Los últimos casos de corrupción ponen en solfa una de las
pocas afirmaciones indiscutidas en Economía, 'la utilidad marginal decreciente
de la renta'; en otros términos que la satisfacción que genera el dinero va disminuyendo
conforme se tiene más y más pues lo que se compra con los últimos millones de
euros es extraordinariamente más prescindible que las necesidades vitales que
se cubren con los primeros euros.
La codicia no sólo va camino de cargarse este aserto de la
Teoría Económica sino que explica el desprecio -rayando en el odio- que la
sociedad española profesa a los ricos. Casi ninguna de las fortunas en España
gozan de reconocimiento social, la que no tiene cuentas en Suiza aparece en las
diversas tramas de corrupción política de derechas, de izquierdas o de ambas.
Esto es letal para el crecimiento económico de cualquier Nación pero explica
que entre los 47 millones de españoles despierten sinceras simpatías los
Esperpentos de Valle Inclán. Por ejemplo, el de 'Luces de Bohemia' cuando uno
de los protagonistas sostiene: 'No
es suficiente la degollación de todos los ricos. Siempre aparecerá un heredero,
y aun cuando se suprima la herencia, no podrá evitarse que los despojados
conspiren para recobrarla. Hay que hacer imposible el orden anterior, y eso
sólo se consigue destruyendo la riqueza'.
La cita, aun siendo de 1924, no queda muy lejos de la
actualidad económica. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del
primer trimestre de 2015 señalan que la tasa de crecimiento de empleo en
Andalucía aumenta a un menor ritmo que en el resto de España (0.2 % frente al
0.5 %); ritmos exasperantemente lentos ambos. Además el empleo creado en
Andalucía es de peor calidad si lo analizamos en términos de estabilidad. Así
si para el conjunto de España la mayor parte de los empleos creados en el
último año fueron indefinidos y a tiempo completo, en Andalucía tuvieron un
carácter temporal. A esto hay que añadir -como hemos señalado desde estas
mismas páginas- que los salarios pagados en Andalucía son, en promedio,
inferiores a la media nacional.
Pese al dato positivo de la EPA publicado por el Instituto
Nacional de Estadística no deben pasar por alto dos hechos a subrayar. El
primero y más evidente es el pertinaz escaso ritmo de creación de empleo que es
coherente con que la mayoría de la sociedad española no perciba de manera clara
la incipiente recuperación económica. La impresión a veces es que la sociedad
sólo daría por superada la crisis si se volviese al empleo y a los sueldos de
la burbuja inmobiliaria, algo que muy posiblemente las próximas generaciones no
vean y eso considerando con Ortega y Gasset, que las generaciones engloban
periodos de treinta años.
El segundo dato y mucho más importante es que la tasa de paro
se reduce más porque la población activa apenas crece que por la creación de
nuevos puestos de trabajo. La Población Activa española, según esta EPA,
son 22.899.415 personas frente a las 22.883.896 del trimestre
anterior. Repárese en el dato de que desde que comenzó a sentirse la crisis en
2008 hasta ahora, la población sólo ha aumentado un 0.39 %. Detrás de este
terrible dato está el regreso a casa de miles de inmigrantes que habíamos
recibido hace años, la salida al extranjero en busca de trabajo de parte de
nuestros jóvenes y el continuado envejecimiento demográfico de la población
española. No pocos demógrafos siguen alertando sobre el suicido demográfico de
España.
Mientras que en las economías boyantes las fortunas
industriales (con las naturales excepciones) reciben el trato social de
'creadores de riqueza' y contribuyen inequívocamente a la creación de empleo,
aquí hace furor -con no poco fundamento emocional, en absoluto económico- el
discurso del personaje de 'Luces de bohemia' de Valle Inclán en aquella lóbrega
comisaría en la que enchironaban al literato Max Estrella: 'No es suficiente la degollación
de todos los ricos'. Así nos va.
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