En 2016 la Comisión Nacional de
Investigación, Ciencia y Tecnología chilena valoró favorablemente el proyecto
que presenté bajo el título “Hacia una economía competitiva baja en carbono.
Análisis sectorial para la economía Chilena” (FONDECYT N 1150025). El proyecto
estaba patrocinado por la Universidad Autónoma de Chile a cuyo cuerpo de
profesores pertenezco. Después de tres años de intenso trabajo de
investigación, los resultados del proyecto han visto la luz en forma de tres
artículos científicos publicados en revistas internacionales de elevado impacto
y como parte de un libro colectivo. Aún esperamos ver publicado un cuarto
artículo científico.
Pero, si cambiamos el lenguaje
científico por términos cotidianos, ¿qué nos dicen los resultados y qué
utilidad tienen para el conjunto de la sociedad chilena? Pues nos dicen que la
energía utilizada por los sectores productivos chilenos aún depende
crucialmente de combustibles fósiles y, como consecuencia, las emisiones de
gases de efecto invernadero siguen creciendo a un ritmo preocupante. No obstante,
es cierto que se han detectado ganancias importantes en términos de ahorro
energético en la fabricación de algunos productos y que estas mejoras no han
sido un freno para el crecimiento económico. En otros términos, los resultados
revelan que Chile debe seguir apostando por un crecimiento económico que
incorpore mejoras tecnológicas que ayuden a reducir los requerimientos
energéticos por cada peso aportado al PIB chileno. Esa apuesta tiene varios
efectos positivos pues no sólo no daña la mejora del bienestar social a través
de un mayor crecimiento económico sino que también reduce la dependencia
exterior en forma de importación de carbón, petróleo y gas natural.
En línea con lo anterior, la
creciente incorporación de las energías renovables o limpias muestra una
contribución notable a esta tendencia hacia una mayor sustentabilidad del
modelo de consumo energético chileno. Por ejemplo, la ley que regula el
autoconsumo eléctrico y permite verter a la red eléctrica la energía sobrante
en los hogares, ha sido una muy eficaz medida. En general, el estudio demuestra
que Chile tiene un importante campo para el uso de las energías renovables especialmente
si su desarrollo va acompañado de una mejora de la conectividad con los países
andinos y entre los cuatros sistemas de generación eléctrica chilena.
Otro gran resultado obtenido
recomienda que las autoridades chilenas fijes sus compromisos internacionales
en la lucha contra el cambio climático incorporando la fijación de CO2 que hacen
los bosques. La importancia de la superficie forestal chilena es un factor
diferencial del país que no ha sido suficientemente puesto en valor en las
negociaciones internacionales.