He oído decir a expertos analistas de la crisis que
comenzamos a superar que la cantidad de dinero en sentido amplio (no sólo
monedas y billetes) puesta en movimiento en Estados Unidos desde 2008 hasta
ahora, supera en seis veces la que ha circulado desde 1944. En esta fecha se
acordó por las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial, que el dólar
estadounidense sería la moneda de referencia del sistema monetario internacional.
La cuestión que ahora se plantea es ¿cómo se retira esta cantidad de dinero –en
Estados Unidos y también en Europa- sin provocar una nueva crisis.
La expansión monetaria ha sido la principal herramienta para
hacer frente a la Gran Recesión inaugurada en 2007. Las políticas de expansión
del gasto público típicamente keynesianas tuvieron un escaso recorrido después
de las reuniones del G20 en 2009 y 2010. Lo que vino después fue una expansión
monetaria brutal y sin precedentes tutelada por unas instituciones –los bancos
centrales- bastante ajenas al control democrático de los Parlamentos. De hecho,
si las decisiones de inyectar liquidez al sistema bancario hubiesen tenido que
pasar trámites parlamentarios largos como los típicamente europeos, aún
estarían por aplicar la mayoría de las medidas. Naturalmente esto da qué
pensar.
La realidad es que en poco tiempo y en Europa hemos
multiplicado por cuatro la cantidad de dinero en circulación sin apenas impacto
en el crecimiento y sin espantar claramente la deflación. La receta aplicada ha
sido justo la contraria de lo que se hizo tras el crack bursátil en Wall Street
el viernes 23 de Octubre de 1929. Es decir, se ha respaldado con inyecciones
masivas de dinero a un sistema bancario que primero afrontó un grave problema
de falta de liquidez y luego un problema a un más serio de crisis de solvencia o
caída en picado del precio de sus activos (que eran títulos de deuda a favor de
los bancos). Sin embargo, el resultado de esta gran expansión monetaria ha sido
decepcionantemente pequeño.
La expansión monetaria primero consistió en inyectar dinero
a los bancos, luego se bajaron los tipos de interés por parte del Banco Central
Norteamericano (la FED) y luego el Banco Central Europeo (BCE), luego se compró
deuda pública a través de los bancos privados, posteriormente se prestó dinero
a los bancos y no a corto sino a tres años. No fue suficiente y se fue en
Europa a la gran expansión cuantitativa. 60.000 millones de euros cada mes. Así
lo ha resumido magistralmente el profesor Fernando Faces en el V encuentro del
Observatorio Económico de Andalucía que preside Francisco Ferraro.
La cuestión ahora es que no se sabe cómo retirar esta gran
cantidad de dinero. Retirar esta inmensa cantidad de liquidez no es nada fácil.
Desde 2014 la FED se está pensando hacerlo sin saber cómo. En resumen, no
conocemos el camino de vuelta.
Lo que sí es claro es que la FED está determinada a subir
los tipos de interés para así retirar parte de la liquidez pero no se atreve.
La preocupante interpretación de los mercados del
aplazamiento de subida de tipos de interés en EEUU ha sido que mal tienen que
estar las cosas para que no se atrevan a subir los tipos. Como consecuencia, las
bolsas han caído generalizadamente.
La convicción de parte de los analistas es que el dinero, en
buena parte, se ha ido a los países emergentes a financiar un fuerte proceso de
endeudamiento (apalancamiento) mientras que en Europa las empresas y las
familias han ido paulatinamente desapalancándose.
Así las cosas, China juega ahora –junto con países como
Brasil- el mismo papel de países fuertemente endeudados que a comienzos de la
crisis jugaba EEUU o buena parte de Europa.
Es aquí donde se han encendido las alarmas ¿Qué le ocurriría
a una China fuertemente endeudada si entra en recesión y los tipos de interés,
finalmente, suben? El problema puede ser mayúsculo y, desde luego, está
obligando a enfriar las buenas expectativas de crecimiento de países como el
nuestro.
Bien es cierto que una buena parte del endeudamiento chino
es con el ahorro interno, menos expuesto a una subida internacional de tipos,
pero si la recesión china no es coyuntural sino fruto de la explosión de una
fuerte burbuja inmobiliaria que coincide con el parón de la economía brasileña,
entonces, el problema no va a ser pequeño y es posible que la subida de tipos
de interés se aplace. De ser así, Occidente seguiría con una gran cantidad de
dinero circulando sin que se traduzca en una recuperación económica fuerte.
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