martes, 27 de mayo de 2014

RUSIA-CHINA. DIEZ AÑOS ATRÁS (José Manuel Cansino en La Razón el 26/5/2014)


Hace diez años, en plena embriaguez occidental provocada por la burbuja inmobiliaria, los representantes de Gazprom –la gran empresa gasística controlada por el gobierno ruso- y los de la empresa estatal “China National Pretoleum Corporation”, firmaron un acuerdo de cooperación estratégica. Dos empresas de otros tantos países con una particular percepción del tiempo.



En Occidente se ha ido implantando desde finales de los años sesenta del siglo pasado el “presentismo” como modo de vida. Lo que queremos, lo queremos ahora. Occidente no quiere esperar a disfrutar de ninguna comodidad; la quiere inmediatamente. Pero el mundo es más; es mucho más que Occidente, y en él existe un gigante llamado China, que cuando toma decisiones lo hace pensando en el largo plazo. El largo plazo son cien años. Me lo contó el catedrático Juan Torres cenando una noche.
Rusia es el primer exportador mundial de energía y China es el primer consumidor del Planeta. Es el primer consumidor y no sólo de materias primas energéticas. Lleva décadas desarrollando acuerdos e inversiones para garantizar sus suministros. Primero invirtió en África pero la sempiterna inestabilidad de ese continente les hizo virar hacia Oceanía. Hoy China tiene grandes intereses económicos en Australia y Nueva Zelanda. Ambos países ricos en recursos naturales.
China es también el principal emisor de dióxido de carbono del mundo. Lo sabe y también sabe que si el calentamiento global no se frena, será uno de los países más afectados por la subida del nivel de aguas oceánicas provocando fuertes desplazamientos de la población. Por esa razón se ha tomado en serio reducir su dependencia del carbón como fuente de energía primaria para generar la electricidad. No está del todo claro cuánto de intenso es el compromiso chino en reducir la carbonización de su economía pero en el primer trimestre de este año 2014 redujo sus importaciones de carbón un 20 % respecto al año anterior.
China quiere garantizarse el abastecimiento de gas para el futuro, tanto para sustituir su dependencia del carbón como para no tener ningún factor que limite su crecimiento. Rusia también quiere reducir su dependencia de sus clientes europeos en la exportación de gas. La economía rusa depende fuertemente de sus ingresos por exportación de energía y un 30 % del gas que exporta va hacia Europa, la mitad a través de Ucrania. Esencialmente eso fue lo que les recordó el presidente Putin a los catorce países comunitarios a los que remitió una carta el 14 de mayo, en pleno conflicto con Ucrania.
Rusia y China han tardado diez años es cerrar un acuerdo que suministrará anualmente 38.000 millones de metros cúbicos de gas natural (el 22 % del consumo de China en 2013) procedentes de Siberia. Tenían que ponerse de acuerdo en el precio, en la ruta de abastecimiento y en la forma en la que China iba a participar en varios proyectos con Rusia. Entre estas dos potencias no rige ni el “cortoplacismo electoral” de Occidente –especialmente en China donde por no haber, no hay elecciones- ni el “presentismo”.
El precio que se embolsará la empresa rusa Gazprom por cada 1.000 metros cúbicos de gas vendido a China va a rondar los 263 euros; por debajo de lo que Europa paga (278) y por encima del precio (256) al que les suministran las exrepúblicas soviéticas de Kazajistan, Uzbekistan y Turkmenistan.
La ruta por la que llegará el gas ruso a partir de 2018 y para los próximos 30 años será a través del gasoducto “Fuerza de Siberia” que entrará en China tomando como punto de referencia la ciudad portuaria de Vladivostok. Esto obligará a Gazprom a desarrollar unas inversiones de unos 40.000 millones de dólares de los que 16.000 los va a adelantar la compañía china.
Me contaba un amigo a propósito de las Elecciones Europeas y en plan distendido que después de esta operación, a la Unión Europea sólo le ha faltado poner un whatsapp al presidente Putin diciéndole “olvídate de lo que te hemos dicho sobre lo de Ucrania pero, por lo que más quieras, no nos dejes sin gas que aquí en invierno hace tela de frío”.
Le respondí diciendo que probablemente los propietarios del gasoducto Megdaz (Argelia-España) andarían poniendo también whatsapps a los gobiernos finlandés, alemán, ucraniano, italiano o francés contándoles “mirad tenemos una super tubería por la que circula una cantidad de gas equivalente a la mitad de la que atraviesa Ucrania procedente de Rusia”. Y que lo propio andarían haciendo los astilleros españoles especializados en la fabricación de metaneros.

Naturalmente, todos desde dispositivos móviles fabricados en China.

(*) Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla

martes, 20 de mayo de 2014

NOS DEVUELVEN (EN) LA LUZ (José Manuel Cansino en La Razón el 19/5/2014)


Antes del 31 de Agosto, la mayor parte de españoles con contrato de suministro eléctrico veremos como una de nuestras facturas se reduce en unos 25 euros. El ajuste de una cantidad tan modesta tiene, no obstante, un origen complejo y polémico. La factura de la luz sigue siendo difícil de entender. Además, la regulación y funcionamiento del sistema eléctrico español (o Ibérico pues integra a Portugal), están inmersos casi siempre en polémicas y pugnas entre las empresas eléctricas y los gobiernos de turno.



Como es sabido, en diciembre pasado y de manera sorpresiva, el Gobierno declaró nula la subasta en la que se fijaba el precio al que llegaría la electricidad a nuestras casas durante los tres primeros meses de 2014. La decisión, que no acabará en sanción a las empresas que concurrieron porque es prácticamente imposible demostrar que hubo colusión (o apaño) en la subasta, suponía el fin de este sistema de fijación del precio.
La subasta declarada nula y el sistema en el que basaba tenían un fundamento muy discutible. Las empresas comercializadoras de electricidad (las que se ocupan de distribuir la electricidad desde las redes de alta tensión hasta los enchufes de nuestras casas), pagaban un precio por la electricidad que luego nos iban a facturar incluyendo un seguro que garantizaba que no iban a existir interrupciones en el suministro; cortes eléctricos para que nos entendamos.
Asegurarse frente a ese riesgo tiene muy poco sentido habida cuenta de que la capacidad instalada en España (la capacidad de generación eléctrica) es más del doble de la que se necesita. Incluso cuando se producen los picos máximos de demanda en invierno y en verano. En definitiva pagar un seguro frente a este riesgo es algo parecido a asegurar un coche contra el riesgo de accidentes a pesar que de no vamos a coger el coche.
El gobierno estimó entonces el ahorro por evitar el pago de este seguro en unos 300 millones de euros. Una cantidad que dejarían de percibir las empresas que participaban como oferentes en esa subasta y que dejarían de pagar con consumidores en sus facturas. Retengamos esta cifra en mente.
Una vez eliminado el mecanismo de la subasta para las denominadas “empresas comercializadoras de último recurso” como sistema de fijar el precio de la electricidad para cada trimestre y mientras el gobierno diseñaba el nuevo mecanismo, hubo que resolver el problema de cuál sería el precio de la electricidad en los tres primeros meses de 2014 una vez que declaró nulo el precio de la subasta de diciembre.
Así las cosas el gobierno fijó un precio provisional (a la espera de conocer cuál sería el precio de mercado) de 48.48 euros por Megavatio hora pero acompañado de un mecanismo de compensación para los consumidores. Ese mecanismo consistía en que si, una vez finalizado el primer trimestre de 2014 y conocido el precio de mercado, éste resultaba ser inferior a los 48.48 euros, entonces las empresas de comercialización eléctrica tendrían que devolver el exceso cobrado.
Pues así ocurrió que el precio final de mercado en promedio para los meses de enero a marzo ha sido de 26.27 euros por megavatio frente a los 48.48 fijados inicialmente. Globalmente esto supone una reducción de unos 310 millones de euros; una cifra muy parecida a la estimación del gobierno sobre cuánto se abarataría el precio de la electricidad al eliminar la subasta de último recurso.
Así que dividiendo los 310 millones de euros entre los aproximadamente 16 millones de clientes de las eléctricas, resulta esta cantidad promedio de los 25.5 euros por barba que se nos abonará en la factura eléctrica. Naturalmente habrá variaciones entre los hogares. Un consumidor doméstico suele tener una potencia contratada de 3.3 kilovatios y un consumo anual de 3.000 kilovatios; esa es la referencia para los 25.5 euros. Sin embargo, una familia con dos hijos podría recibir una cantidad mayor –entorno a los 33 euros- ya que suele tener una potencia contratada de 4.4 kilovatios y un consumo anual de 3.900.
El precio de la electricidad sigue siendo el de un bien (para los hogares) y un factor productivo (para las empresas) extraordinariamente importante en sociedades electrificadas como la española. Recientemente se acaba de hacer público un interesante estudio del profesor David Robinson (disponible en www.eurocofin.es) que analiza comparativamente los precios de la electricidad en la Unión Europea. Sus conclusiones son muy diferentes a las de otros análisis, pero deben leerse con interés.

(*) Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla.


martes, 13 de mayo de 2014

NUESTROS VECINOS DEL OESTE (José Manuel Cansino en La Razón el 12 de Mayo de 2014)


Portugal acaba de salir del rescate que solicitó en 2011. Dejar atrás esta situación significa que el país vecino ya puede conseguir prestado dinero en los mercados internacionales a un tipo de interés “asumible” en lugar de hacerlo utilizando el dinero que le prestaron los socios que integran “la troika” (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional).



En este momento la prima de riesgo de Portugal está en torno a 200 puntos básicos (unos 220 por debajo de cuando fue intervenida). Esto supone que tiene que pagar un 3,5 % por cada bono -pequeño préstamo que pide- a devolver dentro de diez años. También supone –al menos en teoría- que el tipo de interés al que las empresas y particulares portugueses pueden conseguir préstamos ha bajado hasta alinearse de cerca con su prima de riesgo, y es que a pesar de los esfuerzos, el riesgo soberano (riesgo de que un país no devuelva su deuda) determina el riesgo de sus empresas aunque estas estén fuera de toda sospecha de insolvencia.
La segunda derivada que tiene para Portugal su salida del rescate es que su política económica deja de estar intervenida por las imposiciones de “la troika”. Imposiciones que se han traducido en contestadas políticas de reducción de gasto público y subidas de impuestos.
Las variables macroeconómicas fundamentales de Portugal nos dicen que tienen una renta por habitante de 19.660 dólares (España alcanza los 35.000), un 17,2 % de paro (frente al 25 % español), un déficit público que en 2013 fue del 5,5 % (un punto por debajo del español) y una tasa de crecimiento económico previsto para 2014 del 0,5 % (también un punto por debajo de la que espera tener España).
Portugal es un socio comercial de primerísima importancia tanto de la región andaluza como del conjunto de España. Nuestra nación exportó en 2013 a la vecina Portugal por valor de 17.485,6 millones de euros, lo que la convierte en nuestro tercer destino por detrás sólo de Francia y de Alemania. Las importaciones españolas sumaron 9.814,3 millones. Es evidente que nuestras relaciones comerciales con los vecinos del Oeste son muy beneficiosas y han contribuido decididamente a equilibrar nuestro tradicionalmente maltrecho déficit exterior. Un problema este del déficit, no lo olvidemos, que está en el origen de nuestro brutal endeudamiento previo a la igualmente grave crisis económica desatada en 2008.
A diferencia de Brasil país con quien España mantiene directamente relaciones comerciales o con la también excolonia portuguesa de Mozambique, con la que el país vecino apenas mantiene relaciones comerciales, Portugal sí es la puerta de entrada obligatoria al comercio con Angola. Esta República africana, gobernada por un sistema autoritario comunista, cuenta con importantes yacimientos petroleros (la biografía académica de su presidente desde 1979, José Eduardo Dos Santos, es suficientemente elocuente). Aunque su renta per cápita no alcanza los 5.000 dólares, sus élites económicas viven en verdaderos ghetos de lujo con relaciones directas con la ex Metrópoli.
Pero el interés de España en la salida del rescate portugués no se limita, ni siquiera es lo más importante, a un interés comercial que suena a grosero mercantilismo predatorio. La Historia de ambos países va de la mano y el afecto mutuo está hondamente arraigado. Una encuesta de 2010 de la Universidad de Salamanca revelaba que el 45,6 % de los portugueses estarían dispuestos a integrarse en España.
España y Portugal ya comparten desde hace años un único sistema eléctrico. Ambos países estamos superando una crisis financiera y real extremadamente difícil. La recuperación del crecimiento económico y la reducción del desempleo son nuestras dos tareas pendientes. No cabe duda de que las superaremos acompasadamente había cuenta de nuestra elevada integración social y económica.

(*) Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla

martes, 6 de mayo de 2014

EXPLICAR LA EPA Y NO ESTAR LOCO (José Manuel Cansino en La Razón el 5 e Mayo)


¿Cómo es posible que desciendan a la vez las personas empleadas y las desempleadas? ¿Cómo es posible explicar este resultado y no estar loco como afirmaba no estarlo Machín en su canción silabeando su atribulada vida sentimental?
Efectivamente, la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de 2014 sostiene que entre enero y marzo de este año el número de empleados en España descendió en 184.600 personas. Pero también dice que a la vez el número de parados disminuyó en 2.300 personas. Así las cosas, la paradoja es que disminuyen al mismo tiempo el número de personas que están trabajando y el número de personas que no lo están.



Por cierto que –haciendo un paréntesis regional- Andalucía ha tenido un comportamiento diferente y mejor que el resto de la Nación. El número de ocupados aumentó en 41.700 y el desempleo disminuyó en mucho más; concretamente en 59.200 personas.
Pero volvamos a la paradoja. La EPA construye sus datos a partir de entrevistas en profundidad a 65.000 familias; de ahí se extrapolan los resultados al conjunto de la población española a través de una metodología internacionalmente aceptada y compartida.
Los criterios para que el Instituto Nacional de Estadística –responsable de elaboración de la EPA- catalogue a un entrevistado como parado o empleado son fácilmente accesibles en su página web.
Así, por ejemplo, para que una persona se compute como desempleada tiene que responder afirmativamente a la pregunta si ha tomado medidas concretas para buscar un trabajo por cuenta ajena o ha hecho gestiones para establecerse por su cuenta en el mes precedente. En caso contrario el INE considera que esta persona no forma parte de la población activa.
¿Qué ocurre si parte de las personas desempleadas dejan de buscar empleo por efecto del desánimo? Pues ocurre que pasan a computarse como población inactiva. Aquí es donde encontramos una parte de la respuesta a nuestra paradoja. La tasa de inactividad española crece en los últimos trimestres. En el trimestre pasado –el que ha servido de referencia a la EPA que comentamos- los desempleados que pasaron a la inactividad volvió a aumentar.
La otra parte de la explicación a nuestra paradoja hay que buscarla en los flujos migratorios y en el envejecimiento de la población. El descenso de la población activa en 187.000 personas que registra la EPA engloba a las personas que abandonan España y a las que alcanzan la edad de jubilación. Entre ese total naturalmente se encuentran personas que estaban ocupadas y personas que estaban desempleadas y como consecuencia contribuyen a explicar la paradoja de que empleados y desempleados disminuyan a la vez.
El asunto central es que la economía española sigue sin crear empleo a pesar de crecer un 0,4% entre enero y marzo de este año. Cierto es que seguimos alejándonos de la cifra máxima de desempleados registrada en el primer trimestre de 2013 (6.270.000 españoles sin empleo) pero el número total de empleos en España sigue disminuyendo.

Hay que lanzar un mensaje de resistencia a las personas desempleadas. Un mensaje nada nuevo pero siempre eficaz; el mensaje de quien resiste, vence. No se puede abandonar la búsqueda de empleo. Hay que hacerlo eficazmente. Parte del éxito necesita de unas mínimas técnicas de búsqueda de empleo que redundan a favor de la empleabilidad. Hay que aprovechar el periodo de desempleo para mejorar la cualificación profesional incluso sobreponiéndose al fiasco de los fondos para la formación que manchará la reputación de los grandes sindicatos y de las organizaciones empresariales andaluzas durante décadas. Hay que seguir peleando dentro y fuera de España en los casos en los que hay que hacer las maletas. Y hay que seguir haciéndolo con independencia de la edad. También entre los jóvenes. Entre la juventud española, aquella cuyo principal problema decía Salvador Dalí era que uno ya no pertenecía a ella.

(*) Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla