miércoles, 6 de enero de 2021

ANDALUCÍA. EL APEGO A LA ESCASEZ (Publicado el 26/11/2018 en La Razón)

 

El Observatorio Económico de Andalucía (OEA) es una de las muy escasas entidades de la sociedad civil andaluza que no pertenece a las amplias categorías de las asociaciones religiosas, deportivas o culturales. Sus opiniones, en forma de documentos, le otorgan en el lenguaje anglosajón el papel de pequeño pero fibroso “think thank” o tanque de pensamiento en la forzada traducción al español. En un documento que acaba de hacer público poco antes del comienzo de la campaña al parlamento regional, el Observatorio pedía a los partidos políticos un esfuerzo para abandonar sus habituales pequeñas disputas, querellas y descalificaciones, de manera que pusieran el foco de la campaña en los problemas verdaderamente acuciantes. Unos problemas tan graves como que la economía andaluza ha pasado recientemente, sin apenas eco mediático, de región en transición a región menos desarrollada en la Unión Europea cuyo PIB por habitante apenas alcanza el 68% de la media europea. Además, y a diferencia de lo ocurrido en ciclos económicos anteriores, -continúa el documento del OEA-, la economía andaluza no solo se ha alejado de la española durante la fase de crisis, sino que también lo hace en la actual fase de recuperación iniciada en 2013. Desde el año 2005 (previo a la crisis iniciada en 2008) la economía andaluza ha aumentado su alejamiento de la media nacional en 4,8 puntos porcentuales del PIB por habitante. Hoy el PIB per capita andaluz es sólo el 73,9% del español. Andalucía es la comunidad autónoma con menor densidad empresarial de España (6,05 empresas por cada 100 habitantes, frente a 7,15 de España).

Pocos meses antes de hacerse público el documento del Observatorio, la Fundación Persán que preside Concepción Yoldi y cuenta con la eficaz gestión de Anselmo Presencio, patrocinó la divulgación del estudio “¿Cómo encajan las crisis las regiones españolas?” elaborado por los investigadores Begoña Cueto –a la que me honro en conocer-, Matías Mayor y Patricia Suárez. El estudio había sido publicado por el Consejo Económico y Social de Asturias. El documento analiza la “resilencia” de las regiones a las tres crisis recientes; 1976-1985, 1991-1994 y 2007-2013. La resilencia de una economía regional mide su resistencia a las crisis, su velocidad de recuperación, su capacidad de reorientarse a nuevos sectores emergentes y su respuesta en términos de renovación. Centrándonos en el último periodo de crisis que se conoce como la “gran recesión”, la economía andaluza muestra una gran volatilidad en el nivel de empleos, es decir, cuando se inicia una etapa de recuperación crece a mayor ritmo que la media, pero cuando se inicia una crisis, el empleo se destruye muy rápidamente.

Para el OEA, integrado principalmente por analistas económicos y empresarios,  y presidido por el catedrático de Economía Francisco Ferraro, existen problemas específicos sobre los que sí tiene una responsabilidad directa el gobierno regional. Por ejemplo, analizando el capital humano en Andalucía señalan que si bien ha aumentado el número de titulados en todos los niveles de formación, sin embargo, tanto los años promedio de formación por persona como los niveles formativos en Andalucía son de los más bajos de España, siendo la última Comunidad Autónoma en el informe PISA. Además, continúan, Andalucía destaca por la elevada tasa de abandono escolar y por la carencia de personas formadas en ciertas especialidades cualificadas. En este punto es donde debe ubicarse el desarrollo del nuevo campus polítécnico de la Universidad de Sevilla, tema que muy probablemente no absorba ningún segundo de los debates electorales tampoco ahora que cuentan con la novedad de la irrupción en el Parlamento de los diputados de VOX.

El documento del OEA señala con inequívoca claridad que el gobierno regional tiene amplísimas competencias en políticas de oferta y de entre ellas, la más determinante para abandonar nuestro secular atraso es la política educativa. Una política sobre la que vuelve a cernirse la amenaza de una nueva reforma partidista orientada a la devaluación del esfuerzo y al pago de peajes al independentismo, en definitiva, a quienes quieren hacer de la lengua un hecho identitario excluyente. Nadie hablará en la campaña electoral de que nuestros hijos pasan a lo largo de su vida escolar por una media de tres leyes educativas diferentes. Todos juegan con su futuro pero nadie asume las consecuencias pues son medidas cuyos frutos se recogerán décadas más tarde, cuando sus promotores sólo conserven de su etapa de representante político una abultada pensión de jubilación.

Con todo lo anterior, resulta desalentador el “apego a la escasez” de la ciudadanía. El vértigo a tomar las maletas para buscar la prosperidad allá donde la hay. Con una población que supone el 18% de la española, la emigración de andaluces sólo representó el 10,1% de la emigración española al extranjero en el periodo 2008/2017, y el 13,2% de la emigración interna en el mismo periodo. Todo ello a pesar de los esfuerzos desarrollados en los programas de movilidad internacional y nacional de estudiantes. La etapa de estudiante ERASMUS parece que no acaba de actuar como un efecto demostración masivo.

Convertidas las campañas electorales desde hace tiempo en una modalidad de entretenimiento, poca esperanza hay de que se debata sobre las rutas para salir del grupo de regiones menos desarrolladas en la Unión Europea. Pero que cada palo aguante su vela. El documento del OEA también es claro cuando, después de espigar lo que considera problemas más acuciantes de Andalucía, señala que ninguno es consecuencia de alguna limitación congénita, ni tampoco de factores externos exculpatorios. La principal responsabilidad es nuestra.

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