El Eurogrupo nació con un pecado
de soberbia cual fue el de no regular la forma en la que un socio dejaba de
formar parte o se le expulsaba por ‘mala conducta’. Era tal la convicción de
los fundadores que sólo se contemplaban las reglas que habían de cumplir los
futuros países que llamasen a la puerta del club. No es ese el principal
problema de la crisis griega, de alguna forma u otra si no devuelven los plazos
de los sucesivos vencimientos, alguna forma de salida se arbitrará.
(Ciudadanos griegos esperando a sacar dinero de cajeros automáticos)
El problema es que todos los analistas
coincidimos en que Grecia no puede pagar su deuda salvo que debute un
crecimiento económico brutal que ni está ni se le espera. Mañana martes Grecia
tiene una primera prueba que consiste en devolver 1.550 millones al Fondo
Monetario Internacional. Hasta ahora no ha tenido problemas en hacer frente a
esta cuantía de pagos. Más importante, en cambio, es el pago de más de 4.000
millones que tiene que hacer en julio al Banco Central Europeo.
A esta situación hay que añadir
la retirada masiva de dinero del sistema bancario griego. Sólo el sábado parece
que se retiraron 400 millones de euros aunque este tipo de estimaciones tiene
una veracidad limitada, no porque no la sepan los bancos, sino porque no suele
trascender para no azuzar el pánico ni provocar lo que en Economía se denomina
‘Efecto rebaño’. La sangría de los cajeros automáticos la está taponando el
Banco Central Europeo a través de préstamos de emergencia denominados
‘Emergency Liquidity assistance’ –ELA- (3.000 millones en los últimos días) que
siguieron realizándose el domingo, justo pocas horas después de que el ministro
Varoufakis abandonase la reunión del Eurogrupo y el Parlamento heleno aprobase
la convocatoria de un referéndum para el 5 de julio.
Yo me he manifestado siempre a
favor de que las deudas deben pagarse pero especialmente cuando su origen –como
en este caso- está en un comportamiento desleal y mentiroso del deudor, pues no
debe olvidarse que la crisis griega arranca del descubrimiento de un gran
déficit público oculto. Esto que vale para Grecia sirve también para Bankia. La
socialización de pérdidas puede aceptarse transitoriamente si así se garantizan
los depósitos de los ahorradores y no se provoca el pánico en el sistema
financiero pero, más pronto que tarde, la socialización de pérdidas debe
revertir en una socialización de beneficios vía privatización de la entidad
nacionalizada. De alguna forma esto es lo que debería ocurrir en el improbable
caso de que Grecia consiga salir del rescate como han hecho Irlanda y Portugal.
Pero lo anterior no obsta para
que haya que ver en el referéndum griego una decisión de honestidad política
donde muchos sólo ven una maniobra dilatoria. En primer lugar porque, de
aprobarse, va en contra del programa de la coalición de gobierno que aupó a
Tsypras a la presidencia. Si los griegos lo aprueban, el sentimiento de
traición a su electorado se reduciría. Pero en segundo lugar, porque no se puede
zaherir el orgullo de una Nación imponiendo desde los acreedores cambios de
este tipo o incluso cambios de gobierno (Italia y la propia Grecia son los
precedentes). Por cierto que entre los voceros contra la posición del Eurogrupo
no parece importar en este caso que el referéndum haya salido adelante con los
votos a favor de Amanecer Dorado.
Grecia vive atrapada en el género
literario que hizo famoso a sus letras, la Tragedia. Ni las recetas de la
Troika impuestas al tomar el primer rescate dieron sus frutos, ni tampoco el
Gobierno de Szyriza tiene un plan creíble para conseguir una prórroga del
rescate que expira el día 30 de junio y que le permitiría acceder, como mínimo,
a 7.200 millones de euros que tiene pendientes de cobrar -del BCE, del
Mecanismo Europeo de Estabilidad y del FMI-.
Lo más probable es que la semana
arranque con alguna fórmula de corralito suave que, en la práctica, consistirá
en limitar la cantidad de depósitos que se pueden retirar de los bancos en
efectivo. El BCE seguirá inyectando préstamos de emergencia y el euro seguirá
siendo la moneda en circulación en Grecia hasta después de conocer los
resultados del referéndum del 5 de julio. Luego ya se verá.
Grecia debe a España más de
26.000 millones de euros aunque si bien esto es lo más llamativo, lo peligroso
sería que una cada vez más cercana salida del país heleno de la zona euro,
provocase una subida de la prima de riesgo española que arrastrase a todos los
tipos de interés bancarios y frenando nuestra lenta recuperación. Sin embargo,
hace tiempo que la prima de riesgo española se desacopló de la de Grecia y de
otros países rescatados –Irlanda y Portugal-. Las tendencias son absolutamente
distintas. Así las cosas, sin descartar movimientos de corto plazo en las
bolsas, la prima de riesgo española no debe resentirse significativamente ni
siquiera en el caso definitivo de quiebra (‘default’) de Grecia. Es cierto que
en las últimas horas las redes sociales han rescatado el mensaje de Varufakis
alertando de un efecto dominó de quiebras en Irlanda, Portugal, España e
Italia, pero si se repara, se trata de mensajes escritos en 2013. Parece que
no, pero económicamente la situación de España no tiene nada que ver con la de
un país rescatado.