Entre
1980 y 2015, treinta y cinco años de autonomía, la tasa de paso en Andalucía ha
aumentado hasta casi el doble; cerca de un 81,2 % pasando del 17.41 al 31.54 %
y eso que ha habido una disminución de 4.68 puntos porcentuales entre 2014 y
2015. Desde luego la tasa a de actividad ha aumentado casi un 30 % (ahora la
población activa en Andalucía la integran casi 6,8 millones de personas frente
a los 4,5 millones de personas mayores de 16 años que se registraban en 1981).
Pero incluso así esto significa que el aumento del empleo generado ha estado
muy por detrás del aumento de la población en edad de trabajar. Mientras las
personas mayores de 16 años aumentaron en estos años más de un 50 %, la tasa de
empleo sólo lo hizo en menos de un 7 %. El trabajo en Andalucía ha crecido muy
por debajo de los andaluces que lo demandan fruto, en muy buena medida, de la
incorporación de la mujer al mercado de trabajo.
Con
los mismos años de permanencia en el poder que el General Franco, treinta y
seis años, la consigna reivindicativa que miles de andaluces lanzaban a los
nuevos Reyes cuando visitaban Andalucía, "Juan Carlos, Sofía, la olla está
vacía" no parece muy enmohecida. Si salario es, como dicen las cerca de 19
millones de declaraciones del IRPF que se presentan anualmente, la principal
fuente de ingresos de la mayoría de los españoles, es evidente que la tasa de
desempleo que soporta Andalucía después de casi cuatro décadas de autonomía no
deja al modelo autonómico en muy buen lugar visto desde la perspectiva del desarrollo
económico.
En
rigor debe hacerse una importante salvedad; se trata de la máxima esgrimida por
los estadísticos que aclara que "correlación no implica causalidad";
efectivamente, que el incremento de la tasa de paro en Andalucía haya
coincidido con el desarrollo del gobierno autonómico no le convierte en
responsable del deterioro de la situación económica. Esto es tan cierto como
afirmar que tampoco el desarrollo de la Autonomía ha servido para resolver el
atraso relativo andaluz respecto al resto de España; en absoluto.
Durante
décadas, la culpa de no acabar con el atraso económico se nos hizo creer que
obedecía a una deuda "histórica" que el resto de España tenía con
Andalucía. Tamaño agravio, cuando hubo de cifrarse alcanzó la muy discreta
cifra de 1.204 millones de euros, cifra que fue la que pactó el gobierno
regional socialista de José Antonio Griñán con el gobierno de la Nación,
también socialista, de José Luis Rodríguez Zapatero. La cifra ya resultaba
ciertamente pírrica a juzgar por las décadas en las que había servido de
asidero para explicar no la pertinaz sequía a la que aludía con frecuencia el
anterior Jefe del Estado, sino al pertinaz atraso económico andaluz. Pero si
pírrica fue la cuantificación de tan cuestionado concepto, mucho más lo fue la
manera de cancelarse.
De
los 1.204 millones de euros en los que se cifró la "gran" deuda
histórica con Andalucía, la mayor parte -784 millones- se saldó en 2009 con
activos inmobiliarios que el Estado cedió a la Junta de Andalucía justo en un
año en el que buena parte de los activos de esta naturaleza en España eran
"tóxicos" por estar extraordinariamente sobrevalorados. En otros
términos, valían muchos menos.
Ahora
que ya son tantos los años con Franco muerto que con la Autonomía en curso, el
grito de "Juan Carlos, Sofía, la olla está vacía" sólo se agua
gracias a que las transferencias de la Unión Europea a Andalucía como región
pobre y de las regiones españolas más prósperas, han permitido financiar unas
infraestructuras, servicios y transferencias de rentas que nos equiparan, no
siempre en igualdad de condiciones, a los demás.
Es
lógico que el gobierno socialista andaluz -que mantiene el color con tanta
añada como el anterior Jefe del Estado- se haya convertido en eficaz defensor
de la unidad de España. En ello le va el agua que disuelve la reivindicación
que encabeza este artículo.
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