En 1930 y en plena Gran
Depresión, el economista estadounidense Irving Fisher publicó en la prestigiosa
revista Econométrica el artículo titulado “La deflación de activos y la
teoría de las grandes depresiones”.
Si bien ninguna crisis es igual a
la anterior, Fisher observó que en todas ellas se repetían tres fases; 1) una
fase de sobreendeudamiento que fue seguida de algún acontecimiento que 2)
provocó la deflación de activos, la descapitalización del sistema bancario y 3)
el colapso del crédito que arrastraba a las economías hacia dinámicas
depresivas. Así lo ha recordado oportunamente el economista español José Carlos
Díaz en “Hay vida después de la crisis”. En la crisis que nos afecta el
acontecimiento que provocó la deflación de activos fua la crisis de las
hipotecas ‘subprime’.
Leyendo la sucesión de las tres fases
en sentido inverso es fácil concluir que el final de la crisis exige la
reducción del endeudamiento (desapalancamiento) y la subida del precio
(inflación) de los activos. Así que una primera lectura de los datos que acaba
de publicar el Banco de España sobre la riqueza financiera de las familias
españolas animarían a gritar “crisis is over”; ¡la crisis ha terminado!
El Banco de España sostiene que
la riqueza financiera neta de las familias españolas medida como la diferencia
entre sus activos financieros (dinero en efectivo, acciones, depósitos y
valores en renta) y sus pasivos financieros (préstamos), ascendió a 1,04
billones de euros (casi tanto como el PIB anual) la cifra más alta desde 2006.
Vayamos a los detalles. Cuando el
valor de una diferencia aumenta la Aritmética inmediata nos dice que puede
deberse a un aumento del minuendo, una reducción del sustraendo o, como aquí
ocurre, ambas cosas a la vez.
El endeudamiento de las familias
españolas continúa disminuyendo, concretamente un 6 % entre 2012 y 2013. El
principal pasivo financiero de las familias españolas son 846.881 millones de
euros en préstamos a largo plazo fundamentalmente asociados a compras de viviendas.
Esto va en la buena línea de Fisher si se lee al revés su línea causal de
sucesos; esto es, las familias siguen alejándose del endeudamiento.
Pero también va en la línea de
Fisher el cambio en el minuendo de nuestra sencilla pero importante resta entre
activos y pasivos financieros de las familias españolas. En promedio nuestros
activos financieros aumentaron en valor un 9,1 % entre 2012 y 2013.
Analizando en detalle la
evolución del valor de nuestros activos (efectivo y depósitos, valores
distintos de acciones, acciones, etc) podemos ver que el aumento principal se
localiza en el precio de las acciones que pasaron de valorarse a 480.430
millones de euros en 2012 a 644.479 en 2013; un aumento de más de 300.000
millones de euros en sólo un año. Esto es importante porque también apuntaría a
una recuperación económica pues si Fisher advierte que la segunda fase de la
crisis es la deflación (caída del precio) de los activos, aquí tenemos todo lo
contrario ¡una inflación de activos!
¿Estamos superando la crisis más
rápidamente de lo que se pensaba? Pues no tanto.
La riqueza financiera es sólo una
parte de la riqueza de las familias. Supone apenas el 20 % de la riqueza total
de las familias españolas. El patrimonio típico de una familia española es de
naturaleza real (del latín res-rei, cosa) y no financiera; la vivienda
habitual. Este tipo de riqueza no es al que se refiere el Banco de España en la
información que comentamos.
Si la principal revalorización se
ha producido en las acciones, las familias que se han visto principalmente
beneficiadas en términos de riqueza financiera neta son las que, además de
haber ahorrado, han invertido en acciones. En 2008 –último año para el que se
conocen datos- las familias que invertían en bolsa eran apenas el 10 % del total
de las familias españolas.
Lo anterior sólo pretende
dimensionar correctamente la importancia del aumento de la riqueza financiera
de las familias, pero no dejar de reconocer que la tendencia es buena. Cuando
se cierra prácticamente el acceso a la financiación exterior (y esto es lo que
le ocurrió a España en 2008), un país está forzado a eliminar su déficit por
cuenta corriente, a aumentar su ahorro y a ver cómo se desploma su inversión.
Esto es parte de lo que ha ocurrido en España.
Pero ¡ciudado! La Historia
Económica es rica en episodios en los que apenas iniciarse la recuperación de
una crisis financiera, cuando –como ahora- el precio de los activos de ese tipo
comienza a subir, los ahorradores se lanzan de nuevo a su compra atraídos por
el señuelo de su alta rentabilidad. En todos estos casos la codicia de los
inversores se impuso a su memoria.
Si España se conforma con dar por
superada esta crisis a lomos de sólo una subida de las cotizaciones en bolsa de
los activos financieros, estaremos perdiendo una vez más, una gran oportunidad
para haber sentado los pilares de una economía sólida. De una economía real.