¿Cómo es posible que desciendan a
la vez las personas empleadas y las desempleadas? ¿Cómo es posible explicar
este resultado y no estar loco como afirmaba no estarlo Machín en su canción
silabeando su atribulada vida sentimental?
Efectivamente, la Encuesta de
Población Activa (EPA) del primer trimestre de 2014 sostiene que entre enero y
marzo de este año el número de empleados en España descendió en 184.600
personas. Pero también dice que a la vez el número de parados disminuyó en
2.300 personas. Así las cosas, la paradoja es que disminuyen al mismo tiempo el
número de personas que están trabajando y el número de personas que no lo
están.
Por cierto que –haciendo un
paréntesis regional- Andalucía ha tenido un comportamiento diferente y mejor
que el resto de la Nación. El número de ocupados aumentó en 41.700 y el
desempleo disminuyó en mucho más; concretamente en 59.200 personas.
Pero volvamos a la paradoja. La
EPA construye sus datos a partir de entrevistas en profundidad a 65.000
familias; de ahí se extrapolan los resultados al conjunto de la población
española a través de una metodología internacionalmente aceptada y compartida.
Los criterios para que el
Instituto Nacional de Estadística –responsable de elaboración de la EPA-
catalogue a un entrevistado como parado o empleado son fácilmente accesibles en
su página web.
Así, por ejemplo, para que una
persona se compute como desempleada tiene que responder afirmativamente a la
pregunta si ha tomado medidas concretas para buscar un trabajo por cuenta ajena
o ha hecho gestiones para establecerse por su cuenta en el mes precedente. En
caso contrario el INE considera que esta persona no forma parte de la población
activa.
¿Qué ocurre si parte de las
personas desempleadas dejan de buscar empleo por efecto del desánimo? Pues
ocurre que pasan a computarse como población inactiva. Aquí es donde
encontramos una parte de la respuesta a nuestra paradoja. La tasa de
inactividad española crece en los últimos trimestres. En el trimestre pasado
–el que ha servido de referencia a la EPA que comentamos- los desempleados que
pasaron a la inactividad volvió a aumentar.
La otra parte de la explicación a
nuestra paradoja hay que buscarla en los flujos migratorios y en el
envejecimiento de la población. El descenso de la población activa en 187.000
personas que registra la EPA engloba a las personas que abandonan España y a
las que alcanzan la edad de jubilación. Entre ese total naturalmente se
encuentran personas que estaban ocupadas y personas que estaban desempleadas y
como consecuencia contribuyen a explicar la paradoja de que empleados y
desempleados disminuyan a la vez.
El asunto central es que la
economía española sigue sin crear empleo a pesar de crecer un 0,4% entre enero
y marzo de este año. Cierto es que seguimos alejándonos de la cifra máxima de
desempleados registrada en el primer trimestre de 2013 (6.270.000 españoles sin
empleo) pero el número total de empleos en España sigue disminuyendo.
Hay que lanzar un mensaje de
resistencia a las personas desempleadas. Un mensaje nada nuevo pero siempre
eficaz; el mensaje de quien resiste, vence. No se puede abandonar la búsqueda
de empleo. Hay que hacerlo eficazmente. Parte del éxito necesita de unas
mínimas técnicas de búsqueda de empleo que redundan a favor de la
empleabilidad. Hay que aprovechar el periodo de desempleo para mejorar la cualificación
profesional incluso sobreponiéndose al fiasco de los fondos para la formación
que manchará la reputación de los grandes sindicatos y de las organizaciones
empresariales andaluzas durante décadas. Hay que seguir peleando dentro y fuera
de España en los casos en los que hay que hacer las maletas. Y hay que seguir
haciéndolo con independencia de la edad. También entre los jóvenes. Entre la
juventud española, aquella cuyo principal problema decía Salvador Dalí era que
uno ya no pertenecía a ella.
(*) Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla
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