martes, 27 de septiembre de 2016

LA REDISTRIBUCIÓN EN CIFRAS (José Manuel Cansino en La Razón el 26/9/2016)

La desaprobación social de la desigual distribución de la renta está bien extendida en España. Esto explica el fuerte respaldo electoral de los partidos instalados en el denominado "consenso social demócrata" y que, en la práctica y bajo siglas muy dispares, son todos. Esto es, todos son partidarios de un sistema redistributivo basado en impuestos progresivos y programas de transferencia de renta.

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Sobre este lugar común en el que se encuentran todos los partidos con apenas diferencias de unos pocos puntos de alza o rebaja en los tipos impositivos, suelen faltar los datos que nos digan cuánto de redistributivo es el sistema público español en comparación con el contexto internacional.
Estos datos los ponen Janet Gornick y Branco Milanovic, ambos profesores de la Universidad de Nueva York
Aunque su análisis se centra en el caso de EEUU, nos aporta los datos que permiten replicarlo para España. Para entenderlo sólo necesitamos manejar un concepto estadístico elemental; el Índice de Gini. También aquí viene la Wikipedia en nuestro auxilio para decirnos que el Índice de Gini es un número que toma valores entre 0 y 1, el valor 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).
Con esto en la mano, los profesores citados han calculado el Índice para 19 países -entre ellos España-. Lo calculan para el conjunto de los hogares y diferencian entre el valor que toma cuando se consideran directamente los ingresos procedentes del mercado (principalmente salarios y rendimientos del ahorro) y el que toma una vez que se expone a los hogares al pago de impuestos y a la posible recepción de transferencias del Estado.
La diferencia entre el valor que toma el Índice de Gini con los ingresos del mercado y el valor que toma después de "pasar" a los hogares por los impuestos y los subsidios, da una imagen cercana de la magnitud de la redistribución de la renta en cada país. Así, una fuerte reducción desde el valor de mercado al valor del Índice después de impuestos y transferencias nos dirá que en el país en cuestión el sector público es fuertemente redistributivo y, por tanto, reduce considerablemente la desigualdad entre los hogares más ricos y los más pobres.
Vista en términos absolutos, la desigualdad de los ingresos del mercado es alta en España (su valor es de 0,51 siendo 0 el valor de la equidistribución). Sin embargo, en términos comparados con el resto de países, el nivel de desigualdad en España no se distancia mucho de los demás. Varios países tienen niveles similares o superiores de la desigualdad en los ingresos directos de mercado. En términos de esta desigualdad, España se sitúa en el quinto lugar junto a Francia y a no mucha distancia del resto de países ricos del mundo.No obstante, cuando se considera la desigualdad de la renta disponible (una vez pagados los impuestos y recibidos los subsidios por aquellos hogares que tienen derecho legal), España sube a la tercera posición (0.33) ex equo con Australia, Italia y Grecia, pero casi al mismo nivel que Estonia, Canadá y Polonia. El menor nivel de desigualdad lo exhibe Dinamarca (0.25) y Noruega (0.24). En definitiva, la intensidad redistributiva del sistema español está muy homologada internacionalmente pero a una distancia notable de dos claros ejemplos de países con un fuerte Estado del Bienestar.
Es posible ser aún más preciso en esta cuestión sobre la que se suele pasar argumentando muchos lugares comunes y pocas cifras. Por ejemplo, repárese en que el grado de redistribución se puede calcular por la diferencia entre los dos valores del índice de Gini. Así las cosas, España y Francia tienen el mismo grado de desigualdad en la renta de mercado pero la redistribución en Francia es de 22 puntos y en España de 18. El país con mayor intensidad redistributiva es Irlanda 29.
Las posibilidades de mantener o modificar el sistema público de redistribución de la renta depende de varios factores, dos son especialmente determinantes; el demográfico y el funcionamiento del sistema impositivo. Sobre este último se cierne una amenaza que erosiona gravemente su capacidad recaudatoria y, por tanto, la posterior capacidad redistributiva del sistema.

La amenaza es el impacto de la percepción del nivel de corrupción en el fraude fiscal de un país. Es un resultado conocido que cuando la primera aumenta lo hace también el segundo. Este es un desafío no menor ante el que España se enfrenta.

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