El presidente del Observatorio Económico
de Andalucía, el Catedrático de Economía Francisco Ferraro, ha promovido un muy
interesante manifiesto coelaborado por ocho organizaciones "de la sociedad
civil", principalmente Círculos de Empresarios de toda España.
(Francisco Ferraro)
El
oportuno Manifiesto tiene una clara inspiración institucionalista y, por tanto,
participa de la idea de que las economías de mercado están influídas
determinantemente por las instituciones de los países en los que se
desarrollan. Los institucionalistas no se centran sólo en el estudio de las
instituciones formales, visibles y perfectamente estructuradas, sino también de
las informales como son los hábitos asentados en las sociedades y que
determinan aspectos tales como la disposición al trabajo, al ahorro o a la
asunción de riesgos (inversión).
En
este caso, el manifiesto hace un diagnóstico de la situación socioeconómica de
España para luego hacer un llamamiento a la reforma de cuatro asuntos
principales.
El
diagnóstico -coherente con su inspiración- es el de que España se haya inbuída
en una profunda crisis institucional que se manifiesta en el malestar y el
desafecto ciudadano hacia las principales instituciones del Estado.
El
origen de ese desafecto lo identifica -a mi juicio de forma certera- en dos
decisiones equivocadas tomadas durante la última Transición política; el papel
omnímodo otorgado a los partidos políticos y la indefinición de la organización
territorial del Estado en la Constitución.
Ambos
problemas han sumado una deriva que se ha traducido en una ocupación asfixiante
de casi todos los espacios de la sociedad por el poder político. Un poder
político que se otorgó un papel de autorregulación que le permitió saltarse
casi todos los controles hasta llegar a provocar una sensación de corrupción
extendidisima.
Pero
la autorregulación de los partidos políticos sólo fue parte de los males. Las
demandas separatistas, la negativa de los "padres" de la Constitución
a definir la organización territorial del Estado y las coyunturas políticas que
hicieron a los gobiernos minoritarios buscar el apoyo de los partidos
nacionalistas, acabaron creando un Estado que reproducía diecisiete veces el
estado nacional. Este proceso es catalogado en el Manifiesto al que me refiero
como "consistente con los intereses corporativos de los partidos
políticos, ya que el desarrollo autonómico les permitió aumentar sus
posibilidades de reproducción con mayores competencias, financiación y empleo
público (...)".
El
documento termina con una llamada a la reforma (implícitamente pide una reforma
constitucional -del contrato social-) focalizada en cuatro aspectos: 1) cambio
del sistema electoral, 2) transparencia en el funcionamiento de las
administraciones públicas, 3) reforzar los mecanismos de control de todas las
instituciones financiadas (en todo o en parte) con fondos públicos y 4) abordar
la reforma territorial del Estado.
Sobre
todo lo anterior creo oportuno realizar un par de aportaciones.
La
primera es que siempre resulta más fácil realizar un diagnóstico del mal que
encontrar un remedio eficaz. En este sentido, sobre la manera concreta de
llevar a la practica las medidas de "regeneración" que el Manifiesto
invoca yo recomiendo lo que recoge el libro "Recuperar España. Una
propuesta desde la Constitución" publicado por el Instituto de Estudios de
la Democracia de la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Este libro expone de
manera pragmática dos vías de reforma constitucional de entre las que se puede
elegir. Es una propuesta muy detallada expuesta de manera didáctica
identificando cada uno de los artículos que se deberían modificar y proponiendo
una nueva redacción en unos casos, la supresión de algunos artículos en otros y
la incorporación de nuevos artículos al texto constitucional.
Mi
segunda aportación es acerca del propio enfoque institucionalista que inspira
este imprescindible Manifiesto. En particular, existen economías con crisis institucionales
seculares que, sin embargo, muestran un crecimiento económico más robusto que
el español. Un par de ejemplos pueden ilustrarnos, uno de economia 'vieja' y otro
de economía 'emergente' ¿Alguien duda de que Italia, con un papel determinante
jugado por las mafias tradicionalmente, tiene una economía más sólida que la
española? ¿Han impedido las mafias terroristas o la propia institución de la
"mordida" mejicana que esa economía registre hoy día un gran
crecimiento económico? En otros términos, es posible que la sociedad acabe
aceptando como normal el peaje de la corrupción, del poder omnímodo de los
partidos políticos y de la elefantiasis administrativa, y acabe sobreviviendo
con un "modelo productivo" en el que lo anterior es un impuesto más a
pagar y la única estrategia posible es fichar a un experto que te minimice la
mordida como el buen asesor fiscal te reduce la factura impositiva. Sería un
resultado vergonzoso pero es posible que no estemos muy lejos ¿Acaso la figura
del "conseguidor" tan popular ahora en los juzgados no representa a
este "asesor de mordidas"?
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