Creceremos un poco menos que el
resto de España y un poco más que el conjunto de Europa. Este es el núcleo de
la previsión económica para Andalucía que acaba de publicar la Universidad
Loyola. El resultado no puede ser otro que mantener la tasa de desempleo
andaluz en la pertinaz diferencia de entorno a diez puntos por encima de la
española (28.5 frente a la tasa de desempleo nacional de 18.5) y de veinte
puntos por encima de la media de la Unión Europea (8.9 es la tasa de desempleo
estimada para 2017).
Poco nuevo hay bajo el sol y,
naturalmente, es razonable esperar que así sea pues los cambios en la situación
económica no suelen ser abruptos entre trimestres. La salvedad son las grandes
crisis que debutan en forma de burbujas que explotan como ocurrió en 2008.
Sobre esto último sigue sin haber consenso entre los analistas económicos. Me
refiero a que no acaba de haber una lectura claramente dominante sobre si la
crisis ha sido superada o no. A modo de ejemplo, hace sólo unos días el
Observatorio Económico de Andalucía reunía a destacados economistas buenos
conocedores de la realidad andaluza. Mientras que el profesor Fernando Faces
del Instituto San Telmo opinaba que la crisis aún no ha sido superada, el
profesor José María O’Kean, de la Universidad Pablo de Olavide, estaba
convencido de lo contrario.
Sí es cierto –y así lo señala el informe de la
Universidad Loyola- que la economía internacional despeja algunas dudas que se
cernían sobre ella. Particularmente importante ha sido el reciente dato de
crecimiento de la economía china (6.7 % en el segundo trimestre de 2016) y de
otros dos importantes motores asiáticos; India (7 %) e Indonesia (5.2 %). La
mala noticia la presenta la contracción de la economía rusa y, para Hispanoamérica,
la economía brasileña. Pero la clave es que la economía mundial sigue sin
alcanzar un ritmo de crecimiento más vigoroso y homogéneo. Uno de los datos más
ilustrativos es que el ritmo de crecimiento del comercio mundial se sitúa en
torno al 3 %, menos de la mitad de lo que crecía antes de la crisis de 2008. El
resultado son proyecciones de crecimiento económico muy tibias de sólo el 1.63
% para el conjunto de la zona euro y del 2.4 para España y para 2017.
El Informe de la Universidad
Loyola bajo la coordinación del profesor Manuel A. Cardenete, aporta un
análisis sumario pero muy fibroso sobre el papel de la innovación como motor de
desarrollo. Su inclusión en este informe de coyuntura responde a lo acordado en
la reciente cumbre de G20 en la ciudad china de Hangzhou. En esta ciudad y en
el mes de septiembre que acabamos de doblar, los mandatarios de las principales
potencias económicas mundiales llegaron a un acuerdo (pomposamente denominado
Consenso de Hangzhou) en dos cuestiones. Una de ellas fue poner el foco en la
innovación como motor capaz de empujar a las tibias cifras de crecimiento
económico. Sobre esta idea, el Informe de la Universidad Loyola aporta el dato
de que por vez primera desde que se dispone de serie estadística, la solicitud
de patentes realizada en Andalucía (241 en el primer semestre de 2016) superó
al resto de regiones españolas.
Aunque el dato es llamativo más
importante es la advertencia que se hace en el informe. Esta advertencia señala
la importancia de conocer la parte de la investigación (léase patentes) que se
traduce en un aumento de la facturación empresarial (léase innovación). Con
este matiz, los datos siguen arrojando cifras no muy buenas para Andalucía lo
que no impide reconocer los esfuerzos que se llevan haciendo desde hace años en
la transferencia del conocimiento desde los centros de investigación al sector
empresarial.
El otro acuerdo del G20 es difuso
y ya veremos si también efímero, pero no deja de llamar la atención. Los
mandatarios de las grandes economías mundiales reconocen que la política
monetaria expansiva no da más de sí para reactivar el pulso de la economía. Sin
duda las medidas de compra masiva de activos financieros tóxicos (las
‘Quantitative easing’) han servido para evitar el colapso de unas economías
extraordinariamente financierizadas, pero unos tipos de interés del 0 % no han
conseguido tasas de crecimiento económico significativas. Parece que se va
dejando atrás la política de austeridad fiscal. Ya veremos hasta donde llega
esa recomendación que de momento es vaporosa.
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