miércoles, 31 de diciembre de 2014

Deudopatia y deudocracia (José Manuel Cansino en La Razón el 29/12/2014)


El populismo socialmente aplaudido en países como Grecia o España ha enarbolado entre sus banderas la del repudio o auditoría de parte de la deuda pública. Sin embargo, todo el que ha entrado alguna vez en un registro de morosos sabe lo difícil que es salir del mismo y volver a recobrar el crédito o la confianza. Pregunten a sus amigos o mírense a un espejo. Esto que es cierto para una línea de telefonía móvil lo es mucho mas para un país. Un incumplimiento en la devolución de su deuda equivale al bloqueo del acceso al ahorro -nacional e internacional-. Por esa razón, cuando los movimientos populistas han puesto en negro sobre blanco sus propuestas y las han hecho pasar por el tamiz de los técnicos, el repudio a la deuda se ha devaluado hasta quedar en 'reestructuración'. Esto no es otra cosa que renegociar con los principales acreedores un canje de deuda a corto plazo por deuda con vencimiento a muy largo plazo y tipos de interés más altos.
Pero incluso devaluada la reivindicación desde la amenaza del impago hasta la reestructuración de la deuda, persiste el discurso político-económico contrario a la denominada 'deudocracia'. Esta vendría a ser un sistema de gobierno en el que el poder lo detentan los acreedores (por ejemplo, la troika formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) que imponen como forma de gobierno un estricto programa de recorte presupuestario: el 'austericidio'.



En el fondo, socialdemócratas y liberales (sic), incluso los populistas pasados por el tamiz de los técnicos, sólo difieren en el tiempo en el que aplicar los recortes de gasto -a más largo plazo los primeros y los últimos, antes los otros-. En otros términos, todos (lo digan o no) saben que la deudocracia es inapelable y sólo difieren en la velocidad y dureza del ajuste, pero ni unos ni otros tienen un programa económico diferente al de devolver lo que se debe. La única excepción es la de quienes reivindican la planificación central comunista.
En otros términos, no cuestionan aquello que nos condujo a pedir el rescate de los 'deudocratas'. Nadie ha abjurado de la 'deudopatia' o forma de gobierno basada en el boom del gasto público que competía con el privado en levantar las más faraónicas obras. Unos aeropuertos y trenes sin pasajeros, otros urbanizaciones sin moradores.
La 'Deudocracia' bajo la que vive buena parte de Europa y, por supuesto España, se ajusta al viejo aserto de que la regla de oro consiste en que quien pone el oro, pone las reglas. Podemos considerarlo repugnante pero a nadie se le ocurre pedirle a su compañía de telefonía móvil que le restaure la línea suspendida por impago bajo la amenaza de que la denunciará por deudócrata.
La Deudocracia tiene su origen en la Deudopatia y ahora que se aproximan nuevas elecciones, parece que resurge la segunda aprovechando que la baja prima de riesgo permite volver a endeudarse cómodamente . Si luego vuelven los problemas, la culpa la volverán a tener los que nos prestan el dinero; los 'deudocratas'.

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