Portugal acaba de salir del
rescate que solicitó en 2011. Dejar atrás esta situación significa que el país
vecino ya puede conseguir prestado dinero en los mercados internacionales a un
tipo de interés “asumible” en lugar de hacerlo utilizando el dinero que le
prestaron los socios que integran “la troika” (la Comisión Europea, el Banco
Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional).
En este momento la prima de
riesgo de Portugal está en torno a 200 puntos básicos (unos 220 por debajo de
cuando fue intervenida). Esto supone que tiene que pagar un 3,5 % por cada bono
-pequeño préstamo que pide- a devolver dentro de diez años. También supone –al
menos en teoría- que el tipo de interés al que las empresas y particulares
portugueses pueden conseguir préstamos ha bajado hasta alinearse de cerca con
su prima de riesgo, y es que a pesar de los esfuerzos, el riesgo soberano
(riesgo de que un país no devuelva su deuda) determina el riesgo de sus
empresas aunque estas estén fuera de toda sospecha de insolvencia.
La segunda derivada que tiene para
Portugal su salida del rescate es que su política económica deja de estar
intervenida por las imposiciones de “la troika”. Imposiciones que se han
traducido en contestadas políticas de reducción de gasto público y subidas de
impuestos.
Las variables macroeconómicas fundamentales
de Portugal nos dicen que tienen una renta por habitante de 19.660 dólares
(España alcanza los 35.000), un 17,2 % de paro (frente al 25 % español), un
déficit público que en 2013 fue del 5,5 % (un punto por debajo del español) y
una tasa de crecimiento económico previsto para 2014 del 0,5 % (también un
punto por debajo de la que espera tener España).
Portugal es un socio comercial de
primerísima importancia tanto de la región andaluza como del conjunto de
España. Nuestra nación exportó en 2013 a la vecina Portugal por valor de 17.485,6
millones de euros, lo que la convierte en nuestro tercer destino por detrás
sólo de Francia y de Alemania. Las importaciones españolas sumaron 9.814,3
millones. Es evidente que nuestras relaciones comerciales con los vecinos del
Oeste son muy beneficiosas y han contribuido decididamente a equilibrar nuestro
tradicionalmente maltrecho déficit exterior. Un problema este del déficit, no
lo olvidemos, que está en el origen de nuestro brutal endeudamiento previo a la
igualmente grave crisis económica desatada en 2008.
A diferencia de Brasil país con
quien España mantiene directamente relaciones comerciales o con la también
excolonia portuguesa de Mozambique, con la que el país vecino apenas mantiene
relaciones comerciales, Portugal sí es la puerta de entrada obligatoria al
comercio con Angola. Esta República africana, gobernada por un sistema
autoritario comunista, cuenta con importantes yacimientos petroleros (la
biografía académica de su presidente desde 1979, José Eduardo Dos Santos, es
suficientemente elocuente). Aunque su renta per cápita no alcanza los 5.000
dólares, sus élites económicas viven en verdaderos ghetos de lujo con
relaciones directas con la ex Metrópoli.
Pero el interés de España en la
salida del rescate portugués no se limita, ni siquiera es lo más importante, a
un interés comercial que suena a grosero mercantilismo predatorio. La Historia
de ambos países va de la mano y el afecto mutuo está hondamente arraigado. Una
encuesta de 2010 de la Universidad de Salamanca revelaba que el 45,6 % de los
portugueses estarían dispuestos a integrarse en España.
España y Portugal ya comparten
desde hace años un único sistema eléctrico. Ambos países estamos superando una
crisis financiera y real extremadamente difícil. La recuperación del crecimiento
económico y la reducción del desempleo son nuestras dos tareas pendientes. No
cabe duda de que las superaremos acompasadamente había cuenta de nuestra
elevada integración social y económica.
Pecioso y nostálgico artículo que insinúa la nostalgia por una unidad ibérica , con una capital ·natural" lisboeta.
ResponderEliminar¿estamos aún a tiempo?