sábado, 28 de agosto de 2021

LA DIRECTORA (José Manuel Cansino en La Razón el 5/5/2019)

 


La directora del Colegio claveteaba los tacones bajos pero recios por el patio camino del aula. Dudó por un instante si recoger varios carteles rotos con anuncios de actividades que yacían en el suelo, pero los apartó con el pie. No quería que nada la distrajera de aquello que tenía que contar a los niños. Los reunió en un círculo y les explicó aquello que venía a contarles. Niños, debido a uno de vuestros compañeros, lamento comunicaros que ahora tendréis un veinticinco por ciento de vuestras clases en castellano. Naturalmente señaló al niño.

Al salir fue a su despacho, hizo una llamada a la Consejería de Educación y vino a decir algo así como misión cumplida. Luego regresó al patio a retirar del suelo los carteles que antes apartó con el pie. Ahora caminaba más despacio, relajada. Se agachó para levantar los carteles que yacían en el suelo. Anunciaban las actividades escolares que el Colegio había preparado para celebrar el 15 de Abril, el día internacional de los derechos del niño. Se fue al contenedor del papel para reciclar y los dejó allí.

El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) había dado la razón a la madre que reivindicaba para su hijo el derecho que la ley le reconoce a recibir un 25 por ciento de la enseñanza en castellano. Después de la reunión de la Directora con las familias de los otros niños, la madre comenzó a recibir insultos por el grupo de Whatsapp del colegio hasta tener que abandonarlo. Su hijo dejó de ser invitado a los cumpleaños de sus compañeros. No siendo suficiente con lo anterior, la dirección del colegio, en coordinación con la Consejería de Educación, decidió que el aumento del número de horas en castellano se impartirían en el horario de las clases de ajedrez (sic). De nuevo tuvo que presentar recurso ante el TSJC, de nuevo volvió a darle la razón y de nuevo volvió el señalamiento y el acoso. Por cierto, prueben ustedes mismos a llamar al teléfono “anti bullying” 900 018 018 y cuéntenle este caso. Parece que esto no es “bullying”.

La historia que les he contado no es la única pero, mientras ojeo con interés el Diccionario de lugares comunes sobre Cataluña que acaba de publicar con éxito Juan Claudio de Ramón, no puedo más que concluir que en Cataluña no se ha usado la lengua como hecho diferencial sino como factor de diferenciación o segregación social desde la escuela.

Pero, como digo, el caso al que me he referido no es el único. En Mataró, padres de alumnos del colegio religioso de los Escolapios, también consiguieron una sentencia similar del TSJC. Al final tuvieron que abandonar el Colegio. La Católica orden fundada por San José de Calasanz había abandonado a los débiles para congraciarse con los dineros del concierto educativo. Por cierto que cuando todo esto acabe, alguien deberá explicar por qué la Iglesia Católica abandonó a su suerte a los católicos no independentistas en Cataluña.

Los niños de la católica “Escola Pía” de Mataró llegaron a casa llorando después de ver el 12 de mayo de 2015 empapelado con carteles en contra de la reclamación de sus padres. En el Ayuntamiento, el Partido Socialista respaldó la presión separatista. Mandó publicar un bando contra el derecho a recibir clases en castellano. Igual que hizo la directora antes de señalar a aquel niño ante sus compañeros, para publicar el bando municipal en Mataró hubo que hacer hueco en los tablones municipales. En concreto habría que quitar los carteles que recordaban los talleres municipales del 10 de diciembre convocados en torno al día internacional de los derechos humanos. Tampoco aquí funcionó el teléfono “anti bullying”. Tampoco fue otro caso aislado. A otros padres de Balaguer (Lérida) el TSJC también les concedió el 25 por ciento de las asignaturas troncales en castellano para sus hijos en el colegio Gaspar de Portolà. El centro no respetó el derecho a la privacidad de la familia y aireó el caso en la prensa. De nuevo el señalamiento y la segregación por razón de lengua.

Todo lo anterior permitió que la Asamblea por la Escuela Bilingüe (AEB) pudiese llevar la denuncia de la discriminación lingüística en Cataluña al Parlamento Europeo. Tras su denuncia intervino la diputada socialista sevillana Soledad Cabezón. Leyó un discurso redactado previamente a la intervención de los representantes de la AEB. Después abandonó la sala sin ni siquiera oír el turno de réplica. Afortunadamente, no fue la posición mayoritaria de la Eurocámara y prueba de ello es la propuesta de enviar una misión a Barcelona para examinar la política lingüística de la Generalitat.

La segregación social en Cataluña según la lengua se une a la manipulación educativa. El fenómeno afecta también al País Vasco como denuncia Pedro Antonio Heras en su libro “Educar en mentira” (Editorial Almuzara). En este mismo sentido resultan imprescindibles “Sumar y no restar” de Mercé Villarrubias, “Educación y nacionalismo: Historia de un modelo“ de Ernesto Ladrón de Guevara y la “Historia de la resistencia al nacionalismo en Cataluña” de Antonio Robles. Pero sin duda y en materia educativa, el más demoledor de los documentos es el informe sobre la “Instrumentalización nacionalista del sistema educativo en Cataluña: el caso del 1 de octubre” (https://www.aebcatalunya.org/images/informeensenanza.pdf ) que obra en poder del Defensor del Pueblo.

Cuando hablas con algún independentista sobre la falta de rigor de la Historia que han construido, a poco que tengas confianza te reconoce que la verdad Historia no les importa lo más mínimo sino la independencia. Además te explican, frente a España –incapaz de construir su relato presa de sus complejos- nosotros podemos construir una Cataluña a modo de Arcadia y con el dinero de todos. Cada vez que un gobierno de España se ha sentado a negociar el apoyo nacionalista, la negociación se reducía a pedir precio. Un precio pagado en buena medida en toneladas de adoctrinamiento escolar.

La lucha por el derecho a la educación de los hijos se ha convertido en un país como España en una lucha de padres y madres coraje. Con frecuencia unen el dolor por el sufrimiento de sus hijos el dolor por la indiferencia con la que el resto de la sociedad les ha visto. Es la sociedad de la partida de dominó.

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