En Andalucía el salario mensual
es unos 200 euros inferior a la media nacional a pesar de que las horas
mensuales efectivamente trabajadas sean prácticamente las mismas. No es fácil
encontrar una única causa explicativa de esta diferencia aunque un dato
importante es que el PIB andaluz per capita es el 74 % del PIB per capita
nacional.
Para dar robustez a este
comentario es necesario aclarar que todos los datos proceden del Instituto
Nacional de Estadística (INE). Para los salarios hemos tomado el dato del coste
salarial total de la Encuesta del segundo trimestre de 2016. Este dato no
incluye, por ejemplo, las contribuciones a la Seguridad Social y nos dice que
el salario promedio en Andalucía está cerca de los 1.750 euros al mes aunque,
por sectores, es más alto en el sector industrial (unos 2.100 euros). Por
simplificación hemos tomado como referencia el salario que aparece atribuido en
la estadística a las secciones B a la S.
La misma encuesta del INE nos da
el número efectivas de horas trabajadas al mes. Este dato desmiente que los
andaluces estemos más tiempo en el trabajo que el resto de los españoles con
independencia de cuanto de eficaz es nuestra jornada laboral. El número de
horas al mes en Andalucía fue en el segundo trimestre de 2016 de 154.6, esto
es, sólo 40 minutos más que la media nacional. No obstante, el sector en el que
más horas “se echan” es en el de la construcción con un promedio de 160 horas
que es, más o menos, el mismo número de horas en este sector para el conjunto
de la Nación española.
Por último, el dato del PIB
regional per capita está tomado de la Contabilidad Regional de España que
elabora el mismo INE. Un análisis estilizado de este dato debería
complementarse con algún índice de concentración de riqueza, por ejemplo, el
conocido Índice de Gini, pero excede del objetivo de este artículo. La
Contabilidad Regional española sigue ofreciendo una fotografía que muy poco
favorece a la economía andaluza. Si damos el valor 100 al PIB per capita de
España, todas las regiones con valores superiores mostrarían un mayor “nivel de
riqueza” y “menor” en caso de estar por debajo de 100. Andalucía arroja el
valor de 74, por tanto, muy lejos de valores como el 136 de Madrid, el 130 de
Vascongadas o el 123 de Navarra. Únicamente Extremadura (69,4) y Melilla (73,7)
muestran peores resultados.
Una lectura reposada de estos
datos recomendaría orientar los esfuerzos de la Administración Pública al
sector industrial tanto en términos de incentivos como formativos (en el nivel
de los ciclos de formación profesional y en el de las carreras de ingeniería
industrial y asimiladas). En el plano de los incentivos hay que destacar como
acertada la Estrategia Industrial de Andalucía 2020 que es una continuación al
Plan Andaluz de Desarrollo Industrial ejecutado entre 2008 y 2013. Pero esto no
debe hacernos caer en el error de pensar que el nonato despegue industrial de
Andalucía vendrá de la mano del sector público; corresponde al sector privado.
Por cierto que no deja de llamar la atención que nadie invoque la Ley de
Memoria Histórica para desmotar los dos grandes polos industriales andaluces,
el químico en Huelva y el energético en el Campo de Gibraltar. Ambos fueron
ejemplos claros del desarrollismo planificado de los gobiernos denominados
‘tecnócratas’ que predominaron desde los años 60 del siglo XX.
Por supuesto es mucho más fácil
retirar del callejero nombres ahora proscritos (véanse los casos de Eduardo
Rivas y Jerónimo Pérez de la Rosa en Sevilla, ambos asesinados en 1935 –sic-) que
despedir a miles de trabajadores en los pocos núcleos o ‘clusters’ industriales
de Andalucía donde, recordemos las cifras del inicio de este artículo, mayores
salarios de pagan.
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