura de la luz de todos los españoles y en los presupuestos generales; aproximadamente mitad y mitad.

En definitiva, tomarse en serio la transición energética exige decisiones de largo plazo en un país propenso al corto o muy corto plazo en las decisiones políticas. Si parte de este modelo de decisiones se replicase en otros ámbitos como el educativo, no sólo tendríamos una luz más limpia (de momento no más barata) sino también unas generaciones futuras más lúcidas.

 

EL COSTE MENOS VISIBLE DE LOS PRESUPUESTOS (Publicado el 22/10/2018 en La Razón)

 

El 10 de julio de este año un reducido grupo de profesionales y académicos encabezados por el eurodiputado Enrique Calvet, se dirigió por carta pública y por segunda vez al Presidente de la Comisión para la evaluación y modernización del Estado autonómico. Junto a la queja de no haber recibido mayor contestación que la de un acuse de recibo de la Presidenta del Congreso, los autores de la carta llamaban la atención de los diputados miembros de la Comisión sobre las recomendaciones específicas que la Comisión Europea había hecho para España en el primer semestre de 2018.

La Comisión Europea, con el respaldo del Consejo Europeo, alertaba de las crecientes desigualdades entre españoles según la Comunidad Autónoma de residencia hasta tal punto de que el diseño actual del estado de las autonomías actuaba como una barrera para la prosperidad equitativa de la sociedad española. La barrera de las autonomías se manifestaba en dos resultados muy graves; una fragmentación o balcanización del mercado español y una multicentralización del poder (en diecisiete centros de poder o taifas) origen de un enfrentamiento institucional trepidante. Una y otra barrera –balcanización de los mercados y enfrentamiento institucional- alentaban las desigualdades entre españoles minando la capacidad de unirse y la creación de sinergias que favorecieran el crecimiento y el progreso social. Era la primera vez que la Comisión Europea se pronunciaba tan duramente contra la organización territorial existente en España.

Una de las barreras más importantes que se levantan entre los mercados autonómicos es la exigencia casi determinante de la lengua local propia (o impuesta) para el acceso a los empleos públicos. Plataformas de la sociedad civil como “Hablamos Español” liderada por Almudena Lago o la balear “Mos moven” que impulsa la empresaria Úrsula Mascaró, llevan alertando de esta deriva que va mucho más allá de los provincias vascas o Cataluña para haberse asentado en Navarra, Galicia, Valencia o las Islas Baleares. Todo va en detrimento de las posibilidades de empleo, de captación de talento y de la calidad en los servicios públicos a cambio de un identitarismo lingüístico a veces tan forzado como el del Euskera en Navarra.

El identitarismo lingüístico anida cómodamente en el segundo de los problemas sobre los que alertaba la Comisión Europea y la carta recibida por el presidente de la Comisión para la evaluación y modernización del Estado autonómico; el multicentralismo del poder en 17 capitales autonómicas cada vez más enfrentadas con la administración general del Estado.

El enfrentamiento institucional tiene siempre costes y resultados frecuentemente injustos aunque bien es cierto que ni todos los costes ni todos los resultados son fáciles de identificar. Por ejemplo, en el borrador de presupuestos generales remitido por el Gobierno español a la Comisión Europea se estima un aumento de la recaudación de 7.178 millones de euros. El reparto de la mayor capacidad de gasto está territorialmente muy determinada en favor de los socios de gobierno que mayor enfrentamiento institucional mantienen con el Estado; los nacionalistas vascos y los secesionistas catalanes. Mayor prueba no cabe que tener que acudir a la cárcel a negociar los Presupuestos con un político secesionista preso por un intento de rebelión. Multicentralismo y enfrentamiento institucional hacen que igual que el narcotraficante Pablo Escobar dirigiese sus negocios desde la cárcel, un líder secesionista negocie los presupuestos desde su celda.

Es precisamente este coste difícil de medir en euros, el que mayor factura nos pasará. Me refiero al coste de la devaluación de la calidad de nuestras instituciones comenzando por el propio Poder Legislativo bajo la capacidad decisoria de quienes explícitamente desean subvertirlo.

El portavoz de economía en el Congreso de Ciudadanos, el profesor Luis Garicano, se afanó con bastante rigor en mostrar que según sus cálculos habían 4.364 de los 7.178 millones de euros que esperaba recaudar de más el gobierno que eran irreales. Ese es, indudablemente, un coste que sólo incrementará el peso de la deuda pública y que ya se cobra 30.000 millones de euros al año sólo por intereses. Pero el coste de devaluar la calidad de las instituciones para satisfacer a los nacionalistas es aún mayor. Lo estamos pagando todos. Nunca será suficiente para satisfacer a los multicentros de poder y trabará más nuestro progreso como sociedad y como Nación.

 

PENSIONES EN ANDALUCÍA EN CIFRAS (Publicado el 15/10/2018 en La Razón)

 


 

Al final de cada mes el sistema de pensiones en España atiende al pago de la nómina de 9,6 millones de pensionistas de los que 1,5 residen en Andalucía. Del total de pensionistas la mayoría se agrupan en tres categorías; los que perciben una pensión por jubilación, los que lo hacen por viudedad y los que lo hacen por habérseles diagnosticado una incapacidad permanente. 

El total de jubilados en España que reciben una pensión es de 5,9 millones (871.759 residen en Andalucía). Mensualmente la Seguridad Social paga más de 6.500 millones de euros a estas personas. Los beneficiarios de una pensión de viudedad suman 2,3 millones (390.246 en Andalucía) y el coste para el sistema de la Seguridad Social es de algo más de 1.600 millones al mes. Por último, de entre los tres grupos de pensionistas más amplios, los que perciben una pensión por incapacidad permanente representan casi un millón de españoles de los que más de 200.000 residen en Andalucía. En conjunto mensual los pensionistas por incapacidad permanente perciben unos 900 millones de euros. 

Como ya hemos tenido oportunidad de subrayar en otras ocasiones, las prestaciones promedio son inferiores en Andalucía que en promedio nacional debido a los menores salarios percibidos en esta región. Así mientras le pensión por incapacidad promedio en España es de 953,73 € para Andalucía sólo llega a los 879,83 €. En el caso de las pensiones de jubilación el promedio nacional es de 1.103,47 € y el regional de 993,85 €. La situación se reproduce para las pensiones de viudedad que en Andalucía alcanzan los 635,40 € frente a una pensión media en España de 679.21 €. Esta brecha se explica rápidamente comparando el valor de las cotizaciones. Así, con datos de la encuesta del coste total laboral del Instituto Nacional de Estadística resulta que las cotizaciones obligatorias promedio en Andalucía son todas inferiores a la media nacional. Por sectores la cotización por trabajador del sector industrial en Andalucía es de 681,39 € (731,96 en media nacional), de 664,54 € para un trabajador de la construcción (685,06 en promedio español) y de 516,7 € para un empleado en el sector servicios (564,59 en media para España). 

Sobre el total de la población española los pensionistas representan el 20,7 % mientras que en Andalucía suponen el 18,4 %. Un análisis fino o estilizado de los grupos de pensionistas nos dice que en Andalucía el porcentaje sobre la población residente que percibe una pensión por invalidez permanente es mayor que la media nacional mientras que son menores los porcentajes de jubilados y de quienes reciben una pensión de viudedad. Los dos últimos datos están directamente vinculados a un perfil demográfico menos envejecido que en otras regiones españolas. La explicación para el elevado porcentaje de los incapacitados laboralmente es menos inmediato y probablemente menos amable de leer desde Andalucía. 

Desde el punto de vista de la viabilidad financiera del sistema, una de las informaciones relevantes es la relación entre el número de pensionistas y el de trabajadores afiliados a la Seguridad Social. Tanto para Andalucía como para el conjunto de España la relación es de casi 2 trabajadores afiliados por pensionista. Una de las líneas de reforma que se anunciaron por el anterior gobierno era la de sacar progresivamente las pensiones de viudedad del sistema de la Seguridad Social para financiarlas vía Presupuestos Generales. Si esto se hiciese (desde luego no de inmediato)  y sacáramos del cálculo a las pensiones de viudedad, orfandad y a favor de familiares y consideramos únicamente el ratio entre afiliados a la Seguridad Social y quienes reciben una pensión por jubilación o incapacidad permanente, el número de trabajadores afiliados a la Seguridad Social por pensionista sería de algo más de 2,7. 

De entre los aspectos más importantes del gobierno de cualquier Nación desarrollada destaca sin duda el de su sistema de protección social. Es un tema de preocupación recurrente pero no siempre el debate viene acompañado de datos o argumentos no interesados o torcidos. Lamentablemente, en España el debate político sobre las prestaciones de la Seguridad Social sólo propicia acuerdos de escaso calado como, por ejemplo, la revalorización de pensiones pero deja sin resolver una hoja de ruta que garantice la supervivencia del sistema. No debe sorprender en un país cada vez más dividido en bloques políticos autistas donde unos se arrogan en exclusividad los carnés de pedigrí democrático negando tal condición a millones de españoles. La consecuencia de este totalitarismo ramplón, de utilización permanente del estigma frente al adversario nos paraliza como Nación y acaba utilizando a los pensionistas sólo como parte de la coreografía del enfrentamiento en lugar de como acicate para el acuerdo.

¿SE ACABÓ? (Publicado el 08/10/2018 en La Razón)

 

Entre 2015 y 2017 la economía española creció un 9.8 % de manera acumulada, un ritmo significativamente superior al registrado por grandes áreas económicas como la zona euro (6.2 %) o los Estados Unidos (5.7 %). Ante las tentaciones triunfalistas conviene siempre recordar que este patrón de crecimiento no es desconocido; la economía española ha mostrado repetidas veces su capacidad de crecer a mayor ritmo que los demás pero también de decrecer y destruir empleo también a mucha mayor velocidad.

Lo que se plantea casi a vueltas del verano es si seguiremos creciendo en promedio al 3 % del PIB real (esto es, una vez descontada la subida de precios). Aquí es donde las previsiones comienzan a flaquear hasta el punto de que lo más suave que se puede leer entre los analistas es que el ritmo de crecimiento se reduce por debajo de esa tasa, que de por sí es extraordinariamente alta para una economía de gran tamaño como es la española.

En rigor no se puede sostener que todos los indicios apunten en el mismo sentido pero sí que hay signos preocupantes que pueden apoyar que este vigor se acabó, al menos para 2019. El primero de ellos es una previsible caída del comercio exterior lo que para España sería especialmente preocupante pues ha sido la demanda exterior (lo que nos compran nuestros clientes en el extranjero) la que ha contribuido más que la demanda interna a este crecimiento. Lo fácil es tirar del argumentario de la espiral arancelaria del presidente Trump pero esto no parece estar del todo claro. La razón está en que las alianzas comerciales internacionales no todas giran entorno a Estados Unidos (EEUU).

Por ejemplo, en Asia se está fraguando un gran acuerdo comercial a través de la denominada Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés). Esta alianza englobará a 16 países del tamaño de China, Japón e India. En un sentido similar la Unión Europea (UE) está avanzando en las negociaciones con los cuatro países fundadores de Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay). De manera que no todo es Brexit o no haber cerrado el Tratado TTIP entre la UE y EE.UU.

En cualquier caso la incertidumbre sobre nuestra demanda exterior se ve reforzada por la bajada de turistas registrada este año. Para el profesor Cardenete son “turistas prestados” que en estos últimos tres años han venido rechazando otros destinos directamente competidores de España como Egipto. Suscribimos el diagnóstico.

Por su parte, la demanda interna va a tener que enfrentarse a la previsible subida de los tipos de interés puesta ya en marcha por la Reserva Federal Norteamericana y anunciada, en lo que nos toca de cerca, por el Banco Central Europeo. Esto es particularmente preocupante porque todo el mundo moderno se basa en la capacidad de comprar ahora y pagar más tarde. Esto merece un comentario detenido.

En la última década hemos asistido a un fuerte crecimiento de la deuda global, precisamente, en unos años en los que había estallado una burbuja financiera-inmobilidaria que era, ni más ni menos, que una crisis de deuda. El crecimiento de la deuda global es del 40 % y se concentra, fundamentalmente, en los países emergentes. Estos países han pasado de tener un deuda del 276 % de su PIB en 2007 al 325 % en 2017. Los datos proceden de un artículo Mathieu Fort publicado en el dossier de perspectivas para 2018 de CaixaBank Research. La economía española, sin embargo, ha caminado justo en sentido contrario registrándose un fuerte proceso de desendeudamiento y saneamiento de los balances del sector privado español. Este comportamiento es muy importante. El ex ministro Miguel Sebastián –tan citado en el último mes por razones muy diferentes- subrayó en su libro “La falsa bonanza” la responsabilidad en la reciente crisis del fuerte endeudamiento del sector privado español. De manera que el desendeudamiento que hemos hecho nos ayuda pero una subida de los tipos de interés siempre enfría el consumo y no pocas decisiones de inversión.

Aún no se puede decir que se acabó este fuerte ritmo de crecimiento. Lo que sí se puede es terminar con una buena noticia porque “Se acabó” es la plataforma que han creado unos ejemplares estudiantes universitarios catalanes para plantar cara al acoso sufrido por sus compañeros y por autoridades académicas en una universidad tan importante como la Universidad Autónoma de Barcelona.

EL INDICADOR DE LA NUEVA ECONOMÍA (Publicado el 01/10/2018 en La Razón)

 

La inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) es, incuestionablemente, una de las claves para garantizar el desarrollo económico en cualquier región o país. Sin embargo, contabilizar con rigor las inversiones que tienen esta naturaleza no es cuestión fácil. Por ejemplo y con frecuencia, los hay interesados en contabilizar como gastos en I+D los gastos del personal empleado en los organismos que gestionan estos fondos. Cuando no se corrigen estas trampas los resultados sólo sirven para complacer demoscópicamente a quien los exhibe.

El CEPREDE (Centro de Predicción Económica) elabora desde hace unos años el indicador de la Nueva Economía (ISNE) que tiene en cuenta el desarrollo y el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en todos los ámbitos de la sociedad y la empresa. En este último caso hablamos de la tecno-economía.

Para calcular el valor del indicador ISNE de Nueva Economía, el CEPREDE incorpora datos de la innovación, el desarrollo de la educación a través de plataformas virtuales (e-learning en inglés), el uso de la banda ancha, el número de usuarios de Internet y las compras a través del comercio electrónico.

La crisis iniciada en 2008 tuvo un notable impacto sobre la inversión en I+D. El director de CEPREDE, el catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid Antonio Pulido, señalaba que en España la inversión disminuyó un 9% entre 2009 y 2016. A pesar de ello España se encuentra actualmente en una parte central de la clasificación a nivel mundial.

Llama la atención el hecho de poner en relación los datos regionales del indicador de la Nueva Economía con la posición de las mismas regiones en términos de renta per capita. Para la oleada de 2018, las regiones españolas situadas entre las cinco primeras en valor del ISNE eran Madrid (123), Navarra (116), Cataluña (113), País Vasco (112) y Aragón (105). Cuando se comparan a estas aventajadas regiones españolas con las primeras de toda la Unión Europea obtienen una muy buena puntuación (87,5 puntos).

Si comparamos esta cabeza de lista con las posiciones que ocupan las regiones españolas en renta por habitante resulta lo siguiente; Madrid (32.723 €), País Vasco (31.805 €), Navarra (29.807 €), Cataluña (28.590 €), y Aragón (26.328 €). Son exactamente las mismas cinco si bien alterando algunas posiciones.

Naturalmente, quienes más renta o ingresos tienen pueden invertir más y utilizar con mayor intensidad el comercio electrónico pero para mantenerse en las posiciones más altas en renta por habitante, hay que utilizar bien los recursos de los que se dispone. Dicho en términos literarios, con el libro “Alicia a través del espejo” de Lewis Carroll, “hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido”. Pues bien, ¿cuáles son las regiones que corren más rápido? El último informe de CEPREDE calcula la tasa de crecimiento promedio para España en el 2.4 %, por encima de esta media se sitúan Cantabria (8,8%), Baleares (6,2%), Aragón (6,1%) y, Castilla y León (4,7%).

Andalucía, y el resto de las regiones con menos renta tienen que correr el doble pero este tipo de datos, la inversión en I+D ayudan, además ayudan a saber cuál es la pista por la que hay que hacerlo.

 

¿CUÁNTO CUESTA LA INDOLENCIA DEL CONSERJE? (Publicado el 24/09/2018 en La Razón)

 

Preguntó por aquel chico listo y le señalaron donde estaba.

En los primeros años de lo que llevamos de siglo, Europa decidió cambiar su sistema de enseñanza universitaria. Los puntos de partida arrancaban del final del siglo XX con las denominadas declaraciones de la Sorbona en 1998 y de Bolonia en 1999. España se subió inmediatamente al carro y comenzó a diseñar su propia hoja de ruta para lo que hoy es el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Entre otras acciones se preguntó a los antiguos alumnos universitarios (ahora llamados egresados) acerca de en qué medida para los trabajos que realizaban habían sido necesarios sus estudios universitarios. Limitándome al ámbito de la Economía el 29 % de los antiguos diplomados en empresariales en España consideraban que para el trabajo que realizaban no eran necesarios sus estudios universitarios. Entre los antiguos licenciados en Administración y Dirección de Empresas, eran un 16,8 % los titulados que declaraban realizar trabajos que no se correspondíann con su formación universitaria. Esto debió alertar a los diseñadores de la hora de ruta española de adaptación al EEES sobre la magnitud del problema de la sobrecualificación de parte de la población ocupada. Un problema con un grave impacto sobre la calidad de la gestión del gasto público toda vez que la mayoría de los estudiantes universitarios en España lo son de una universidad pública y la mayor parte del coste de sus estudios se financia vía presupuestos públicos con los impuestos de todos los contribuyentes.

La Unión Europea (UE) ha alertado recientemente acerca que de que el problema de la sobrecualificación en España no ha hecho más que aumentar extraordinariamente. La información la ha elaborado la oficina de estadística de la UE –EURSOSTAT- y es de acceso libre (*). Los datos de Eurostat miden el porcentaje de trabajadores en cada sector con estudios superiores (licenciatura o grado) y cuántos de ellos no necesitan tal cualificación para el puesto que desempeñan. Los datos de la estadística son de 2016.

El caso más grave de sobrecualificación en España aparece en el sector del transporte y almacenamiento. Los datos son contundentes y así lo subraya Javier G. Jorrín en un interesante artículo; el 70,5% de los trabajadores con estudios de este sector ocupaba puestos que no requerían esa cualificación. Por ejemplo, advierte Jorrín, nos podemos encontrar a un ingeniero trabajando de almacenista. La media de sobrecualificación europea para este mismo sector está en el 43%.

Otro ejemplo ilustrativo es el del sector de la construcción donde el 57,4% de los trabajadores con estudios ocupa puestos que no necesitan cualificación (la media europea es aquí del 29,5%). En este caso nos podríamos encontrar con un arquitecto trabajando como peón de obra.

No es posible atribuir el problema de la sobrecualificación a la crisis iniciada en 2008 porque también azotó al resto de países europeos en mayor o menor medida. España tiene razones diferenciales que deben explicar este problema tan severo. Yo apuntaré dos aunque la segunda es más una percepción que otra cosa.

Precisamente en los años en los que se preguntaba a los diplomados y licenciados en empresariales por la utilidad de sus estudios, se comenzaron a diseñar los nuevos planes de estudio para adaptar la universidad española al EEES. En otras palabras y en buena medida, para pasar de las licenciaturas e ingenierías a los grados universitarios. La mayoría de los nuevos planes de estudio se inspiraron en los llamados “libros blancos” de cada enseñanza que elaboraba la Agencia Nacional de la Calidad y la Acreditación (ANECA). Esos libros blancos estaban fundamentados –entre otras aportaciones- en encuestas sobre la utilidad profesional de las enseñanzas con el objetivo de que el contenido de los nuevos planes favoreciese desarrollos profesionales satisfactorios y, por supuesto, alejados de la sobrecualificación. En el caso concreto del Libro blanco sobre Economía y Empresa, el tamaño de la muestra para una cuestión tan significativa que luego influiría en decenas de miles de estudiantes fue de 295 personas (48 egresados, 52 empleados, 31 empleadores y 164 profesores). En el preámbulo del libro los propios redactores ya advertían de esta debilidad. Aun así, la urgencia por adaptarse al EEES pesó más.

La segunda razón que explica la sobrecualificación es la extendida indolencia que abrasa a la juventud española y a buena parte de la sociedad. Esta es una percepción mía pero siempre recuerdo la anécdota del ex presidente regional Manuel Chaves cuando fue a inaugurar el curso universitario a la Universidad de Almería (la respuesta hubiera sido la misma en cualquier otra). Chaves preguntó al alumnado acerca de dónde querrían trabajar al finalizar sus carreras; la respuesta masiva fue para la Junta de Andalucía. Yo añadiría, fuese de lo que fuese.

Hace unos días me contaba un compañero catedrático de Economía que había tenido la oportunidad de visitar un instituto de Formación Profesional en el que había debutado su vida laboral hacía más de tres décadas. Allí tuve –me contó- al alumno más brillante que había tenido en su dilatada carrera. Nada más llegar al instituto preguntó por él. Le señalaron al conserje.

No sé si la carrera truncada de aquel talento malogrado obedeció a un tropiezo o a alguna tragedia. El mundo está repleto de ejemplos de personas que renunciaron a sí mismas porque un día llegaron a casa y se encontraron con sus progenitores muriéndose a chorros, con varios hermanos pequeños y con la alacena vacía. Pero no es menos cierto que cuando la meritocracia deja de ser la vía central de prosperidad profesional, la indolencia acaba empujando d acomodarse en empleos para los que sobraron los años de universidad. Años que pagaron todos los contribuyentes con su esfuerzo y recursos que hubieran tenido otros usos mucho más útiles para el conjunto de la sociedad.

(*)https://ec.europa.eu/eurostat/web/skills/background/experimental-statistics

LOS ARREBATACAPAS DE “EL MEJOR VERANO DE MI VIDA” (Publicado el 17/09/2018 en La Razón)

 

Pocos días antes del décimo aniversario de la quiebra del banco Lehman brothers y sin saber aun exactamente cómo quedará la fiscalidad sobre el consumo de gasoil, fui a ver la película con la que título este artículo.

¿Cómo puede ir bien una empresa que presta dinero a quien no tiene absolutamente nada con qué devolverlo? Ese fue el razonamiento. Tan sencillo como aplastante. A continuación le mostró la pantalla de su móvil exhibiendo la noticia de que la empresa financiera sobre la que le había preguntado una posible inversora, acababa de quebrar y ella de evitar la pérdida de un millón de euros. Claro que el tipo tenía información privilegiada. Él mismo –en la más absoluta ruina- había recibido varios préstamos de esa empresa; los últimos para refinanciar su propia deuda haciéndola cada vez más y más abultada.

A la misma conclusión había llegado años antes Steve Eisman trabajando para FrontPoint y asociados cuando se puso a investigar qué tipo de hipotecas servían de respaldo a los bonos hipotecarios calificados con una triple A de máxima solvencia. Hurgando entre blogs inmobiliarios descubrió, por ejemplo, que un recolector de fresas de Bakersfield (California) con unos ingresos de 14.000 dólares, había conseguido un préstamo por 724.000 dólares para financiar íntegramente la compra de una nueva casa. La niñera de sus hijas le contó un día que junto con su hermana tenían seis casas pareadas en Queens gracias a que cada vez que subía el valor de una de ellas, los gestores de préstamos hipotecarios “subprime” le ofrecían rehipotecarla concediéndoles un préstamo aún mayor que le permitía mantener la vivienda y comprar otra nueva. Todo marchaba bien mientras que el precio de las viviendas siguiese subiendo. Así ocurrió hasta el verano de 2006. Poco después cayeron a plomo.

Steve Eisman, después de concluir que las hipotecas basura acabarían provocando impagos masivos, decidió apostar contra el mercado de hipotecas “subprime” con la misma lógica que se respondía a la pregunta de ¿cómo puede ir bien una empresa que presta dinero a quien no tiene absolutamente nada con qué devolverlo? Esa lógica no se usó en el gigante Lehman brothers ni en muchos otros bancos.

Eisman tuvo que esperar varios años hasta ver transformada su apuesta en decenas de millones de dólares de ganancia, en cambio, quien respondió a la pregunta de inicio, tuvo que esperar apenas veinticuatro horas para deslumbrar a la persona que le pidió asesoramiento en la inversión. Naturalmente la historia de Steve Eisman es real pero la segunda corresponde al personaje coprotagonista de “El mejor verano de mi vida”, un padre arrebatacapas de superhéroes pero con más acero que Ironman.

La película tiene otro argumento económico casi tan aplastante como el anterior. El padre arrebatacapas, obligado a regalar a su hijo unas vacaciones inolvidables pese a estar más tieso que una vara de avellano, roba gasolina para llenar el depósito de un viejísimo y prestado Citröen tiburón explicando que lo hace basándose en un impecable acto de justicia redistributiva. Así, robando la gasolina de vehículos de alta gama, explica a un hijo entregado pero nada ingenuo, se compensa con la Agencia Tributaria de lo que considera una carga fiscal injusta, esto es, que él –sin blanca en el bolsillo- tenga que soportar el mismo Impuesto sobre Hidrocarburos que el tipo que conduce el vehículo de lujo de cuyo depósito roba la gasolina.

Los guionistas Daniel Castro, Marta Suárez y Olatz Arroyo hacen, en cambio, un tratamiento menos creíble de otra trama económica que sirve de bastidor a la película; la lucha de la madre –casi decidida a divorciarse del fantasioso y arruinado esposo- por evitar el rodillo de la “deslocalización” empresarial de su lugar de trabajo. Pese a todo la salida que los guionistas dan a este otro asunto entra dentro de lo posible, tanto como que a usted o a mi nos toque el bote de la Lotería Primitiva.

Con frecuencia el cine aborda las cuestiones económicas que sirven de coartada a las historias con el mismo rigor con el que algunos presidentes de gobierno escriben una tesis doctoral. Esta quizá sea una excepción sin dejar de ser una comedia de entretenimiento. Una comedia de padre y madre arrebatacapas en una sociedad que renunció a tener más héroes que los que suministran los estudios de Walt Disney-Pixar.

Pero ese abrazo sociológico de la mediocridad, esa renuncia institucional al esfuerzo como criterio de prosperidad, se contradice con la cotidianidad de hijos que arriman de hombro para superar conflictos familiares, estudiantes que reaccionan en sus calificaciones a promesas exuberantes y padres arrebatacapas que se ponen las dificultades por montera. Las plantas de oncología infantil rebosan superhéroes. Por cierto que, con un registro diferente –una comedia y otra no- el papel que se le otorga al Citröen tiburón evoca la memorable “Carreteras secundarias” protagonizada por Antonio Resines quien también trampea con la pobreza con su hijo en el asiento de copiloto del mismo coche.

El coche con frecuencia retrata a sus usuarios, lo hace el tiburón con Leo Harlem (Curro en la película) y lo hace el Citröen dos caballos con el que el abogado y escritor sevillano, José Manuel Sánchez del Aguila, otro padre arrebatacapas,  salió a celebrar su última y sonada victoria legal contra una duquesa tramposa. Conducía el descapotable con la misma sonrisa que el joven actor Alejandro Serrano protagonizó el mejor verano de su vida.

LA LUZ SUBE PESE AL AGUA ABUNDANTE (Publicado el 10/09/2018 en La Razón)

 

La mayor parte de artículos divulgativos sobre el precio de la electricidad cometen del error de comenzar el relato describiendo el comportamiento del precio en el mercado mayorista para orientarlo prontamente a su impacto en el recibo de la luz, principalmente de los hogares. Con esta urgencia de llevar algo complejo (el mercado mayorista de la electricidad) al interés del lector (el impacto en su factura) se ventila con imprecisión el funcionamiento de un mercado tan complejo como aquel al que acuden por el lado de la oferta las empresas generadoras eléctricas y por el de la demanda, las empresas comercializadoras de esa electricidad.

Sin duda es un mercado complejo por más de una razón pero principalmente por una de tipo físico; la necesidad de casar para cada segundo de tiempo las necesidades de abastecimiento de electricidad con la capacidad de suministro. Ya nos hemos referido en otras ocasiones a la velocidad a la que se camina hacia el desarrollo de sistemas de almacenamiento masivo de energía eléctrica pero, de momento, el sistema eléctrico está diseñado para funcionar sin este colchón que supondrían unas baterías o pilas de capacidad de almacenamiento masivo que permitiría abastecer de electricidad o reducir el suministro con sólo pulsar un botón en una pantalla táctil.

Efectivamente, el mercado mayorista de la electricidad es un mercado complejo pues para empezar no es un único mercado sino un conjunto de mercados. Este conjunto de mercados determinan el precio que una empresa comercializadora de electricidad tendría que pagar por comprar un Megavatio/hora que luego facturará a sus clientes añadiéndole un conjunto de elementos hasta determinar el valor de su factura. Pero como he señalado al principio no es en el precio final en el que nos queremos detener sino en el precio del mercado mayorista habida cuenta de su enorme subida de este verano. Así, si el pasado día 6 de septiembre se pagaba en promedio a 71,04 euros el megavatio hora, hace casi un año, el día 9 de septiembre de 2017 se compraba a 40,41 euros; más de un 73 por ciento más barato.

El mercado de la electricidad en España es, realmente, una secuencia de mercados que operan desde meses antes a que se vierta o despache la electricidad en la red de transporte y distribución hasta segundos antes de que esto ocurra. El primer mercado es un mercado a plazo en el que empresas generadoras y comercializadoras firman contratos de suministro estableciendo un precio y un momento para ese intercambio. En ese primer mercado puede haber tantos precios como contratos. El segundo mercado es el que opera el día previo al despacho; es el mercado diario y está organizado por el Operador del Mercado Eléctrico (OMEL). Además de este mercado y dentro de las 24 horas previas al despacho, las empresas generadoras y las comercializadoras pueden ajustar sus posiciones es seis mercados denominados intradiarios que operan secuencialmente (cada mercado abarca cuatro de esas 24 horas). Llegados a este punto el agente responsable de la gestión económica del sistema eléctrico establece el precio de casación para cada una de las 24 horas del día próximo. Este agente es el Operador del Mercado Ibérico de Energía - Polo Español (OMIE). Se trata del precio del ‘pool’ o del mercado mayorista y a él se dirigen la mayoría de las miradas cuando se dispara.

La determinación del precio en el mercado mayorista se realiza a través del algoritmo denominado ‘Euphemia’ desarrollado por la empresa N-SIDE. A pesar de que afecta a millones de personas, su complejidad hace que funcione como una caja negra; se sabe la información que entra y el precio que sale como resultado aunque no exactamente cómo se determina.

A partir de la fijación del precio en el mercado mayorista el OMIE cede el testigo a Red Eléctrica de España que es el ente que actúa como Operador del Sistema (OS) y es el responsable, además de transportar la electricidad en buena parte de su recorrido, de que el sistema eléctrico se mantenga en equilibrio físico y se garantice la continuidad del suministro.

Lo primero que hace el OS es ver si pueden existir restricciones técnicas que provoquen problemas de congestión en el funcionamiento de la red eléctrica. Una vez cuantificadas convoca el denominado mercado de restricciones que puede alterar los programas de generación o producción que tenían previstas las empresas generadoras.

Después de este mercado, también el OS convoca otro mercado, en este caso el mercado para garantizar la “reserva de banda de regulación secundaria”. El objetivo es asegurar un suministro fiable en caso de que se produzcan desequilibrios en la producción o en la demanda no previstos. El mercado está zonificado existiendo diez zonas de regulación. En este mercado de reserva secundaria se fija un precio con el que se remunera no sólo la banda de potencia que las generadoras se prestan voluntariamente a modificar sino, en caso de ser necesaria, la energía de más que se les pida que generen.

Tras la regulación secundaria y a última hora del día anterior al despacho se celebra el mercado de energía terciaria, también bajo la responsabilidad del OS. En este mercado las empresas generadoras que cumplen unas determinadas condiciones técnicas, envían sus ofertas por la variación máxima que están dispuestas a realizar en su potencia bien al alza bien a la baja. Sin embargo, a diferencia de como funciona el mercado de reserva secundaria, las empresas generadoras sólo son remuneradas si sus servicios son requeridos por el OS.

Finalmente, es posible que se produzcan desvíos en la producción y/o en el consumo poco antes del momento del despacho, por ejemplo por razones de cambios meteorológicos no previstos. Cuando esos desvíos entre dos de los seis periodos intradiarios superan en promedio los 300 Megavatios, el OS convoca un nuevo mercado denominado de gestión de desvíos. Ese mercado consiste en pedir ofertas a las empresas generadoras que vayan en sentido opuesto a los desvíos previstos en el sistema.

El sobrecoste diario (servicios complementarios de secundaria, terciaria y desvíos) es posteriormente repercutido a los agentes que se hayan comportado en contra de las necesidades del sistema.

Así pues, el precio que paga una empresa comercializadora que acude al mercado mayorista a comprar electricidad para luego venderla a sus clientes incluye no sólo el precio de mercado mayorista que gestiona el OMIE sino también todos estos sobrecostes orientados a que el sistema funcione correctamente. A ese precio le sumará su margen de beneficios y todo lo que se denomina “el componente regulado” del precio que incluye, básicamente peajes e impuestos hasta llegar al precio que cada empresa o hogar paga por su factura.

Con todo lo anterior hay varias reflexiones que no por repetidas deben dejar de mencionarse. La primera, por dura que resulte, es que la liberalización del sector eléctrico español llevada a cabo por la Ley 54/1997 ha fracasado en términos de abaratar el precio de la luz; objetivo último de la ley. Por ejemplo, si accedemos a los datos que publica Eurostat para el precio de la electricidad consumida por los hogares, desde 2008 en adelante, en España se ha mantenido sistemáticamente por encima de la media de los socios comunitarios. El diferencial no ha hecho otra cosa que ensanchase en este periodo de tiempo. Si en 2008 el diferencial en el precio de kilovatio hora en España frente a la UE28 era de 0,0031 euros, ahora lo es de 0,0492.

La segunda viene dada por la comparación de la cantidad de agua embalsada hoy y hace un año. Con datos a la AEMET, el agua embalsada en la semana que comenzó el 3 de septiembre era de 32.279 hm3, lo que equivale al 57.57% de la capacidad total de embalse mientras que el año pasado era de 23.522 hm3 (41.95% de la capacidad total). Es decir, tenemos una capacidad de generación mucho mayor de energía hidroeléctrica (muy barata) comparada con la disponible el año pasado pero el precio ha llegado a ser un 73 % más caro. A mayor abundamiento, la aportación de energías renovables (que usan un combustible gratuito) en el mes de agosto de 2018 fue del 32.2 % frente al 29.3 % del mismo mes de año pasado; de nuevo hemos tenido más producción de electricidad renovable y, en cambio, el precio se ha disparado.

Por último, la demanda de electricidad entre 2017 y 2018 para el mes de agosto se ha mantenido prácticamente estable. Una vez que se resta la generación utilizada por las centrales de bombeo y se ajusta por intercambios internacionales, la electricidad que circuló por la red en agosto pasado fue de 23.366 Gigavatios/hora mientras que la de este mes de agosto fue de 23.630.

Todo esto ha prometido el Gobierno solucionarlo rápidamente. No puede. Sabe que tiene solución pero también que no es, en absoluto, inmediata.