domingo, 29 de agosto de 2021

¿Invocando a Stalin Delano Roosevelt en San Telmo? (José Manuel Cansino en La Razón el 19/10/2019)

 


Lo seguimos fiando casi todo al Estado. Sus administradores ocasionales, los representantes políticos elegidos, sabedores de este demandado paternalismo casi carnal, exhiben el músculo presupuestario como quien nos ofrece un mullido colchón donde recostarnos desde la cuna a la tumba. Sin ir más lejos, se acaba de echar a rodar el proyecto de presupuestos de la Junta de Andalucía para 2020 y en el frontispicio de la nota de prensa con el primer avance destacan sus hacedores que ha crecido un 5,6 por ciento respecto a los que se aprobaron apenas hace unos meses para 2019. La lectura es, si el presupuesto es mayor, todos estaréis un poco mejor.

Poco hay de lo que sorprenderse si se atiende a lo que nos dice el servicio de estudios del BBVA. Los españoles no sólo compartimos con franceses, alemanes, italianos y británicos el apego a las prestaciones del Estado del Bienestar sino que vamos mucho más lejos de las preferencias paternalistas de estos otros países europeos. Para ser exactos, el Estudio Europeo de Valores de la Fundación BBVA revela que la mayoría de los españoles piensa que Estado debe ir más allá de las prestaciones del Estado del Bienestar hasta entrar de lleno en la limitación de mecanismos de mercado como fijación de precios, salarios y beneficios empresariales. En esto discrepamos de los otros cuatro países analizados poco partidarios de la injerencia estatal en la fijación de precios. Aún hay más. Frente al 29 por ciento de franceses, alemanes, italianos y británicos que opinan de otra forma, el 49 por ciento de nuestros compatriotas abogan por la igualdad de los ingresos con independencia de la cualificación de cada cual. Pocas recetas contra la prosperidad de una Nación resultan más nocivas que abrazar el consenso del igualitarismo frente a la meritocracia, pero eso es lo que hay.

Sí es cierto, en cambio, que en este miedo a la desigualdad que nos hace golpear una y otra vez las puertas del asistencialismo estatal (desigualdad ahora mayor que antes de la crisis de 2008, conviene recordarlo) puede haber un deseo de acciones predistributivas y no sólo de las convencionales redistribuitivas. Esta interesante reflexión se la oí a Manuel A. Hidalgo, ahora secretario de Economía de la Junta de Andalucía, pero –sobre todo- un académico honesto con una inusual visión de futuro. Las acciones predistribuitivas están orientadas a compensar las diversidades de cuna de unos y otros de forma que el asistencialismo lo sea en forma de acompañamiento a quien más lo necesita en un desarrollo vital que, a diferencia del asistencialismo aletargador, debe estar guiado por el esfuerzo y el afán de superación. Una beca escolar es una acción predistribuitiva. Las universidades laborales –ahora extirpadas de la memoria colectiva- también lo fueron.

El mundo tardó casi dos siglos y medio desde la primera revolución industrial hasta el crack de Octubre de 1929 para definir un contrato social en forma de “sistema capitalista de bienestar”. No son pocos –entre ellos mi respetado y amigo el profesor Juan Torres- quienes encuentran el trenzado de los flecos últimos de este contrato en el Nuevo Acuerdo (“New Deal”) del presidente Franklin Delano Roosevelt a partir de 1933. Sin duda fue el “New Deal” un programa criticado en extremo por los partidarios del liberalismo económico hasta el punto de señalar al propio  Roosevelt como un ariete comunista bautizándolo con el sobre nombre de Stalin Delano Roosevelt. Friedrich A. von Hayek lo criticó severamente en Camino de servidumbre pero la historia no dio la razón al economista austríaco en un libro de incuestionable influencia cuyo objetivo no era arremeter contra el presidente estadounidense sino demostrar –también equivocadamente- que el fascismo imperante en la Europa de su tiempo no era una reacción del capitalismo frente al comunismo sino una variante del mismo. George Sorel demostró que no era así. También lo hizo precisamente un crítico con el Contrato social de Rousseau, José Antonio Primo de Rivera. Sorel y el fundador de la Falange poco antes de su asesinato en 1936 advirtieron que la negación de la dimensión espiritual de la persona era la que hacía de la respuesta socialista a las marcadas desigualdades sociales algo incompleto y equivocado. No obstante, en justicia, ni Adam Smith ni mucho después Hayek negaron un espacio propio al Estado en mitad de la economía de mercado, sólo lecturas epidérmicas y prejuiciadas de sus obras puedes despachar semejantes conclusiones.

Lo cierto es que demoscópicamente el liberalismo económico tiene un estrecho espacio en las preferencias europeas. Mucho menos en las de los españoles. Contó el ex asesor del PSOE y economista José Carlos Díaz en Hay vida después de la crisis una jugosa anécdota del premio nobel de Economía Robert Lucas quien en 2010, con la crisis ya desbocada pero firme en su convicción de que la cantidad de dinero era neutral en el funcionamiento de la economía, reconoció que “los economistas hemos aprendido en esta crisis que no se puede minusvalorar la importancia de tener un prestador de última instancia”. El prestador de última instancia, el que abría la billetera cuando todos la cerraron, eran los bancos centrales, en definitiva, los estados.

La cuestión que no pocos se platean es si está agotado el contrato social posterior a la revolución industrial que engrasa las fricciones sociales con los sistemas de protección pública para que no deriven en revueltas, en definitiva si capitalismo de bienestar debe dejar paso a un nuevo contrato social tras la crisis de 2008 y a las puertas de –quizás- una nueva. Un contrato que, por ejemplo, afronte una distribución demográfica diferente en el Planeta, unas potencias económicas también diferentes, una clase media más estrecha y la constatación de la globalización y liberalización de los mercados no condujo inequívocamente al aumento generalizado y equilibrado del bienestar mundial.

El catedrático de Economía Española de la Universidad de Barcelona, Antonio Garrido, define el nuevo contrato social post crisis de 2008 como aquel en el que los ciudadanos hemos aceptado evitar con dinero público e impuestos la caída del sistema financiero a cambio de que éste acepte un marco regulatorio orientado a evitar próximas crisis y a que, en caso de producirse, sean financiadas con dinero privado (de los propios bancos, de sus accionistas y de los depositantes por encima del nivel de ahorro protegido por el fondo de garantía de depósitos). Naturalmente Garrido no limita al arreglo bancario el nuevo contrato social que sustituya al actual que tardó en forjarse casi dos siglos y medio. Pero sí parece que la sociedad ha acentuado su miedo a la libertad, a la libertad del mercado global y reclama un mullido colchón sobre la máxima de que los ciudadanos pensamos que el dinero público es gratis y los políticos están convencidos de que es suyo. Ya ven, ahora nos “regalan” un 5,6 por ciento más en Andalucía. Las promesas de reducir el tamaño de los entes poco útiles se han diluido y la promesa de bajar los impuestos se aplazó. Los gobernantes conocen bien el terreno que pisan, las preferencias de quienes votan el contrato social. La sociedad ha vuelto a depositar en los estados una capacidad protectora superior a la que cada cual podría construirse en una economía de mercado poco intervenida. Es por esto que los liberales más convencidos denuncian el consenso socialdemócrata que no es más que un concepto menos mordaz que en que en su momento supuso apodar a Roosevelt con el apellido de Joseph Stalin advirtiendo de un camino a la servidumbre totalitaria. Un camino que no resultó serlo. Gobierne el centro derecha o lo haga el centro izquierda, el presupuesto sólo puede hacer una cosa; crecer salvo que entremos en un nuevo colapso.

BARRER LA PLAYA PARA FRENAR LA CRISIS (José Manuel Cansino en La Razón el 5/10/2019)

 


La sensación de crisis continúa extendiéndose y también la de que la receta de la política monetaria ultra expansiva no da para más. A pesar de que en su despedida como presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha reactivado su disposición a la compra de activos tóxicos privados y de deuda pública a razón de 70.000 millones de euros al mes, el recorrido de la política de lanzar dinero desde el helicóptero se ha agotado. No basta con que los tipos de interés sean negativos para los bancos y reducidos para consumidores y usuarios, es necesario también que los particulares pidan préstamos y no parecen dispuestos a hacerlo en una situación de incertidumbre y con el recuerdo fresco de los años de la reciente crisis.

Casi agotada la política monetaria, en Europa y resto de economías en riesgo de recesión se vuelve a mirar al gasto público como muleta en la que apoyarse cuando vengan mal dadas o incluso antes; para evitar que el riesgo de crisis cuaje en recesión cierta. Con esa mirada cariñosa al gasto público, muchos analistas han asumido el término de “espacio fiscal” para etiquetar a los países que pueden abrir la billetera del presupuesto público ya que los particulares la tienen cerrada con cremallera.

La definición de “espacio fiscal” es viscosa pero podemos aceptar que disponen de él los países que tienen superávit presupuestario y un nivel reducido de deuda pública sobre su PIB. Ponerle una cifra a esta segunda magnitud no es fácil pero los criterios para acceder en su momento a la moneda única instalaron la cifra del 60 % del PIB como frontera a no rebasar. Así las cosas, tendrían superávit presupuestario Bulgaria, Chequia, Dinamarca, Alemania, Grecia, Croacia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Holanda, Austria, Eslovenia y Suecia. De este listado de países con las cuentas públicas más que equilibradas habría que descartar aquellas con un nivel de endeudamiento alto respecto al PIB. Este criterio de expulsión sacaría de la lista a Grecia y casi a Croacia, Luxemburgo y Austria, todas ellas economías con entorno al 70 por ciento de deuda pública sobre el PIB. La lista se tendría aún que achicar liberando del esfuerzo de mayor gasto público a los países que –a pesar de tener saneadas sus cuentas- están considerablemente por debajo de la renta per capita promedio de la Unión Europeo. Con todos los descartes la lista se reduce a Dinamarca (0,5 por ciento de superávit y 33,6 por ciento de deuda sobre el PIB), Alemania (1,7 y 61), Holanda (1,5 y 50,9) y Suecia (0,9 y 36,3). España está descartada con un 2,5 por ciento de déficit y una deuda del 98,7 por ciento del PIB en el primer cuatrimestre de 2019.

Pero no vayamos tan rápido. La política fiscal, en definitiva las decisiones de gasto público, son soberanas de los estados y –a diferencia de la política monetaria- no están cedidas a la Unión Europea. Ni Mario Draghi y su sucesora, Christine Lagarde pueden obligar a cambiar la política fiscal de ningún estado, lo que hacen es intentar persuadir para que lo hagan en aras de frenar una posible crisis.

Dos apuntes más. Las políticas de gasto público se diseñan para beneficiar, principalmente, al país que va a soportar el esfuerzo de financiarlo con impuestos (actuales o futuros). Pero si esto es cierto, no lo es menos que sus efectos van más allá de sus fronteras a través de lo que los economistas llamamos “efecto desbordamiento”. Así, un ciudadano alemán que se beneficie de un mayor gasto público en su país también podrá más cómodamente venir a veranear a la Costa del Sol. La mayor parte de su dinero se lo gastará en Alemania, pero no poca cerveza consumirá a pie de chiringuito malacitano.

El segundo apunte es ¿dónde gastar el dinero? Europa tomó buena nota de la mala gestión del Plan E del presidente Rodríguez Zapatero. De pronto los ayuntamientos recibieron una lluvia de millones para financiar infraestructuras que equivalían al presupuesto de inversiones de unos cuatro años. Muchas decisiones de gasto innecesario siguen hoy jalonando parques y jardines; pistas de patinaje sin patinadores, líneas de tranvía sin tranvía, etc. Para no repetir errores como los citados, hay una serie de inversiones prioritarias que –a poco que se pueda- deben abordarse. En primer lugar, las orientadas a mejorar la conectividad deben repartir esfuerzos entre mejorar los corredores comerciales y luchar contra el vaciamiento del mundo rural. En segundo lugar, el invierno demográfico español y el envejecimiento de la población exige ampliar y adaptar las infraestructuras a miles de personas cuya movilidad es cada vez mayor. En tercer lugar y apostando por la competitividad de sectores industriales estratégicos como el agroalimentario, un experto como el ingeniero Eusebio León, apunta a la necesidad de desarrollar terminales de carga aérea para los productos de mayor valor añadido. En definitiva, se necesita adaptar aeropuertos a líneas aéreas de cargo y también mejorar las competitividad de los puertos españoles frente a los grandes competidores como Tánger o Nador.

Naturalmente la lista no pretende ser exhaustiva pero sí hay decisiones que no se pueden repetir. Hace sólo unos días mientras paseaba por la playa reparé en el trabajo de varios empleados municipales que aún mantenían sus contratos veraniegos en un septiembre agonizante. Barrían de arena de la playa la pasarela de madera que unían dos puntos de duchas. Al poco despertó el viento de levante.

CRISIS ES OTRA COSA. EL TREN ES BARATO (José Manuel Cansino en La Razón el 28/9/2019)

 


Si no la alarma desde luego la preocupación por una próxima recesión se ha instalado en la cabeza de casi todos y también en la agenda avanzada de las autoridades económicas. Para el caso de España el último que ha venido a sumarse ha sido el Banco de España con una revisión a la baja del crecimiento previsto para 2019 (el 2 por ciento) y para 2020 (el 1,7 por ciento). Conviene darle a las cosas, sobre todo a las preocupaciones, su justa medida. Una crisis con mayúsculas es el siguiente telegrama. El jueves 24 de Octubre de 1929, en la neoyorquina Wall Street el pánico se extendió a partir de un ligero descenso en las cotizaciones. Inmediatamente se ofrecieron 13 millones de acciones cotizadas en bolsa a cualquier precio. Los norteamericanos perdieron en sólo un día 26.000 millones de dólares. A medio día ya se contaban 12 suicidios. Fue sólo el principio. El valor promedio de los valores bursátiles bajó en un 50 %. Más de 60.000 establecimientos financieros cerraron sus puertas. La crisis llegó a provocar una depresión económica general y el paro llegó a 13 millones de personas; el 25 por ciento de la población activa norteamericana. Bien, la posible desaceleración que se avecina poco tiene que ver con esto y, con casi total certeza, tampoco con la recesión iniciada en 2007.

Ahora bien ¿cómo estamos para afrontar una nueva crisis económica? La salida de la gran recesión de 2007 ahora puesta en solfa nos ha legado una sociedad con salarios más bajos, reducción en derechos laborales muy asentados como la cuantía de la indemnización por despido a la par que ha aumentado la desigualdad en cómo se distribuye la renta. Los ciudadanos hemos salido de esta crisis más pobres, más desiguales, con una menor cobertura frente a situaciones de despido y una amenaza inapelable al valor de las pensiones públicas. Todo ello ha llevado si no a una impugnación del parlamentarismo como ocurrió en la Europa de los años veinte del siglo pasado, sí a un giro hacia nuevas opciones políticas a las que con trazo grueso se las denomina de populistas.

Es ingenuo pensar que los ciudadanos en paro o con salarios bajos van a salir en defensa de un sistema político más dispuesto a legarle el mundo de necesidades de sus bisabuelos que el de la opulencia de sus padres. Es igualmente insensato esperar que los obreros industriales norteamericanos que perdieron su empleo por la deslocalización de empresas hacia China, aplaudan el mundo de la globalización. Antes al contrario están bien dispuestos a respaldar el mensaje del presidente Trump lanzado desde su poderoso “twitter”, afirmando que es posible que la deslocalización de empresas industriales a China haya traído beneficios; sin duda para sus propietarios y accionistas pero no para los trabajadores americanos que perdieron su empleo. Las etapas de crisis son siempre proclives al proteccionismo arancelario. La historia está repleta de ejemplos.

Además de más pobres y menos protegidos frente al desempleo ¿cómo vivimos cotidianamente? Ya antes del estallido de la gran recesión en 2007 en EEUU y un año más tarde en España, se había desarrollado el fenómeno de la economía de bajo coste cuyo mascarón de proa fueron los bazares chinos primero y después los botellones juveniles, los seguros y los vuelos baratos. Para una clase media en la que ser mileurista era ser un “pringadillo”, la economía “low cost” era una opción, vivir por encima de nuestras posibilidades a golpe de tarjeta de crédito, era otra. Ahora que un salario de mil euros al mes es el sueño de millones de trabajadores, principalmente jóvenes con cualificación profesional media baja, la economía “low cost” no es una opción; es la única opción. La única que les permite no sólo sobrevivir con lo básico sino acceder al estándar de consumo al que -ni antes ni ahora- estamos dispuestos a renunciar. Nos han enseñado que no hay felicidad sin consumo y lo hemos comprado sin gran problema.

El móvil de última generación y el acceso permanente a internet se considera un derecho social incuestionable y precisamente es sobre la conectividad sobre la que se ha desarrollado una nueva economía de bajo coste que está plenamente instalada en nuestra casa.

Pocas veces la publicidad logra reducir en apenas treinta segundos de imágenes una nueva forma de vivir en la que millones de personas se han acomodado con suma placidez a juzgar por las sonrisas de los dos chicos que protagonizan el nuevo anuncio de un conocido buscador de viajes. Ambos coinciden azarosamente en un tren que transita lánguidamente por un paraje natural. Viajan con un pasaje barato que les obliga a chocarse las rodillas con las maletas y las mochilas, pero no les importa. Visten con previsible informalidad y su aspecto es el propio del respetable público de albergues. Durante los segundos que dura el anuncio ella repara en que el chico no cesa de hacer gestiones con su móvil. Tiene un mundo barato en su mano al alcance de su huella. La cobertura de cuarta generación (4G) y la dependencia al móvil explica que es usual ver asentamientos de extremada pobreza donde falta de todo menos el móvil en la mano, la pantalla plana y el acceso a sus contenidos premium.

Sigamos en el tren. Un tren que se acompaña de un vaivén que nos ubica en algún destino lejano y exótico donde viajan los jóvenes desaliñados del anuncio a golpe de aplicación descargada en el móvil. Seguramente acabarán alojados en una vivienda particular fuera del circuito convencional de los paquetes turísticos. De otra forma su bolsillo no se lo permitiría. Conforme viajan compartirán su viaje en las redes, puntuarán la calidad del tren, de su alojamiento, de tal o cual visita y con unos pocos euros habrán completado unas vacaciones con las que recargar pilas antes de volver a sus trabajos de, con suerte, mil euros a fin de mes hasta lo que dure.

Así vamos a afrontar la crisis, así y con la “post austeridad” de la que hablan las instituciones europeas pero esa, esa es otra historia.

 

CATALUÑA VISTA DESDE IRAQ Y DESDE EL GUADALQUIVIR (José Manuel Cansino en La Razón el 21/9/2019)

 


El golpe de Estado secesionista en su última fase, ha tenido un notable interés editorial como no podía ser de otra forma. Aunque la comunicación del proceso separatista ha basculado principalmente sobre la propaganda antes que sobre la publicación de libros u otros documentos, no cabe duda de que hoy día ya hay obras que merecen una mención destacada.

Por ejemplo, Pedro Antonio Heras en su libro “Educar en mentira” (Editorial Almuzara) ya advertía del adoctrinamiento escolar en las provincias vascas. En este mismo sentido resultan imprescindibles “Sumar y no restar” de Mercé Villarrubias, “Educación y nacionalismo: Historia de un modelo“ de Ernesto Ladrón de Guevara y la “Historia de la resistencia al nacionalismo en Cataluña” de Antonio Robles. En materia educativa, el más demoledor de los documentos es el informe sobre la “Instrumentalización nacionalista del sistema educativo en Cataluña: el caso del 1 de octubre” (https://www.aebcatalunya.org/images/informeensenanza.pdf ) que obra en poder del Defensor del Pueblo y que fue presentado en el Parlamento Europeo. En el tardío desmentido al “España nos roba”, el libro colectivo coordinado por Maximino Carpio, “Metodología para la elaboración de las balanzas fiscales de las Comunidades Autónomas”, bien merece una mención especial por su carácter de pionero.

Faltaba un análisis del desafío secesionista visto desde fuera de Cataluña, principalmente desde otros países cuyo respaldo procuró el independentismo a golpe del dinero de todos aunque cosechando un sonoro fracaso. Este hueco es el que ha venido a cubrir “Cataluña vista desde fuera” del veterano embajador José Antonio de Yturriaga. Este viernes próximo se presenta en el Ateneo de la capital andaluza.

Aunque el libro del embajador Yturriaga aborda con rigor problemas bien conocidos “desde dentro” (es el caso de papel central de la Iglesia católica catalana), no cabe duda de que su principal interés está en la visión que de la intentona secesionista han tenido en Alemania con la detención de Puigdemont en el länder de Schleswing-Holstein, en Bélgica, en Gran Bretaña –lugar de residencia de la ex consejera de Educación Clara Ponsatí-, la manipulación que el independentismo hizo del “Folklife Festival” en Washington y la pretendida imitación de la denominada vía eslovena.

Faltaba un análisis como el que ofrece el embajador Yturriaga sobre todo teniendo en cuenta dos hechos. El primero la sorprendente inacción o inoperancia de la Diplomacia española frente a la expansión internacional del relato independentista. El segundo, el hecho de que las relaciones diplomáticas no estaban entrenadas para bregar en un escenario nuevo de comunicación dominado por el fenómeno de las “fake news”; algo que han dominado magistralmente los independentistas hasta que los colectivos de la sociedad civil reaccionaron aunque sin millonarios presupuestos de respaldo.

Afortunadamente los independentistas se precipitaron en su actuación. En el fondo tuvimos la "suerte" de que se precipitaran y que la Justicia aún pudiera actuar. De haber cedido las competencias de Justicia, probablemente el golpe hubiese triunfado o estaríamos en una guerra civil. Gracias a su precipitación se ha sabido en toda España, y también en cierto modo en algunos foros internacionales, lo que ocurre en Cataluña en aspectos como el adoctrinamiento escolar y cultural. La gran novedad es que ahora hay mucha más gente movilizada (en España y en el extranjero) que ha entendido el propósito que hay detrás de sus políticas lingüísticas y educativas.

La última Diada ha dado muestras del desgaste del “souflé” separatista. Ahora que muchos de los tibios tomaron conciencia del riesgo de romper España y de perder los derechos que son de todos, quizá sea hora de sumar esfuerzos en mejorar España. La paradoja es hacer esta reflexión en mitad de una muestra más del autismo político que demuestran aquellos que debieran ser emuladores de lo que los ciudadanos hacemos cotidianamente; entendernos con nuestros familiares, compañeros de trabajo, vecinos de escalera y consumidores transeúntes que se ordenan cortésmente en la cola de cajas de pago de Primark.

En España sobran estigmas. Sobran etiquetas que se escupen a los demás como barreras infranqueables que impiden confluir en una misma plaza pública convocados por la tarea colectiva de mejorar España. La visión internacional de Yturriaga en su libro ayuda a caminar lejos de los estigmas y hacia la casa común. Él conoció la dureza de tierras iraquíes, los silencios clamorosos de parte de la diplomacia española pero también las aguas del Guadalquivir desde las que España se proyectó al mundo con la generosidad de aportar el mestizaje a la Historia Universal.

LA DEVA Y EL PAGO A LOS PROFESORES DE SECUNDARIA (José Manuel Cansino en La Razón el 14/9/2019)

 


La tramitación de la Ley de Presupuestos Generales de la Junta de Andalucía para 2019 permitió la introducción de una enmienda del Grupo Parlamentario VOX por la que se establecía un incentivo económico a los profesores de enseñanza secundaria y a los de las escuelas oficiales de idioma. El incentivo, en forma de pago único se otorgaría a quienes, habiéndolo solicitado, alcanzaran el nivel de excelencia establecido. Aún no se ha articulado cuál será el procedimiento de evaluación pero aportamos una propuesta que consideramos factible.

Actualmente la evaluación de estándares de calidad de profesionales, centros formativos y titulaciones se realiza mediante agencias de evaluación que analizan de forma anónima las solicitudes que remiten los interesados a través de una aplicación telemática. Los criterios de evaluación son públicos y existe un procedimiento de reclamación para quienes no estén de acuerdo con la evaluación recibida. Los evaluadores se eligen a través de un sistema en el que los interesados en actuar como tales remiten sus currículums para ser seleccionados. Es un procedimiento ágil, con garantías y transparencia suficientes y mucho más barato que desplegar tribunales de evaluación.

La reorganización del sector público andaluz ha supuesto, entre otros cambios, la desaparición de la Agencia Andaluza de Evaluación Educativa (Agaeve). Sin embargo, sigue funcionando la Dirección de Evaluación y Acreditación (DEVA) con competencias únicamente para la enseñanza universitaria. Esta agencia tiene funciones atribuidas en la evaluación (acreditación) de las candidaturas para determinadas plazas de profesores, de titulaciones y también de proyectos de investigación que compiten por los fondos disponibles. La propia DEVA está actualmente evaluando la concesión de complementos salariales específicos a los profesores universitarios que lo son de alguna universidad regional pública y que lo hayan solicitado.

La forma más operativa y transparente de cumplir con lo dispuesto en la Ley presupuestaria de Andalucía para los profesores de secundaria y de escuelas oficiales de idiomas sería reformar el estatuto de la DEVA ampliando sus funciones a la evaluación del personal docente no universitario. Es posible que esto implique la modificación de la Ley 15/2003, 22 de diciembre, Andaluza de Universidades que regulaba la Agencia Andaluza de Evaluación y Acreditación Universitaria (AGAE), origen de la actual DEVA.

Ampliadas las competencias de la DEVA, se tendrían que establecer los criterios de evaluación algo que siempre resulta complejo pues es fruto de una negociación entre los representantes sindicales del sector y la administración. Sin embargo, hay mucho camino recorrido ya en evaluaciones similares de manera que la realización de doctorados, máster, publicaciones, etc suelen ser criterios generalmente aceptados y no difíciles de convertir en puntajes.

El reconocimiento a estos profesores de su excelencia por la DEVA podría ser sólo el comienzo de una reforma más amplia orientada a mejorar la calidad educativa en Andalucía que tan mejorables resultados ha mostrado, por ejemplo, en los informes PISA. Así, podría ser el mismo procedimiento para reactivar las convocatorias de cátedras de instituto que la Junta de Andalucía dejó de realizar desde hace más de dos décadas a diferencia de otras comunidades autónomas como Valencia, Murcia, Cataluña o Madrid.

Pero vayamos más allá, ¿por qué no ampliar esta reforma a todo el personal docente no universitario? Particularmente importante es el colectivo de los profesores técnicos de formación profesional pues no pocos desarrollan experimentos susceptibles de ser patentados. Con datos de 2018, Andalucía es la tercera región española que mayor número de solicitudes de títulos de propiedad industrial (10.694) tras Madrid y Cataluña. Sería una buena medida, permitir el desarrollo de la carrera profesional de los profesores técnicos de formación profesional incluyendo entre los criterios de evaluación el número de patentes registradas tal y como ahora se hace con los profesores universitarios e investigadores.

ECONOMÍA BORRASCOSA (José Manuel Cansino en La Razón el 7/9/2919)

 


Casi a diario nos vemos sometidos a un bombardeo de datos económicos que mezclan en un indigesto gazpacho de verano información sobre los avisos de guerra comercial entre EE.UU. y China, anuncios de programas de expansión monetaria del Banco Central Europeo (BCE) y, en definitiva, una sucesión de hechos geopolíticos diversos de entre los que sobresale la nueva configuración de Europa tras el Brexit. Como el asesor financiero fullero que intenta explicarte mezclando estos datos a toda velocidad por qué tus inversiones con rentabilidad asegurada acaban disminuyendo tus ahorros, nadie sabe qué de cierto hay sobre una nueva recesión. No nos sintamos mal. La mayor parte de los economistas no le sabrían explicar cómo es posible a algunos ahorradores prestar dinero y encima pagar a sus deudores por ello (tipos de interés negativos).

No son pocos los que sólo hacen una lectura política de los indicadores; si el gobierno me gusta elijo los menos malos y si no, los peores. Tampoco busquemos en los índices bursátiles indicios fiables de lo que va a pasar. A pesar de lo que para la mayoría supone que la curva de rentabilidades estadounidense se aplane o dé la vuelta (advertencia de una crisis), entre los propios inversores –unos bajistas y otros alcistas- abundan los convencidos de que va a pasar una cosa y los que lo están de la contraria. Cada cual digiere los datos con su mejor capacidad de discernimiento y aquí va el mío por si gustan.

El crecimiento o disminución de la actividad económica de cualquier país, del empleo y de la renta de sus ciudadanos puede verse siguiendo la pista al gasto en consumo interno de las familias en bienes y servicios, al gasto en inversión, al gasto público y al saldo de las exportaciones menos las importaciones. Como no todo pesa lo mismo, lo determinante –a priori- es la suma consolidada. Esta suma consolidada en España sigue siendo levemente positiva vista a través del indicador sintético de la actividad económica lo que no ocurre ni en Alemania ni en Italia (primera y tercera economías europeas sin contar al Reino Unido). El gasto en consumo sigue creciendo, también el gasto público pero no así el gasto en inversión. Casi al mismo tiempo la diferencia entre exportaciones e importaciones de bienes y servicios se volvió negativa después de haber sido un componente clave en la salida de la crisis en España. A pesar de esto, el indigesto gazpacho económico se nos repite en el estómago porque se ha instalado en buena parte de las sociedades occidentales el temor de que viene una economía borrascosa. ¿Tiene fundamento este temor? Para responder a esto los economistas utilizan los denominados indicadores adelantados. No son pocos y ojo que pueden elegirse a beneficio de inventario para orlar un discurso ya preconcebido

El más conocido de todos es el índice de producción industrial, principalmente de bienes de equipo y de bienes intermedios. La lógica es sencilla, cuando las empresas que comercializan bienes de consumo final detectan un estancamiento en sus ventas, frenan sus pedidos de bienes intermedios y detienen sus proyectos de inversión que pasan, en buena medida, por comprar maquinaria nueva.

¿Está cayendo inequívocamente la producción industrial en España? Tomemos por ejemplo el índice de Red Eléctrica de España (IRE) que mide el comportamiento del consumo eléctrico de los grandes consumidores. Su evolución da una información muy valiosa de la actividad económica por sectores; la idea básica es que a mayor consumo eléctrico, mayor actividad pese a los esfuerzos que se están realizando por mejorar la eficiencia energética que deberían permitir mantener (o aumentar) la producción) reduciendo el consumo eléctrico. Después de corregir los efectos del calendario laboral y de las temperaturas, el IRE muestra que la industria española acumula ya seis trimestres consecutivos de caídas en el consumo eléctrico hasta el segundo trimestre de 2019. El sector servicios y el de otras actividades encadenan cuatro trimestres también con menor consumo eléctrico. Si bosquejamos en los subsectores industriales que lideran la caída del consumo eléctrico destacan las fábricas de vehículos de motor (este agosto las matriculaciones cayeron un 30,8 por ciento la mayor caída tras el descenso del 41,27 por ciento en agosto de 2008), la metalurgia y la industria química. En este último caso hay que prestar especial atención pues el barómetro de la actividad económica de la industria química es un buen indicador adelantado de la actividad económica que está por venir. Un apunte más; si se compara la información del IRE con el comportamiento del Índice de Producción Industrial (otro indicador adelantado típico), las conclusiones no son tan claras pues si se corrige por el efecto estacional y de calendario, el índice creció un 1,8 por ciento entre junio de 2018 y el mismo mes de 2019.

¿Y si las familias tienen que apretarse el cinturón? ¿Caerá el consumo interno tanto como en la reciente crisis? Dinero barato y seguir viviendo por encima de nuestras posibilidades explica que el endeudamiento de las familias españolas siga siendo superior al promedio del resto europeo. Los costes financieros que soportan las familias españolas por sus préstamos bancarios han caído un 71% desde 2008 por la política monetaria ultra expansiva del BCE. La deuda de las familias españolas asciende a 712.011 millones de euros de ellos los créditos destinados al consumo suman 186.315 millones y los destinados a la vivienda, 525.696. El gasto en consumo es superior al aumento de la renta disponible de las familias, presentando los hogares una necesidad de financiación a junio del orden de 18.000 millones de euros. El peso de la deuda de las familias en España alcanzó un porcentaje máximo del producto interior bruto (PIB) del 85% en junio de 2010, desde entonces ha reducido su peso en casi 24 puntos porcentuales hasta situarse a finales de 2017 en el 61,3%. Esto supone un desapalancamiento de 203.000 millones de euros.

Medida como el porcentaje que representa la deuda en la renta de los hogares, el nivel de endeudamiento de los hogares españoles alcanzó en 2007 un máximo del 134,7% de su renta bruta disponible. Un año después estalló la crisis. Diez años más tarde el valor ha caído hasta el 99,4%. Aun así el porcentaje de la renta que destinan los hogares al servicio de la deuda (pago anual de los intereses y amortización del principal), es del 11,6% lo que supone 7,3 puntos porcentuales por debajo del máximo alcanzado en 2008. En resumen, de cernirse una borrasca sobre economía española, las familias tendrían que apretarse el cinturón un poco menos que en 2008.

La cuestión es que la respuesta a una eventual borrasca económica es el mismo paraguas que se despliega desde 2010; política monetaria ultraexpansiva dispuesta a comprar a razón de 50.000 millones de euros al mes todo activo (público o privado) que moleste en el balance de los bancos y dificulte la expansión del crédito a familias y empresas. El problema es que alcanzados los tipos de interés negativos (los prestamistas llegan a pagar por prestar dinero), la política monetaria ya no da más de sí; la transmisión del estímulo no llega a la economía. Habría entonces que dar una vuelta también expansiva a la política fiscal y no todos los gobiernos están en la misma posición aunque Alemania sí.

A diferencia de lo que ocurrió en 2007 no hay ninguna burbuja financiera que al estallar colapse a sus propietarios, en ese sentido podemos estar más tranquilos, pero el jarabe de la política de dinero barato está próximo a agotarse. Si el enfermo recae, doparlo a la espera de que por sí mismo reaccione puede no servir en esta ocasión. En mi opinión la crisis que se avecina tiene mucho de expectativas que se auto cumplen. Sí mayoritariamente vemos una borrasca que se aproxima, todos cerraremos las ventanas y aplazaremos nuestro paseo.

FRENTE AL DESPOBLAMIENTO INTERIOR (José Manuel Cansino en La Razón el 1/9/2019)

 


Frenar la despoblación de la España interior parece ser uno de los pocos lugares comunes en los que nos encontramos casi todos los españoles. Más allá de nuestras fronteras es algo que también preocupa al resto de socios europeos hasta el punto de que el denominado “renacimiento rural” será uno de los principales pilares o áreas focales del próximo programa marco europeo. Esto último significa que a partir de 2021 y hasta 2027, los países de la Unión Europea estarán llamados a presentar buenos proyectos para capturar la mayor parte de los 100.000 millones de euros que pueden destinarse a evitar el vaciamiento interior del viejo continente.

Que los españoles nos pongamos de acuerdo en algo no es en absoluto menor en la coyuntura actual de golpismo secesionista. España necesita de tareas nacionales compartidas capaces de convocar a la sociedad y capaces también de movilizar recursos. No digo que la lucha contra el vaciamiento interior sea la tarea nacional prioritaria pero sí algo que nos une; la acción de conservación de una importantísima parte de nuestro patrimonio histórico artístico, del patrimonio natural y, especialmente, del patrimonio sentimental de todos los que guardamos en nuestros recuerdos la vida en el pueblo y de quienes viven en ellos. Dicho lo anterior la pregunta a responder es ¿qué estamos dispuestos a hacer para evitar el vaciamiento interior?

Uno de cada seis municipios en España tiene menos de 100 habitantes. En ellos residen algo menos de 80.000 de los casi 47 millones de ciudadanos que vivimos en España. Son pocos pero el problema se ve mejor cuando ampliamos el ángulo hasta los municipios de 10.000 habitantes. En este caso el porcentaje de ciudadanos residentes ya sube hasta el 20,3 por ciento de la población. En Andalucía, el 26,47 por ciento de los municipios, un total de 206, tiene mil o menos habitantes.

En cualquier caso, tratar de frenar o revertir el vaciamiento interior obliga a tomar medidas compensatorias que no es sino una suerte de injerencia en las decisiones de las familias dispuestas a moverse del ámbito rural al urbano. Una injerencia financiada con dinero de todos a partir de un amplio consenso entre los españoles que entendemos que preservar el mundo rural es algo beneficioso para la mayoría y, por esa razón, estamos dispuestos a movilizar recursos a tal fin. Pero no nos engañemos, la actuación va contra un fenómeno demográfico mundial. Desde comienzos de la década de los noventa del siglo XX, la mayor parte de la población del mundo vive en ciudades. Las familias buscan en la ciudad mejores oportunidades, comodidades o ambas cosas. Es plenamente legítimo y, por tanto, no se puede condenar a nadie a vivir fijado al territorio sólo para complacer a quienes queremos regresar al pueblo en las vacaciones de verano o gustamos del turismo interior. Evitar el vaciamiento exige equilibrar posibilidades de prosperidad y comodidades entre lo rural y lo urbano de manera que la residencia sea una opción libre de las familias pero no sesgada de inicio en favor de los núcleos urbanos.

A las actuaciones impulsadas desde hace décadas en la mejora de la conectividad del transporte entre núcleos urbanos y rurales y las orientadas a favorecer el turismo interior hay que sumar con decisión, los incentivos fiscales y las medidas para reducir la brecha digital. La lista de medidas debe ser abierta y dinámica.

En materia fiscal hay dos medidas que implican directamente a las regiones y a las administraciones locales. Ambas tienen que ver con facilitar la adquisición de una vivienda. No pocos municipios rurales tienen una importante bolsa de viviendas desocupadas y las administraciones públicas pueden animar a su venta y adquisición por familias que fijen su residencia en ellas. Así, la reducción del actual tipo impositivo del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales (ITP) hasta el 0,01% en las compraventas de inmuebles rurales es un buen incentivo fiscal que se puede modular según el número de habitantes del municipio y limitar a familias jóvenes que adquieran la vivienda como primera residencia.

En un sentido similar a lo anterior iría la reforma a la baja de los coeficientes que determinan la plusvalía a pagar cuando se transmite una vivienda. En el caso de Andalucía estos coeficientes están regulados en la Orden de 18 de julio de 2016 de la Consejería de Hacienda y representan un importante nicho para la actuación pública orientada a favorecer la decisión de fijar la residencia en un pueblo.

No obstante lo anterior, a nadie se le escapa que cualquier medida de rebaja fiscal va a motivar la demanda de una compensación de ingresos por parte de la administración que reduce la recaudación por impuestos. En el primer caso (ITP) serán las regiones y en el caso de las plusvalías, los ayuntamientos.

Las medidas orientadas a reducir la brecha digital del mundo rural son más recientes que las fiscales pero no menos importantes. El punto clave aquí es la parte del territorio nacional que tiene acceso de telefonía móvil de cuarta generación (4G) que es lo mínimo para poder realizar trámites on line con la administración pública, recibir teleasistencia sanitaria –especialmente demandada por la población mayor e infantil-, teletrabajar o desarrollar una PYME. Por cierto, Andalucía está llamada a convertirse en la vanguardia de la teleasistencia sanitaria si se sabe aprovechar la enmienda a los presupuestos de 2019 introducida por VOX para analizar el “big data” del Servicio Andaluz de Salud. Pues bien, aunque el 91,4 por ciento de la población española estaba cubierta en 2015 por el servicio de 4G, la cobertura territorial es muy desigual. Los operadores de red (Movistar, Vodafone y Orange) dirigen sus inversiones con un lógico criterio comercial a las zonas más pobladas. Esto explica que la cobertura 4G en 2015 fuese del 98,8 por ciento en la provincia de Madrid pero del 61,2 por ciento en Cuenca. En Andalucía, la menor cobertura la presenta la provincia de Huelva (78,7 por ciento) y la mayor, Cádiz (93,6 por ciento).

Hay un amplio campo para el desarrollo de inversiones orientadas a reducir la brecha digital y más aún cuando se analizan finamente los datos. Por ejemplo, cuando los operadores de telefonía informan de que un municipio tiene cobertura 4G en absoluto significa que todas las zonas del municipio tengan acceso a esa tecnología. Las administraciones públicas tienen un amplio espacio para cooperar con los operadores de telefonía en el desarrollo de infraestructuras allá donde los criterios de rentabilidad empresarial desaconsejan las inversiones. La coyuntura actual en España es especialmente interesante pues por vez primera los tres operadores de telefonía móvil están cerrando acuerdos de compartición de sus infraestructuras o postes de antenas instalados.

Por último, no menos importante y sin posibilidad de ser exhaustivo, el acceso a la fibra óptica merece una mención aparte. En este punto la compañía REINTEL del grupo Red Eléctrica de España ofrece importantes oportunidades que pueden ayudar en freno al despoblamiento de la España interior. Esta empresa gestiona importantes infraestructuras de fibra óptica. Aunque por debajo del volumen de infraestructuras de Movistar, REINTEL gestiona, por ejemplo, la fibra óptica de ADIF que está por debajo de su capacidad de uso por lo que podría ser compartida a lo largo del trazado ferroviario español.

En definitiva, España debe aprovechar los amplios consensos sobre los que abordar tareas colectivas que nos cohesionen redundando en el bienestar de la ciudadanía. La lucha contra el vaciamiento interior es uno de estos consensos que deben movilizarnos como nación.

DEJANDO HUELLA. EL SAS, LOS IMPUESTOS Y LA FILANTROPÍA (José Manuel Cansino en La Razón el 13/7/2019)

 


En pocos meses el Servicio Andaluz de Salud (SAS) llevará a cabo la compra de 68 nuevos equipos de tomografía axial computarizada (TAC) una vez que se ha levantado la suspensión cautelar del concurso por la reclamación interpuesta por una de las empresas interesadas. En conjunto estos equipos supondrán un gasto de 41.8 millones de euros. Pero no es ni el número ni el coste de estos equipos lo que me mueve a escribir sobre ello.

Me mueve en primer lugar una razón de índole estrictamente personal. La más importante. Estos nuevos equipos aportarán a los pacientes una gran mejora en la “huella de energía” que pasar por ellos deja en los tejidos y órganos de los pacientes debido a las radiaciones. Así lo supo enfatizar una de las personas a quien más debe esta medida, el físico especialista en electromedicina, José Ramón Román. Desde la Consejería de Salud –hoy, Salud y Familias- él puso en este proyecto tanto empeño como acostumbraba a hacer en cada reto profesional que afrontaba. Lo hizo bien. Siempre lo hacía bien.

En segundo lugar, es muy de agradecer que decisiones tan importantes para la salud de los ciudadanos no se vean afectadas por cambios en el signo político de los gobiernos. Evidentemente un gasto plurianual como este viene ya con una inercia que hace difícil su paralización pero no sería la primera vez que cambios de gobierno desmantelan el desarrollo de infraestructuras en marcha incluso con un coste indemnizatorio elevadísimo. Qué diferente resulta esta forma de proceder de, por ejemplo, el sistema educativo, tan importante como la salud pero tan frágil a los cambios políticos.

En tercer y último lugar, por puro azar el coste de los 68 nuevos TAC, 41.8 millones de euros, se aproxima mucho a la cuantía de la donación que la Fundación Amancio Ortega hizo al SAS; 40 millones para la adquisición de equipos destinados a la lucha contra el cáncer.

Es indudable que la atención sanitaria pública –tampoco el resto de los servicios públicos esenciales- no puede depender de donaciones esporádicas de particulares por cuantiosas que lleguen a ser sino de un sistema de financiación que garantice la regularidad de los recursos. Naturalmente esta es una obviedad pero sólo para los países con niveles de desarrollo suficientes como para mantener sistemas sanitarios estables. Para millones de personas residentes en países en desarrollo el sistema sanitario depende crucialmente de aportaciones en absoluto regulares, bien procedentes de organismos internacionales bien de fundaciones privadas. Hecha esta importantísima salvedad, las donaciones privadas que vienen a reforzar el bien común son una expresión más de la libertad con la que cada cual decide sobre su patrimonio. Depositar la capacidad redistributiva del sector privado únicamente en las manos públicas deviene así en un atentado contra la libertad.

Con esa libertad me he expresado siempre desde esta tribuna de los lunes que hace años me brindó La Razón a través de Noelia Acedo y luego me renovó Pepe Lugo contando con la ayuda de Marta Maldonado. A todos ellos les agradezco haber tenido la oportunidad de asomarme semanalmente a esta ventana.

 

UN CAMBIO EN LA CULTURA EMPRENDEDORA PARA ANDALUCÍA (José Manuel Cansino en La Razón el 7/7/2019)

 


Salir de la secular posición penosa que Andalucía tiene en renta per capita, nivel de salarios o de pensiones requiere de emprendedores con éxito en muy elevado número y en corto periodo de tiempo. Todo lo que no sea eso es seguir llenando la hoquedad de los discursos institucionales de palabras grandilocuentes sin correlato en acción concreta alguna o bien, en acciones aisladas cuya vigencia en el tiempo se limita a quien tuvo la oportunidad de impulsarlas. Cesado el inspirador, desaparecida la acción.

Llamo la atención sobre el proyecto de investigación ELITE que los profesores Liñán y Serrano-Fernández desarrollan en la Facultad de Económicas de la Universidad de Sevilla. Precisamente esta Facultad –lo recordaba el otro día su nuevo decano, el profesor Antonio Navarro- acaba de posicionarse entre las 200 mejores del mundo según el ranking de Shanghai. ELITE es el acrónimo de “Estudio longitudinal sobre el proceso de nacimiento de emprendedores de alto impacto” y cuenta con la financiación del Ministerio de Economía, probablemente el más exigente a la hora de financiar proyectos de investigación y desarrollo en España.

Parte principal de los resultados de ese estudio es identificar el papel que determinadas competencias juegan en la creación de un emprendedor o empresario. Hace unos días se presentaba una investigación que analizaba la influencia de ocho competencias concretas: el reconocimiento de oportunidades, la persuasión, la creatividad, la resiliencia, el liderazgo, la capacidad de movilización de recursos, la proactividad y la ambición. Todas ellas mostraban tener un impacto positivo sobre la conformación de un futuro empresario cuando se analizaba la información procedente de 2.341 encuestas realizadas a personas adultas con un distinto nivel de vinculación en la actividad empresarial; desde quienes no tenían ninguna relación hasta quienes ya contaban con varios años de experiencia como empresarios.

La cuestión es ¿cuál sería el número de empresarios a, pongamos, diez años vista si se coordinase una acción generalizada y con recursos presupuestarios suficientes que incidiera en estas competencias cuando se forma a los jóvenes andaluces o de cualquier otra región española? Ya puestos me apuesto pincho de tortilla y caña a que ninguno de los lectores de este periódico encontrarán en los planes de estudio de ninguno de los grados (ni de los máster) que se imparten hoy en las diez universidades andaluzas, competencias como la resiliencia o la ambición. Son términos absolutamente proscritos en una cultura que sucumbió hace años a una visión igualitarista. Una visión que detiene el marcador cuando la diferencia es muy abultada aunque el resultado sea justo.

Algunas de las competencias anteriores son fáciles de imaginar; otras quizá no tanto y merecería la pena extenderse en cómo se definen para luego ver cómo potenciarlas. Por ejemplo, el propio término emprendimiento en este contexto sería la capacidad de una persona para realizar una actividad, afrontar un reto o iniciar un nuevo proyecto económico.

El reconocimiento de oportunidades de negocio es la capacidad de algunas personas para interconectar tendencias y cambios que se están produciendo pero que para el resto de personas no guardan ninguna relación. Lo anterior está directamente relacionado con el acceso a la información y con las habilidades cognitivas en el reconocimiento de patrones y en la vigilancia de los mismos. La creatividad es la capacidad para idear algo nuevo, original y útil que pueda servir de base a una innovación empresarial. La resiliencia, por ejemplo, la miden los expertos como la capacidad de recuperarse de situaciones de estrés. Los datos respaldan que cuando una persona supera más rápidamente una situación de estrés está mejor capacitada para superar cualquier adversidad en los negocios (por cierto, otra palabra proscrita en la cultura que aprisiona a Andalucía en los últimos lugares en términos de salarios).

Por último ¿cómo entienden la proactividad y la ambición? La primera es la capacidad de respuesta que tiene una persona y, con mayor exactitud, la capacidad de elegir su respuesta de entre las alternativas. La ambición –término expulsado con ahínco de amplísimo listado de competencias de cualquier plan de estudios- es la necesidad que siente el empresario en ciernes para desarrollar su negocio a través de diferentes inversiones en nuevos recursos productivos asumiendo riesgos y dispuesto a hacerlos con determinación competitiva.

Es posible ampliar el listado de competencias que deberían impregnar las enseñanzas y la divulgación en Andalucía si de verdad queremos favorecer la aparición de emprendedores que nos saquen del final de la lista en renta por habitante. Lo que es claro es que sería un error no hacerlo por el empecinamiento en parar el marcador cuando alguien destaca para que los demás no se sientan frustrados, aunque el primero hubiese acabado fundando una empresa en la que el resto hubiese podido desarrollar una carrera profesional superando los malos resultados de aquella competición. La vida es un proceso de aprendizaje continuo en el que la resiliencia y la ambición son eficaces mecanismos de superación.

Por último pero no menos importante, el listado de valores no debe informar sólo a las enseñanzas técnicas (ingenierías, por ejemplo) o económicas. Valga como ejemplo que la autora de la investigación que sirve para este artículo, Sandra Liliana Mogollón, es una prometedora artista colombiana, Máster en Economía y Desarrollo por la Universidad de Sevilla que pronto expondrá su obra por vez primera en España. El país que con apenas 3.000 hombres defendió hasta la victoria la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, frente a una flota inglesa que embarcaba a 30.000 soldados. Aquello sucedió entre el 18 de marzo y el 20 de Mayo de 1741. La investigación de la que les hablo se presentó 278 años después. También con éxito.

sábado, 28 de agosto de 2021

PEDIR GRACIAS AL REY (José Manuel Cansino en La Razón el 1/7/2019)

 


El Rey Felipe VI recibía en audiencia hace sólo unos días en Barcelona al presidente de la asociación de empresarios catalanes de mayor respaldo. En ella el Jefe del Estado escuchó –entre otras cosas- la petición del representante de los empresarios catalanes de medidas de incentivo para favorecer el retorno de las empresas que cambiaron su domicilio social y/o instalaciones fuera de Cataluña como consecuencia del desafío independentista. Naturalmente no dependen del Monarca tales “gracias” pero sí trasladarlas al nuevo gobierno si así lo considera. Sólo en los quince meses transcurridos entre el referéndum del 1 de octubre de 2017 y finales de 2018 hubieron 4.880 empresas que trasladaron su sede social fuera de Cataluña. Si afinamos el cálculo considerando también a las empresas de nueva creación en Cataluña durante ese tiempo e incluso ya metidos en 2019, aún resulta una pérdida neta de 3.650 empresas representando el 20 por ciento de esa región.

Tenía pendiente de lectura un documento de trabajo del Catedrático de Economía Mikel Buesa, titulado “Economía política de la independencia de Cataluña” y he podido hacerlo ahora. Es un documento científicamente robusto que dedica una parte central del mismo a desmontar los falsos supuestos sobre los que se realizó la investigación “La viabilidad económica de una Cataluña independiente” publicada en 2014. Sus autoras son dos académicas fuertemente comprometidas con el fallido intento de secesión en Cataluña. La primera –Nuria Bosch- ha formado parte del denominado “Consejo asesor para la transición nacional de Cataluña” y la segunda, Marta Espasa, del Consejo asesor para la reactivación económica de Cataluña. Su trabajo da por hecho que Cataluña seguiría dentro de las instituciones internacionales y mantendría el euro como moneda. Sólo ese supuesto invalida sus cálculos.

Mikel Buesa –buen conocedor de la Historia y no sólo de la Historia económica- recuerda en su trabajo cómo el argumento económico no ha formado del discurso de los partidarios del derecho de autodeterminación. Un discurso históricamente basado en la apelación a razones identitarias de una patria pretendidamente arrebatada. Sin embargo, ahora y no sólo en España, los movimientos separatistas han incorporado al listado de su argumentario las ventajas que –en su opinión- el bienestar de sus ciudadanos alcanzaría de obtener la independencia.

Buesa explica eficazmente en pocas palabras que el déficit fiscal catalán –incluso cuando se reduce a la cifra real inferior a los 9.000 millones de euros- no es sino el anverso contable de la preeminente posición comercial que Cataluña mantiene en el mercado interior español, situación que comparte con otras regiones como Madrid, las Islas Baleares, Valencia o Navarra. En otros términos, el déficit fiscal es consecuencia de su beneficiosa posición en los intercambios comerciales con el resto de España. En sentido contrario, el déficit fiscal desaparecería si las ventas de las empresas catalanas al resto de España cayesen significativamente.

Cataluña comercia con el resto de regiones españolas –incluida Andalucía- con una intensidad que es 55 veces superior a la que lo hace con cualquier otro país del mundo bajo el supuesto de igualdad en cuanto al tamaño económico y la distancia geográfica. Esta intensidad, vista ahora en perspectiva internacional, es 52 veces mayor con países de la Unión Europea que con el resto. Buesa calcula que una separación entre los mercados español y catalán equivaldrá al establecimiento de una barrera arancelaria del 77.6 por ciento. La misma idea llevada al comercio con los países de la Unión Europea supondría –en la práctica- establecer un arancel del 75.5 por ciento.

Con todo lo anterior, la Arcadia de una Cataluña independiente en la que sus inspiradores casi prometen vivir opulentamente sin necesidad de trabajar se desvanece como una alucinación inducida artificialmente. Tanto es así que tomando como precedentes los estudios disponibles para las secesiones post soviéticas en Checoeslovaquia, Yugoeslavia y otros territorios de la antigua URSS, Mikel Buesa calcula que la Generalidad se vería abocada a una situación insostenible en la que los gastos superarían a los ingresos en más de 35.000 millones de euros provocando un déficit público superior al 25 por ciento del PIB imposible de financiar recurriendo al endeudamiento y provocando, por tanto, la quiebra del hipotético gobierno.

Es cierto que los documentos científicos son consustancialmente de difícil lectura para quienes no están familiarizados con la materia que se aborda. Sin embargo, de la misma forma que el secesionismo consiguió durante años acuñar el “España nos roba” como verdad no contestada, trabajos como los del profesor Mikel Buesa bien merecerían de mayor atención mediática habida cuenta de la importancia de mantener un mercado interior como el español. Un mercado gracias al cual encontramos empleo millones de compatriotas y personas han venido a España buscando un futuro mejor.

 

24/6/2019

EL RETRANQUEO DE LA CLASE MEDIA EN LA APP (José Manuel Cansino en La Razón el 17/6/2019)

 


La actividad económica conlleva un proceso de destrucción creativa. Aunque la expresión suene muy dura es la descripción de un proceso humano de supervivencia. Los cambios tecnológicos disruptivos provocan la decadencia de formas de producción tradicionales al tiempo que nacen otras nuevas. También las catástrofes naturales o bélicas provocan grandes cambios en la actividad económica, por ejemplo, suelen favorecer las acciones caritativas o solidarias pero también la aparición de los mercados negros para los bienes escasos y racionados. Las crisis económicas masivas como la iniciada entre 2007 y 2008 deben ser vistas como una suerte de catástrofe natural; no hay riadas ni inundaciones pero millones de personas pierden su modus vivendi como si el ciclón se hubiese llevado su granja o taller.

Igual que las inundaciones y las guerras dejan huellas difíciles de borrar también lo hacen las crisis económicas. La última lo ha hecho en forma de reducir muy extendidamente los salarios promedio de la población. Si en la época del boom inmobiliario se acuñó el término “mileurista” para señalar despectivamente a los “perdedores” o trabajadores menos valorados en el marcado laboral, ahora el sueño de centenares de miles de estudiantes españoles es lograr un empleo a cambio de poco más de mil euros.

Una de las principales consecuencias de lo anterior es la pérdida de poder adquisitivo de la clase media. La clase social que logró la estabilización política de las sociedades occidentales en el siglo XX y sobre ella se desarrolló el modelo económico de producción y consumo de masas. El retranqueo de la clase media nos advierte de la pérdida generalizada del poder adquisitivo de la parte de la sociedad más numerosa. Modestia aparte el término es mío y nace del “retranqueo” de los pasos de Semana Santa en las Iglesias consistente en mover el paso unos pocos metros una vez que ya está completamente ornamentado hasta ubicarlo en la posición desde la que se iniciará la procesión. Tradicionalmente era un movimiento del paso o trono hacia atrás.

La pérdida generalizada de poder adquisitivo de la clase media lleva a la pregunta vertiginosa de ¿quién compra ahora todo aquello que masivamente se fabrica? Por ejemplo, en 2006, antes del inicio de la gran recesión y ante la aparición de los servicios “low cost”, Massimo Gaggi y Edoardo Narduzzi publicaron su libro “El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste”.

Si la economía es destrucción pero también creación, hay que explorar dónde está la creación una vez que resulta evidente que la crisis ha sido la destrucción. No es exactamente ese el sentido de la destrucción del que hablaba al principio pero el símil es aceptable. En auxilio de la clase media retranqueada han aparecido dos cambios económicos clave; la generalización de la economía colaborativa y la economía circular.

La economía colaborativa ha existido siempre pero ahora es una pieza más de la revolución digital. Ya no compartimos nuestras cosas sólo con los conocidos sino también con personas de las que no teníamos noticia. La economía colaborativa da lugar a negocios entre individuos iguales (denominados pares por los expertos) que tienen como objetivo compartir bienes y servicios durante un breve periodo de tiempo. Estos negocios tienen cuatro elementos comunes: 1) se instrumentan sobre plataformas on line a la que se accede dese el teléfono o la tablet; 2) son relaciones entre pares ya sean individuos, familias o empresas (peer-to-peer o P2P); 3) las relaciones tienen un carácter temporal y 4) el intercambio de activos, recursos o habilidades se realiza de manera muy dinámica. Parte de estas transacciones implican un pago monetario pero otras no. Alex Ruíz hizo un muy interesante análisis de este fenómeno en el número 145 del informe mensual de CaixaBank Research. La consultora PwC identificó en 2016 cuatro áreas principales; los servicios de alojamiento entre iguales, los servicios de transporte, los servicios a los hogares a demanda, los servicios profesionales a demanda y las finanzas colaborativas. El mismo informe cifró en 4.000 millones de euros las ganancias para las plataformas para el año 2015 en Europa.

La economía colaborativa incluye actividades tan dispares como “experiencias gastronómicas” que consisten en ir a comer a casa de un particular a quien no se le exigen los estándares que ha de cumplir cualquier establecimiento de restauración. También ofrece visitas turísticas guiadas por algún residente local que se ofrecen fuera del circuito convencional de las agencias de viajes. Los sistemas de reputación o puntuación de los oferentes de estos servicios vencen las reticencias de los usuarios a aceptar cenar en casa de un particular que no está obligado a cumplir estándar sanitario alguno. Si los usuarios anteriores no salieron satisfechos ya se ocuparán de dejar sus comentarios negativos en la red, estigmatizarán al oferente y pocos se atreverán a recurrir a sus servicios.

Para un economista, la economía colaborativa permite optimizar el aprovechamiento de recursos infrautilizados (viviendas no habitadas, asientos libres o espacios no utilizados en vehículos de transporte de mercancías). Esto es muy bien recibido por los consumidores que tienen una fuerte preocupación por la preservación medioambiental y conecta a la economía colaborativa con la economía circular; otro de los grandes cambios a los que se aferra la clase media retranqueada para su supervivencia.

La economía circular describe un sistema económico que se basa en modelos de negocio que reemplazan el concepto de "final de vida" por la reducción, reutilización, reciclado y recuperación de materiales en los procesos de producción / distribución y consumo. Es el modelo de las 4 R. ¿Quién no ha heredado ropa de algún familiar o hermano mayor? Hay un nexo entre la economía de colaborativa y la economía circular a través de la “reutilización” de cosas ya usadas. También lo hay con otra “R” de la economía circular cual es el reciclado que permite sustituir materias primas vírgenes por otras procedentes de residuos. Esto es muy bien recibido por la parte creciente de la sociedad con una conciencia ecológica acentuada.

Vivimos cambios de los que se denominan disruptivos. Tiempos de una mixtura entre lo viejo que cambia y lo nuevo que rompe. Tiempos en los que se retranquea la nómina, avanza la industria de los sensores y la inteligencia artificial, sustituimos muchos puestos de trabajo por robots y quienes los conservan, ya retranqueados, sacian el arraigado hedonismo consumista comprando en Wallapop. A saber si lo que se compra es un costal “en perfectas condiciones” a muy buen precio y listo para los ensayos de costaleros.

 

Andalucía en la nueva geoestrategia de la energía (José Manuel Cansino en La Razón el 19/6/2019)

Acaba de ver la luz la edición de 2019 del “Energía y geoestrategia” que publica el Instituto de Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa. Sin duda se trata de una publicación de referencia para los interesados no sólo en los cambios asociados a la transición a un nuevo sistema energético menos contaminante o bajo en carbono sino también a los cambios que esa transición implica en términos geoestratégicos.

En esta ocasión el informe dedica capítulos monográficos a la aplicación de la teoría matemática de juegos a la geoestrategia de la energía, al papel de Canadá como posible exportador de petróleo pero también de gas licuado, a la situación del Golfo de Guinea con un problema de priratería importante que implica a Nigeria, Camerún República Democrática del Congo y a Angola, a la visión europea a raíz de las obligación asumidas en materia de lucha contra el cambio climático y al nuevo papel de Arabia Saudí, hasta ahora el gran suministrador mundial de un recurso energético –el petróleo- que junto con el carbón llevan todas las de perder en la transición energética.

No cabe duda que el gas natural –en su forma liquada o no- se convierte en el recurso energético central desde un punto de vista geoestratégico. A diferencia de las energías renovables, que también seguirán jugando un papel central, los yacimientos de gas natural sí otorgan un papel central a los países donde se ubican. Ese papel se extiende también a los países por los que circulan sus corredores –gasoductos- pero también a los países con infraestructuras portuarias en las que embarcar o desembarcar gas liquado, algo que, por cierto, tiene un impacto muy notable sobre la industria naval.


PRESUPUESTOS EN ANDALUCÍA. MÁS QUE CIFRAS (José Manuel Cansino en eldebatedehoy el 19/6/2019)

 


Imagínese que un viernes a medio día le presentan un documento con las cuentas de una gran corporación de la que Vd es miembro del consejo de administración. Suponga que esas cuentas suman 36.495,5 millones de euros. Seguidamente se le da un plazo de seis días para anunciar a los responsables de confeccionar las cuentas si tiene o no intención de rechazarlas en su totalidad. En el caso de que haga ese anuncio aún dispondrá de otros seis días para pensárselo mejor, pero no más tiempo.

Lo anterior no es un mero ejercicio de especulación sino el inicio del proceso de debate de los presupuestos generales de la Junta de Andalucía para 2019 que deben sustituir al presupuesto prorrogado de 2018 actualmente en vigor. Las cifras no se conocieron hasta el mediodía del viernes 31 de Mayo y el plazo para la presentación de enmiendas a la totalidad finalizaba el jueves 6 de junio. Luego los grupos que decidieron presentar enmiendas aún podían retirarlas hasta poco antes de su intervención en el pleno del día 12 de junio. Eso fue lo que ocurrió y lo que permite encarar el debate final programado para los días 17 y 18 de julio.

De alguna manera puede afirmarse que la Junta de Andalucía es –con diferencia- la mayor corporación andaluza. Si sumamos las cifras de negocio de las cincuenta primeras empresas andaluza que publica El Economista y reproduce el Anuario Joly 2019, todas juntas suman 30.418 millones; sensiblemente por debajo del Presupuesto de la Junta de Andalucía. Con el calendario anterior y estas cifras en la mano cabe preguntarse si los tiempos y las cifras permiten tomar decisiones que garanticen la mejor asignación del gasto público entre las diferentes alternativas.

Pero el alcance del debate presupuestario admite muchos matices. Por ejemplo, por el lado del ingreso el presupuesto es una Ley esencialmente adjetiva, esto es, no puede cambiar radicalmente la procedencia de los recursos para para las facturas, sólo manejar los números asociados a impuestos que ya están en vigor, a un sistema de financiación sobre el que no se tiene capacidad decisoria, a transferencias de fondos europeos sobre las que tampoco se puede decidir o sobre la cantidad de dinero a pedir prestado la mayor parte del cual se destina a atender a la deuda que vence en el año para el que los presupuestos se aprueban.

Si grande es el matiz que el presupuesto admite por el lado del ingreso, no es menor por el del gasto. Por ejemplo, el 30 por ciento del presupuesto de gastos ya está comprometido en pagar al personal al servicio de la Junta de Andalucía –funcionarios y personal laboral-. Es una cifra muy estable y no sólo en esta administración; también en todas. Luego están más de 4.200 millones de euros (capítulo IX) destinados a pagar la deuda pública que vence y sobre lo que tampoco se puede discutir pues el impago de la deuda dejaría a la administración regional sin apenas posibilidades de endeudamiento futuro. Por tanto llevamos ya más de un 40 por ciento del presupuesto de gasto sobre el que no se pueden tomar apenas decisiones de modificación. Por último y no menos importante tenemos las anualidades de los gastos en inversión pública que se aprobaron en los tres años anteriores y que comprometen todavía al presupuesto puesto sobre la mesa. Así las cosas, el margen de decisión y el de debate sobre este y casi cualquier presupuesto público son limitados tanto en tiempo como en variación de cifras.

Pero con ser limitado no el en absoluto pequeño. El ejecutivo del PP y Ciudadanos había preparado un proyecto de Ley en tres meses y medio. El proyecto de ley tiene, además de las cifras, un aparataje legal al final en forma de disposiciones varias que va a cambiar notablemente procedimientos de gestión del dinero público que hasta ahora se utilizaban en la administración autonómica. Así llegó al Parlamento y allí se encontró con tres enmiendas a la totalidad de las que, finalmente, se retiró la presentada por el grupo parlamentario de VOX ¿a cambio de qué?

El acuerdo firmado entre los partidos en el gobierno regional y VOX no se limita a introducir modificaciones presupuestarias en partidas importantes como acabar con la lista de espera de los colegios pendientes de obras de infraestructura y equipamiento o en los centros de atención temprana a los niños necesitados de atenciones especiales. Es un acuerdo que sorprende por los conceptos que por vez primera aparecen en un presupuesto –la atención a las víctimas de la violencia intrafamiliar- o se recuperan después de décadas –la atención a las mujeres embarazadas con dificultades económicas-. Probablemente algo de lo que más ha desconcertado a los que hacían quinielas sobre las peticiones a cambio de levantar la enmienda a la totalidad estaba la apuesta por el gasto en I+D en forma de análisis del Big Data del Servicio Andaluz de Salud. Si se hace bien, sus resultados ayudarán muy notablemente al diseño de la atención sanitaria del futuro.

Todo, sin embargo, está en el aire en dos aspectos. El primero que ha de superar el debate de los días 17 y 18 de Julio. El segundo que habrá de llevar a la práctica lo que, de salir adelante, sólo serán compromisos. Habrá que ver si se ejecutan.

 

¿A QUIÉN PIDE PRESTADO LA JUNTA DE ANDALUCÍA? (José Manuel Cansino en La Razón el 10/6/2019)

 


Sobre la mesa del Parlamento de Andalucía está el Proyecto de Ley de Presupuestos para 2019 y lo está con verdaderas dificultades de salir adelante. De todas las partidas que suman los casi 37.000 millones de euros de gasto o de ingreso (según se mire el documento), hay una de más de 4.600 millones sobre la que se presta menos atención de la debida. Se trata del dinero que entra en la caja de la Junta de Andalucía consecuencia del endeudamiento al que prevé recurrir para poder atender sus pagos. A tenor de la magnitud de la cifra merece la pena preguntarse ¿quién presta el dinero a la Junta de Andalucía?

La respuesta no se encuentra en el documento presupuestario pues a diferencia del detalle con el que se presentan las partidas de gasto y de ingreso convencionales, los ingresos procedentes del endeudamiento aparecen en el Capítulo 9 del presupuesto de ingresos pero sin apenas mayor detalle cuando se entra a fondo en el documento.

La mayor parte de los 33. 867,5 Millones de euros que la Junta de Andalucía debía en 2018 (35.409 según el Banco de España), se los debía al Estado español. Específicamente, el 90.35 por ciento de la deuda está contraída en forma de préstamos y sólo el 9.65 por ciento en forma de deuda pública emitida. Además, la evolución de ambas formas de endeudamiento sigue trayectorias absolutamente dispares y así entre 2014 y 2018 los préstamos pasaron de representar del 84.55 por ciento del total de la deuda al mencionado 90.35 por ciento.

Para entender lo anterior no basta con tener en cuenta que colocar deuda pública regional sigue siendo difícil debido a la todavía elevada calificación de su riesgo (Baa2 -Moody's-, BBB+ - Standard & Poor's- y BBB- según Fitch) sino que principalmente hay que poner el foco en la facilidad para acceder a los mecanismos extraordinarios de liquidez habilitados por el Estado español a raíz de la crisis iniciada en 2008.  

Efectivamente, si comparamos la cifra de los 4.670 millones que se prevén ingresar vía endeudamiento con la que procede del Fondo de Liquidez Autonómico o de la ahora denominada Facilidad Financiera, las cifras son absolutamente próximas; la última ha sido un préstamo de 4.012 millones en 2018.

No menos importante es tener en cuenta que la mayor parte del endeudamiento anual de la administración regional está destinado al pago de la deuda pública que vence en cada año. El vencimiento medio de la deuda pública regional es de 4.11 años. El 12.67 por ciento es deuda pública con un vencimiento menor al año y el 28.63 por ciento hay que devolverlo en un plazo máximo de tres años.

La carga financiera de la deuda autonómica se situó en 2018 en el 15,18 por ciento del presupuesto liquidado. La carga se mide por la suma de los gastos financieros (capítulo 3 del presupuesto de gastos) y la amortización del capital (capítulo 9) y en definitiva representa el porcentaje de los ingresos corrientes que son destinados a cubrir los gastos financieros de la Junta de Andalucía. La cifra está lejos del límite del 25 por ciento establecido por la Ley pero en su cómputo no se incluye, por ejemplo, la deuda comercial que en opinión del Banco de España sí debería computarse como deuda financiera.

En definitiva, tanto los ayuntamientos como las comunidades autónomas han pedido prestado al Estado español; la única institución con solvencia para colocar con éxito nuevas emisiones de deuda pública. Es importante que esto se sepa y no sólo para Andalucía, sino principalmente en Cataluña que es la región más endeudada de todas con una cifra de 78.732 millones de euros. Deuda que se financia con préstamos procedentes del Estado español y cuyo uso, en una parte no pequeña, está siendo objeto de varios juicios.

ENTES DEPENDIENTES EN ANDALUCÍA Y RESTO DE ESPAÑA (José Manuel Cansino en La Razón el 3/6/2019)

 


Hay una sensación extendida de que la reciente crisis económica ha hecho escasa mella en el tamaño del sector público. Desde esta percepción, el sector público se habría mostrado muy resiliente a los esfuerzos impuestos por la estrechez presupuestaria o bien, habría recuperado su tamaño muy rápidamente. La semana pasada vimos que el empleo público estaba muy próximo a recuperar la cota máxima de los últimos años. El pico máximo de personas trabajando para las AA.PP. durante el periodo 2002-2018 se alcanzó en el año 2010 con 2.696.028, una cifra que estamos a punto de recuperar pues en julio de 2018 ya se registraban 2.583.494 personas empleadas (principalmente en la administración autonómica). Hoy veremos la misma realidad desde el número de entes que aparecen en el inventario de las diferentes administraciones públicas.

La administración central anida 314 entes bajo su estructura comenzando alfabéticamente con el ADMINISTRADOR DE INFRAESTRUCTURAS FERROVIARIAS (ADIF) y terminando con la ZONA DE ACTIVIDADES LOGISTICAS E INDUSTRIALES DE ASTURIAS (ZALIA). Sin embargo, igual que ocurre con los empleados públicos, la mayoría de entes dependientes del sector público no están en la administración central sino en las administraciones autonómica y local revistiendo la forma de agencias, consejos de asesoramiento, consorcios, empresas públicas, fondos, fundaciones, institutos públicos y universidades.

Es posible conocer el detalle de la relación de entes autonómicos a través de la información que publica la Central de Información Económico-Financiera del Ministerio de Hacienda a partir de los datos de la Contabilidad Nacional. La relación es la siguiente, Andalucía cuenta con 242 entes dependientes, Aragón con 70, Canarias 55, Cantabria 35, Castilla y León 45, Castilla-La Mancha, 24, Cataluña 213, Extremadura 53, Galicia 82, Murcia 39, La Rioja 19, Las Islas Baleares 56, Madrid 83, el País Vasco 103, Asturias 47, Navarra 40 y Valencia 95. El número de entes que ha ido creando las administración regional andaluza la sitúa en la primera posición del ranking nacional.

Para el inventario de entes del sector público local existen datos desde 1996. A 31 de marzo de 2019 las entidades que integran el sector público local era de 4.331. La tendencia expansiva en estos entes dependientes fue inequívoca entre 1996 y 2009. A partir de 2010 comenzó una reducción que alcanzó su máximo en 2011 con una reducción del 7.3 % respecto del número del año anterior. Desde ese año el adelgazamiento se ha ido suavizando hasta caer la tasa de reducción al 1.9 % entre 2017 y 2018. Desde 2013 hasta el año 2018 se han suprimido un total de 988 entidades. De los entes suprimidos, los responsables de la realización del inventario han dispuesto de información de 694 en los ejercicios 2012 a 2017. De estas entidades, 325 tuvieron resultados negativos en el ejercicio anterior al de la supresión.

Territorializando las entidades locales resulta que Cataluña es la región con mayor tejido de entes seguida de Andalucía. El detalle es el siguiente: Andalucía 855, Aragón 201, Asturias 70, Valencia 294, Canaria 217, Cantabria 42, Castilla-León 313, Castilla-La Mancha 160, Cataluña 1.072, Extremadura 113, Galicia 123, Islas Baleares 119, Madrid 135, Murcia 68, Navarra 140, País Vasco 368, La Rioja 9. Aparecen sin asignar a provincia algún un total de 54 entes.

Es tentador hacer una lectura en clave de red clientelar entre regiones tradicionalmente gobernadas por un mismo partido o regiones con un lobby separatista importante que ha ido creando la red de municipios por la independencia de Cataluña como parte importante del intento de golpe de Estado, pero se necesitaría un análisis más fino que tuviese en cuenta no sólo la población y el número de municipios sino también el tamaño de estos últimos.

Con todo parece que las autonomías han sido la administración territorial que menos ajuste ha realizado en su tamaño desde el inicio de la crisis en 2008.

¿CUÁNTOS EMPLEADOS PÚBLICOS HAY? (José Manuel Cansino en La Razón el 29/5/2019)

 


A pesar de que la digitalización de muchas tareas está provocando despidos en sectores económicos punteros como la banca, la administración pública digital no sólo no está conllevando una reducción sino un aumento del personal a su servicio. Entre enero y Julio de 2018, último dato disponible, el incremento del personal al servicio del conjunto de las Administraciones Públicas (AAPP) fue de un 0.86 %. El número total es de 2.583.494 personas que se reparten desigualmente por administraciones pero, principalmente, se concentran en la administración autonómica. Este es el reparto: Administración Pública Estatal, 512.577; Administración de las CC.AA., 1.340.939; Administración Local, 572.867 y Universidades, 157.111. Esta última administración es la que más creció entre enero y Julio de 2018 (un 3,21%).

Los datos están tomados del “Boletín Estadístico del personal al servicio de las Administraciones Públicas” que tiene como objetivo presentar la información que facilite el conocimiento de los efectivos al servicio de las distintas Administraciones Públicas. Según su propia web el boletín comenzó a publicarse en 1990, tiene carácter semestral y es elaborado por el Registro Central de Personal. Se incluye el personal que presta servicio en la Administración Pública Estatal (Administración General del Estado, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Fuerzas Armadas, Administración de Justicia y Entidades Públicas Empresariales y Organismos Públicos con régimen específico); las Administraciones de las Comunidades Autónomas; la Administración Local (Ayuntamientos, Diputaciones, Cabildos y Consejos Insulares) y las Universidades.

La crisis económica parece que también quedó atrás vista desde el ángulo de la contratación de personal. El pico máximo de personas trabajando para las AA.PP. durante el periodo 2002-2018 se alcanzó en el año 2010 con 2.696.028, una cifra que estamos a punto de recuperar.

La distribución territorial del personal al servicio de la Administración puede llevar a conclusiones engañosas pues hay que descontar los efectos capitalidad y la mayor presencia en los territorios extra peninsulares. Aun así hay datos muy llamativos. Uno de ellos es el vaciamiento de la Administración estatal en Cataluña. Si se compara el personal al servicio de la Administración del Estado con el conjunto de empleados públicos, en Cataluña la presencia estatal es de sólo el 7.9 %, muy por debajo de la media nacional; 19.5 %.

En regiones como Andalucía con un gobierno monocolor durante casi cuatro décadas, el sobredimensionamiento de la administración autonómica ha sido una preocupación compartida no sólo en los tres partidos que propiciaros el cambio, PP, Cs y VOX sino también en la marca electoral de Podemos en Andalucía. El 51.4 % de los empleados públicos que trabajan en Andalucía lo hacen para la administración regional. El dato está ligeramente por debajo de la media que el empleo de la administración autonómica representa sobre el empleo público total (51.9 %) pero podría verse afectado por las auditorías encargadas por el nuevo gobierno autonómico. Estas auditorías (fueron un total de doce) pusieron de manifiesto que en doce entes instrumentales de la Junta en los que trabajan 9.461 personas, sólo 498 eran funcionarios.

Sin embargo, si el peso del empleo público en Andalucía se mide respecto del número total de trabajadores ocupados resulta que el 15,3 % de los ocupados trabajan para el sector público mientras que la media nacional está en el 13,2 %. Al margen de las ciudades de Ceuta y Melilla en las que el peso del empleo público sobre la ocupación total es mucho mayor, Andalucía está a notable distancia del 23,2 % de Extremadura. La salvedad estribaría en el posible empleo oculto en el sector instrumental de la Junta de Andalucía.

En definitiva el pulso entre la digitalización administrativa que hace menos necesario el empleo y la voluntad de aumentar las plantillas por parte de las AAPP, lo está ganando esta última. 

EL PESO DE LA CRUZ EN LA 105 (José Manuel Cansino en La Razón el 20/5/2019)

 


La cantidad que los contribuyentes españoles asignan a la Iglesia Católica en las más de diecinueve millones de declaraciones del IRPF que anualmente se presentan desciende por segundo año consecutivo. El inicio de la caída coincide con el año 2017, año en el que la Iglesia Católica mostró una connivencia muy extendida con el intento de golpe de Estado del secesionismo catalán guardando urnas del referéndum ilegal en las propias iglesias, permitiendo el recuento en mitad de celebraciones religiosas y exhibiendo símbolos independentistas en templos y recintos parroquiales. En concreto, desde la cantidad máxima de 266,9 millones de euros que los contribuyentes españoles asignaron a la Iglesia en 2016, la cifra bajó a 265 millones de euros en 2017 y a 256 millones en 2018. Sólo en los dos últimos años la Iglesia Católica ha dejado de recibir 9 millones de euros por este concepto, un 3,3 % menos que el año anterior y una reducción del 4 % acumulada desde 2016.

Aunque la última memoria anual publicada por la Agencia Tributaria corresponde al año 2016, es posible actualizar los datos hasta 2018 a través de los Informes mensuales de recaudación tributaria que están disponibles en su página web. Curiosamente los informes mensuales dan la misma cifra para los meses de febrero a noviembre de cada año tanto para 2017 como para 2018 (concretamente, 15 millones de euros) pero difieren en la que corresponde al mes de enero de cada año y en el mes de diciembre. Precisamente es en el informe mensual que corresponde a los meses de diciembre de estos años donde se publican las cifras acumuladas de enero a diciembre y que se corresponden con las cifras que hemos aportado.

La regulación actual de la asignación tributaria a la Iglesia católica es fruto de un acuerdo en 2006 entre el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y la Santa Sede. Este acuerdo supuso pasar del 0,52 al actual 0,7 por ciento de la cuota íntegra del IRPF. A cambio la Iglesia renunciaba a disfrutar de una exención en el IVA de la que hasta ese momento se beneficiaba. El primer año en el que la medida impactó en la aportación a través del IRPF fue 2009, tan es así que la cantidad que los contribuyentes asignaron al sostenimiento de la Iglesia pasó de 152,7 millones en 2008 a 247,9 millones de euros en 2009. Desde entonces la recaudación subió hasta que los efectos de la crisis hicieron estragos especialmente en 2012. Para este año la cifra cayó a 159,1 para ir recuperándose conforme la crisis se iba dejando atrás hasta el punto de registrar un notable aumento del 8,3 % entre 2015 y 2016.

La incapacidad de la Conferencia Episcopal Española de lograr la neutralidad política de buena parte de los lugares de culto no ha resultado indiferente para parte no pequeña de los contribuyentes católicos españoles sabedores que su aportación puede acabar en manos de sacerdotes secesionistas a través del Fondo Común Interdiocesano. De la asignación que la Iglesia recibe vía IRPF más de 80 por ciento se reparte entre las 70 diócesis en las que se vertebra territorialmente la Iglesia en España.

Para los contribuyentes que han dejado de marcar la casilla 105 de la declaración de la renta, el abandono de la Iglesia a los cristianos catalanes no separatistas no le es indiferente. La última vuelta de tuerca ha sido el nombramiento por el Papa Francisco del sacerdote Joan Planellas Barnosell como nuevo arzobispo de Tarragona, párroco del pueblo de Jafre, quien tenía colocada la bandera estelada en la torre del campanario de la iglesia. La Iglesia se ve por no pocos contribuyentes como una institución capaz de abandonar a los más vulnerables contra el más elemental mandato evangélico. Por ejemplo, en Mataró (Barcelona), familias de alumnos del colegio religioso de los Escolapios, consiguieron una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña reconociéndoles el derecho a recibir un 25 por ciento de la enseñanza en castellano. Al final tuvieron que abandonar el Colegio. La Católica orden fundada por San José de Calasanz había abandonado a los débiles para congraciarse con los dineros del concierto educativo. Los niños de la católica “Escola Pía” de Mataró llegaron a casa llorando después de ver el 12 de mayo de 2015 empapelado con carteles en contra de la reclamación de sus padres.

Los contribuyentes católicos asistimos desconcertados no a la presencia de religiosos secesionistas en el seno de la Iglesia sino a la incapacidad de la Conferencia Episcopal de lograr preservar los lugares de oración del adoctrinamiento político. El desconcierto es mayúsculo cuando el propio Santo Padre respalda esta situación con el nombramiento del nuevo obispo de Tarragona.

Hay quien piensa que el peso de la conciencia seguirá sobreponiéndose al abandono de los débiles y así la caída de esta fuente de ingresos no hará mella en las arcas de la Iglesia, pero también los hay convencidos de que el contribuyente católico tiene su conciencia perfectamente limpia cuando decide que la forma de contribuir al sostenimiento de la Iglesia es a través de su Parroquia y no marcando la casilla 105. Sea como fuere, la asistencia a los más débiles (familias de escolares incluidas) es la única razón de indulto que muchos anticlericales tienen para no arremeter contra la Iglesia. Cada vez que los recursos disminuyen o las familias con niños en colegios religiosos han de abandonarlos, la indulgencia de los contrarios a la presencia social de la Iglesia disminuye. La carga de la cruz, la carga de no poner la cruz en la casilla 105 del IRPF cae sobre las espaldas de los débiles y sobre la conciencia de los que entregaron las iglesias para convertirlas en madrasas secesionistas.

LA DIRECTORA (José Manuel Cansino en La Razón el 5/5/2019)

 


La directora del Colegio claveteaba los tacones bajos pero recios por el patio camino del aula. Dudó por un instante si recoger varios carteles rotos con anuncios de actividades que yacían en el suelo, pero los apartó con el pie. No quería que nada la distrajera de aquello que tenía que contar a los niños. Los reunió en un círculo y les explicó aquello que venía a contarles. Niños, debido a uno de vuestros compañeros, lamento comunicaros que ahora tendréis un veinticinco por ciento de vuestras clases en castellano. Naturalmente señaló al niño.

Al salir fue a su despacho, hizo una llamada a la Consejería de Educación y vino a decir algo así como misión cumplida. Luego regresó al patio a retirar del suelo los carteles que antes apartó con el pie. Ahora caminaba más despacio, relajada. Se agachó para levantar los carteles que yacían en el suelo. Anunciaban las actividades escolares que el Colegio había preparado para celebrar el 15 de Abril, el día internacional de los derechos del niño. Se fue al contenedor del papel para reciclar y los dejó allí.

El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) había dado la razón a la madre que reivindicaba para su hijo el derecho que la ley le reconoce a recibir un 25 por ciento de la enseñanza en castellano. Después de la reunión de la Directora con las familias de los otros niños, la madre comenzó a recibir insultos por el grupo de Whatsapp del colegio hasta tener que abandonarlo. Su hijo dejó de ser invitado a los cumpleaños de sus compañeros. No siendo suficiente con lo anterior, la dirección del colegio, en coordinación con la Consejería de Educación, decidió que el aumento del número de horas en castellano se impartirían en el horario de las clases de ajedrez (sic). De nuevo tuvo que presentar recurso ante el TSJC, de nuevo volvió a darle la razón y de nuevo volvió el señalamiento y el acoso. Por cierto, prueben ustedes mismos a llamar al teléfono “anti bullying” 900 018 018 y cuéntenle este caso. Parece que esto no es “bullying”.

La historia que les he contado no es la única pero, mientras ojeo con interés el Diccionario de lugares comunes sobre Cataluña que acaba de publicar con éxito Juan Claudio de Ramón, no puedo más que concluir que en Cataluña no se ha usado la lengua como hecho diferencial sino como factor de diferenciación o segregación social desde la escuela.

Pero, como digo, el caso al que me he referido no es el único. En Mataró, padres de alumnos del colegio religioso de los Escolapios, también consiguieron una sentencia similar del TSJC. Al final tuvieron que abandonar el Colegio. La Católica orden fundada por San José de Calasanz había abandonado a los débiles para congraciarse con los dineros del concierto educativo. Por cierto que cuando todo esto acabe, alguien deberá explicar por qué la Iglesia Católica abandonó a su suerte a los católicos no independentistas en Cataluña.

Los niños de la católica “Escola Pía” de Mataró llegaron a casa llorando después de ver el 12 de mayo de 2015 empapelado con carteles en contra de la reclamación de sus padres. En el Ayuntamiento, el Partido Socialista respaldó la presión separatista. Mandó publicar un bando contra el derecho a recibir clases en castellano. Igual que hizo la directora antes de señalar a aquel niño ante sus compañeros, para publicar el bando municipal en Mataró hubo que hacer hueco en los tablones municipales. En concreto habría que quitar los carteles que recordaban los talleres municipales del 10 de diciembre convocados en torno al día internacional de los derechos humanos. Tampoco aquí funcionó el teléfono “anti bullying”. Tampoco fue otro caso aislado. A otros padres de Balaguer (Lérida) el TSJC también les concedió el 25 por ciento de las asignaturas troncales en castellano para sus hijos en el colegio Gaspar de Portolà. El centro no respetó el derecho a la privacidad de la familia y aireó el caso en la prensa. De nuevo el señalamiento y la segregación por razón de lengua.

Todo lo anterior permitió que la Asamblea por la Escuela Bilingüe (AEB) pudiese llevar la denuncia de la discriminación lingüística en Cataluña al Parlamento Europeo. Tras su denuncia intervino la diputada socialista sevillana Soledad Cabezón. Leyó un discurso redactado previamente a la intervención de los representantes de la AEB. Después abandonó la sala sin ni siquiera oír el turno de réplica. Afortunadamente, no fue la posición mayoritaria de la Eurocámara y prueba de ello es la propuesta de enviar una misión a Barcelona para examinar la política lingüística de la Generalitat.

La segregación social en Cataluña según la lengua se une a la manipulación educativa. El fenómeno afecta también al País Vasco como denuncia Pedro Antonio Heras en su libro “Educar en mentira” (Editorial Almuzara). En este mismo sentido resultan imprescindibles “Sumar y no restar” de Mercé Villarrubias, “Educación y nacionalismo: Historia de un modelo“ de Ernesto Ladrón de Guevara y la “Historia de la resistencia al nacionalismo en Cataluña” de Antonio Robles. Pero sin duda y en materia educativa, el más demoledor de los documentos es el informe sobre la “Instrumentalización nacionalista del sistema educativo en Cataluña: el caso del 1 de octubre” (https://www.aebcatalunya.org/images/informeensenanza.pdf ) que obra en poder del Defensor del Pueblo.

Cuando hablas con algún independentista sobre la falta de rigor de la Historia que han construido, a poco que tengas confianza te reconoce que la verdad Historia no les importa lo más mínimo sino la independencia. Además te explican, frente a España –incapaz de construir su relato presa de sus complejos- nosotros podemos construir una Cataluña a modo de Arcadia y con el dinero de todos. Cada vez que un gobierno de España se ha sentado a negociar el apoyo nacionalista, la negociación se reducía a pedir precio. Un precio pagado en buena medida en toneladas de adoctrinamiento escolar.

La lucha por el derecho a la educación de los hijos se ha convertido en un país como España en una lucha de padres y madres coraje. Con frecuencia unen el dolor por el sufrimiento de sus hijos el dolor por la indiferencia con la que el resto de la sociedad les ha visto. Es la sociedad de la partida de dominó.