Con la previsión del Ministro de
Economía de caída del PIB en el primer trimestre de 2013 en un -0.6%, España
encadena ya doce trimestres consecutivos de recesión. Tres años de crecimiento
negativo pero que admiten un análisis estilizado como todas las grandes cifras
macroeconómicas.
El principal dato que merece ser
espigado es que la caída real del PIB entre 2007 y 2012 ha sido sólo del 4.5 %,
lo que siendo un resultado inequívocamente malo, es de mucha menor magnitud que
el gravísimo aumento del paro que va camino de alcanzar el 26% de la Población
activa en 2013 (más de 6 millones de desempleados).
Si hay quien ve en las crisis una
oportunidad para desprenderse del tejido productivo ‘malo’, en España ocurre
que la crisis se está llevando por delante también al ‘bueno’. En todo ello
resulta determinante el estrangulamiento del crédito a las empresas y la caída
del consumo interno.
Para resolver el primero hay que
esperar al desapalancamiento de las familias y las empresas privadas (el sector
privado ha sido –hasta ahora- el verdadero responsable del endeudamiento
exterior de España). El desapalancamiento es un proceso lento pero hasta que no
finalice los bancos difícilmente van a hacer otra cosa que seguir actuando de
cajeros del Estado comprando deuda pública con el dinero prestado por el Banco
Central Europeo. Es lo que técnicamente llaman los economistas ‘crowding out’ o
expulsión del sector privado por el sector público. Hasta que los bancos no
comiencen a captar recursos sin apelar al BCE, es difícil que estén dispuestos
a financiar el capital circulante, el ‘working capital’ de las PYMEs y sin ello
poca recuperación cabe esperar. La fecha para esa situación de retorno del
crédito se parece mucho a una quimera pero yo me abono a la predicción de 2015
o 2016 como los años en los que comenzará a crearse empleo neto.
Si el estrangulamiento del
crédito depende de la velocidad de desapalancamiento, la caída del consumo
interno sigue necesitando la compensación del buen comportamiento del sector
exterior español. Las empresas exportadoras españolas son unas 40.000 de un
total de 3.200.000. Su facturación anualizada está en torno a 200.000 millones
de euros y su crecimiento (3.4 % en 2010 y 13.5 % en 2011) es superior al
crecimiento de las exportaciones chinas, un 2.7 %, bien es cierto que estas
últimas tienen una cifra absoluta extraordinariamente mayor.
Aunque España suma una crisis institucional
a las crisis económica y social que azotan a la mayor parte de los países de la
OCDE, no hay razones para pensar que seamos incapaces de salir de esta
situación. Posiblemente salir de las dos últimas sea más sencillo que resolver
la primera.
Para ello es importante seguir
recuperando la reputación exterior y recomponer la maltrecha conciencia
nacional. A esto último ayudan poco las declaraciones del Comisario de Economía
de la Comisión alentando nuevas reformas que apuntan a una nueva subida de
impuestos y a afrontar una nueva reforma del sistema público de pensiones.
Hasta ahora las declaraciones de
esta naturaleza han sido el preámbulo o la coartada para su implantación
definitiva lo que no deja en buena posición a la soberanía nacional a la hora
de resolver nuestros problemas aunque, bien es cierto que éstos repercuten en
el bolsillo de nuestros socios europeos. Más parece que son los nuevos deberes
que se exigen a un alumno perezoso que renquea en clase.
España cuenta con unos 16
millones de cotizantes a la Seguridad Social (3 de los cuales son empleados
públicos) y cerca de unos 11 millones de jubilados en un país donde el sistema
público de pensiones se diseñó cuando la esperanza de vida era de 70 años. En
otros términos, el sistema se sostenía si, en promedio, ‘disfrutábamos’ cinco
años de pensión de jubilación antes de pasar a mejor o peor vida (según la
bondad del finado y la Misericordia de la Providencia). Ahora, antes del trance
mortal, acostumbramos a pasar cómodamente los 80 calendarios en un país donde
los jóvenes se van a trabajar (y a pagar impuestos) fuera y tampoco hay trabajo
para los inmigrantes. La reforma de la Seguridad Social asoma su cabeza y
desentumece sus músculos. Otra guinda para alegrar estos tres años de tristes
trimestres a la espera de que vuelva a salir el sol en Breda o en las Islas
Filipinas.
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