¿Cuál
sería el impacto de la salida del Reino Unido –Brexit- en la economía andaluza?
Veamos algunas cifras. Andalucía exportó a este país en 2015 por valor de 1.707
millones de euros; lo que supuso tan sólo el 6,8 % del total de las
exportaciones regionales. A esta cifra hay que añadir los 266 millones
exportados a Gibraltar, colonia que como nos advierte Mercedes Valdivia,
experta en el sector y profesora del Máster de Comercio Internacional de la
Universidad de Sevilla, tiene categoría de “tercer país” desde el punto de
vista aduanero. Pero incluso sumadas ambas cifras, sigue resultando una cifra
verdaderamente pírrica que apenas alcanza el 7 % del total de las
exportaciones. De hecho, y este es un dato que se suele omitir, Andalucía vende
al resto de España más que a todos los países del extranjero juntos. En 2013
(último dato ofrecido por el Centro de Predicción Económica –CEPREDE-) las
empresas andaluzas vendieron al resto de España por valor de 28.454 millones de
euros frente a los 24.967 que sumaron el total de las exportaciones andaluzas
al extranjero en 2015.
Otra
cuestión deferente es el turismo británico que, junto con el alemán, siguen
suponiendo los principales clientes que eligen las costas andaluzas como
destino para sus vacaciones. Pero, que nadie se llame a engaño, si las
encuestas se confirman y Gran Bretaña decide abandonar la Unión Europea (UE),
el impacto sobre nuestras exportaciones no tiene que ser muy alto pues no
habría cambio de moneda ni mayor incertidumbre asociada al pago a crédito de
las operaciones en divisa británica. El riesgo sería el mismo que el existente
ahora. Entre 2008 y 2016, la variación promedio del tipo de cambio de la libra
esterlina frente al euro ha sido del 0,28 % pero la prima del seguro que
garantiza un tipo de cambio para una operación con pago aplazado se determina
por la varianza del tipo de cambio y no por la media. En este caso hay que
tener en cuenta que al inicio del periodo de crisis, la libra llegó a devaluarse
hasta más del 20 % entre noviembre y diciembre de 2008.
El
impacto sobre la economía andaluza de la salida del Reino Unido sería pequeño
pero no despreciable. Esto exige un análisis más fino. Veámoslo. Al Reino Unido
fuera de la UE le sería más interesante tomar el puerto de la colonia de
Gibraltar como punto de entrada de sus mercancías al resto de países de la
Unión frente a puertos alternativos y más próximos como el de Rotterdam ¿Por
qué?
Para
productos británicos como las bebidas alcohólicas (por ejemplo el güisqui –sic-)
o el tabaco que entran en la categoría de “mercancías sensibles”, las
empresas exportadoras británicas que decidieran introducirlos por el puerto de
Rotterdam tendrían que aportar una garantía bancaria individual para el
tránsito por carretera en el territorio UE que encarecen considerablemente los
productos. En cambio, si decidiesen entrar por Gibraltar (que tiene el
mencionado estatus aduanero de ‘tercer país’) sería más cómodo y barato al evitar
los aranceles y garantías bancarias que tendrían que pagar si tocaran suelo de
otros países europeos. Sorprendentemente, el efecto del Brexit sería
beneficioso para Andalucía debido a la ignominia de mantener una colonia
extranjera en territorio español que está siempre rayando la frontera de actuar
como paraíso fiscal.
A
diferencia de otros territorios como Cataluña, cuya viabilidad económica fuera
de España es inimaginable salvo en situación de penuria severa, Gran Bretaña
puede prescindir cómodamente del paraguas económico de la Unión Europea. La
‘city londinense’ sigue siendo el principal puerto de entrada de capitales
procedentes de las excolonias británicas y de las relaciones comerciales –con
frecuencia ilegales- que mantienen con los países que antes conformaban la ruta
de la seda y luego la del opio. A esto hay que añadir el colchón
multimillonario que le permiten a Gran Bretaña el movimiento de dinero a través
de los paraísos fiscales ubicados en las islas del Canal de la Mancha que
siguen operando con total y grosera impunidad.
Económicamente,
Gran Bretaña puede seguir riéndose de su famoso chiste “Niebla en el canal; el
continente aislado” como tituló el periódico The Daily Mail. Andalucía –de no
ser por el turismo- podría adaptar su versión al caso de Despeñaperros o en el
Estrecho.
Las
consecuencias del Brexit son más de naturaleza política que económica aunque su
salida de la Unión también lo sería del Sistema Europeo de Banco Centrales y de
la liquidez que le aporta en caso de futuros pánicos bancarios. La Unión
Europea ha conllevado un largo periodo de paz de más de setenta años tras los
dos cruentos episodios de guerras mundiales del siglo XX. Los fundadores tenían
en la cabeza lo mismo que los escolásticos de la Escuela de Salamanca y otros;
el interés comercial entre las partes es un bálsamo frente al riesgo de
conflicto. Pero Europa debe reconocer que no ha conseguido imponer una
identidad propia por encima y diferente de las identidades nacionales que la
integran. Aunque es innegable que todas las etapas de crisis son caldo de
cultivo para las reivindicaciones nacionalistas en lo político y
proteccionistas en lo económico, Europa no debe vivir de espaldas al deseo
mayoritario de sus socios de mantener una clara identidad nacional. Una
identidad nacional que no es incompatible con la cooperación internacional.
Estructuras como la OTAN o la ONU lo recuerdan diariamente.
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