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El 90% de los aproximadamente 16 millones
de contribuyentes españoles por IRPF no superaban los 39.000 euros anuales en
2009 (último año del que existen datos definitivos). Son las clases medias y sobre ellas recae el peso principal de este
impuesto principal. Son los pecheros en la terminología antigua de la ciencia
de la Hacienda Pública, un término mucho más duro que el actual
'contribuyentes' pero también más descriptivo por cuanto subraya el hecho
cierto de que son los que apechugan con las cargas públicas; con el
sostenimiento de los gastos de los servicios fundamentales y también de los
superfluos; con la carga de la deuda pública y con el sueldo de asesores y
enchufados de todo partido que gobierna -o ha gobernado-.
Pero además sobre los pecheros se ha
operado en los últimos años una silenciosa aunque profunda reforma tributaria
sobre el consenso del PP y del PSOE, los mismos que gobiernan
en coalición con el Partido
Comunista-Izquierda Unida, unos en Extremadura y otro en Andalucía y cada vez que se tercia.
Desde 2006, con el gobierno del PSOE, se comenzó a gravar de
forma radicalmente distinta a los salarios y a las rentas del capital (por
ejemplo, a los dividendos de las acciones). La ley 35/2006 (Ley del IRPF)
estableció que el tipo de gravamen sobre los rendimientos del ahorro o capital
seria de carácter proporcional a un tipo impositivo único del 18%, fuese cual
fuese la renta del contribuyente. Esto es, el salario (que es la principal
fuente de ingresos de los pecheros españoles) pagaba progresivamente más según
la cuantía pero el rendimiento del ahorro tributaba al 18% tanto si el pechero
ganaba 20.000 € como si ganaba cien veces más.
La ley de Presupuestos para 2010 (Ley
26/2009), sólo modifico parcialmente la anterior estableciendo dos tramos: 19%
para bases inferiores a 6.000 euros y 21% para bases superiores a 6.000 euros.
De nuevo con el PP en el gobierno la ley 2/2012, de
Presupuestos Generales del Estado para el año 2012, volvió a modificar lo
anterior estableciendo tres tramos: hasta 6000 el 21%; entre 6.000 y 24.000 el
25%; más de 24.000 el 27%. El profesor David
Ferrer de la Universidad de
Sevilla conoce bien esta cadena de reformas.
El discurso tradicional de la izquierda de
que había que gravar con mayor dureza el rendimiento del ahorro porque sólo las
rentas altas tienen capacidad de ahorrar se ha caído de nuestro sistema
tributario sin las algaradas mitineras de otros tiempos.
Apenas supervive en tiempos electorales la
demoscópica petición de subir los impuestos a las rentas más altas aunque sólo
3.208 personas declararon en 2009 una renta entre 480.000 y 600.000 euros.
La explicación para este consenso en el
que se encuentran desde los conservadores hasta los comunistas en el poder hay
que buscarla en los paraísos fiscales.
Cualquier 'compatriota' que pueda cambiar
la forma en la que recibe su sueldo constituyendo una sociedad interpuesta con
residencia en Gibraltar,
puede lograr lo siguiente. De entrada no paga más que un 10 % en impuesto sobre
sociedades, muchísimo menos que en España.
Luego, con un representante legal en Gibraltar a modo de hombre de paja, tampoco
tributara un sólo céntimo por los dividendos que percibe de su propia empresa. Manuel Fernández Luna es un analista económico y también
profesor universitario que conoce bien este terreno.
Los pecheros de clase media que aún
conservan su puesto de trabajo soportan este país todavía llamado España. Son los principales
pagadores del impuesto sobre la renta. Si nos apuramos, también son los que
soportan fundamentalmente los impuestos indirectos sobre el consumo.
Diariamente soportamos la mofa de quienes tienen su patrimonio en paraísos
fiscales que ni siquiera son ya ni los tradicionales exóticos de islas
caribeñas o mini estados europeos, ni los cada vez más frecuentes paraísos
fiscales africanos. El paraíso fiscal más próximo está en la Roca Gibraltareña.
En los paraísos fiscales encuentra coartada el haber hecho del IRPF un impuesto
progresivo sólo sobre los salarios. En los paraísos fiscales se esconde también
buena parte del dinero que ahora hace más falta que nunca para hospitales,
colegios, comedores pero también para mantener la voracidad de las
administraciones en las que permanecen duplicidades y triplicidades.
A modo de ejemplo, las principales
empresas del Ibex 35 tienen filiales en paraísos fiscales. Las grandes fortunas
también o tienen una SICAV a su medida. El resto a apechugar.
(*) José Manuel Cansino Muñoz-Repiso.
Profesor invitado en la Universidad de Lund (Suecia)
Escandaloso y extraño que este país esté aún sin violencia extrema.
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