El asunto del blanqueo de los
billetes de 500 euros funcionaba así. El Partido había acordado con una
empleada de unos grandes almacenes que ‘su gente’ acudiría a realizar compras
importantes pagando con estos billetes. Televisores, relojes de alta gama,
electrodomésticos, … A los dos o tres días acudían de nuevo a visitar a la
misma empleada a devolver lo comprado. En esta ocasión la devolución del dinero
se haría en billetes más pequeños. De esta forma el Partido evitaba incluir los
billetes procedentes de comisiones ilegales en el circuito formal del dinero,
esto es, a través de una cuenta corriente en un banco. La razón estaba en que
las entidades de depósito (los bancos) por precaución, tomaban nota del DNI de
la persona que realizaba las entrega o el cambio de este tipo de billetes. De
hecho, cualquier entidad bancaria exige el DNI cuando se retira una cantidad
superior a los 1.000 euros.
Según la organización profesional
que agrupa a parte de los técnicos de Hacienda, GESTHA, en España circula el 65
% de billetes de 500 euros impresos, lo que representa algo más de 45.000
millones de euros (casi un 0.4 % del PIB español). La cantidad se multiplicó
por tres desde 2002 y especialmente durante el ‘boom’ inmobiliario. El coste de
imprimir un billete de 500 para el Banco de España es de tan sólo 8 céntimos.
El terrorismo, el narcotráfico,
la trata de blancas y la evasión fiscal están relacionados (los estadísticos
dirían correlacionado) con el uso de los billetes grandes. Esto es algo
conocido. Por esta razón, precisamente, la Reserva Federal (el Banco emisor de
Estados Unidos) retiró de la circulación los billetes de 1.000 y 2.000 dólares.
España está en mitad de tres
territorios que durante mucho tiempo han sido considerados paraísos fiscales;
al Sur, Gibraltar, al Norte, Andorra y más al Norte, Mónaco. De hecho para no
pocos expertos Gibraltar lo sigue siendo. Buena prueba de ello es el
contrabando de tabaco procedente de la colonia británica que siempre dio quebraderos
de cabeza o alegrías a los directores de sucursales bancarias gaditanas que
tenían que aceptar depósitos de chavalitos debidamente inscritos como parados
en el INEM pero que acudían al banco con billetes grandes a depositar. El
tráfico de hachís procedente del Norte de África y el de cocaína proveniente de
Sudamérica explica también la cantidad de estos billetes que se mueve en
España.
Ahora los billetes de 500 ya no
circulan libremente; se apalancan. Circulan en un mercado B o secundario donde
se cancelan deudas y pagos entre traficantes, proxenetas o muleros que los
llevan pegados a su cuerpo para pasar por la frontera y es que cuando se sacan
más de 10.000 dólares de un país hay que declararlo en la aduana.
La decisión del Banco Central
Europeo de retirar de la circulación los billetes morados podía muy bien
haberse hecho dando un plazo mucho más corto en el que sus poseedores hubiesen
tenido que ir a las oficinas del Banco de España (o de cualquier otro banco
central de los dieciocho que integran la Eurozona) a cambiarlos por billetes
más pequeños. Así de sencillo. Incluso con un periodo de canje igualmente corto
y admitiéndolo en bancos comerciales, a más de un banco le hubieran servido
para tapar agujeros y acercarse más cómodamente a los requisitos de dinero
líquido que ahora deben tener disponible para evitar pánicos o corridas
bancarias.
La decisión de retirar de la
circulación los billetes de 500 euros va en la dirección correcta para un país
donde, viendo el telediario, ser contribuyente le hace a uno demudar su rostro
para tomar el de un imbécil. Pero que nadie se engañe, el dinero asociado a los
grandes delitos y evasiones fiscales se mueve a través de transacciones
electrónicas hacia paraísos fiscales no muy lejanos de Gibraltar tanto geográfica
como políticamente hablando (pertenecen al Reino Unido).
Después de aplicar la medida, el
billete de 500 igual sigue funcionando un tiempo en el mercado secundario. En
definitiva, dinero es cualquier medio de pago que se acepte por las partes para
cancelar las deudas.
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