La
atropellada visita del presidente estadounidense a España y particularmente a
Andalucía, motiva este artículo que analiza el modelo de crecimiento de EEUU
desde la perspectiva medioambiental. Hasta su relevo por China, EEUU ha
liderado durante casi todo el siglo XX y lo que llevamos de XXI, las emisiones
de Gases de Efecto Invernadero -GEI-. Aunque ahora sea la segunda potencia en
emisiones de GEI sigue siendo la primera economía mundial por lo que su
comportamiento y su implicación en los acuerdos internacionales de lucha contra
el Cambio Climático sigue siendo determinante.
Desde
2005 la economía estadounidense registra un llamativo y aparente patrón de
desacoplamiento entre una tasa creciente de crecimiento económico y una
reducción en el volumen de emisiones de GEI medidas en toneladas de dióxido de
carbono equivalente. Las emisiones de GEI en 2013 fueron inferiores a las de
2005 en 582,57 millones de toneladas mientras que su PIB había crecido en
1.357,79 billones de dólares americanos (el billón americano es 10 elevado a la
9). Parecen haber alcanzado la meta de cualquier modelo de crecimiento
sostenible -seguir creciendo al tiempo que reducen las emisiones de gases
contaminantes-. Este hecho ha motivado algunas investigaciones de los expertos
en economía ambiental cuyo objetivo es determinar los factores que explican
este aparente desacoplamiento bien para reforzarlos bien para replicarlos en
otros países.
Los
resultados arrojan que las ganancias en eficiencia energética (cantidad de
energía necesaria para producir un dólar de PIB) explican principalmente este
desacoplamiento. En 2000 se necesitaban 0.2 toneladas equivalentes de petróleo
para producir 1000 dólares de PIB estadounidense; en 2013, la cantidad había
bajado a 0.15 según la Agencia Internacional de la Energía. Dado que las
emisiones de GEI se calculan a partir del consumo de energía multiplicando la
cantidad de los diferentes combustibles fósiles consumidas por un "factor
de emisión", resulta crucial reducir el consumo energético por unidad de
producto. Sólo de esa forma es posible crecer y reducir las emisiones
contaminantes a un mismo tiempo. Yo me incluyo entre los que que consideran que
la contribución de la mejora de la eficiencia al desacoplamiento está sobre
dimensionada pero así resulta de los análisis incluidos los que he tenido la
oportunidad de realizar junto con los profesores Ordóñez, Román, Sánchez-Braza
y Rodríguez-Arévalo.
La
estructura del sistema productivo de EEUU también parece haber contribuido al
desacoplamiento entre emisiones y crecimiento económico. En esto, sin embargo,
el análisis debe afinarse hasta conocer en qué medida el resultado obedece a un
proceso de deslocalización ("outsourcing") de la industria
estadounidense a otros países con una legislación medio ambiental menos
exigente. Para medir este efecto deslocalización en el denominado
"comercio de emisiones" los economistas desarrollan modelos multi-regionales
Input-Output.
Por
último y para sorpresa de quienes han alabado la política de Obama en favor de
las energías renovables, el mix energético de ese país no parece haber
favorecido el desacoplamiento sino más bien, todo lo contrario. Actualmente más
del 83% del mix Energético de EEUU sigue estando basado en los combustibles
fósiles.
Un
aspecto que no debe pasarse por alto en este análisis es el fuerte desarrollo
que en los mismos años en los que parece haberse alcanzado el desacoplamiento
en EEUU se ha desarrollado intensamente la técnica del "fracking"
para la obtención de petróleo y de gas de esquisto. Las reservas de crudo
extraíble en Estados Unidos ascienden a 264.000 millones de barriles. Así lo
estima un estudio de la consultora especializada Rystad Energy. Rusia se queda
con el segundo lugar, con 256.000 millones de barriles, y con el tercero,
Arabia Saudí, que cuenta con 212.000 millones de barriles de reserva de crudo.
Los
efectos medioambientales del "fracking" no se reflejan en el inventario
de emisiones de gases de efecto invernadero estadounidense porque no implican,
principalmente, mayores emisiones pero sí la contaminación de acuíferos
subterráneos consecuencia de la filtración de disolventes químicos.
La
visión superficial de que la legislación medioambiental norteamericana es muy
laxa no se corresponde con la realidad. Incluso antes de la firma de tratados
internacionales, un somero análisis de la Ley de Aire limpio de EEUU (Clean Air Act) bastaba
para comprobar que había un importante compromiso de preservación
medioambiental. Sin embargo, los resultados gruesos de que este país ha
conseguido seguir creciendo económicamente y, al mismo tiempo, reducir sus
emisiones de gases contaminantes, deben analizarse con prudencia pero también
con interés. Con un interés desprejuiciado.
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