martes, 26 de enero de 2016

JIBARIZAR ABENGOA (José Manuel Cansino en La Razón el 25/1/2016)

Según la red de redes, el término jibarizar significa ‘reducir, disminuir’. Se usa generalmente con connotaciones negativas, y es un verbo bien formado que proviene de una metáfora que alude a la práctica de los pueblos jíbaros de cortar las cabezas y reducirlas. Su uso es cada vez más frecuente pare referirse a las reestructuraciones de empresas que buscan salir de una situación crítica troceándose, vendiendo parte de su estructura (en dinero o a cambio de quitas con acreedores) y quedándose con la parte más viable.


El término se usó hace poco por uno de los anónimos comentarios vertidos sobre una noticia que adelantaba la estrategia de la empresa para evitar entrar en el concurso de acreedores antes de la fecha límite del 28 de marzo. De resultar fallida esta estrategia, Abengoa protagonizará la mayor quiebra de la historia de la empresa privada española con una deuda total estimada en 20.000 millones de euros y un coste en términos de empleos directos e indirectos difícil de calcular con precisión.
Pero qué espacio hay en el mundo ‘mundial’ de los negocios para empresas como Abengoa. La respuesta, típica de los economistas, es depende. Si la apuesta principal es la energía solar podría tener espacio de desarrollo pero, principalmente, si se centra más en la energía solar fotovoltáica que en la tecnología termosolar (la que para algunos analistas ha sido clave para explicar el nivel de apalancamiento de la empresa).
Parte de la salida de su crisis está en ser competitivos en el coste de producción de la electricidad. Esto que parece una obviedad, no lo es tanto. Por ejemplo, la última subasta en Chile para otorgar una central de generación eléctrica renovable se ha cerrado en torno a 7 céntimos de dólar el kilovatio/hora; aproximadamente un céntimo por encima del precio ofertado por la tecnología eólica. Ya en 2014, diez estados norteamericanos disponían de energía solar con paridad de red en 11 céntimos de dólar. La paridad de red se alcanza cuando coincide el coste de producir un kilovatio/hora (KW/h) en un punto de consumo y el coste del kW/h suministrado por la red en ese mismo punto de consumo. Las cifras de la subasta chilena corresponden al denominado precio normalizado de la energía o LCOE (Levelized cost of electricity) y las expuso magníficamente el catedrático de ingeniería Antonio Gómez Expósito en el foro del Centro de debate y desarrollo. Los datos de paridad de red en EEUU están disponibles en el informe del Deutsche Bank “Dejemos que comience la segunda fiebre del oro” (Let the second gold rush begin).
Con el Acuerdo de París sobre Cambio Climático en la mano, la energía solar fotovoltaica tiene un recorrido extraordinario para los próximos años. Puede seguir siendo parte del negocio de la Abengoa jibarizada pero para eso debe salvar dos retos. El primero es que, si bien el coste de operación y mantenimiento de una planta solar fotovoltaica es capaz de generar electricidad a unos precios de paridad de red (sin necesidad de subsidios), queda el problema de conseguir la financiación para poner en marcha nuevas plantas y esto es muy difícil para una empresa muy endeudada con apenas acceso al crédito. Así las cosas, es razonable pensar que la pequeña Abengoa se quedaría con las plantas que ya están en producción declinando (o vendiendo) los proyectos en marcha o las concesiones conseguidas pero no iniciadas.

El segundo reto para Abengoa en conseguir avanzar en la tecnología de almacenamiento de energía eléctrica. El principal problema de gestión de un sistema eléctrico está en que la electricidad que se genera tiene que casar con la que en ese momento se consume. En otra situación hay que ‘regalarla’ si resulta excesiva (como hace Alemania a sus países vecinos). Las empresas de generación de electricidad renovable que logren desarrollar sistemas de almacenamiento tendrán un futuro muy favorable. Abengoa tiene una buena posición en I+D+i con su alianza con la Universidad Loyola, el problema es el tiempo. Los avances tecnológicos llevan una velocidad lenta y la fecha límite para evitar el concurso de acreedores finaliza el 28 de marzo.

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