Uno de los problemas estructurales
de la economía española ha sido el déficit exterior medido por el saldo de la
Balanza por cuenta corriente. Cuando un país tiene un desequilibrio de este
tipo tiene que buscar cómo financiarlo y lo hace endeudándose con otros países.
Por esa razón, además de por el boom inmobiliario, parte del endeudamiento
privado que todavía arrastra nuestra economía se explica por nuestro déficit
comercial.
La crisis trajo consigo la
reducción de nuestras importaciones y una notable recuperación de las
exportaciones que –conjuntamente- llegaron a cambiar el color rojo por el negro
en nuestros números de comercio con el exterior. Pero la aún incierta
recuperación económica no ha tardado en volver a editar el déficit por cuenta
corriente. Algo muy peligroso. Así, entre enero y junio de 2014 el déficit por
cuenta corriente alcanzó los 9.931 millones de euros, diez veces más que la
misma cifra para idéntico periodo en el año anterior.
En Economía con frecuencia se
argumenta que un déficit de este tipo puede explicarse como consecuencia de la
reactivación económica. De esta forma, si el repunte de las importaciones
obedece a la compra de bienes de inversión y materias primas que la industria
nacional necesita para afrontar mayores pedidos de sus clientes, entonces el
déficit exterior no debe alarmar si posteriormente y a corto plazo se cancela
con un repunte de las exportaciones.
Por eso es bueno analizar qué
tipo de bienes se está importando y si eso obedece a la reactivación de las
carteras de pedidos de las empresas españolas o al repunte del consumo que se
decanta por los bienes importados.Las Cámaras de Comercio ofrecen en su web una
herramienta muy útil para analizar esta cuestión a partir de la información que
suministran las aduanas.
Por productos y para 2014, la
partida más importante de nuestras importaciones son los combustibles primarios
fósiles. Este resultado es de sobra conocido dada nuestra dependencia
energética externa y poco nos dice sobre si las importaciones están asociadas a
la recuperación productiva o del consumo. Las siguientes partidas sí son más
ilustrativas ya que corresponden a la importación de vehículos y de maquinaria.
Así que estaríamos tentados a decir que las empresas españolas se están
recuperando de la crisis ya que lo que compran fuera parecen ser vehículos que
necesitan para su logística y maquinaria para poner a punto sus procesos
productivos.
A esos primeros resultados
podemos añadir la información sobre el destino principal de las importaciones.
Particularmente, en los productos más directamente orientados a la industria
(por ejemplo calderas, máquinas, y aparatos mecánicos), tienen como destino las
regiones más marcadamente industriales (Cataluña, Madrid, País Vasco y Valencia);
Andalucía ocupa el octavo puesto en esta lista.
Sin embargo, a poco que se haga
la consulta para los años centrales de la crisis nos encontramos con que el
ranking de productos ha sido casi siempre el mismo. Como consecuencia, la
economía española no parece haber cambiado su patrón de importaciones como
consecuencia de una recuperación que se vislumbra. Más bien parece que persiste
el desequilibro exterior que tanto ha marcado a nuestra economía y que a poco
que ésta repunta lo hacen también las importaciones en mayor medida que las
exportaciones. Esto sólo puede conducir a un nuevo repunte del endeudamiento
externo de las empresas privadas. Algo ni bueno ni fácil considerando la
dificultad de acceso al crédito.
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