Desde que el PSOE aceptó que
España había entrado en recesión después del inicio de la crisis de deuda en
2007, se extendió la letanía o mantra de que había que cambiar el sistema
productivo como si ello dependiera de las decisiones de las administraciones
públicas. Bien porque sonase bien la música de fondo de una economía que se
podía planificar, bien por ignorancia, se hizo creer que era posible pasar de
una “economía fingida” a una economía sólida y equitativa capaz de resistir
próximas crisis financieras.
Pasados los años y con el
apabullante resultado de la última oleada de la Encuesta de Población Activa
(EPA) –casi 700.000 parados menos- cabe preguntarse si el empleo que se genera
en Andalucía lo hace en los mismos sectores en los que crecen las economías
regionales con mayor PIB per capita o si el crecimiento del empleo en Andalucía
lo hace en sectores bien diferentes.
Las economías “ricas” que
tomaremos como referencia (de mayor a menor PIB per capita) son Madrid,
Vascongadas, Navarra, Cataluña y La Rioja. La primera tiene un PIB per capita
de 31.004 euros de 2014 frente a los 16.884 de Andalucía.
El análisis por sectores
económicos está limitado a los cuatro que considera el Instituto Nacional de
Estadística (INE) –Agricultura, Industria, Construcción y Servicios- y, por
tanto, engloba actividades productivas muy heterogéneas. A pesar de ello
permite un cierto análisis estilizado tomando como referencia no sólo la EPA
del último trimestre de 2015 sino también las otras tres oleadas del año
pasado.
En conjunto, el ritmo de
crecimiento del empleo andaluz es superior al del resto de regiones ricas. El
empleo en Andalucía ha crecido a un ritmo el 5.1 %, sólo cerca del 4.3 % de La
Rioja y muy por encima del de Madrid -2.1 %-. Pero ¿dónde se está generando
empleo?
El motor del empleo en Andalucía
está siendo la Agricultura a un ritmo del 22.6 % en todo el 2015; sólo Cataluña
registra un crecimiento tan vigoroso del empleo en este sector (un 10.2 %). El
otro motor del crecimiento regional del empleo es la industria de la
Construcción que registró un aumento del empleo del 6.7 % sólo superado por el
9.8 % de Navarra y similar al de Cataluña (5,5 %). Regiones como La Rioja y
Madrid siguen reduciendo el empleo en este sector a ritmos muy intensos (-15.3
y – 12.2 %).
El crecimiento del empleo en el
sector servicios también es importante (3.5 %) y, sólo en este caso, coincide
con la tendencia y magnitud del registrado en las regiones de mayor PIB per
capita.
La gran debilidad sigue siendo el
sector industrial que, con un crecimiento en el empleo modesto –el 1.1 %- está
muy lejos del 9.2 % de La Rioja, del 4.6 % de Cataluña o del 3.7 % de las
provincias vascas aunque, sin duda, mucho mejor que la significativa caída que
muestra el empleo de este sector en Madrid (-10.2 %).
Por tanto y con las cifras en la
mano, el empleo en Andalucía se generó en el pasado 2015 en la Agricultura, en
la Construcción y en el sector Servicios principalmente. Sin duda se trata de un
perfil muy parecido al que mostraba antes de la crisis desatada en 2007. La
lección aprendida es que el discurso de vamos a cambiar el modelo productivo
resulta de una oquedad muy repetida. Bien es cierto que esto hay que matizarlo
si se quiere ser riguroso. Por ejemplo, hay que ver dónde está generando empleo
el sector de la construcción ¿en el segmento de la segunda vivienda? ¿en el de
la obra civil? ¿en el de la primera vivienda? Las implicaciones serían muy
diferentes dependiendo de la respuesta.
Lo que sí es cierto es que en un
problema tan crucial como el paro, el debate sigue estando lastrado por un
sectarismo ideológico que nada ayuda a su solución. La facilidad con la que se
estigmatizan las propuestas por parte de quienes no las comparten atrapan las
reformas en una tela de araña muy tupida de tópicos y muy falta de valentía;
probablemente porque quienes reparten estigmas como antes sambenitos, pastorean
en el presupuesto público y tienen blindada su estabilidad laboral.
Un ejemplo de este sectarismo es
el que hemos conocido esta semana en la actuación contra el responsable de la
Escuela Perica de Granada. Una escuela de integración de niños venidos de
diferentes culturas ha sido señalada no por premiar la labor de integración que
realizaba sino por la ideología de su responsable. Un ejemplo más de una España
en la que con frecuencia se gobierna “contra el otro”. El sectarismo no es un
buen camino; tampoco en el camino hacia la creación de empleo digno.
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