"El sistema financiero está ahora más concentrado que nunca
en manos de unas cuantas grandes entidades sistemáticamente
significativas". Esta era una de las conclusiones que incluía el Informe
oficial del Congreso de Estados Unidos sobre la crisis financiera, publicado en
2011.
La conclusión del mencionado informe (Financial Crisis
Inquiry Report en su denominación original) es perfectamente aplicable al
sistema bancario español siete años después del comienzo de la denominada Gran
recesión. El panorama después de un fuerte proceso de reestructuración en el que
han desaparecido la mayoría de las cajas de ahorro, es de una gran
concentración.
Diez grupos bancarios han sido -hasta ahora- los implicados
en este proceso de reordenación . CaixaBank ha acabado absorbiendo a La Caixa y
a Banca Cívica (que integraba a Cajasol y a la Caja de Guadalajara). Bankia -en
manos del Estado- agrupa a Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caixa
Laietana, Caja de Ávila, Caja Segovia y Caja Rioja. El Banco Sabadell adquirió
a la CAM y Kutxabank ha sido el resultado final de la suma de Cajasur, BBK,
Kutxa y Vital Kutxa. El grupo BBVA acabó incorporando a Unnim Banc y a
Catalunya Banc. Así podríamos seguir hasta sumar al Banco Mare Nostrum (BMN),
Unicaja, Banesco, Liberbank e Ibercaja banco. De los mencionados, el BBVA
figura entre las primeras posiciones del "Top 1000 World Banks"
después del Banco Santander.
Juan Hernández Vigueras en "El casino que nos
gobierna" (Ed. Clave Intelectual) explica de forma clara que para entender
la banca contemporánea hay que tener presente que desarrollan dos tipos de
actividades bien diferenciadas. Por un lado mantienen su tradicional función de
intermediación entre los ahorradores y los inversores; en definitiva
transforman ahorros en fondos prestables y lo hacen sometiendose a la
supervisión del regulador (actualmente en buena medida en manos de la Unión
Europea). Por otro lado el sistema bancario ha desarrollado una fuerte
actividad bursátil y puramente financiera. En este segundo proceso es donde hay
que encontrar el origen de la crisis "financiera" que aún nos
atrapa.
Presisamente esta nueva línea de negocio ha supuesto un
proceso -mucho más rentable que el tradicional hasta el estallido de la
burbuja- en el que la banca se ha comportado como un agente promotor de la
economía convirtiendo cualquier servicio o bien (ya sean préstamos en favor de
banco o materias primas) en activos financieros.
Luego los activos financieros se sacaban de los balances
bancarios a través de los denominados "vehículos estructurados"
propiedad de los mismos bancos pero con sede en paraísos fiscales. Así
escapaban al sistema de supervisión bancaria. El remedio a todo esto ha
pretendido plasmarse en los denominados acuerdos de Basilea III que no entrarán
en pleno vigor hasta 2019.
Los bancos siguen siendo el centro del sistema de pagos y
créditos y cualquier perturbación grave del sistema bancario se convierte en
problema político. Esto no impide que el papel que están alcanzando sistemas de
financiacion alternativos como las campañas de "crowdfunfing" o la extensión de la banca electrónica pueden hacer del negocio y de la profesión bancaria la
tercera actividad en sufrir un duro ajuste como los que ya ha sufrido el sector
de la construcción y de los medios de comunicación.
(*) Profesor Titular de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla
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