Si bien España tiene una dependencia externa absoluta de
combustibles fósiles -petróleo y gas- ha desarrollado durante décadas una
estratégica diversificación de sus países proveedores con el fin de minimizar
el riesgo de suministro. El 14% del petróleo que importa España procede de
Rusia pero a diferencia de lo que le ocurre al centro y al norte de Europa,
nuestra vía de suministro no atraviesa Ucrania. El crudo importado por España
procedente de Rusia (y de alguna otra república ex soviética y centro asiática)
se transporta en buques petroleros que parten del puerto ruso de
Novorosíisk. Precisamente un puerto situado en el Mar Negro y en plena
zona de conflicto por la invasión 'suave de momento' de Crimea.
(Puerto de Novorosíisk)
Tras la disolución de la URSS, Rusia solamente conserva
cuatro de los diecisiete puertos soviéticos del mar Negro. Novorosíisk es el
único puerto generalista en agua profunda sobre la costa rusa del mar Negro. En
2005, con un tráfico de 70,8 millones de toneladas, Novorossíisk fue el primer
puerto de Rusia. Es un puerto importante para la exportación de petróleo crudo
(30 millones de toneladas por año).
Los petroleros que parten del puerto de Novorosíisk, acceden
al Mar Mediterráneo a través del Estrecho del Bósforo o estrecho de Estambul.
Por tanto, Crimea no supone para Rusia ningún obstáculo para
el acceso al corredor del Mediterráneo pues ya lo tiene garantizado operando
desde Novorosíisk, aunque es un puerto con problemas de congestión severa.
El interés por la anexión de Crimea esta vinculada a los intereses
geoeconómicos de Rusia, esto es, intereses no sólo económicos sino también
geoestratégicos.
Como explica el profesor José Luis Orella -reputado analista
de esta zona del Planeta-, sin Crimea, Rusia desaparecería como elemento activo
en el Mediterráneo, y países dependientes de su apoyo, como Siria, perderían su
gobierno. Incluso países como Argelia el actual Egipto, abiertos a múltiples
amistades, abandonarían su posición de compradores de armamento ruso.
Repárese en que la flota rusa del Mar negro que tiene su
base en Sebastopol, arrendada a Ucrania, hasta el 2045, lo hace gracias gracias
a un acuerdo firmado con el derrocado presidente Yanukovich. De esta base es de
donde salen periódicamente los barcos rusos que mantienen su presencia frente a
la costa siria.
En cualquier caso, aunque determinantes, los argumentos
económicos no son los únicos detonantes de los conflictos sociales y bélicos
aunque esto disguste a los convencidos del materialismo histórico.
Durante la II Guerra mundial, la población tártara residente
en Crimea se alineó con las tropas alemanas y rumanas del III Reich. Como
castigo tras la victoria aliada Stalin los deportó a Asia Central. Tras la
desintegración de la URSS y la independencia de Ucrania, uno de los primeros
problemas fue la vuelta de más de 250.000 tártaros que regresaron a su antiguo
hogar, y defienden en la actualidad, su pertenencia a Ucrania como minoría
islámica y antirrusa.
El conflicto de Crimea y Ucrania refresca a los países
europeos algo en lo que viene trabajando desde hace años; no se puede depender
crucialmente del abastecimiento de combustibles fósiles que atraviesan Ucrania
y que, en última instancia, proceden de Rusia y de las repúblicas centro
asiáticas. Nadie debe pasar por alto que no sólo Europa compite por estos
yacimientos, también lo hace China con unas excelentes relaciones con Rusia y
un extraordinario gasoducto el desarrollo.
La inestabilidad ucraniana puede ser interpretada por las
empresas españolas generadoras de electricidad como una oportunidad de
exportación vía Francia siempre que la capacidad de interconexión se aumente.
Las generadoras de energía renovable, por su carácter autóctono tienen aquí una
oportunidad de negocio si trabajan con costes que alcancen la paridad de red.
También es una oportunidad para aumentar la capacidad de la red de transporte de
gas argelino a Francia e Italia bien a través del gasoducto Megdaz o del
transporte en buques metaneros por el corredor del Mediterráneo.
José Manuel Cansino Muñoz-Repiso. Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla.
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