viernes, 4 de noviembre de 2016

EL GRAN EXPERIMENTO DE LUCHA POR EL CLIMA (José Manuel Cansino en La Razón el 31/10/2016)


Apenas ocho o diez países del Planeta son responsables de las dos terceras partes de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI). Son los gases causantes del calentamiento global y del consecuente cambio climático.



Técnicamente hablando, en Economía, el cambio climático es una externalidad negativa perfecta (es decir, de manual) y, además, de carácter global. Ya de por sí esto lo convierte en un problema difícil de gestionar pero más aún si se tiene en cuenta que afecta de forma desigual a los diferentes países y que tiene un carácter dinámico. Esto último nos obliga a tener en cuenta a las generaciones futuras que serán quienes principalmente sufrirán sus efectos.
Todo lo anterior es lo que subraya Javier Labandeira, unos de los principales expertos españoles en políticas fiscales de lucha contra el cambio climático. Acaba de visitar la Universidad de Sevilla para impartir una sesión magistral en el Máster de Economía y Desarrollo en colaboración con la Cátedra de Economía de la Energía y del Medio Ambiente.
Su apuesta decidida sigue siendo el Mercado Europeo de Derechos de Emisión (EU-ETS en su acrónimo en inglés). Un sistema que se encuentra en su cuarta fase y cuya magnitud hay quien la subraya definiéndolo como el 'gran nuevo experimento de política económica'. En persuadir a los técnicos de la Comisión Europea y a los parlamentarios de Estrasburgo dedica el profesor Labandeira buena parte de su trabajo en el Instituto Universitario Europeo con sede en Florencia. Técnicamente este mercado es un sofisticado instrumento económico para poner precio a la contaminación, más exactamente, a cada tonelada de dióxido de carbono que las empresas contaminantes emiten a la atmósfera. De esta forma, si una empresa supera la cantidad de emisiones de GEI que su país de residencia la ha concedido, debe acudir a este mercado a comprar derechos a emitir más gases contaminantes a las empresas que no agotaron toda su capacidad contaminante. La oferta y la demanda harían el resto.
Las estimaciones esperaban que la tonelada de GEI alcanzase un precio de 20€ pero la realidad es que actualmente está entorno a 5€. No hay una explicación clara de este resultado. No obstante, parte de esa explicación puede estar en la presión ejercida por las empresas más contaminantes para modificar el reparto de derechos de contaminación en cada país y parte también en la crisis primero y la lenta recuperación actual.
Con todo, la Unión Europea está cumpliendo con sus compromisos en materia de cambio climático y que, más allá del superado Protocolo de Kioto, quedaron plasmados en el denominado Horizonte 2020. Este compromiso, exigible legalmente, comprometía a la Unión a reducir para ese año un 20 % las emisiones de GEI, otro 20 % el consumo de energía primaria al tiempo que aumentar la producción de energía de origen renovables en un 20 %.
Prácticamente se da por hecho que se alcanzarán los objetivos del Horizonte 2020. Ahora Europa está trabajando en su hoja de ruta a La Luz de los Acuerdos de París ratificados este mismo año en Nueva York. EUROPA espera alcanzar la descarbonización de su economía para el año 2050 lo que es tanto como conseguir desacoplar nuestro crecimiento económico de mayores niveles de emisiones contaminantes. En mitad de ese plazo, para 2030, ya se manejan algunas cifras aunque aún no se han plasmado en ninguna normativa de obligado cumplimiento. En la exposición del profesor Labeaga, las cifras que van tomando cuerpo son las siguientes: una reducción del 40% en las emisiones de GEI, lograr que el 27% de la energía consumida tenga un origen renovable, reducir el consumo de energía también en un 27 % suponiendo constante el nivel tecnológico ahora disponible y, finalmente, aumentar en un 15% la interconexión de las redes eléctricas nacionales, algo que es muy necesario para el desarrollo de las energías renovables.

En este marco hay tareas para todos; empresas, ciudadanos y administraciones públicas. Pero, fundamentalmente, lo que hay es la oportunidad de frenar el cambio climático.

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