El pasado jueves 5 de Julio Irlanda se atrevió a pedir prestado dinero en los mercados financieros. Lo hizo en forma de emisión de 500 millones de euros (M€) de deuda pública a muy corto plazo (con vencimiento a tres meses).
Se convertía así en el primero de los tres países rescatados de forma convencional en someterse al ‘juicio de los mercados financieros’.
La lectura sencilla, casi trivial, de esta ‘prueba del algodón’ era que si Irlanda conseguía compradores (o prestamistas) para su deuda, estaría en el camino correcto para recuperar la confianza de los mercados y así poder financiarse al margen del préstamo de 85.000 M€ que consiguió cuando fue rescatada el 21 de noviembre de 2010.
Dado que la demanda de deuda pública irlandesa fue 2.8 veces superior a los 500 M€ ofertados, hay quien se ha apresurado a aplaudir las reformas del gobierno irlandés como modelo a imitar por países como España recientemente rescatados de una forma ‘sui géneris’ y, hay que decirlo, hábil por el Gobierno español.
Irlanda ha estado, por tanto, dos años financiándose con el macropréstamo del rescate y ahora regresa a pedir prestado de forma convencional pero, ¡atención! con una prima de riesgo que no ha bajado en esos dos años.
Efectivamente. En el momento del rescate, la prima de riesgo irlandesa (el tipo de interés adicional que tenía que pagar por un bono a diez años por encima de lo que pagaba Alemania), estaba en 658. El día de su regreso a los mercados financieros, alcanzó los 676 puntos básicos.
Esto mismo ocurre con los otros dos países rescatados –Grecia y Portugal-; sus primas de riesgo no han vuelto a caer por debajo del nivel que tenían en el momento de su rescate.
Y todo esto ha ocurrido el mismo día en el que el BCE ha bajado el tipo oficial del dinero al 0.75 % sin que ello consiga rebajar la sangría de intereses que deben afrontar todos los países en crisis.
Para un país como Irlanda, colocar 500 M€ de deuda es fácil. Sin duda, el Tesoro irlandés habría sondeando de antemano la demanda potencial existente entre los posibles compradores. Veinte o treinta llamadas por teléfono bastan para garantizarse que no se iban a quedar ‘con la espalda al aire’; lo que hubiera resultado muy lesivo para la reputación internacional de este país. Además, el vencimiento de la deuda era casi inmediato (tres meses) lo que reduce extraordinariamente el riesgo de impago. Habría que ver lo que hubiese ocurrido de emitir bonos a 10 años (cosa que España sí hizo el mismo día).
Con todo, Europa sigue afrontando la crisis con un aumento brutal de la masa monetaria en circulación, algo que sólo puede acabar –antes o después- en un proceso inflacionista acentuado que ya veremos cómo se aborda.
Seguimos haciendo trampas en el solitario; pero en un solitario sangrante al que nos ha sentado a jugar el sistema financiero, en el que casi siempre gana la banca y, si pierde, se lleva un premio millonario.
@jmcansino
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