lunes, 8 de diciembre de 2014

¿HABRÁ QUE CONTRATAR AL ASESOR DE MORDIDAS?


El presidente del Observatorio Económico de Andalucía, el Catedrático de Economía Francisco Ferraro, ha promovido un muy interesante manifiesto coelaborado por ocho organizaciones "de la sociedad civil", principalmente Círculos de Empresarios de toda España.


(Francisco Ferraro)

El oportuno Manifiesto tiene una clara inspiración institucionalista y, por tanto, participa de la idea de que las economías de mercado están influídas determinantemente por las instituciones de los países en los que se desarrollan. Los institucionalistas no se centran sólo en el estudio de las instituciones formales, visibles y perfectamente estructuradas, sino también de las informales como son los hábitos asentados en las sociedades y que determinan aspectos tales como la disposición al trabajo, al ahorro o a la asunción de riesgos (inversión).
En este caso, el manifiesto hace un diagnóstico de la situación socioeconómica de España para luego hacer un llamamiento a la reforma de cuatro asuntos principales.
El diagnóstico -coherente con su inspiración- es el de que España se haya inbuída en una profunda crisis institucional que se manifiesta en el malestar y el desafecto ciudadano hacia las principales instituciones del Estado.
El origen de ese desafecto lo identifica -a mi juicio de forma certera- en dos decisiones equivocadas tomadas durante la última Transición política; el papel omnímodo otorgado a los partidos políticos y la indefinición de la organización territorial del Estado en la Constitución.
Ambos problemas han sumado una deriva que se ha traducido en una ocupación asfixiante de casi todos los espacios de la sociedad por el poder político. Un poder político que se otorgó un papel de autorregulación que le permitió saltarse casi todos los controles hasta llegar a provocar una sensación de corrupción extendidisima.
Pero la autorregulación de los partidos políticos sólo fue parte de los males. Las demandas separatistas, la negativa de los "padres" de la Constitución a definir la organización territorial del Estado y las coyunturas políticas que hicieron a los gobiernos minoritarios buscar el apoyo de los partidos nacionalistas, acabaron creando un Estado que reproducía diecisiete veces el estado nacional. Este proceso es catalogado en el Manifiesto al que me refiero como "consistente con los intereses corporativos de los partidos políticos, ya que el desarrollo autonómico les permitió aumentar sus posibilidades de reproducción con mayores competencias, financiación y empleo público (...)".
El documento termina con una llamada a la reforma (implícitamente pide una reforma constitucional -del contrato social-) focalizada en cuatro aspectos: 1) cambio del sistema electoral, 2) transparencia en el funcionamiento de las administraciones públicas, 3) reforzar los mecanismos de control de todas las instituciones financiadas (en todo o en parte) con fondos públicos y 4) abordar la reforma territorial del Estado.
Sobre todo lo anterior creo oportuno realizar un par de aportaciones.
La primera es que siempre resulta más fácil realizar un diagnóstico del mal que encontrar un remedio eficaz. En este sentido, sobre la manera concreta de llevar a la practica las medidas de "regeneración" que el Manifiesto invoca yo recomiendo lo que recoge el libro "Recuperar España. Una propuesta desde la Constitución" publicado por el Instituto de Estudios de la Democracia de la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Este libro expone de manera pragmática dos vías de reforma constitucional de entre las que se puede elegir. Es una propuesta muy detallada expuesta de manera didáctica identificando cada uno de los artículos que se deberían modificar y proponiendo una nueva redacción en unos casos, la supresión de algunos artículos en otros y la incorporación de nuevos artículos al texto constitucional.

Mi segunda aportación es acerca del propio enfoque institucionalista que inspira este imprescindible Manifiesto. En particular, existen economías con crisis institucionales seculares que, sin embargo, muestran un crecimiento económico más robusto que el español. Un par de ejemplos pueden ilustrarnos, uno de economia 'vieja' y otro de economía 'emergente' ¿Alguien duda de que Italia, con un papel determinante jugado por las mafias tradicionalmente, tiene una economía más sólida que la española? ¿Han impedido las mafias terroristas o la propia institución de la "mordida" mejicana que esa economía registre hoy día un gran crecimiento económico? En otros términos, es posible que la sociedad acabe aceptando como normal el peaje de la corrupción, del poder omnímodo de los partidos políticos y de la elefantiasis administrativa, y acabe sobreviviendo con un "modelo productivo" en el que lo anterior es un impuesto más a pagar y la única estrategia posible es fichar a un experto que te minimice la mordida como el buen asesor fiscal te reduce la factura impositiva. Sería un resultado vergonzoso pero es posible que no estemos muy lejos ¿Acaso la figura del "conseguidor" tan popular ahora en los juzgados no representa a este "asesor de mordidas"?

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