sábado, 24 de diciembre de 2016

¿NAVIDAD? EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS. (José Manuel Cansino en La Razón el 19/12/2016)

No son los únicos, pero son muchos. No son los únicos, pero no limitan su gesto a quienes comparten su misma Fe. No sólo en Navidad pero sí especialmente en estas fechas, los millones de cristianos del mundo ejercen la Caridad, algo que técnico-económicamente hablando se traduce en millones de acciones redistributivas de la riqueza.



Si buscamos en el argumentario hedonista de la Economía al uso, probablemente no encontremos explicación a la dimensión de esta acción masiva de compartir lo propio con el necesitado. Quizá podamos encontrar una buena pista en los “Ethical Spirits” de la “Caritas in Veritate”; término de inequívoca reminiscencia keynesiana que incluyó Benedicto XVI en su Encíclica de 2009. Si la economía es un campo de desarrollo profesional y personal, y el hombre se realiza dándose a los otros, la economía ha de concebirse como un don a los demás, vino a decir el Papa emérito. Indudablemente lo hacía desde un epistemologísmo crítico con una Ciencia Económica en la que no pocos llevan empeñados desde hace más de un siglo para explicar las decisiones humanas desde sólo la motivación individual de raíz hedonista.
El espíritu crítico, siempre, necesario, ayuda a explicar la parte del Mundo que se mueve gracias a la voluntad de compartir. Un mundo que no cabe en la estrechez del cientifismo de muchos y que hace recomendable libros como el que acaba de publicar Juan Torres, “Economía para no dejarse engañar por los economistas” (Ed Deusto). 
Sin embargo, el propio espíritu crítico no puede quedar atrapado en un racionalismo a ultranza. El concepto de “razón” tiene que ensancharse para ser capaz de explorar y abarcar aspectos de la realidad que van más allá de lo puramente empírico. El mismo nacimiento de las universidades europeas (y de las americanas gracias a la labor de España) fue fomentado por la convicción de que la Fe y la razón están destinadas a cooperar en la búsqueda de la verdad. Son de nuevo palabras de Benedicto XVI en su discurso de 23 de junio de 2007 a los participantes en el Encuentro Europeo de profesores universitarios. Llamativamente palabras pronunciadas sólo unos meses antes de que se boicotease su invitación a participar en la Universidad de la Sapienzia en Roma.
En palabras del que fuese Rector de la Universidad de Sevilla, Joaquín Luque, “hasta el más recalcitrante racionalista reconoce los condicionantes insuperables de la razón, la ciencia y la técnica”. Sólo desde el fanatismo se puede rechazar este pensamiento incluido en su memorable discurso con motivo del 25 aniversario de la creación del Servicio de Asistencia Religiosa de esta Universidad y en el que se extendía señalando que el siglo XVIII, que comenzó con un optimismo desbordante celebrando el triunfo de la razón,  y culminó proclamándola como Diosa y dedicándole numerosos altares, coincidió con los Años del Terror en Francia, época en la que se cerraron al culto las iglesias, pero también las universidades. Pareciera que la razón se nos hubiera desbocado, se nos hubiera ido de las manos. Como –continuaba el profesor Luque- si la borrachera de razón nos hubiera embotado los sentidos, aspecto que Goya refleja magistralmente dibujando cómo “el sueño de la razón produce monstruos”.
Si nos pusiéramos en manos de los estadísticos, nos dirían que la Navidad muestra un “pico” de solidaridad –Caridad para los cristianos-. No es un pico “ñoño”, epidérmico o “lavaconciencias”. Es un pico que anida en las convicciones de quienes incluso debaten duramente con los teólogos. El mismo profesor Torres lo hacía recientemente en su contestación al texto de la Compañía de Jesús “Por una economía global justa. Construir sociedades sostenibles e inclusivas”. Al propio profeta Habacuc le resultaba insoportable el silencio de Dios ante el mal del mundo “¿Hasta cuándo, Señor, gritaré sin que tú escuches, y clamaré a causa de la violencia sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver iniquidad y haces que vea tanta maldad? Ante mí sólo hay destrucción y violencia; pleito y contienda se levantan”. En definitiva, la Navidad, como parte de la Fe, y la razón nos ayudan en el camino del conocimiento; un afán que es propio del hombre aunque este pensamiento no permitieron expresarlo a Benedicto XVI en la Universidad de la Sapienzia. Era parte de su discurso pero no le dejaron leerlo.



domingo, 18 de diciembre de 2016

EL DIFERENCIAL DEL PARO ANDALUZ (José Manuel Cansino en La Razón el 11/12/2016)

Ha pasado más de una década desde la publicación del libro “El diferencial de desempleo andaluz” (Ed. Aconcagua) del Catedrático de Economía de la Universidad Pablo de Olavide, Carlos Usabiaga. El título es suficientemente ilustrativo de una característica permanente y definitoria del paro en Andalucía; siempre supera al promedio de desempleo nacional y, salvo en situaciones de gran expansión económica, la diferencia está entre los 8 y los 9 puntos porcentuales. Con datos del primer trimestre del año al que le quedan sólo días, la tasa de desempleo andaluz superaba a la media nacional en un 8.7 % -un diferencial elevadísimo-. Por sexos, la diferencia era menor en el desempleo masculino (7.4) que en las mujeres (10.35).



El estudio del profesor Usabiaga no es el único que ha buscado explicaciones para un problema tan lacerante –los profesores Juan José Dolado, Francisco Gómez, Ignacio García o José Luis Martín, también se han ocupado de ello- pero sí expone de forma didáctica una batería de conclusiones que merece la pena revisar para ver si se registran cambios significativos.
Por ejemplo, de entre las veinte causas explicativas que encuentra para explicar el mayor nivel de desempleo en Andalucía, la primera es el mayor protagonismo de la economía sumergida y el desempleo irregular, esto es, una parte de los entrevistados en la Encuesta de Población Activa responden que no están realizando actividad alguna cuando realmente sí la llevan a cabo. La pregunta es ¿se ha reducido la economía sumergida en esta última década? Los análisis suelen apuntar a que las etapas de crisis económicas son proclives al desarrollo de la economía sumergida.
Otra de las causas explicativas la encuentra en que Andalucía tiene una tasa de población activa más joven que, con los resultados de último Informe PISA en la mano, sigue mostrando fuertes debilidades formativas comparada con la mayor parte de regiones españolas. Diez años después de la publicación del libro que motiva este artículo, la tasa de paro entre los andaluces con menos de 25 años es más de 13 puntos porcentuales a la media nacional (12 puntos cuando se trata de chicos y 15.6 puntos cuando son chicas). La situación cambia marcadamente cuando analizamos a los desempleados con más de 55 años. En ese caso la diferencia entre el paro andaluz y la media española es de sólo 4.9 puntos. Téngase en cuenta que entre 2002 y 2016, la menor diferencia entre las tasas globales de desempleo se alcanzó en 2007. En el primer trimestre de ese año, la media de desempleo andaluza superaba a la española en 4.1 puntos.
La decimosegunda causa para explicar por qué el desempleo regional andaluz supera largamente al promedio nacional la encuentra el autor citado en el “seguro familiar”. Lo explica señalando que los desempleados, especialmente los jóvenes, suelen vivir en un marco familiar que les ampara y en el que suele haber otros perceptores de renta. Entre los efectos de este “seguro familiar” está el de reducir la intensidad de búsqueda de empleo.
Sobre esta última cuestión –no menor- ya nos hemos ocupado en los últimos artículos. Si bien la red familiar ha sido clave para supervivir al drama de la crisis económica, la sobreprotección no suele traer buenos resultados. Cualquier esfuerzo adicional que la Administración realice para facilitar los intercambios de estudiantes con otros países, debe ser bienvenida. Asimismo, hay modelos educativos como el irlandés que ofrecen algunas experiencias que deben ser miradas con interés. Una de ellas es la ‘work activity’ que permite a los estudiantes de cursos finales de la ESO incorporar en su currículum una actividad laboral semanal como parte de su formación. Esto le permite desarrollar habilidades relacionales y niveles de responsabilidad personal fuera del ámbito escolar. La otra particularidad de interés es pedir que desarrollen una ‘pequeña empresa’ (‘mini company’) a todos los estudiantes que estudian Economía en ese nivel educativo.
Precisamente, esta última idea serviría para reducir el efecto de otra de las causas del mayor desempleo andaluz que no es otra –siguiendo el libro varias veces citado- que el mayor peso del sector público en el empleo asalariado. En Andalucía falta espíritu emprendedor. Se demoniza al empresario hasta el punto de haber tenido que reinventar el término ‘emprendedor’ para evitar que quien inicia un negocio se sienta socialmente estigmatizado si se le identifica públicamente como un empresario.

En definitiva, más de una década después de la publicación de este interesante libro, el diferencia de desempleo andaluz no es muy diferente al que teníamos antes de la crisis y muchas de sus causas explicativas siguen siendo válidas.

jueves, 8 de diciembre de 2016

VIAJE A ESPAÑA, VIAJE POR LA VIDA (José Manuel Cansino en La Razón el 5/12/2016)

Hace poco menos de un año se publicó “Personas mayores y solidaridad intergeneracional en la familia”, un imprescindible estudio de los profesores Mª Teresa López, Viviana González y Antonio J Sánchez editado por la ONG Acción Familiar: Es un estudio riguroso que soporta con abundantes cifras la actuación de nuestros mayores como un Estado del Bienestar paralelo que, particularmente en la reciente crisis, realojó en sus casa a hijos y a nietos. Aún hoy hay pensiones que se estiran con una métrica imposible. Es la familia y es el amor sobre la que se cimienta aun cuando la pobreza entró por la puerta. Podemos seguir ensañándonos contra ella o regateándoles un Ministerio de Asuntos familiares precisamente en un país instalado irresponsablemente en su suicidio demográfico, pero la realidad es tozuda, sin la red familiar y social, la crisis reciente, las previas y las que vendrán, son imposibles de superar.



En Economía hay no pocas realidades imposibles de medir. Una de ellas es la Caridad para algunos o la Solidaridad para quienes no incorporan la dimensión transcendente que el primer término conlleva. Por ejemplo, la Contabilidad Nacional que realiza el Instituto Nacional de Estadística cifra en 11.275 millones de euros el gasto en consumo que financian las ONGs, pero en este dato no cabe –porque es inconmensurable- el afecto o las donaciones gratuitas que, por su propia naturaleza, no pasan por el mercado. Este tipo de infravaloraciones en las cifras económicas convencionales es el que subraya el interés del libro al que me refería al comienzo de este artículo.
Cuestionando parcialmente lo anterior hay quienes argumentan que un Estado del Bienestar con más recursos haría menos necesaria la red familiar. Por ejemplo, se sostiene que la posible elusión fiscal millonaria de jugadores de fútbol a paraísos fiscales (el denominado “football leaks”) es un nuevo incentivo a no pagar impuestos. Este incentivo se suma al sentimiento que tenemos los contribuyentes cuando tenemos noticias de las prácticas extendidas de corrupción política. El resultado último son menos recursos para los desempleados –aquí vuelven a aparecer a modo de red nuestros mayores y las ONGs -. También son menores recursos para el resto de servicios públicos fundamentales para los que siempre destacan por la sensibilidad que despiertan; la sanidad y la educación.
Pero con ser esto cierto (más fraude, menos recursos públicos y más necesidad de ayuda familiar), hay un argumento que a mí me parece tramposo. El argumento es pretender una desresponsabilidad familiar frente a quien necesita ayuda porque se la traslada a un Estado hiperpaternalista que al hacer innecesaria la ayuda de los demás, hace también innecesaria la familia. El paternalismo como el veneno, es una cuestión de grado. En su dosis adecuada es una medicina, en una dosis excesiva es letal.
Sin el esfuerzo y la renuncia a la comodidad personal en favor del necesitado, las sociedades acaban fatalmente adormecidas. No quiero decir con ello que el Estado no tenga que asumir su labor protectora del necesitado a partir de los recursos de los contribuyentes. Lo que sostengo es que ese esfuerzo de atención debe ser compartido por quienes conforman el entorno social y familiar del necesitado.
Los hospitales, en sus secciones más duras, son un escenario sin atrezzo para contrastar las dos visiones entorno al asistencialismo estatal. Los hay que todo lo esperan del Estado y los que ponen el énfasis es su propio y abnegado esfuerzo. Por ejemplo, a través de Alejandro y María José, dos de tantos jornaleros de Dios que andan haciendo en bien con rotundo anonimato, he conocido la historia de Rubén Darío Ávalos Flores y de su madre Liliana Flores. En una España en la que el patriotismo del célebre poeta nicaragüense es un perfecto pasaporte al ostracismo, resulta que este niño paraguayo de 11 años mantiene un esperanzador pulso a una enfermedad rara denominada histiocitosis de células de Langerhans, una disfunción del sistema inmunológico que genera multitud de tumores. En una excelente entrevista que le hicieron Pepe Barahona y Fernando Ruso, su madre cuenta que viajaron a España empleando todos sus ahorros en la compra de los pasajes. Fue su particular viaje por la vida. Desde hace años reciben atención en la Unidad de Oncología del Hospital sevillano Virgen del Rocío, uno de los más reputados internacionalmente en los que –y esto lo sé porque lo he visto- hay profesionales que lo mismo publican sus investigaciones en las revistas más prestigiosas que atienden la bolsa de Caridad de su Hermandad.

Naturalmente que para Rubén y cientos de pacientes como él, la sanidad pública es irremplazable pero lo es tanto como su propio esfuerzo de lucha y el de su madre. Llamándose así no es de extrañar su habilidad para la lectura y escritura a tan corta edad. Aprendió a leer con dos años. Acaba de publicar “Sensación de pureza”. Yo lo voy a pedir a los Reyes Magos en http://rubenavalos.com/ . El amor de su madre y el de los voluntarios que trabajan en este hospital y en otros muchos no aparece en la Contabilidad Nacional de España. Si apareciese, España tendría un Producto Interior Bruto inmensamente grande.

lunes, 28 de noviembre de 2016

La navaja de Ockham llega a las pensiones (José Manuel Cansino en La Razón el 29/11/2016)

El recién estrenado Gobierno ha anunciado su intención de poner en marcha la tercera reforma del sistema público de pensiones en los últimos cinco años. Vaya por delante que, cualquiera que se atreva a afrontar la solución a los interrogantes que se ciernen sobre el sistema, tiene mi respeto. La política del avestruz no es nunca la solución.



Mi impresión, basada sólo en lo que ha trascendido a los medios de comunicación, es que esta nueva reforma va orientada a reducir el componente no contributivo del sistema caminando a un diseño esencialmente contributivo. En definitiva, un sistema en el que la percepción de una pensión exija al beneficiario haber contribuido previamente con sus cotizaciones. Esta impresión se sustenta en la aparente intención de sacar a las pensiones por viudedad y orfandad de los presupuestos de la Seguridad Social para basar su financiación en los ingresos procedentes de los presupuestos generales del Estado. De esta forma, en el sistema quedarían, fundamentalmente, las pensiones de jubilación que se financian con las contribuciones de los trabajadores actualmente ocupados y las de incapacidad permanente. La propuesta no es del todo nueva, ya la puso encima de la mesa el Ministro de Hacienda en 2015 y es parte del debate entre técnicos y académicos.
Poniendo cifras, las pensiones de orfandad las reciben con fecha uno de octubre de 2016, un total de 341.091 personas, suponen para la Seguridad Social un gasto mensual de 128 millones de euros y una pensión promedio de 375,48 euros. Por su parte, las pensiones por viudedad las reciben 2.3 millones de españoles, suponen un gasto de más de 1.500 millones de euros y una pensión promedio de casi 640 euros mensuales. En definitiva, esta propuesta supone sacar del presupuesto de la Seguridad Social y cargar en los presupuestos generales del Estado, un gasto mensual de 1.640 millones de euros. Subido a valor anual e incluyendo las dos pagas extras, el presupuesto de la Seguridad Social dejaría de asumir un gasto de unos 23.000 millones de euros ¿esto es mucho o poco?
La estimación del déficit de la Seguridad Social para 2016 es del 1,6 % del PIB. Si tomamos el último valor del PIB publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y correspondiente a 2015, el déficit sería de 17.200 millones de euros. Así las cosas, la propuesta de sacar del presupuesto de la Seguridad Social las pensiones de viudedad y orfandad supondría pasar los números de rojo a negro y, además, con superavit. Naturalmente, la presión aumentaría sobre los Presupuestos Generales del Estado que absorberían el gasto que antes asumía la Seguridad Social.
Si esta reforma sale adelante, el sistema de pensiones de la Seguridad Social financiaría las pensiones de jubilación que perciben unos 6 millones de compatriotas (con un gasto mensual de más de 5.700 millones de euros) y las pensiones por incapacidad permanente que perciben casi un millón de españoles y que suponen un pago mensual del sistema de la Seguridad Social de unos 875 millones de euros.
En definitiva, la propuesta supone dejar dentro del sistema a las pensiones que guardan una mayor proporcionalidad entre la cuantía de las cotizaciones y las pensiones percibidas. Actualmente, la pensión de jubilación promedio en España es un 80 % del valor del último salario cobrado mientras que las pensiones de viudedad se financian, en buena medida, a través del veterano Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI).
Aun siendo difícil sacar adelante la reforma –toda modificación de algo socialmente tan sensible como las pensiones es compleja-, es la solución más sencilla sin dejar de ser una solución a medio plazo. Vendría a ser algo así como una reforma basada en la Ley de la navaja de Ockham. En aplicación de esta Ley del medievalista Guillermo de Ockham, en igualdad de condiciones, la explicación (vale decir la medida) más sencilla suele ser la más probable (vale decir la más eficaz). En definitiva, cuando dos teorías (o medidas) en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja. Como consecuencia, la reforma de las pensiones no aborda dos grandes problemas de fondo.
El primero es que, sin repuntar el empleo hasta los 20 millones de trabajadores en situación de alta en la Seguridad Social, el sistema seguirá en equilibrio inestable incluso con el enjuague de números que supone el paso de pensiones de orfandad y viudedad del presupuesto de la Seguridad Social a los Presupuestos Generales del Estado. Pocos alertan sobre el gravísimo hecho de que la pensión media de los que acaban de jubilarse (unos 1.300 euros al mes) es muy superior al salario medio de los que ahora comienzan a trabajar (unos 850 euros al mes) y que son los que financian con sus contribuciones las pensiones de los jubilados. En esto consiste el denominado sistema de reparto.
El segundo es la cuestión demográfica. Sin crecimiento vegetativo, un sistema de reparto como fórmula para financiar la Seguridad Social es difícilmente sostenible. Lo recordaba oportunamente hace unos días la profesora María Teresa López, directora de la Cátedra de Política de la Familia de la Universidad Complutense. El modelo de financiación de reparto supone un contrato implícito entre la generación más joven y la de mayor edad. De hecho, sociológicamente y en esta última etapa de crisis, los abuelos –reacogiendo a hijos y a nietos en dificultades económicas- han demostrado ser un Estado del bienestar paralelo.
Con la navaja de Ockham en la mano, ni el desempleo se puede eliminar en un corto plazo ni los complejos inoculados por un progresismo mal entendido, animan a los políticos convencionales a poner en marcha políticas activas y de alcance de apoyo a las familias.

Si la reforma de las pensiones sólo es, esencialmente, mover las pensiones del presupuesto de la Seguridad Social a los Presupuestos Generales del Estado, la cuestión que queda abierta es ¿de dónde salen en los Presupuestos Generales del Estado los 23.000 millones de euros necesarios?

miércoles, 23 de noviembre de 2016

PROYECTO ISLERO. UN LIBRO NECESARIO (José Manuel Cansino en La Razón el 21/11/2016)

Aunque las energías renovables reciban desde hace años la atención mediática como apuesta para el abastecimiento energético, otras energías “limpias” (no emisoras de gases de efecto invernadero) siguen formando parte de la denominada matriz energética. Es el caso de la energía de fisión nuclear. Pero también hay otras energías limpias que son la apuesta de muchos convencidos para el futuro abastecimiento energético. En este segundo caso es obligado hablar de la denominada Fusión Nuclear por vía de confinamiento inercial. Es obligado, además, con motivo de la reciente publicación de “Proyecto Islero” (Editorial Guadalmazán) de General del Ejército del Aire y Catedrático de Física Nuclear desde 1973, Guillermo Velarde, uno de los científicos españoles de mayor prestigio internacional. El General Velarde –alma mater del Instituto de Fusión Nuclear de la Universidad Politécnica de Madrid- es un claro defensor de este tipo de técnica que tiene un doble uso; militar y civil. En este segundo caso para la generación masiva de energía eléctrica.



Cuando el 17 de enero de 1966 se produjo el accidente en Palomares (Almería) de un bombardero norteamericano B52 que era abastecido en el aire por un avión cisterna, 4 bombas termonucleares (de mucha mayor potencia que las nucleares) cayeron sin detonar sobre suelo y mar español. Este militar y científico español fue uno de los destinados a analizar los restos de las bombas norteamericanas. Con sus estudios previos desarrollados en la Junta de Energía Nuclear y los hallazgos de Palomares descubrió por sí sólo el mecanismo de las bombas termonucleares –el método Ulam-Teller- lo que permitía a España convertirse en el quinto país del Mundo en poder fabricar bombas atómicas y termonucleares.
El profesor Velarde no fue enviado a Palomares por azares del destino; en 1963 le encargaron la dirección técnica del Proyecto Islero para la fabricación de bombas atómicas. En ese año ya era un reputado experto que trabajaba en la Junta de Energía Nuclear (JEN) si bien y por indicación de las propias Fuerzas Armadas, obviando su condición de militar. La calidad científica de quienes trabajaron en la JEN es difícil de exagerar aunque cualquier esfuerzo sería vano en un país donde impera un fuerte sentimiento antimilitar y antinuclear. Sin embargo es necesario recordar que los tres pilares científico-técnicos creados con posterioridad a la Guerra Civil fueron la propia JEN, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto de Técnica Aeroespacial (INTA). Los dos últimos superviven en la actualidad con una reputación internacional incuestionables. Sin embargo, la Junta de Energía Nuclear desapareció transformándose en el actual Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT). No por ello el general Velarde dejó de trabajar en el Proyecto Islero que llegó a contar con el apoyo del presidente Adolfo Suárez y el Teniente General Gutiérrez Mellado. No fueron los únicos apoyos que sus trabajos científicos recibieron, también contó con el respaldo del que fuese General de la División Azul, Agustín Muñoz Grandes.
Velarde siguió trabajando en el Instituto de Fusión Nuclear (IFN) adscrito a la Universidad Politécnica de Madrid. Desde 1981 hay 3 grupos de investigación en el IFN; uno dedicado a los reactores de fisión nuclear, otro a la fusión nuclear por confinamiento inercial –la gran apuesta de este científico español- y otro dedicado al estudio de la proliferación, terrorismo nuclear y tráfico ilícito de materiales radioactivos donde destaca la profesora Natividad Carpintero. Precisamente sin la perseverancia de esta extraordinaria profesora probablemente no hubiese visto la luz este libro que es tan necesario desde varias perspectivas.
Pero “Proyecto Islero” cuenta una historia de sacrificio y superación personal en aras de la Ciencia y del servicio a la Nación española. Al leerlo no he podido evitar que vengan a mi mente otro libro y otro Velarde. El libro que he recordado es el de “Los tónicos de la voluntad” del Premio Nobel español Santiago Ramón y Cajal. Aunque realmente ese es el subtítulo de “Reglas y Consejos sobre investigación científica”. Es una obra escrita para brindar a los jóvenes investigadores recomendaciones y consejos en su orientación profesional hacia su trabajo. Recuerdo que nos recomendaba esta obra el profesor José María O’Kean a los alumnos del seminario de Economía Política que él dirigía. Años después me lo regaló el hoy también profesor de Economía, Francisco Gómez.
Tampoco he podido evitar recordar a otro Velarde, en este caso, el catedrático de Economía Juan Velarde Fuertes con quien tuve la oportunidad de trabajar estrechamente en alguna ocasión. Por cierto que es muy recomendable leer el “Liber amicorum” que publicó la Editorial Actas en 2007 a partir de la iniciativa del editor Luis Valiente y el profesor Emilio de Diego.
La posibilidad que España tuvo de convertirse en potencia nuclear con fines disuasorios finalizó cuando el 1 de abril de 1981 nuestra Nación firmó las Salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica por las que renunciaba oficialmente a la fabricación de armas nucleares. Pero el libro del General Velarde arroja fundadas dudas de que otros países, firmantes de acuerdos similares, cumplan en la práctica con sus obligaciones. Dos cuestiones resultan especialmente inquietantes. La primera es la sospecha de que Irán dispone de plantas ultracentrifugadoras para enriquecer uranio con fines militares y que está vulnerando el acuerdo ´Joint Comprehensive Plan of Action’ con el grupo P5 +1 (EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) y la Unión Europea. La segunda son las actividades de la denominada Red Jan para el suministro de ultracentrifugadoras que permiten el enriquecimiento del uranio de una central nuclear convencional para su uso en la fabricación de bombas nucleares. La red toma el nombre del ingeniero pakistaní Abd al Qadir Jan que fue quien desarrolló el armamento nuclear en ese país asiático.

Para saber más les invito a comprar el libro. Leerán también sobre la duda razonable de la autoría de ETA  en el atentado del Presidente del Gobierno, Almirante Carrero Blanco.

martes, 15 de noviembre de 2016

¿Y AQUÍ CUÁNTO SE GANA? (José Manuel Cansino en La Razón el 14/11/2016)

En Andalucía el salario mensual es unos 200 euros inferior a la media nacional a pesar de que las horas mensuales efectivamente trabajadas sean prácticamente las mismas. No es fácil encontrar una única causa explicativa de esta diferencia aunque un dato importante es que el PIB andaluz per capita es el 74 % del PIB per capita nacional.



Para dar robustez a este comentario es necesario aclarar que todos los datos proceden del Instituto Nacional de Estadística (INE). Para los salarios hemos tomado el dato del coste salarial total de la Encuesta del segundo trimestre de 2016. Este dato no incluye, por ejemplo, las contribuciones a la Seguridad Social y nos dice que el salario promedio en Andalucía está cerca de los 1.750 euros al mes aunque, por sectores, es más alto en el sector industrial (unos 2.100 euros). Por simplificación hemos tomado como referencia el salario que aparece atribuido en la estadística a las secciones B a la S.
La misma encuesta del INE nos da el número efectivas de horas trabajadas al mes. Este dato desmiente que los andaluces estemos más tiempo en el trabajo que el resto de los españoles con independencia de cuanto de eficaz es nuestra jornada laboral. El número de horas al mes en Andalucía fue en el segundo trimestre de 2016 de 154.6, esto es, sólo 40 minutos más que la media nacional. No obstante, el sector en el que más horas “se echan” es en el de la construcción con un promedio de 160 horas que es, más o menos, el mismo número de horas en este sector para el conjunto de la Nación española.
Por último, el dato del PIB regional per capita está tomado de la Contabilidad Regional de España que elabora el mismo INE. Un análisis estilizado de este dato debería complementarse con algún índice de concentración de riqueza, por ejemplo, el conocido Índice de Gini, pero excede del objetivo de este artículo. La Contabilidad Regional española sigue ofreciendo una fotografía que muy poco favorece a la economía andaluza. Si damos el valor 100 al PIB per capita de España, todas las regiones con valores superiores mostrarían un mayor “nivel de riqueza” y “menor” en caso de estar por debajo de 100. Andalucía arroja el valor de 74, por tanto, muy lejos de valores como el 136 de Madrid, el 130 de Vascongadas o el 123 de Navarra. Únicamente Extremadura (69,4) y Melilla (73,7) muestran peores resultados.
Una lectura reposada de estos datos recomendaría orientar los esfuerzos de la Administración Pública al sector industrial tanto en términos de incentivos como formativos (en el nivel de los ciclos de formación profesional y en el de las carreras de ingeniería industrial y asimiladas). En el plano de los incentivos hay que destacar como acertada la Estrategia Industrial de Andalucía 2020 que es una continuación al Plan Andaluz de Desarrollo Industrial ejecutado entre 2008 y 2013. Pero esto no debe hacernos caer en el error de pensar que el nonato despegue industrial de Andalucía vendrá de la mano del sector público; corresponde al sector privado. Por cierto que no deja de llamar la atención que nadie invoque la Ley de Memoria Histórica para desmotar los dos grandes polos industriales andaluces, el químico en Huelva y el energético en el Campo de Gibraltar. Ambos fueron ejemplos claros del desarrollismo planificado de los gobiernos denominados ‘tecnócratas’ que predominaron desde los años 60 del siglo XX.

Por supuesto es mucho más fácil retirar del callejero nombres ahora proscritos (véanse los casos de Eduardo Rivas y Jerónimo Pérez de la Rosa en Sevilla, ambos asesinados en 1935 –sic-) que despedir a miles de trabajadores en los pocos núcleos o ‘clusters’ industriales de Andalucía donde, recordemos las cifras del inicio de este artículo, mayores salarios de pagan. 

martes, 8 de noviembre de 2016

LA GEÓGRAFA DUBLINESA (José Manuel Cansino en La Razón el 7/11/2016)

Al bajarse del tren en la estación de ferrocarril del “Gran Canal” en Dublín, se da uno de bruces con las oficinas de Google en Irlanda, lo que los anglosajones llaman el “Headquarter” de la compañía en Europa. No es la única oficina que la multinacional californiana tiene en Europa (en Madrid están en la Torre Picasso y en el denominado Campus Google) pero sí una de las más importantes y de mayor notoriedad mediática a propósito del pago de sus impuestos. Las grandes empresas que operan en Europa utilizan como sede Irlanda donde el impuesto de sociedades es del 12,5% en lugar del 25% que tenemos en España, además de ofrecer otras ventajas fiscales que acaban consiguiendo que toda empresa que persiga los máximos beneficios acabe operando en Irlanda.



Paseando por la capital irlandesa durante el reciente puente de Todos los Santos, no se exagera si se estima que el 10 % de los que allí estábamos éramos españoles, bien de visita, bien trabajando. El ambiente que se respira y la notable actividad comercial evidencian que este país no sólo salió del rescate que pidió a la “troika” sino que ha recuperado un buen pulso económico.
Al regresar de Dublín me topé con los datos de empleo o desempleo (son las dos caras de las misma realidad) correspondientes al mes de Octubre. El dato de paro es de casi un 10 % menor que el de octubre del año pasado aunque un 1,2 % mayor que el registrado en Septiembre de este año. Para Andalucía, los casi 920.000 desempleados inscritos en el sistema público de empleo se reparten muy desigualmente entre sectores económicos, 585.522 en el sector servicios (un sector tan grande y heterogéneo como para incluir a un asesor financiero y a un peluquero), 111.229 son jóvenes que aún no han encontrado un primer empleo y, por tanto, su perfil laboral no está registrado, 97.670 en la construcción (que sigue creciendo pero no lo hará al ritmo del boom inmobiliario), 66.165 en la agricultura y 57.961 en la industria. Por supuesto, que el menor número de parados se registre en el sector industrial andaluz no significa que sea el que más empleo genere sino, precisamente, que su peso en nuestra economía sigue siendo tan pequeño que no atrae a trabajadores.
El ritmo de creación de empleo en España sigue siendo débil aunque el dato de afiliación a la Seguridad Social de Octubre haya sido bueno, pero sobre todo, los salarios de los nuevos contratos son muy bajos. Esto explica por qué había tanto español en Irlanda en el Puente de Todos los Santos. Permítanme abundar en un ejemplo.
En la Calle Richmond de la capital dublinesa están dos de los más reputados restaurantes de cocina española en Irlanda. Uno de ellos regentado por dos empresarias catalanas que, por supuesto, ambientan el local con referencias fotográficas y decorativas netamente españolas. En uno de ellos atiende una joven y simpática irlandesa licenciada en geografía por una universidad andaluza que tiene dos cosas muy claras. La primera es que desea regresar al sur de España en cuanto junte el dinero suficiente para pagarse el máster y financiar su nueva estancia. La segunda es que, en sus futuros planes profesionales no está trabajar en España. Lo que aquí gano trabajando de camarera en una semana, lo gano allí en un mes nos dice.
En plan –bien trabado- de la geógrafa dublinesa es hacer una apuesta contra la tendencia general del mercado. Al contarlo me recordó a la película “La gran apuesta” (The big short) de Adam McKay basada en el libro del mismo nombre de Michael Lewis, sobre la crisis financiera del 2007 al 2010 por la acumulación de viviendas y la burbuja económica. Acostumbro a recomendar esta película a mis alumnos tanto en Chile como en España. Es una historia basada en una apuesta a corto plazo (short) contra la tendencia alcista del mercado inmobiliario por parte de unos jóvenes avispados que vieron que la burbuja inmobiliaria sólo podía explotar.
“La gran apuesta” de la geógrafa dublinesa era aprender muy bien español (ya lo hablaba casi a la perfección) porque los angloparlantes acostumbran a despreciar las demás lenguas incluyendo las autóctonas (apenas un 2 % de los irlandeses hablan gaélico). Así las cosas nos decía, muchas multinacionales vinieron a Irlanda buscando las ventajas fiscales como Google. Estas empresas necesitan personal cualificado que hable no sólo inglés sino particularmente español. Ya el 7,9 % de los usuarios de Internet se comunica en español y es la segunda lengua más utilizada en las dos principales redes sociales, Facebook y Twitter, algo que conoce muy bien Google. Particularmente el español es la segunda lengua más utilizada en Twitter en ciudades mayoritariamente anglófonas como Londres o Nueva York. El uso del español en la Red creció más de un 1.100 % entre los años 2000 y 2013.
Si Dios –que aún tiene una presencia muy mayoritaria en Irlanda- así lo dispone, “la gran apuesta” de la geógrafa dublinesa le saldrá muy bien mientras que otros seguirán contemplando mes a mes, los datos de paro registrado y los bajos sueldos que la crisis nos dejó en herencia.



viernes, 4 de noviembre de 2016

EL GRAN EXPERIMENTO DE LUCHA POR EL CLIMA (José Manuel Cansino en La Razón el 31/10/2016)


Apenas ocho o diez países del Planeta son responsables de las dos terceras partes de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI). Son los gases causantes del calentamiento global y del consecuente cambio climático.



Técnicamente hablando, en Economía, el cambio climático es una externalidad negativa perfecta (es decir, de manual) y, además, de carácter global. Ya de por sí esto lo convierte en un problema difícil de gestionar pero más aún si se tiene en cuenta que afecta de forma desigual a los diferentes países y que tiene un carácter dinámico. Esto último nos obliga a tener en cuenta a las generaciones futuras que serán quienes principalmente sufrirán sus efectos.
Todo lo anterior es lo que subraya Javier Labandeira, unos de los principales expertos españoles en políticas fiscales de lucha contra el cambio climático. Acaba de visitar la Universidad de Sevilla para impartir una sesión magistral en el Máster de Economía y Desarrollo en colaboración con la Cátedra de Economía de la Energía y del Medio Ambiente.
Su apuesta decidida sigue siendo el Mercado Europeo de Derechos de Emisión (EU-ETS en su acrónimo en inglés). Un sistema que se encuentra en su cuarta fase y cuya magnitud hay quien la subraya definiéndolo como el 'gran nuevo experimento de política económica'. En persuadir a los técnicos de la Comisión Europea y a los parlamentarios de Estrasburgo dedica el profesor Labandeira buena parte de su trabajo en el Instituto Universitario Europeo con sede en Florencia. Técnicamente este mercado es un sofisticado instrumento económico para poner precio a la contaminación, más exactamente, a cada tonelada de dióxido de carbono que las empresas contaminantes emiten a la atmósfera. De esta forma, si una empresa supera la cantidad de emisiones de GEI que su país de residencia la ha concedido, debe acudir a este mercado a comprar derechos a emitir más gases contaminantes a las empresas que no agotaron toda su capacidad contaminante. La oferta y la demanda harían el resto.
Las estimaciones esperaban que la tonelada de GEI alcanzase un precio de 20€ pero la realidad es que actualmente está entorno a 5€. No hay una explicación clara de este resultado. No obstante, parte de esa explicación puede estar en la presión ejercida por las empresas más contaminantes para modificar el reparto de derechos de contaminación en cada país y parte también en la crisis primero y la lenta recuperación actual.
Con todo, la Unión Europea está cumpliendo con sus compromisos en materia de cambio climático y que, más allá del superado Protocolo de Kioto, quedaron plasmados en el denominado Horizonte 2020. Este compromiso, exigible legalmente, comprometía a la Unión a reducir para ese año un 20 % las emisiones de GEI, otro 20 % el consumo de energía primaria al tiempo que aumentar la producción de energía de origen renovables en un 20 %.
Prácticamente se da por hecho que se alcanzarán los objetivos del Horizonte 2020. Ahora Europa está trabajando en su hoja de ruta a La Luz de los Acuerdos de París ratificados este mismo año en Nueva York. EUROPA espera alcanzar la descarbonización de su economía para el año 2050 lo que es tanto como conseguir desacoplar nuestro crecimiento económico de mayores niveles de emisiones contaminantes. En mitad de ese plazo, para 2030, ya se manejan algunas cifras aunque aún no se han plasmado en ninguna normativa de obligado cumplimiento. En la exposición del profesor Labeaga, las cifras que van tomando cuerpo son las siguientes: una reducción del 40% en las emisiones de GEI, lograr que el 27% de la energía consumida tenga un origen renovable, reducir el consumo de energía también en un 27 % suponiendo constante el nivel tecnológico ahora disponible y, finalmente, aumentar en un 15% la interconexión de las redes eléctricas nacionales, algo que es muy necesario para el desarrollo de las energías renovables.

En este marco hay tareas para todos; empresas, ciudadanos y administraciones públicas. Pero, fundamentalmente, lo que hay es la oportunidad de frenar el cambio climático.

EN ESTA CASA SÓLO VIVO YO (José Manuel Cansino en La Razón el 24/10/2016)


Una información imprecisa sobre el agotamiento del Fondo de Reserva de la Seguridad Social casi ha coincidido en el tiempo con la publicación de las proyecciones demográficas para España por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Ambas noticias sumadas han provocado cierta preocupación que en ningún caso ha superado la inquietud por saber si Bob Dylan aceptaba o no el Nobel de Literatura.



El INE nos dibuja el perfil demográfico de nuestra Nación en el horizonte de 2066. Dentro de 50 años, las españolas vivirán hasta superar –en promedio- los 91 años, tendrán un hijo en torno a los 33 años y poco más, esto es, el INE señala que la tasa de fecundidad (número medio de hijos por mujer) será de 1.38 años, una de las más bajas del mundo. Los varones viviremos hasta los superar los 88 años y compartiremos un sentimiento con las españolas; la soledad. Ya en 2031 el INE estima que más de 11.5 millones de hogares españoles (el 60 %) acogerán a una o dos personas, no más. Serán mayoritariamente viviendas urbanas ya que se prevé un muy intenso abandono de las zonas rurales que golpeará, principalmente, a Castilla-León, Galicia y Asturias.
Entre 2046 y 2066 morirán muchas personas en España, la mayoría nacidas al albur del ‘baby boom’ registrado entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el despegue económico español en la mitad de los años 60 del siglo pasado. Al mismo tiempo el número de partos se reducirá en un 22 % con respecto a los registrados al inicio del siglo XXI.
Con todo lo anterior, el INE ofrece dos valores extremos en su proyección demográfica para 2066. La proyección optimista alcanzaría los 43.96 millones de españoles frente a los actuales 46.43. La previsión pesimista reduce la cifra hasta los 38.46 millones cuando se asume la hipótesis de una restricción a los flujos migratorios. Sin duda, la apuesta europea de suplir su decrepitud demográfica por una fuerte inmigración (unos 10 millones de personas en total se necesitarían para compensar) está recibiendo un fuerte rechazo social. Pensar que las personas se pueden sustituir como si fuesen piezas sin tener en cuenta las diferencias culturales y religiosas, ha demostrado ser tan erróneo como esperar que los terribles conflictos bélicos y las hambrunas desapareciesen de la faz de la Tierra.
Lo que algunos han llamado el ‘suicidio demográfico’ de España y, por extensión, de Europa tiene su impacto indudable en la sostenibilidad financiera de un sistema de pensiones inspirado en el criterio del reparto, es decir, un sistema que financia las pensiones actuales con las cotizaciones de los trabajadores empleados. Sistema que se ve amenazado por la evidente tendencia a invertir la pirámide demográfica, haber bajado los salarios (y por ende, las cotizaciones) tras la crisis de 2008 y mantener una tasa de desempleo de casi el 20 % de la población activa.
Es aquí donde se encendió la alarma de un hipotético agotamiento del Fondo de Reserva de las Pensiones. En realidad no es exactamente así.
El Fondo comenzó a nutrirse de ingresos procedentes de los Presupuestos Generales del Estado en el año 2000 a pesar de haberse creado en 1997. Su finalidad era la de ser un mecanismo de financiación (vale decir hucha) en etapas de fuerte desempleo como la que se inició en 2008. A la gestión del Fondo se le pusieron algunas limitaciones. Una muy importante iba dirigida a impedir que algún gobierno agotase fulminantemente sus reservas.
Para ello se estableció un límite anual equivalente al 3 % del valor que sumaban las pensiones contributivas y la gestión de las mismas. Cuando en 2012 el daño de la crisis era ya muy grave, el Parlamento respaldó que la aplicación del citado límite quedase suspendida provisionalmente. La provisionalidad de la suspensión expira a finales de este año 2016. Por tanto, aunque el Fondo sigue achicándose, lo que ahora urge parece que es conseguir un acuerdo parlamentario y mayoritario (ahí es nada) para una nueva prórroga. Los expertos estiman que esta necesidad no remitirá hasta que en España vuelvan a estar empleados unos 20 millones de trabajadores.
Pero, en un sistema de pensiones inspirado en el criterio del reparto, si no hay jóvenes trabajando, no hay posibilidad de financiación si esta se basa en las cotizaciones a la Seguridad Social. El problema es que apenas hay voluntad política por incluir la cuestión demográfica en la agenda política.
La defensa de la natalidad parece tener un efecto absurdamente estigmatizante y que provoca la paradoja por la que se preguntaba en estos días el profesor Rafael Sánchez Saus “¿por qué hay causas cuya defensa sólo puede hacerse desde la alegría, aunque los tiempos sean pésimos, y otras que hacen aflorar la rabia aunque todo reme a su favor?”
La reflexión de este pensador –mente especialmente preclara en la Universidad española- la hacía refiriéndose al nuevo éxito en Francia de la convocatoria de Le Manif pour Tous, un movimiento ciudadano cuyo fin primordial es la defensa de la familia sin adjetivos. Una familia que –según el INE- no existirá en la mayoría de los hogares españoles dentro de 50 años, salvo que decidamos otra cosa.


DÍGAME LO QUE SE DEBE (José Manuel Cansino en La Razón el 17/10/2016)


Los españoles debemos más de tres veces lo que producimos anualmente. Para ser exactos, sumadas las deudas de las Administraciones Públicas, las empresas no financieras (todas las que no se dedican al sector bancario o a los seguros, principalmente), las familias y las ONG, debemos casi 3.3 billones de euros. Entre el debut de la crisis en 2008 y el año 2015, nuestro endeudamiento ha aumentado en casi 420.000 millones de euros, una cifra que puede alarmar pero que exige un análisis estilizado.



Para empezar los comportamientos de las instituciones españolas han sido muy dispares; mientras que las deudas de las familias españolas se han reducido drásticamente (ahora debemos casi 185.000 millones menos que al inicio de la crisis) y también las deudas de las empresas (se han reducido en casi 290.000 millones de euros), el endeudamiento del sector público ha pasado de los 513.522 millones a 1.4 billones de euros en los últimos seis años. Esto último sitúa a la deuda pública española por encima del 100 % del valor de nuestro PIB. Administración General del Estado y Comunidades Autónomas han sido quienes más han contribuido a este rápido endeudamiento.
¿Y a quien le debemos el dinero? Pues, principalmente, a nosotros mismos. De los 3.3 billones de euros que debemos, 2.4 se deben a los propios residentes en España, esto es, la parte ahorradora del país le presta a la otra parte que necesita financiarse. Sin embargo, hay un dato que ha cambiado. Me refiero a nuestras deudas con el resto del Mundo. Si en 2008 debíamos 493.283 millones de euros, ahora debemos casi 354.000 millones de euros más.
Bien, ahora reflexionemos cuánto de grave es esto. Cualquiera de nosotros con un préstamo hipotecario a la espalda, debemos al banco una cantidad superior a lo que ingresamos en un año. Lo mismo le ocurre al conjunto de España; debemos tres veces más del valor de lo que producimos en un año (el PIB). Pero si los hipotecados vivimos mayoritariamente ocupados en devolver nuestro préstamo pero no necesariamente angustiados, tampoco España debería vivir angustiada por deber más de tres veces lo que genera en un año. En Economía decimos que la deuda se parece más a un variable ‘stock’; es relativamente estable y poco a poco desciende conforme se amortiza o aumenta moderadamente. Los ingresos (vale decir el PIB) son una variable flujo, cada año se generan salvo situaciones de crisis. La clave está en el ritmo al que crece la deuda y al que lo hacen los ingresos. La situación española no es de las peores.
Sí es mucho más preocupante la situación global de las economías desarrolladas. El endeudamiento sigue creciendo pero el crecimiento sigue siendo imperceptible. El Fondo Monetario Internacional acaba de dar el dato del endeudamiento conjunto de las economías del Mundo; asciende al 225 % del PIB mundial.

Lo cierto es que en España se están saldando las deudas privadas mejor que en países bastante más ricos.

miércoles, 12 de octubre de 2016

LA LENGUA QUE CRECE (José Manuel Cansino en La Razón el 11/10/2016)

En 2030, el 7,5 % de la población mundial será hispanohablante. Hoy día, el 6,7% ya lo es, porcentaje muy superior al ruso (2,2%), al francés (1,1%) y al alemán (1,1%). Dentro de tres o cuatro generaciones, el 10% de la población mundial se entenderá en español. No parece descabellado, por tanto, que el Senado de Puerto Rico aprobase en septiembre del año pasado un proyecto de ley que declara el español como primera lengua oficial en la isla y relega el inglés a segundo idioma.



Después del chino mandarín, actualmente el español es la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes sumando a casi 470 millones de personas. Esta cifra sube hasta los 559 si se consideran a todos los usuarios potenciales de español, una cifra que aglutina al grupo de dominio nativo, el grupo de competencia limitada y el grupo de aprendices de lengua extranjera.
Mientras en España, el nacionalismo excluyente dificulta la enseñanza en español reservando el trilingüismo a la élite política y económica, más de 21 millones de alumnos estudian español como lengua extranjera en diversas regiones del planeta incluidas las que más difícilmente podríamos imaginar. Por ejemplo, más de 1,2 millones de personas estudian español en el África subsahariana.
Si nos centramos en la presencia del español en internet, nuestro idioma es la tercera lengua más utilizada en la Red, por detrás del inglés y el chino. Ya el 7,9 % de los usuarios de Internet se comunica en español y es la segunda lengua más utilizada en las dos principales redes sociales, Facebook y Twitter, ambas con un enorme potencial de crecimiento de uso en lengua española. Particularmente es la segunda lengua más utilizada en Twitter en ciudades mayoritariamente anglófonas como Londres o Nueva York. Tanto es su potencial que el uso del español en la Red ha crecido más de un 1.100 % entre los años 2000 y 2013.
Añadamos sólo un dato más; por razones demográficas, el porcentaje de población mundial que habla español como lengua nativa sigue aumentando mientras que la proporción de hablantes de chino e inglés desciende. Esta conclusión y los datos anteriores pueden consultarse en el último anuario del español publicado por el Instituto Cervantes.
Sin duda, manejarse en español es determinante. Sin ir más lejos, la semana pasada The New York Times publicaba su primer editorial en español y lo hacía para apoyar a la candidata demócrata Hillary Clinton. El voto hispano ya no sólo es determinante en algunos estados del sur, lo es en el conjunto de los Estados Unidos.
Alguna apreciación de matiz debe ser, no obstante, hecha. Por ejemplo, ¿cuál es el nivel de influencia de los hispanoparlantes en las decisiones ‘sofisticadas’? A mi me llama la atención al trabajar con la página web de la Agencia Internacional de la Energía –cosa que hago frecuentemente- que las dos únicas opciones alternativas al inglés (opción que usa la web por defecto) sean el ruso y el chino. Es posible que, en los niveles técnicos, los españoles estemos siempre dispuestos a asumir que somos nosotros los que hemos de esforzarnos en hablar en inglés con nuestros colegas de trabajo. Esta reflexión quizá no sólo alcance a los hispanoparlantes sino también a otras lenguas como el portugués habida cuenta de la influencia que tiene Brasil en toda Hispanoamérica.
Lo cierto es que seguimos empeñándonos en minusvalorar un patrimonio que, además de tener un valor cultural difícil de exagerar, es una fortaleza con la que cuentan todos los españoles en el desarrollo de su actividad profesional y empresarial. Basta ver cómo los mismos que imponen con casi exclusividad la enseñanza en otros lenguas, son también los primeros en garantizar una educación exclusiva a sus hijos que, naturalmente, incluye el aprendizaje del español. Para mayor abundamiento, mientras millones de personas buscan como pagar sus clases de español, aquí se siguen multiplicando los desplantes institucionales a la celebración del día 12 de Octubre. Sin duda es un rasgo más de una sociedad a la que se le ha enseñado a vivir acomplejada y al margen de nuestra contribución a la Historia de la Humanidad. Buena parte de España vive bajo una losa de complejos de la que hay que desprenderse cuanto antes sin que eso signifique perder la visión crítica de nosotros mismos.
El próximo día 12 muchos celebraremos el Día de la Hispanidad. Yo mismo lo haré en la sevillana Plaza del Pan.


lunes, 3 de octubre de 2016

LA LENTITUD DEL CRECIMIENTO ANDALUZ (José Manuel Cansino en La Razón el 3/10/2016)

Creceremos un poco menos que el resto de España y un poco más que el conjunto de Europa. Este es el núcleo de la previsión económica para Andalucía que acaba de publicar la Universidad Loyola. El resultado no puede ser otro que mantener la tasa de desempleo andaluz en la pertinaz diferencia de entorno a diez puntos por encima de la española (28.5 frente a la tasa de desempleo nacional de 18.5) y de veinte puntos por encima de la media de la Unión Europea (8.9 es la tasa de desempleo estimada para 2017).



Poco nuevo hay bajo el sol y, naturalmente, es razonable esperar que así sea pues los cambios en la situación económica no suelen ser abruptos entre trimestres. La salvedad son las grandes crisis que debutan en forma de burbujas que explotan como ocurrió en 2008. Sobre esto último sigue sin haber consenso entre los analistas económicos. Me refiero a que no acaba de haber una lectura claramente dominante sobre si la crisis ha sido superada o no. A modo de ejemplo, hace sólo unos días el Observatorio Económico de Andalucía reunía a destacados economistas buenos conocedores de la realidad andaluza. Mientras que el profesor Fernando Faces del Instituto San Telmo opinaba que la crisis aún no ha sido superada, el profesor José María O’Kean, de la Universidad Pablo de Olavide, estaba convencido de lo contrario.
 Sí es cierto –y así lo señala el informe de la Universidad Loyola- que la economía internacional despeja algunas dudas que se cernían sobre ella. Particularmente importante ha sido el reciente dato de crecimiento de la economía china (6.7 % en el segundo trimestre de 2016) y de otros dos importantes motores asiáticos; India (7 %) e Indonesia (5.2 %). La mala noticia la presenta la contracción de la economía rusa y, para Hispanoamérica, la economía brasileña. Pero la clave es que la economía mundial sigue sin alcanzar un ritmo de crecimiento más vigoroso y homogéneo. Uno de los datos más ilustrativos es que el ritmo de crecimiento del comercio mundial se sitúa en torno al 3 %, menos de la mitad de lo que crecía antes de la crisis de 2008. El resultado son proyecciones de crecimiento económico muy tibias de sólo el 1.63 % para el conjunto de la zona euro y del 2.4 para España y para 2017.
El Informe de la Universidad Loyola bajo la coordinación del profesor Manuel A. Cardenete, aporta un análisis sumario pero muy fibroso sobre el papel de la innovación como motor de desarrollo. Su inclusión en este informe de coyuntura responde a lo acordado en la reciente cumbre de G20 en la ciudad china de Hangzhou. En esta ciudad y en el mes de septiembre que acabamos de doblar, los mandatarios de las principales potencias económicas mundiales llegaron a un acuerdo (pomposamente denominado Consenso de Hangzhou) en dos cuestiones. Una de ellas fue poner el foco en la innovación como motor capaz de empujar a las tibias cifras de crecimiento económico. Sobre esta idea, el Informe de la Universidad Loyola aporta el dato de que por vez primera desde que se dispone de serie estadística, la solicitud de patentes realizada en Andalucía (241 en el primer semestre de 2016) superó al resto de regiones españolas.
Aunque el dato es llamativo más importante es la advertencia que se hace en el informe. Esta advertencia señala la importancia de conocer la parte de la investigación (léase patentes) que se traduce en un aumento de la facturación empresarial (léase innovación). Con este matiz, los datos siguen arrojando cifras no muy buenas para Andalucía lo que no impide reconocer los esfuerzos que se llevan haciendo desde hace años en la transferencia del conocimiento desde los centros de investigación al sector empresarial.

El otro acuerdo del G20 es difuso y ya veremos si también efímero, pero no deja de llamar la atención. Los mandatarios de las grandes economías mundiales reconocen que la política monetaria expansiva no da más de sí para reactivar el pulso de la economía. Sin duda las medidas de compra masiva de activos financieros tóxicos (las ‘Quantitative easing’) han servido para evitar el colapso de unas economías extraordinariamente financierizadas, pero unos tipos de interés del 0 % no han conseguido tasas de crecimiento económico significativas. Parece que se va dejando atrás la política de austeridad fiscal. Ya veremos hasta donde llega esa recomendación que de momento es vaporosa.

martes, 27 de septiembre de 2016

LA REDISTRIBUCIÓN EN CIFRAS (José Manuel Cansino en La Razón el 26/9/2016)

La desaprobación social de la desigual distribución de la renta está bien extendida en España. Esto explica el fuerte respaldo electoral de los partidos instalados en el denominado "consenso social demócrata" y que, en la práctica y bajo siglas muy dispares, son todos. Esto es, todos son partidarios de un sistema redistributivo basado en impuestos progresivos y programas de transferencia de renta.

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Sobre este lugar común en el que se encuentran todos los partidos con apenas diferencias de unos pocos puntos de alza o rebaja en los tipos impositivos, suelen faltar los datos que nos digan cuánto de redistributivo es el sistema público español en comparación con el contexto internacional.
Estos datos los ponen Janet Gornick y Branco Milanovic, ambos profesores de la Universidad de Nueva York
Aunque su análisis se centra en el caso de EEUU, nos aporta los datos que permiten replicarlo para España. Para entenderlo sólo necesitamos manejar un concepto estadístico elemental; el Índice de Gini. También aquí viene la Wikipedia en nuestro auxilio para decirnos que el Índice de Gini es un número que toma valores entre 0 y 1, el valor 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).
Con esto en la mano, los profesores citados han calculado el Índice para 19 países -entre ellos España-. Lo calculan para el conjunto de los hogares y diferencian entre el valor que toma cuando se consideran directamente los ingresos procedentes del mercado (principalmente salarios y rendimientos del ahorro) y el que toma una vez que se expone a los hogares al pago de impuestos y a la posible recepción de transferencias del Estado.
La diferencia entre el valor que toma el Índice de Gini con los ingresos del mercado y el valor que toma después de "pasar" a los hogares por los impuestos y los subsidios, da una imagen cercana de la magnitud de la redistribución de la renta en cada país. Así, una fuerte reducción desde el valor de mercado al valor del Índice después de impuestos y transferencias nos dirá que en el país en cuestión el sector público es fuertemente redistributivo y, por tanto, reduce considerablemente la desigualdad entre los hogares más ricos y los más pobres.
Vista en términos absolutos, la desigualdad de los ingresos del mercado es alta en España (su valor es de 0,51 siendo 0 el valor de la equidistribución). Sin embargo, en términos comparados con el resto de países, el nivel de desigualdad en España no se distancia mucho de los demás. Varios países tienen niveles similares o superiores de la desigualdad en los ingresos directos de mercado. En términos de esta desigualdad, España se sitúa en el quinto lugar junto a Francia y a no mucha distancia del resto de países ricos del mundo.No obstante, cuando se considera la desigualdad de la renta disponible (una vez pagados los impuestos y recibidos los subsidios por aquellos hogares que tienen derecho legal), España sube a la tercera posición (0.33) ex equo con Australia, Italia y Grecia, pero casi al mismo nivel que Estonia, Canadá y Polonia. El menor nivel de desigualdad lo exhibe Dinamarca (0.25) y Noruega (0.24). En definitiva, la intensidad redistributiva del sistema español está muy homologada internacionalmente pero a una distancia notable de dos claros ejemplos de países con un fuerte Estado del Bienestar.
Es posible ser aún más preciso en esta cuestión sobre la que se suele pasar argumentando muchos lugares comunes y pocas cifras. Por ejemplo, repárese en que el grado de redistribución se puede calcular por la diferencia entre los dos valores del índice de Gini. Así las cosas, España y Francia tienen el mismo grado de desigualdad en la renta de mercado pero la redistribución en Francia es de 22 puntos y en España de 18. El país con mayor intensidad redistributiva es Irlanda 29.
Las posibilidades de mantener o modificar el sistema público de redistribución de la renta depende de varios factores, dos son especialmente determinantes; el demográfico y el funcionamiento del sistema impositivo. Sobre este último se cierne una amenaza que erosiona gravemente su capacidad recaudatoria y, por tanto, la posterior capacidad redistributiva del sistema.

La amenaza es el impacto de la percepción del nivel de corrupción en el fraude fiscal de un país. Es un resultado conocido que cuando la primera aumenta lo hace también el segundo. Este es un desafío no menor ante el que España se enfrenta.

domingo, 18 de septiembre de 2016

¿ESTO ERA LA GLOBALIZACIÓN? (José Manuel Cansino en La Razón el 19/9/2016)


Cuando se hablaba entusiasticamente de la globalización nadie dijo que para miles de españoles supondría hacer las maletas y cruzarse el Mundo sin saber si el billete de ida también lo era de vuelta. Así lo veo mientras tomo café a 14.000 de Sevilla con Juan y María, doctores en Biología molecular por la Universidad de Sevilla que trabajan al Sur de Chile.
Para ellos la globalización consistió en que una universidad emergente vino a España a cazar talentos y dio con dos jóvenes doctores a los que sus horas de contrato como becarios de investigación se les iban reduciendo agonicamente, año a año. Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria el último contrato de uno de ellos fue de cuatro horas a la semana.



La globalización no ha supuesto para cientos de miles de compatriotas vivir mejor.  Se pensaba que la Aldea Global a la que se refería el sociólogo canadiense Marshall McLuhan era la de un idílico pequeño Mundo. Entre 2008 y 2015, salieron de España 3.212.304 personas; de ellas 297.470 residentes en Andalucía. Son los datos que arroja la Estadística de Migraciones exteriores del Instituto Nacional de Estadística. Pero los datos hay que tomarlos con cautela. Basta tener en cuenta que aún la Encuesta de Población Activa registra casi 4.575.000 desempleados en España (1.161.000 en Andalucía). Por tanto, es imposible que hayan emigrado tantos residentes y el paro se mantenga en niveles tan elevados y poco diferentes a los de 2008. Naturalmente, parte de los que se fueron han regresado en poco tiempo. Probablemente sea que la morriña puede más que trabajar lejos. Los mensajes del pensamiento único globalizador no nos prepararon para cruzar el Atlántico. Sólo para comprar on line desde casa y a crédito.
Pero la lógica del mercado es aplastante. Contra esa lógica si alguien advierte que determinadas carreras universitarias tienen poca demanda profesional poco se tarda en anatemizar al que sugiera reducir el número de plazas. Poco importa que luego el licenciado acabe –como era previsible- trabajando en algo para lo que apenas requería el treinta por ciento de lo que aprendió. En una sociedad sin ambición, cientos de miles de personas están dispuestas a colgar el título de licenciado a las pocas semanas de obtenerlo en una universidad pública donde los contribuyentes han pagado la mayor parte de los estudios del niño o la niña.
A pocos parece importar la advertencia de la poca salida profesional de determinadas carreras. Con muchos o pocos alumnos, la Facultad de turno debe seguir abierta y si luego no hay empleo vendremos a decir que se debe a los recortes del gobierno que toque porque, en el fondo, se pide que el Estado financie la enseñanza y luego financie el empleo. Pocos son lo que advertimos a nuestros alumnos que la globalización no es sólo, ni principalmente, comprar on line en China para que te llegue a casa en una semana. La globalización es saber que vas a obtener un título muy similar al de millones de jóvenes con la diferencia de que ellos saben inglés y tú no, y ellos están dispuestos a cruzarse el mundo para trabajar en aquello que han estudiado y tú no quieres dejar el barrio ni con agua caliente.
La globalización es que venga a ponerte una oferta de trabajo una universidad hispanoamericana (permítanme que prefiera este término) porque valora la formación que los investigadores españoles tienen y porque sabe que aquí no hay empleo para tanto doctor. La cuestión es sencilla; aquí está el contrato, el dinero y el desarraigo. La alternativa es el barrio, la familia y el paro. Nadie te contó este reverso de la moneda de la globalización pero aquí está.
Naturalmente podría ser peor. Podría ocurrir que aquí no hubiese empleo y que nadie fuera valorase la calidad de la formación de la universidad española. Bueno, todo es cuestión de ponerse. Podemos engañarnos pensando que ser un país que hace de la incapacidad de formar gobierno algo festivo no supone un espectáculo para quien nos mira con interés desde fuera. Y bien que nos miran pese a todo y contempla el lamentable espectáculo de nuestra enfrentada clase política.
¿Cuál es la alternativa a la globalización? Para algunos movimientos políticos y sociales europeos, la alternativa es del derecho preferente de los residentes en el país (en rigor defienden el derecho de los residentes legales y no sólo de los nacionales). El pensamiento liberal que amparó el proceso globalizador (libertad de circulación de capitales, personas y mercancías) entiende que el derecho preferente a los residentes impide que el mercado alcance su máximo de eficiencia. En la aldea global la máxima eficiencia exige que si el mejor candidato para un empleo en Tailandia reside en España, no debe tener trabas que lo desincentive a tomar las maletas camino Asia. En sentido contrario, el derecho de trabajo preferente dificultaría este movimiento migratorio y, consecuentemente, el funcionamiento eficiente del mercado de trabajo. El problema está en que hay millones de personas que no han disfrutado de los pretendidos beneficios de la globalización porque valoran más su lugar de residencia que un salario mayor. Nadie puede olvidar que las motivaciones económicas no son las únicas que mueven a la Humanidad.
Con todo, la globalización de hoy es la emigración a Europa de los años cincuenta del siglo pasado. Es hacerse las Américas antes y ahora. Es irse a Gran Bretaña a poner copas y limpiar el mostrador con el título de licenciado.

Si alguien valora especialmente a su tierra, la alternativa es elegir bien aquello en lo que se va a formar. Pese a su encarecimiento tras las reformas últimas, la universidad española y los ciclos de formación profesional ofrecen una buena calidad si la comparamos con la de decenas de países. Falta avanzar en el manejo de idiomas extranjeros y, sobre todo, falta saber que puede llegar el momento en el que para trabajar en aquello que tenemos por vocación, haya que hacer las maletas y buscarse el pan lejos del barrio. Si lo hacemos bien y queremos, hay billete de retorno. Seguro.

jueves, 15 de septiembre de 2016

LA ECONOMÍA COLABORATIVA. VA EN SERIO (José Manuel Cansino en La Razón el 12/9/2016)

Hace poco más de una década la conciencia ecológica en Occidente imponía el papel reciclado. En el pie de firma de los correos electrónicos institucionales se nos rogaba pensar si era verdaderamente necesario imprimir el mensaje o podíamos evitarlo a fin de preservar los bosques. Las superficies forestales parecían ciertamente amenazadas por el uso masivo del papel. Los jóvenes de hoy probablemente no escriban una sola carta en su vida. Ahora leemos mensajes en pantallas, grandes o pequeñas, ya no usamos las cartas y cada vez menos imprimimos documentos. Los guardamos “en la nube”. Desapareció la angustia porque la necesidad de papel acabara talando masivamente los bosques con la misma rapidez que se ha reducido el poder de la industria papelera. Hoy, encontrar un folio de papel reciclado es una rareza.
Nos comunicamos por mensajes de texto o notas de voz enviados desde teléfonos móviles inteligentes fabricados en China por 25 dólares y que tienen una capacidad mucho mayor que la de los usados para enviar al hombre a la luna.
Las telecomunicaciones siguen provocando unos cambios tan vertiginosos que para algunos analistas están sentando las bases de unas relaciones económicas diferentes. En palabras del sociólogo y economista Jeremy Rifkin, se está originando una “economía colaborativa”. Una interesante interpretación expuesta por el autor en una reciente entrevista en El País y sobre cuya pista me puso Cisco Márquez, sin duda uno de los creativos gráficos más vanguardistas de Andalucía.
A diferencia de las profecías vaporosas habituales y abonadas a pronosticar el fin del sistema económico que impera en Occidente, Rifkin nos invita a mirar a nuestro alrededor para identificar cambios de calado en las relaciones económicas cotidianas.

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(Jeremy Rifkin)

Por ejemplo, a través de una aplicación informática intercambiamos nuestra casa con unos desconocidos o decidimos compartir coche con quienes hacen la misma ruta que nosotros. O localizamos a alguien que nos haga de taxista con su vehículo particular. Por cada vehículo que se comparte, Rifkin estima que se dejan de vender 25. No es sólo la industria papelera, también la poderosa industria del automóvil se verá amenazada por el uso de las telecomunicaciones si, finalmente, el patrón de consumo de millones de jóvenes cambia y la compra de un coche deja de estar en su agenda. Ahora sólo interesaría tener resueltas las necesidades de movilidad pero no la de comprar un coche propio. Bastaría compartir el de otros.
Probablemente en ese mismo coche que se comparte los usuarios van distrayéndose con vídeos que ellos mismos han producido con aplicaciones sencillas pero con la calidad de un estudio de sonido. La también poderosa industria de la música se ha visto vapuleada por las nuevas tecnologías. La economía colaborativa apunta a unas relaciones económicas en las que generaciones que vivirán con salarios inferiores a los de sus padres comparten casa, ropa, entretenimiento y comida a base de aplicaciones en el móvil. Dispositivos que te conectan con millones de personas con el mismo paupérrimo salario que tú.
Rifkin advierte que concurren en estos años tres cambios que han estado presentes en las dos (o las tres, según se mire) revoluciones industriales. Hay cambios enormes en las comunicaciones, la logística y la energía.
En esta última, además de sumarse a la apuesta por las energías renovables, augura un cambio central en el sistema de distribución de electricidad. En concreto, asume como cercana la distribución de energía eléctrica a través de redes inalámbricas. Sin necesidad de conexión por cable entre la fuente de alimentación y el dispositivo electrónico.
El invento no es nuevo y se debe a Nikola Tesla. La energía se transmite por un campo electromagnético a un dispositivo que la vuelve a convertir en energía eléctrica y la utiliza. En definitiva, Rifkin está dando por hecho que pronto habrá una tecnología madura a nivel de mercado que consista en un sistema inalámbrico para, por ejemplo, cargar dispositivos informáticos portátiles.
Así las cosas, imaginemos el siguiente ejemplo de economía colaborativa. Un grupo de amiguetes que mal viven con unos salarios pírricos montan un aerogenerador en el garaje donde hacen las botellonas. A continuación instalan el dispositivo inalámbrico para cargar sus móviles y ordenadores portátiles con la electricidad que genera el pequeño molino. Con esto demuestran que no necesitan una planta de generación eléctrica ni una empresa de distribución de electricidad. El ejemplo es mío pero Rifkin está convencido de que frente a esto, la industria eléctrica tiene el mismo poder que la industria papelera para obligarnos a escribir cartas. Fue Keynes quien dijo que tarde o temprano son las ideas y no los intereses creados los que determinan el futuro.
Indudablemente ejemplos de economía colaborativa han existido siempre (compartir coche, prestarse libros, heredar ropa, …) la diferencia es que las telecomunicaciones pueden hacer masivas estas prácticas al poner en contacto a millones de personas en tiempo real y con un sistema de transporte (logística) rápido y barato. Necesariamente barato porque sus usuarios forman parte de una generación que ya asume que sus salarios serán más bajos que los de sus padres.