lunes, 3 de octubre de 2016

LA LENTITUD DEL CRECIMIENTO ANDALUZ (José Manuel Cansino en La Razón el 3/10/2016)

Creceremos un poco menos que el resto de España y un poco más que el conjunto de Europa. Este es el núcleo de la previsión económica para Andalucía que acaba de publicar la Universidad Loyola. El resultado no puede ser otro que mantener la tasa de desempleo andaluz en la pertinaz diferencia de entorno a diez puntos por encima de la española (28.5 frente a la tasa de desempleo nacional de 18.5) y de veinte puntos por encima de la media de la Unión Europea (8.9 es la tasa de desempleo estimada para 2017).



Poco nuevo hay bajo el sol y, naturalmente, es razonable esperar que así sea pues los cambios en la situación económica no suelen ser abruptos entre trimestres. La salvedad son las grandes crisis que debutan en forma de burbujas que explotan como ocurrió en 2008. Sobre esto último sigue sin haber consenso entre los analistas económicos. Me refiero a que no acaba de haber una lectura claramente dominante sobre si la crisis ha sido superada o no. A modo de ejemplo, hace sólo unos días el Observatorio Económico de Andalucía reunía a destacados economistas buenos conocedores de la realidad andaluza. Mientras que el profesor Fernando Faces del Instituto San Telmo opinaba que la crisis aún no ha sido superada, el profesor José María O’Kean, de la Universidad Pablo de Olavide, estaba convencido de lo contrario.
 Sí es cierto –y así lo señala el informe de la Universidad Loyola- que la economía internacional despeja algunas dudas que se cernían sobre ella. Particularmente importante ha sido el reciente dato de crecimiento de la economía china (6.7 % en el segundo trimestre de 2016) y de otros dos importantes motores asiáticos; India (7 %) e Indonesia (5.2 %). La mala noticia la presenta la contracción de la economía rusa y, para Hispanoamérica, la economía brasileña. Pero la clave es que la economía mundial sigue sin alcanzar un ritmo de crecimiento más vigoroso y homogéneo. Uno de los datos más ilustrativos es que el ritmo de crecimiento del comercio mundial se sitúa en torno al 3 %, menos de la mitad de lo que crecía antes de la crisis de 2008. El resultado son proyecciones de crecimiento económico muy tibias de sólo el 1.63 % para el conjunto de la zona euro y del 2.4 para España y para 2017.
El Informe de la Universidad Loyola bajo la coordinación del profesor Manuel A. Cardenete, aporta un análisis sumario pero muy fibroso sobre el papel de la innovación como motor de desarrollo. Su inclusión en este informe de coyuntura responde a lo acordado en la reciente cumbre de G20 en la ciudad china de Hangzhou. En esta ciudad y en el mes de septiembre que acabamos de doblar, los mandatarios de las principales potencias económicas mundiales llegaron a un acuerdo (pomposamente denominado Consenso de Hangzhou) en dos cuestiones. Una de ellas fue poner el foco en la innovación como motor capaz de empujar a las tibias cifras de crecimiento económico. Sobre esta idea, el Informe de la Universidad Loyola aporta el dato de que por vez primera desde que se dispone de serie estadística, la solicitud de patentes realizada en Andalucía (241 en el primer semestre de 2016) superó al resto de regiones españolas.
Aunque el dato es llamativo más importante es la advertencia que se hace en el informe. Esta advertencia señala la importancia de conocer la parte de la investigación (léase patentes) que se traduce en un aumento de la facturación empresarial (léase innovación). Con este matiz, los datos siguen arrojando cifras no muy buenas para Andalucía lo que no impide reconocer los esfuerzos que se llevan haciendo desde hace años en la transferencia del conocimiento desde los centros de investigación al sector empresarial.

El otro acuerdo del G20 es difuso y ya veremos si también efímero, pero no deja de llamar la atención. Los mandatarios de las grandes economías mundiales reconocen que la política monetaria expansiva no da más de sí para reactivar el pulso de la economía. Sin duda las medidas de compra masiva de activos financieros tóxicos (las ‘Quantitative easing’) han servido para evitar el colapso de unas economías extraordinariamente financierizadas, pero unos tipos de interés del 0 % no han conseguido tasas de crecimiento económico significativas. Parece que se va dejando atrás la política de austeridad fiscal. Ya veremos hasta donde llega esa recomendación que de momento es vaporosa.

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