Ángel
Berges y Sara Baliña (ambos miembros de Analistas Financieros Internacionales)
se preguntaron recientemente ¿quién debía a quién en la economía española?,
esto es, apoyándose en un subtítulo que sonaba a pugna territorial al modo de
las balanzas fiscales, se propusieron dibujar el mapa de la deuda en España.
Desde luego, ambos autores han aportado un documento útil pues el origen de la
crisis no se entiende sin la explosión del crédito y el consiguiente
endeudamiento de familias y empresas. Pero la salida de España de la misma
tampoco se entiende sin el vertiginoso desendeudamiento (o desapalancamiento)
del sector privado. Tomemos algunos datos ilustrativos.
El
documento de estos autores (publicado en Cuadernos de Información económica)
señala que España comenzó la crisis con un fortísimo endeudamiento que,
excluido el sector financiero, se situaba en algo más del 250% del PIB, al
aportar empresas y familias más de un 210% sobre el PIB, es decir más del 80%
de la deuda total viva en España. El resto era endeudamiento público que se
situaba en torno al 41 % del PIB .
La
crisis no ha reducido el volumen de endeudamiento pero sí ha cambiado muy
considerablemente su composición. En junio de 2014 el volumen de deuda
total superaba ya el 322% del PIB. Sin embargo, familias y empresas no
financieras (esto es, todas las empresas menos los bancos y las empresas de
seguros) había reducido su deuda al tiempo que el sector público la había
elevado trepidamentemente.
En
este comportamiento hay muchos aspectos llamativos pero respecto al sector
público uno con frecuencia muy silenciado. Resulta que los tan agitados
recortes en el gasto no han tenido una magnitud que se corresponda con la
atención mediática que han recibido ni con la respuesta social. Para ser
exactos, hemos llegado
al 46% de gasto público/PIB en 2009 partiendo de una cifra previa a la crisis
de poco más del 38%. En 2014 la cifra se situó en 43.5%. Este cálculo excluye
las ayudas a la Banca y además hay que considerar que si bien la crisis ha
provocado una fortísima elevación del desempleo, el impacto sobre el PIB ha
sido mucho más pequeño.
El
ajuste a la baja del endeudamiento privado ha corrido parejo en el tiempo pero
por detrás en magnitud al progresivo endeudamiento público. Como señalan los
autores del informe, España es el país que más ha reducido su endeudamiento
privado, y lo ha hecho en unos 40 puntos de PIB. Naturalmente, para las
familias, en términos de renta disponible supone una mejora sustancial, ya que
en 2008 la deuda de los hogares superaba en 1,3 veces su renta frente a 1,13 veces
en 2014.
Las
familias tienen como principal acreedor a los bancos tanto ahora y al comienzo
de la crisis. Aquí no ha habido ninguna novedad. Salvo las correspondientes a aplazamientos de pago en operaciones
comerciales (auténtico quebradero de cabeza para empresas como El Corte
Inglés), las deudas de las familias están mayoritariamente en préstamos
bancarios, bien en préstamos hipotecarios o en la de financiación al consumo.
En el
caso de las empresas privadas no bancarias (sociedades no financieras), lo más
relevante que encuentran los autores del estudio es el importante descenso en
la deuda interempresarial, que se ha reducido en unos 270.000 millones. Su
acreedor sigue siendo el sistema bancario. La estrategia del Banco Central
Europeo de financiar la compra de títulos de deuda pública por los bancos
comerciales para que los inversores se fueran a comprar títulos privados y
reactivaran la economía no ha tenido éxito. Ahora la deuda pública está en
manos de los bancos comerciales pero la economía real no ha funcionado.
El
gran crecimiento del endeudamiento ha estado en las AA.PP., con unas deudas
antes de la crisis de unos 430.000 millones (41 % del PIB), de los que casi un
50% (210.000 millones) tenían como contrapartida directa al resto del mundo,
unos 165.000 millones a bancos, y unos 56.000 millones a fondos de inversión.
Ahora la deuda supera el 100% del PIB y está, principalmente, en manos
bancarias y comprada con las inyecciones de liquidez que ha realizado el Banco
Central Europeo.
La
conclusión final es triple, 1) estamos más endeudados que antes, 2) las
familias y empresas hemos reducido muchísimo nuestro endeudamiento pero las
Administraciones Públicas lo han multiplicado y 3) La elevada
bancarización de nuestro sistema financiero convierte a las entidades de
crédito en la principal contrapartida de la deuda, tanto en el caso de la
privada como de la pública.
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