Al bajarse del tren en la estación
de ferrocarril del “Gran Canal” en Dublín, se da uno de bruces con las oficinas
de Google en Irlanda, lo que los anglosajones llaman el “Headquarter” de la
compañía en Europa. No es la única oficina que la multinacional californiana
tiene en Europa (en Madrid están en la Torre Picasso y en el denominado Campus
Google) pero sí una de las más importantes y de mayor notoriedad mediática a
propósito del pago de sus impuestos. Las grandes empresas que operan en Europa
utilizan como sede Irlanda donde el impuesto de sociedades es del 12,5% en
lugar del 25% que tenemos en España, además de ofrecer otras ventajas fiscales
que acaban consiguiendo que toda empresa que persiga los máximos beneficios
acabe operando en Irlanda.
Paseando por la capital irlandesa
durante el reciente puente de Todos los Santos, no se exagera si se estima que
el 10 % de los que allí estábamos éramos españoles, bien de visita, bien
trabajando. El ambiente que se respira y la notable actividad comercial
evidencian que este país no sólo salió del rescate que pidió a la “troika” sino
que ha recuperado un buen pulso económico.
Al regresar de Dublín me topé con
los datos de empleo o desempleo (son las dos caras de las misma realidad)
correspondientes al mes de Octubre. El dato de paro es de casi un 10 % menor
que el de octubre del año pasado aunque un 1,2 % mayor que el registrado en
Septiembre de este año. Para Andalucía, los casi 920.000 desempleados inscritos
en el sistema público de empleo se reparten muy desigualmente entre sectores
económicos, 585.522 en el sector servicios (un sector tan grande y heterogéneo
como para incluir a un asesor financiero y a un peluquero), 111.229 son jóvenes
que aún no han encontrado un primer empleo y, por tanto, su perfil laboral no
está registrado, 97.670 en la construcción (que sigue creciendo pero no lo hará
al ritmo del boom inmobiliario), 66.165 en la agricultura y 57.961 en la
industria. Por supuesto, que el menor número de parados se registre en el
sector industrial andaluz no significa que sea el que más empleo genere sino,
precisamente, que su peso en nuestra economía sigue siendo tan pequeño que no
atrae a trabajadores.
El ritmo de creación de empleo en
España sigue siendo débil aunque el dato de afiliación a la Seguridad Social de
Octubre haya sido bueno, pero sobre todo, los salarios de los nuevos contratos
son muy bajos. Esto explica por qué había tanto español en Irlanda en el Puente
de Todos los Santos. Permítanme abundar en un ejemplo.
En la Calle Richmond de la
capital dublinesa están dos de los más reputados restaurantes de cocina
española en Irlanda. Uno de ellos regentado por dos empresarias catalanas que,
por supuesto, ambientan el local con referencias fotográficas y decorativas
netamente españolas. En uno de ellos atiende una joven y simpática irlandesa licenciada
en geografía por una universidad andaluza que tiene dos cosas muy claras. La
primera es que desea regresar al sur de España en cuanto junte el dinero
suficiente para pagarse el máster y financiar su nueva estancia. La segunda es
que, en sus futuros planes profesionales no está trabajar en España. Lo que
aquí gano trabajando de camarera en una semana, lo gano allí en un mes nos dice.
En plan –bien trabado- de la
geógrafa dublinesa es hacer una apuesta contra la tendencia general del
mercado. Al contarlo me recordó a la película “La gran apuesta” (The big short)
de Adam McKay basada en el libro del mismo nombre de Michael Lewis, sobre la
crisis financiera del 2007 al 2010 por la acumulación de viviendas y la burbuja
económica. Acostumbro a recomendar esta película a mis alumnos tanto en Chile
como en España. Es una historia basada en una apuesta a corto plazo (short)
contra la tendencia alcista del mercado inmobiliario por parte de unos jóvenes
avispados que vieron que la burbuja inmobiliaria sólo podía explotar.
“La gran apuesta” de la geógrafa
dublinesa era aprender muy bien español (ya lo hablaba casi a la perfección)
porque los angloparlantes acostumbran a despreciar las demás lenguas incluyendo
las autóctonas (apenas un 2 % de los irlandeses hablan gaélico). Así las cosas
nos decía, muchas multinacionales vinieron a Irlanda buscando las ventajas
fiscales como Google. Estas empresas necesitan personal cualificado que hable
no sólo inglés sino particularmente español. Ya el 7,9 % de los usuarios de
Internet se comunica en español y es la segunda lengua más utilizada en las dos
principales redes sociales, Facebook y Twitter, algo que conoce muy bien Google.
Particularmente el español es la segunda lengua más utilizada en Twitter en
ciudades mayoritariamente anglófonas como Londres o Nueva York. El uso del
español en la Red creció más de un 1.100 % entre los años 2000 y 2013.
Si Dios –que aún tiene una
presencia muy mayoritaria en Irlanda- así lo dispone, “la gran apuesta” de la
geógrafa dublinesa le saldrá muy bien mientras que otros seguirán contemplando
mes a mes, los datos de paro registrado y los bajos sueldos que la crisis nos
dejó en herencia.
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