sábado, 2 de enero de 2021

RECTOR EN HARVARD (Publicado el 07/05/2018 en La Razón)

 

Desde el año 2015 la Universidad de Sevilla forma parte del Real Colegio Complutense en Harvard, un centro universitario afiliado a la universidad norteamericana del mismo nombre que facilita la cooperación entre esta universidad y el denominado sistema español del conocimiento. La Universidad de Sevilla comparte el liderazgo en este proyecto con la Universidad Complutense (la institución fundadora), la Universidad Rey Juan Carlos, la Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad de Alcalá y la Universidad de Valencia.

Lo anterior viene a propósito de la intervención del Rector de la Universidad de Sevilla, el profesor Miguel Ángel Castro, con ocasión de la entrega del I Premio a la Transferencia del Conocimiento promovido por el Consejo Social de esta Universidad bajo la presidencia de Concepción Yoldi. Recién regresado de Harvard, el Rector de la Universidad de Sevilla compartía con el auditorio su experiencia con los antiguos alumnos ahora en Estados Unidos y con sus actuales profesores en aquella Universidad. La opinión es extraordinariamente favorable, tanto de los profesores norteamericanos sobre los alumnos españoles como de las empresas en las que ahora trabajan. La lección es inmediata; la opinión que de fuera tienen de nuestra Universidad es extraordinariamente mejor que la que los españoles tenemos. Pero en esto nada debe sorprendernos; para oír hablar bien de España y de nuestras instituciones hay que irse fuera de España. Si se me permite la simplificación mediática, sólo los españoles que protagonizan “Españoles por el mundo” exhiben inequívocamente su añoranza y orgullo patrio.

Con la Universidad ocurre algo parecido. La denostación de nuestras universidades encuentra en sus miembros a sus principales voceros. Esta denostación encuentra fácil acomodo en la opinión pública en la que un dudoso Máster de un político ocupa más horas de interés que todos los avances científicos juntos nacidos de nuestro sistema universitario. Sin duda parte del problema está en la dificultad de comunicar al gran público la importancia de los avances científicos pero todo sería más fácil si desvistiéramos a la universidad de los prejuicios que se le han ido colocando secularmente. Una cosa es la crítica, sin cuyo acicate nada mejora, y otra la denostación desde el prejuicio.

Pero sin datos, lo que aquí escribimos sería sólo una opinión más, así que aportemos algunos. La Universidad de Sevilla ocupa el tercer puesto entre las universidades españolas según el número de patentes anuales registradas. Son datos de la Oficina Española de Patentes y Marcas. Sólo la superan la Universidad Politécnica de Cataluña y la Universidad Politécnica de Madrid con quien, precisamente, coincide la de Sevilla en el patrocinio del Colegio Complutense en Harvard. La de Sevilla es la séptima universidad española en captación de fondos. En 2016 esta cifra alcanzó los 17,5 millones de euros y el Plan Estratégico que acaba de poner en marcha quiere elevar esta cifra en un 20 por ciento. De hecho, y sólo en el ámbito de las denominadas cátedras patrocinadas por empresas, el número se ha duplicado en sólo dos años, el último patrocinio en unirse ha sido el de Red Eléctrica de España en la Cátedra de Economía de la Energía y del Medioambiente.

En mi opinión la brecha que habitualmente se denuncia entre la vida académica y las necesidades de la sociedad y de la empresa se está reduciendo a muy buen ritmo. Las empresas saben que el talento se forma principalmente en las universidades y estas deben seguir esforzándose en comunicar sus logros.

Sin ir más lejos el desafío inmediato a afrontar es el desarrollo del nuevo campus politécnico en los terrenos de la Isla de la Cartuja. Basta releer los datos anteriores de número de patentes y del carácter politécnico de las dos primeras universidades en ese ranking. En el mismo sentido debe verse el éxito logrado por la Universidad Rovira i Virgil en Tarragona; una universidad que en muy poco tiempo ha logrado una muy buena reputación a la que ha ayudado la proximidad de la universidad al polo industrial de esa zona de España. La importancia de este proyecto politécnico es difícil de exagerar pero, desafortunadamente, no lo encontraremos en las conversaciones del café ni en las tertulias entorno a las tapas de caracoles. Es posible que parte determinante de este déficit de atención sea responsabilidad de los propios universitarios así que vaya aquí mi pequeña contribución. El proyecto es de trascendencia nacional y ojalá seamos capaces de verlo así desde dentro. En caso contrario ya nos lo harán saber en Harvard o en algún programa de “Españoles por el mundo”. Espero que no. Afortunadamente nos vamos desprendiendo de los complejos que nos lastran como sociedad y como Nación. También debemos ir dejando –por el camino de la crítica- los que estigmatizan a la universidad española.

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