Antes del 31 de Agosto, la mayor
parte de españoles con contrato de suministro eléctrico veremos como una de
nuestras facturas se reduce en unos 25 euros. El ajuste de una cantidad tan
modesta tiene, no obstante, un origen complejo y polémico. La factura de la luz
sigue siendo difícil de entender. Además, la regulación y funcionamiento del
sistema eléctrico español (o Ibérico pues integra a Portugal), están inmersos casi
siempre en polémicas y pugnas entre las empresas eléctricas y los gobiernos de
turno.
Como es sabido, en diciembre
pasado y de manera sorpresiva, el Gobierno declaró nula la subasta en la que se
fijaba el precio al que llegaría la electricidad a nuestras casas durante los
tres primeros meses de 2014. La decisión, que no acabará en sanción a las
empresas que concurrieron porque es prácticamente imposible demostrar que hubo
colusión (o apaño) en la subasta, suponía el fin de este sistema de fijación
del precio.
La subasta declarada nula y el
sistema en el que basaba tenían un fundamento muy discutible. Las empresas
comercializadoras de electricidad (las que se ocupan de distribuir la
electricidad desde las redes de alta tensión hasta los enchufes de nuestras
casas), pagaban un precio por la electricidad que luego nos iban a facturar
incluyendo un seguro que garantizaba que no iban a existir interrupciones en el
suministro; cortes eléctricos para que nos entendamos.
Asegurarse frente a ese riesgo
tiene muy poco sentido habida cuenta de que la capacidad instalada en España (la
capacidad de generación eléctrica) es más del doble de la que se necesita.
Incluso cuando se producen los picos máximos de demanda en invierno y en verano.
En definitiva pagar un seguro frente a este riesgo es algo parecido a asegurar
un coche contra el riesgo de accidentes a pesar que de no vamos a coger el
coche.
El gobierno estimó entonces el
ahorro por evitar el pago de este seguro en unos 300 millones de euros. Una
cantidad que dejarían de percibir las empresas que participaban como oferentes
en esa subasta y que dejarían de pagar con consumidores en sus facturas.
Retengamos esta cifra en mente.
Una vez eliminado el mecanismo de
la subasta para las denominadas “empresas comercializadoras de último recurso”
como sistema de fijar el precio de la electricidad para cada trimestre y
mientras el gobierno diseñaba el nuevo mecanismo, hubo que resolver el problema
de cuál sería el precio de la electricidad en los tres primeros meses de 2014
una vez que declaró nulo el precio de la subasta de diciembre.
Así las cosas el gobierno fijó un
precio provisional (a la espera de conocer cuál sería el precio de mercado) de
48.48 euros por Megavatio hora pero acompañado de un mecanismo de compensación
para los consumidores. Ese mecanismo consistía en que si, una vez finalizado el
primer trimestre de 2014 y conocido el precio de mercado, éste resultaba ser
inferior a los 48.48 euros, entonces las empresas de comercialización eléctrica
tendrían que devolver el exceso cobrado.
Pues así ocurrió que el precio
final de mercado en promedio para los meses de enero a marzo ha sido de 26.27
euros por megavatio frente a los 48.48 fijados inicialmente. Globalmente esto
supone una reducción de unos 310 millones de euros; una cifra muy parecida a la
estimación del gobierno sobre cuánto se abarataría el precio de la electricidad
al eliminar la subasta de último recurso.
Así que dividiendo los 310
millones de euros entre los aproximadamente 16 millones de clientes de las
eléctricas, resulta esta cantidad promedio de los 25.5 euros por barba que se
nos abonará en la factura eléctrica. Naturalmente habrá variaciones entre los
hogares. Un consumidor doméstico suele tener una potencia contratada de 3.3
kilovatios y un consumo anual de 3.000 kilovatios; esa es la referencia para
los 25.5 euros. Sin embargo, una familia con dos hijos podría recibir una
cantidad mayor –entorno a los 33 euros- ya que suele tener una potencia
contratada de 4.4 kilovatios y un consumo anual de 3.900.
El precio de la electricidad
sigue siendo el de un bien (para los hogares) y un factor productivo (para las
empresas) extraordinariamente importante en sociedades electrificadas como la
española. Recientemente se acaba de hacer público un interesante estudio del
profesor David Robinson (disponible en www.eurocofin.es) que analiza
comparativamente los precios de la electricidad en la Unión Europea. Sus
conclusiones son muy diferentes a las de otros análisis, pero deben leerse con
interés.
(*) Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla.
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