martes, 29 de abril de 2014

MÁS RICOS (PERO NO TANTO) (José Manuel Cansino en La Razón el 28/4/2014)


En 1930 y en plena Gran Depresión, el economista estadounidense Irving Fisher publicó en la prestigiosa revista Econométrica el artículo titulado “La deflación de activos y la teoría de las grandes depresiones”.
Si bien ninguna crisis es igual a la anterior, Fisher observó que en todas ellas se repetían tres fases; 1) una fase de sobreendeudamiento que fue seguida de algún acontecimiento que 2) provocó la deflación de activos, la descapitalización del sistema bancario y 3) el colapso del crédito que arrastraba a las economías hacia dinámicas depresivas. Así lo ha recordado oportunamente el economista español José Carlos Díaz en “Hay vida después de la crisis”. En la crisis que nos afecta el acontecimiento que provocó la deflación de activos fua la crisis de las hipotecas ‘subprime’.
Leyendo la sucesión de las tres fases en sentido inverso es fácil concluir que el final de la crisis exige la reducción del endeudamiento (desapalancamiento) y la subida del precio (inflación) de los activos. Así que una primera lectura de los datos que acaba de publicar el Banco de España sobre la riqueza financiera de las familias españolas animarían a gritar “crisis is over”; ¡la crisis ha terminado!



El Banco de España sostiene que la riqueza financiera neta de las familias españolas medida como la diferencia entre sus activos financieros (dinero en efectivo, acciones, depósitos y valores en renta) y sus pasivos financieros (préstamos), ascendió a 1,04 billones de euros (casi tanto como el PIB anual) la cifra más alta desde 2006.
Vayamos a los detalles. Cuando el valor de una diferencia aumenta la Aritmética inmediata nos dice que puede deberse a un aumento del minuendo, una reducción del sustraendo o, como aquí ocurre, ambas cosas a la vez.
El endeudamiento de las familias españolas continúa disminuyendo, concretamente un 6 % entre 2012 y 2013. El principal pasivo financiero de las familias españolas son 846.881 millones de euros en préstamos a largo plazo fundamentalmente asociados a compras de viviendas. Esto va en la buena línea de Fisher si se lee al revés su línea causal de sucesos; esto es, las familias siguen alejándose del endeudamiento.
Pero también va en la línea de Fisher el cambio en el minuendo de nuestra sencilla pero importante resta entre activos y pasivos financieros de las familias españolas. En promedio nuestros activos financieros aumentaron en valor un 9,1 % entre 2012 y 2013.
Analizando en detalle la evolución del valor de nuestros activos (efectivo y depósitos, valores distintos de acciones, acciones, etc) podemos ver que el aumento principal se localiza en el precio de las acciones que pasaron de valorarse a 480.430 millones de euros en 2012 a 644.479 en 2013; un aumento de más de 300.000 millones de euros en sólo un año. Esto es importante porque también apuntaría a una recuperación económica pues si Fisher advierte que la segunda fase de la crisis es la deflación (caída del precio) de los activos, aquí tenemos todo lo contrario ¡una inflación de activos!
¿Estamos superando la crisis más rápidamente de lo que se pensaba? Pues no tanto.
La riqueza financiera es sólo una parte de la riqueza de las familias. Supone apenas el 20 % de la riqueza total de las familias españolas. El patrimonio típico de una familia española es de naturaleza real (del latín res-rei, cosa) y no financiera; la vivienda habitual. Este tipo de riqueza no es al que se refiere el Banco de España en la información que comentamos.
Si la principal revalorización se ha producido en las acciones, las familias que se han visto principalmente beneficiadas en términos de riqueza financiera neta son las que, además de haber ahorrado, han invertido en acciones. En 2008 –último año para el que se conocen datos- las familias que invertían en bolsa eran apenas el 10 % del total de las familias españolas.
Lo anterior sólo pretende dimensionar correctamente la importancia del aumento de la riqueza financiera de las familias, pero no dejar de reconocer que la tendencia es buena. Cuando se cierra prácticamente el acceso a la financiación exterior (y esto es lo que le ocurrió a España en 2008), un país está forzado a eliminar su déficit por cuenta corriente, a aumentar su ahorro y a ver cómo se desploma su inversión. Esto es parte de lo que ha ocurrido en España.
Pero ¡ciudado! La Historia Económica es rica en episodios en los que apenas iniciarse la recuperación de una crisis financiera, cuando –como ahora- el precio de los activos de ese tipo comienza a subir, los ahorradores se lanzan de nuevo a su compra atraídos por el señuelo de su alta rentabilidad. En todos estos casos la codicia de los inversores se impuso a su memoria.

Si España se conforma con dar por superada esta crisis a lomos de sólo una subida de las cotizaciones en bolsa de los activos financieros, estaremos perdiendo una vez más, una gran oportunidad para haber sentado los pilares de una economía sólida. De una economía real.

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