Ha
calado entre la opinión pública que buena parte de la "generación mejor
preparada¨ emigrará buscando un empleo que no encontrará en España. Ya hemos
discutido en varias ocasiones que no se trata de la "generación mejor
preparada¨ en todos los casos; para muchos se trata de una generación
¨sobrepreparada" aunque con unos conocimientos no necesariamente
apreciados laboralmente. Pero no es este el interés de este artículo sino el de
analizar si, verdaderamente, hay fuga de "cerebros" andaluces y españoles
al resto del mundo y, si la hay, qué características tiene.
Entre
2003 y 2013, fueron 276.124 los europeos "altamente cualificados" que
emigraron a otro país europeo configurando así un mapa de países
"receptores" de cerebros y países "exportadores". Los datos
los ha publicado Foro Europeo Alpbach a partir de cifras de Eurostat. España en
ese mapa aparece marcadamente como país con fuga de cerebros, hasta 17.890
durante ese periodo. Sus destinos principales fueron el Reino Unido (con
diferencia), Alemania, Italia, Francia y Portugal. Los profesionales más
demandados en esos países fueron profesores de secundaria, médicos, enfermeros,
fisioterapeutas y dentistas.
¿Quiénes
son estos "cerebros"? La Universidad imparte tres niveles educativos;
el de grado, el de master y el de doctorado. En número, el último nivel es muy
poco significativo de manera que se puede considerar el nivel de master como el
del perfil más ajustado a estos "cerebros".
La
Universidad española impartía en el curso 2012-2013 hasta 2.951 títulos de
master con 109.113 alumnos matriculados. Las universidades andaluzas impartían
455 y en ellos figuraban como matriculados 17.742 "cerebros". Del
total de matriculados en España, se esperaba que obtuviesen el título en 2013
más de 59.000. Hay una primera conclusión que ya podemos extraer y es que si en
diez años emigraron a Europa 17.890 "cerebros" y en un sólo año
obtuvieron su título más de 59.000, la fuga de "cerebros" a Europa es
poco numerosa. En otros términos, los cerebros prefieren quedarse en casa
aunque sea engrosando las cifras del desempleo juvenil o bien, desempeñando
trabajos para los que sobraba buena parte de su formación (pagada entre todos
los contribuyentes).
Esta
conclusión debe ser, no obstante, matizada con la respuesta a la pregunta de
¿es Europa el principal destino de los emigrantes españoles? En padrón de
españoles residentes en el extranjero que publica el Instituto Nacional de
Estadística (INE) arroja la cifra de casi dos millones de españoles residentes
en el resto del Mundo, pero la mayoría (1,2 millones) residen en
Hispanoamérica; "sólo" 656.841 lo hacían en algún país europeo. Esto
obliga a buscar si la fuga de "cerebros" españoles y andaluces no se
está produciendo hacia otros países del mundo y no a los europeos.
La
estadística de flujos migratorios del INE dice que en 2013 emigraron más de
medio millón de residentes en España pero sólo 73.329 eran españoles. El
destino de los españoles fue similar a lo que ya hemos visto; buena parte a
países hispanos, a Estados Unidos y a Europa. De aquí se pueden extraer dos
conclusiones importantes.
La
primera es que frente a los casi cinco millones y medio de desempleados que
arroja la Encuesta de Población Activa, el número de españoles que emigran es
muy pequeño. El mercado de trabajo para los españoles sigue siendo un mercado
eminentemente local aunque registre una tasa de desempleo del 35 % como ocurre
en Andalucía. La segunda conclusión es que el destino de la mayoría de los
emigrantes españoles es el mismo tengan o no la condición de
"cerebros".
La
salida de "cerebros" tiene siempre una primera lectura negativa; el
país que los forma y financia su cualificación no se beneficia luego del valor
añadido y de la contribución al bienestar que generan. Esto provoca una clara
situación de inequidad. Pero en una segunda lectura debe tenerse en cuenta que
no podemos tener mercados de trabajo locales en una economía global. Las
oportunidades de empleo igual que las oportunidades de negocio no suelen estar
a la vuelta de la esquina. Sobre todo cuando las nuevas tecnologías aplicadas
al transporte y a las comunicaciones han reducido tremendamente las distancias.
Aunque
resulte impopular, las instituciones públicas y semipúblicas andaluzas deberían
hacer un esfuerzo por favorecer la búsqueda de empleo en el extranjero.
Naturalmente, es difícil imaginar explícitamente esta actuación bajo el
paraguas de la Junta de Andalucía o de cualquier otra administración regional.
Ningún político con responsabilidad de gobierno estaría dispuesto a reconocer
el fracaso de sus sistema productivo en la generación de empleo al fomentar la
emigración de buena parte de su población.
Sin
embargo, instituciones públicas como las universidades o centros de formación,
junto con los colegios profesionales, tienen mucho espacio para trabajar en
este ámbito de la orientación en buscar empleo en el extranjero y que este sea
acorde con la cualificación de las personas.
Naturalmente,
lo anterior no impide seguir trabajando en la creación de un sistema productivo
capaz de generar un empleo que, hasta ahora ha convivido con elevadísimas tasas
de paro. Tampoco es incompatible con apoyar la calidad del sistema educativo.
No en vano, si los "cerebros" españoles encuentran empleo en el
extranjero, cuando esos empleos se corresponden con la cualificación, será
porque la formación de los españoles se valora positivamente en el extranjero.
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