La
renta básica es una asignación monetaria pública incondicionada y universal,
sin contrapartida ni compromiso alguno. Hay quienes la defienden con una
herramienta eficaz de lucha contra la pobreza; una pobreza agravada en países
como España (con especial impacto en la población infantil) pero que se reduce
a nivel mundial. Esto se debe a que la recesión europea coincide en el tiempo
con el crecimiento galopante en países con grandes bolsas de pobreza. También
los hay que la defienden como una manera eficaz de garantizar el derecho a la
vida de todo ser humano por razón de serlo. Finalmente, es fácil encontrar
defensores de la misma por razones indisimuladas de populismo electoral.
Para
hablar de pobreza hay que hacerlo con gran esfuerzo de rigor. Así que esta
cuestión, también lo merece.
Hay
dos formas de abordar económicamente el análisis de la renta básica universal.
La primera es valorar su coste y su viabilidad financiera. La segunda es
anticipar sus posibles efectos económicos.
El
profesor Juan Gimeno, acaba de publicar un cálculo de su coste en la revista
Presupuesto Gasto Público. Ese coste ascendería a 75.477 millones (M) de euros
de 2010. Para expresarlos en euros de 2014 habría que añadirles, simplificadamente,
la inflación. Pero esa cifra implicaría un aumento del gasto público total
mucho menor y que se quedaría en 24.000 M de euros ¿Como es esto posible?
Para
este economista especializado en finanzas públicas, la renta básica incluiría
buena parte de las prestaciones de renta mínima que ahora existen. En
definitiva, ya habría un conjunto de españoles que la están recibiendo.
Por ejemplo, las pensiones no contributivas. También considera que la
renta básica estaría incluida en las pensiones contributivas aunque estas
fuesen de mayor cuantía. Así, la prestación contributiva -por ejemplo una
pensión de jubilación- estaría compuesta por una parte fija (la renta básica) y
otra variable en función del volumen de cotización que el jubilado hubiese
hecho a lo largo de su vida laboral.
Lo
anterior significa que habría que considerar que los españoles que cobran una
pensión no contributiva y los que cobran los complementos a mínimos de una
pensión contribuitva, ya estarían incluidos en el cálculo de coste y no habría
que contabilizar esta cantidad como 'nuevo gasto público' porque ya
existe. Cuando se repite este calculo incluyendo todas las prestaciones que ya
funcionan como renta básica, el autor sostiene que se cuenta de partida con
unos 21.000 M y sólo habría que financiar el resto hasta 75.477 M.
Esta
cantidad adicional propone financiarla con un ahorro de costes administrativos
de 2.500 M de euros. La explicación estaría en que este mecanismo es mucho más
sencillo que la actual complejidad de normas autonómicas y estatales
relacionadas con el conjunto de programas de garantías de rentas en vigor.
Añade a esto 26.150 M de euros que provendrían de 'ajustes fiscales' o subida
de impuestos que se les practicarían a las rentas más altas cuyo esfuerzo
fiscal, por esta razón, aumentaría. El resultado serían los aproximadamente
24.000 M de euros 'nuevos' que habría que añadir al gasto público. Por tanto,
la viabilidad financiera de la renta básica dependería de si existe esta
capacidad de gasto adicional.
Con
estos números se garantizaría una renta mínima de 396,32 € al mes y 4.755,8 €
al año, equivalente a la actual pensión mínima no contributiva. A ella
-propone- tendrían derecho todos los residentes legales en España adultos y
emancipados. Cada hijo recibiría el 30% de la renta básica de forma que un
hogar con el padre, la madre y dos hijos tendría garantizada una renta anual de
12.365,08 € euros con cargo al Estado.
Ahora
viene la otra parte del análisis de esta cuestión; los efectos económicos. Los
cálculos de Gimeno están hechos sobre el supuesto de que nadie varia su oferta
de trabajo, la recaudación impositiva permanece constante y no se produce
efecto llamada de población extranjera ¿Es posible tener en cuenta esto en el
cálculo? La respuesta es sí y no. Lo que es posible es hacer unos cálculos
simulados. Esto es, tomar una importante muestra de la población, realizar una
encuesta fiable sobre si, por ejemplo, a) estaría dispuesta toda la unidad
familiar a trabajar lo mismo antes y después de percibir la renta básica y,
particularmente, b) estaría dispuesta la 'segunda renta del hogar' (la menos
cuantiosa) a seguir trabajando incluso teniendo garantizados unos ingresos
básicos. A partir de esta encuesta se podría hacer una estimación del
comportamiento de la oferta de trabajo española en el sentido de ver si la
renta básica desincentivaria el esfuerzo (la principal crítica de muchos
economistas), con efectos fatales para la economía. Los resultados tendrían que
ser robustos, lo que técnicamente significa que idealmente tendrían que tener
alrededor de un 90 o 95 % de confianza.
Pero
a la propuesta de la renta básica hay que añadirle otras valoraciones. Por
ejemplo, la Sociología nos dice en boca de algunos de sus representantes que en
la visión de las cosas conviven dos maneras de contemplar a nuestros
semejantes. Para unos los seres humanos son esencialmente iguales y para otros
son esencialmente desiguales. El esfuerzo compensador de las desigualdades
económicas es mucho mayor dependiendo de las perspectiva que se adopte. Quizás
en la segunda forma de verlo hay una secular desconfianza en la capacidad del
ser humano de autosuperarse y una vindicación de alguna fórmula de paternalismo
sin el que la Humanidad no puede convivir.
Otra
valoración es que la renta básica deja en manos del Estado la acción
compensatoria hacia los desiguales. Algo que en el último siglo se ha hecho
conjuntamente con los mecanismos de solidaridad privada que las sociedades han
desarrollado siempre por razones morales y/o religiosas. Supondria otorgar al
Estado la posibilidad de ocupar un espacio más en detrimento de la sociedad
civil.
Por
ultimo, esta propuesta de renta básica conllevaría la integración de todas las
'rentas de inserción' que ahora desarrollan varias Comunidades Autónomas en una
única renta estatal de común acceso a todos los residentes legales en nuestra
Nación. Habría que ver si están dispuestas.
Sea
como fuere, cualquier propuesta que intente paliar el problema de la pobreza
merece una consideración detenida y en absoluto ser despachada con lugares
comunes. Yo mismo no soy partidario de ella pero estoy dispuesto a oír a todos
los que la defienden con rigor.
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